La fuente principal de información de este blog es La Biblia. Todas las enseñanzas compartidas aquí, son y serán principalmente basadas en la Biblia Reyna Valera Versión de 1960

Un Hombre de Dios

Algo muy común que ocurre en las iglesias cristianas es el trato entre los hombres, frecuentemente cuando se saludan, principalmente dentro de la congregación, se refieren uno al otro como “varones”. Por ejemplo: “Dios le bendiga varón”; “Cómo está varón” “Hasta luego varón”. La palabra varón deriva del latín “varo” (valiente, esforzado) y designa biológicamente al hombre como especie cuando se hace una distinción con la mujer (hembra). En el Antiguo Testamento el término “varón de Dios” define específicamente a los mensajeros de Dios, siendo estos, primeramente los ángeles de Dios y posteriormente los profetas. Por esa razón, pienso que no se debería usar el término “varón” tan a la ligera como lo usan en algunas iglesias cristianas en la actualidad. Hoy quiero compartir al respecto de este tema, por lo que titulé esta enseñanza como “Un hombre de Dios”.

La frase "varón de Dios" aparece 76 veces en el Antiguo Testamento, refiriéndose principalmente a los ángeles de Dios y los profetas. En el Nuevo Testamento, específicamente en las epístolas, se utiliza la frase “hombre de Dios” solamente una vez en 1 Timoteo y una vez en 2 Timoteo.

(Jueces 13:6) Y la mujer vino y se lo contó a su marido, diciendo: Un varón de Dios vino a mí, cuyo aspecto era como el aspecto de un ángel de Dios, temible en gran manera; y no le pregunté de dónde ni quién era, ni tampoco él me dijo su nombre. {7} Y me dijo: He aquí que tú concebirás, y darás a luz un hijo; por tanto, ahora no bebas vino, ni sidra, ni comas cosa inmunda, porque este niño será nazareo a Dios desde su nacimiento hasta el día de su muerte. {8} Entonces oró Manoa a Jehová, y dijo: Ah, Señor mío, yo te ruego que aquel varón de Dios que enviaste, vuelva ahora a venir a nosotros, y nos enseñe lo que hayamos de hacer con el niño que ha de nacer. {9} Y Dios oyó la voz de Manoa; y el ángel de Dios volvió otra vez a la mujer, estando ella en el campo; mas su marido Manoa no estaba con ella.

Esta es la primera vez que el término "varón de Dios" se usa en la Biblia en referencia a un ángel de Dios, quien es de hecho un mensajero de Dios, cuyo trabajo es llevar un mensaje de Dios. La palabra "ángel" del hebreo mal'ak; también es traducida como: profeta, sacerdote, maestro; así como mensajero y embajador. Un embajador es un alto representante de un país o gobierno; los ángeles son embajadores o altos representantes de Dios. Así que los ángeles de Dios son llamados “varones de Dios”.

(1 Sam 9:6) El le respondió: He aquí ahora hay en esta ciudad un varón de Dios, que es hombre insigne; todo lo que él dice acontece sin falta. Vamos, pues, allá; quizá nos dará algún indicio acerca del objeto por el cual emprendimos nuestro camino.

Aquí se habla de Saúl, quien estaba buscando a tres asnas de su padre que estaban perdidas, y su criado le informó acerca de un varón de Dios que podría ayudarles a encontrar los animales.

(1 Samuel 9:9) (Antiguamente en Israel cualquiera que iba a consultar a Dios, decía así: Venid y vamos al vidente; porque al que hoy se llama profeta, entonces se le llamaba vidente.) {10} Dijo entonces Saúl a su criado: Dices bien; anda, vamos. Y fueron a la ciudad donde estaba el varón de Dios. {11} Y cuando subían por la cuesta de la ciudad, hallaron unas doncellas que salían por agua, a las cuales dijeron: ¿Está en este lugar el vidente?

Como se menciona, anteriormente a un profeta se le llamaba vidente, en referencia a una persona que podía dar consejos, e interpretar sueños y visiones.

(1 Samuel 9:15) Y un día antes que Saúl viniese, Jehová había revelado al oído de Samuel, diciendo: {16} Mañana a esta misma hora yo enviaré a ti un varón de la tierra de Benjamín, al cual ungirás por príncipe sobre mi pueblo Israel, y salvará a mi pueblo de mano de los filisteos; porque yo he mirado a mi pueblo, por cuanto su clamor ha llegado hasta mí. {17} Y luego que Samuel vio a Saúl, Jehová le dijo: He aquí éste es el varón del cual te hablé; éste gobernará a mi pueblo. {18} Acercándose, pues, Saúl a Samuel en medio de la puerta, le dijo: Te ruego que me enseñes dónde está la casa del vidente. {19} Y Samuel respondió a Saúl, diciendo: Yo soy el vidente; sube delante de mí al lugar alto, y come hoy conmigo, y por la mañana te despacharé, y te descubriré todo lo que está en tu corazón

Samuel era un profeta de Dios; un profeta es alguien que habla en nombre de Dios las cosas de Dios, porque Dios les habla directamente, a través de visiones (revelación) como hizo con Abraham, o en sus oídos como acabamos de leer en el versículo 15. Hubo muchos profetas a través del Antiguo Testamento; tanto hombres como mujeres, la mayoría de ellos obedecieron la voz del Señor. Un profeta en la Biblia siempre es llamado un “varón de Dios”.

En el Antiguo Testamento el término "varón de Dios" nunca se usa en referencia a un sacerdote (excepto Jesucristo, cuyo sacerdocio era del orden de Melquisedec); Nunca se utiliza en referencia a un rey (excepto David), o cualquier otra persona en posición de liderazgo. Abraham y Moisés fueron varones de Dios, así como José, aunque la Biblia no habla de él de esa manera. En el Nuevo Testamento, además de ser el hijo de Dios, Jesús fue un “varón de Dios”; sus apóstoles, después de su muerte, resurrección y ascensión, sobre todo después del día de Pentecostés, actuaron como hombres de Dios siendo inspirados por el espíritu santo, al grado que algunos de ellos hablaron y escribieron la Palabra de Dios que tenemos disponible hoy día.

En el primero libro de Timoteo, Pablo se refiere a Timoteo como un “hombre de Dios” y le previene sobre las cosas de las que él como un “hombre de Dios” debe de huir, y le exhorta acerca de las cosas que un hombre de Dios debe seguir.

(1 Tim 6:10) porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.

Pablo dio a Timoteo no sólo una idea, sino una descripción completa del comportamiento de estas personas

(Timoteo 6:9) Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición.

Destrucción y perdición son solo algunas de las consecuencias del amor al dinero.

(1 Timoteo 6:5) disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales

Pablo le dijo a Timoteo que se alejara de la clase de personas que toman la piedad como fuente de ganancia. ¿Qué tal los falsos hermanos, lo falsos profetas? En 2 Timoteo capítulo 3 Pablo continúa advirtiendo a Timoteo acerca de estos hombres malvados.

(2 Timoteo 3:1) También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. {2} Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, {3} sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, {4} traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios; {5} que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita. {6} Porque de éstos son los que se meten en las casas y llevan cautivas a las mujercillas cargadas de pecados, arrastradas por diversas concupiscencias {7} Estas siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad.

¡Un hombre de Dios ni siquiera debería acercarse a este tipo de personas, que lo único que buscan son beneficios personales, y realmente no se interesan por el conocimiento de la verdad!

Veamos lo que es un hombre de Dios debe seguir.

(1 Timoteo 6:11) Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas; y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre. Hay instrucciones específicas que un hombre de Dios debe seguir, que vienen exclusivamente de Dios: La justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia y la mansedumbre entre otras. (2 Timoteo 2:22) Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor. {23} Pero desecha las cuestiones necias e insensatas, sabiendo que engendran contiendas. {24} Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; {25} que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad, {26} y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él.

Pablo menciona aquí algunas de las cualidades que un hombre de Dios posee, y también que hay una oportunidad para aquellos que están cautivos del lazo del diablo, de escapar ellos mismos de esa trampa, si se arrepienten y reconocen la verdad. Esto sólo puede ocurrir con la mansa instrucción de un hombre de Dios. ¡Qué gran responsabilidad tiene un hombre de Dios!

(2 Timoteo 2:21) Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra.

Un hombre que se arrepiente del mal, se limpia de ello y reconoce la verdad, puede ser santificado y útil al movimiento de la Palabra de Dios, y estar dispuesto a toda buena obra.

Las buenas obras son huellas innegables de un hombre de Dios.

(2 Timoteo 3:14) Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; {15} Y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. {16} Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, {17} a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.

Pablo sigue exhortando a Timoteo a andar de acuerdo al conocimiento de las Sagradas Escrituras que aprendió desde su infancia, y seguir las instrucciones de Dios, al punto de que él, como un hombre de Dios, sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.

(1 Tim 6:12) Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos. {13} Te mando delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Jesucristo, que dio testimonio de la buena profesión delante de Poncio Pilato; {14} que guardes el mandamiento sin mácula ni reprensión, hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo:

Esto es lo que un hombre de Dios hace, pelea la buena batalla de la fe y guarda el mandamiento de Dios sin mácula ni reprensión, hasta que Cristo retorne. Predica la Palabra en todo momento, redarguye, reprende, exhorta y enseña, como los próximos versículos lo mencionan.

(2 Timoteo 4:1) Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos ya los muertos en su manifestación y en su reino; {2} que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.

En el Antiguo Testamento, el término “varón de Dios” se refiere específicamente a un ángel de Dios o a un profeta, y aunque los sacerdotes era considerados hombres piadosos, la Biblia nunca se refiere a ellos como “varones de Dios”, tal vez debido a que muchos de ellos erraron, buscando su beneficio personal y desobedecieron a Dios, a diferencia de los profetas, quienes en su mayoría obedecieron a Dios.

En el Nuevo Testamento vemos que Jesús fue un “varón de Dios”. Además de ser sacerdote y profeta, él es el hijo de Dios. En sus tiempos sus discípulos no eran considerados “varones de Dios” por Israel, pero después de que fueron enviados por Jesús a predicar y enseñar el evangelio todos ellos, incluyendo a Judas Iscariote actuaron como “hombres de Dios”. Predicando el evangelio, sanando enfermos, limpiando leprosos, resucitando muertos, y echando fuera demonios.

En las epístolas, el término “varón de Dios” no se usa más. Dios llama “hombres de Dios” a aquellos que fueron inspirados por el Espíritu Santo para escribir su santa Palabra; como Santiago el hermano de Jesús, Judas otro hermano de Jesús, Marcos, Lucas y Pablo, todos ellos fueron “hombres de Dios”; así como Timoteo, Filemón, Tito, y muchos otros que creyeron y practicaron la piedad en sus vidas.

Desde el siglo 18, primera y segunda de Timoteo han sido designadas como las Epístolas Pastorales, o dirigidas específicamente para el liderazgo. Aunque no del todo adecuada, esta designación indica el carácter práctico de la asignatura de estas cartas y enfatiza la piedad como un requisito esencial para el ministerio de Cristo. La palabra “piedad” solo aparece 15 veces en toda la Biblia, pero se usa 10 veces en primera y segunda de Timoteo, lo que demuestra la relevancia que la piedad tiene en la vida práctica del creyente cristiano. El diccionario Bíblico Holman define la piedad como una actitud y un estilo de vida que reconoce la autoridad de Dios sobre la vida humana, y exhorta a vivir de acuerdo con la voluntad de Dios. La piedad es un atributo espiritual fundamental al que todo creyente cristiano debe comprometerse, y sobre la cual edificar su andar espiritual. La piedad realmente demuestra una relación verdadera y vital con Dios.

(1 Timoteo 2:1) Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; {2} por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad.

Aquí hay un llamado a la piedad para todos nosotros, un llamado a transformarnos en un “hombre de Dios”. ¿Porqué hacerse llamar “varón de Dios” al estilo del Antiguo Testamento, cuando tienes la oportunidad de ser un “hombre de Dios” en verdad? No necesitas ser un ángel, no es necesario ser un profeta, todo lo que necesita hacer es confesar Romanos 10:9,10 para ser un creyente renacido del espíritu de Dios. Cuando haces eso, eres parte de la familia de Dios como hijo de Dios, libre de las ataduras, mandamientos, estatutos y reglamentos del Antiguo Testamento, de las que Cristo ya nos hizo libres, pero que aún son enseñadas y diseminadas por la religión y las tradiciones que dominan a la mayoría de las iglesias cristianas de hoy.

Todo lo que tú tienes que hacer es obedece a Dios, declarar, practicar y enseñar las instrucciones de Dios en justicia; lo que es útil para enseñar, reprender, y corregir, y ser un obrero que divide correctamente la Palabra de Dios, para que puedas estar enteramente preparado para toda buena obra, y luego, lleva el mensaje de la Palabra de Dios a los demás.

(Romanos 10:13) porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. {14} ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? {15} ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas! 

¡Tú puedes ser ese mensajero que anuncia buenas nuevas! ¡Porque eres testigo de Cristo hasta lo último de la tierra!

(Hechos 1: 8) pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.

Déjame mostrarte algo muy interesante, para que veas que el término “hombre de Dios” no es exclusivo de los pastores y ministros.

Cuando 1 Timoteo 6:11 dice: "Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas; y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre "La versión recuperada del Nuevo Testamento dice que: Un hombre de Dios es aquel que participa de la vida y la naturaleza de Dios.

Y después de que tú has renacido del espíritu de Dios y recibes poder desde lo alto, participas con Dios de su naturaleza espiritual. Aunque el practicar la vida de Dios depende de ti, y es ahí donde la piedad hace su parte.

También encontré una traducción muy interesante de 2 Timoteo 3:16,17.

(2 Timoteo 3:16,17) "Toda la Escritura escrita por la inspiración del espíritu santo es útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia; de manera que el pueblo (gente) de Dios pueda llegar a ser completo, enteramente perfeccionados para toda buena obra. (Biblia Lamsa)

Si eres un creyente renacido del espíritu de Dios, eres parte de la gente de Dios, o como las epístolas lo describen, miembro de la familia de la fe.

Como hijo de Dios debes seguir la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre. Debes pelear la buena batalla de la fe, y echar mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado. Debes predicar la Palabra; instar a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Se amable y paciente para con todos. Instruye con mansedumbre a los que se oponen, quizá Dios les permita que se arrepientan cuando reconozcan la verdad para que puedan escaparse de la trampa del diablo. Ora y da gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos los que están en autoridad para que podamos llevar una vida tranquila y reposadamente en toda piedad y honestidad.

¡Si tú haces eso, tú también eres un hombre de Dios!

 ¡Dios te bendiga!

I.H.N.

J.E.R.S.
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