La fuente principal de información de este blog es La Biblia. Todas las enseñanzas compartidas aquí, son y serán principalmente basadas en la Biblia Reyna Valera Versión de 1960

¡SI CREYERES EN TU CORAZÓN!

Hoy quiero compartir  un poco acerca del corazón, pero no de la bomba que físicamente hace fluir la sangre a través de nuestro cuerpo, sino, del  corazón de la mente, del centro mismo de nuestra existencia. La versión Reina-Valera dice en romanos 10:9,10:

(Romanos 10:9) que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. {10} Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.

Déjame mostrarte algo que compartí en una enseñanza anterior titulada “Una Vida Nueva”, donde leí esos mismos versículos del Interlineal Griego–Español.

(Romanos 10:9) Que si confesares con la boca de ti (como) señor a Jesús, y crees en el corazón de ti que Dios le levantó de entre (los) muertos, serás salvo; porque con (el) corazón se cree para justicia, y con (la) boca se confiesa para salvación.  (Interlineal Griego-Español)

Poniendo esta traducción de Romanos10:9 en un castellano más claro, dice:

(Romanos 10:9) Que si confesares con la boca a Jesús como tu señor, y crees en tu corazón que Dios le levantó de entre los muertos serás salvo.

Como puedes ver, el texto Griego lee un poco diferente que la versión en español que todo mundo lee. ¿Notas la diferencia entre: “confesar que Jesús es el señor” y “confesar a Jesús como tu señor”?

La diferencia está en que;  al confesar que Jesús “es el señor” muchos creen que como en el antiguo testamento la palabra “señor” se usa en referencia a Dios, asumen, que Jesús es Dios, lo cual no es así, Dios todopoderoso es el creador de los cielos y la tierra, y Jesucristo es el hijo de Dios. Por otro lado, al confesar a Jesús “cómo tu señor” no lo convierte automáticamente en Dios, sino en señor personal de tu vida, y como dice 2 Corintios 10:12 debemos llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, como señor personal de nuestras vidas.

Ahora, romanos 10:9  nos enseña, un principio fundamental, establecido y enseñado por Jesús, nuestro señor, a sus discípulos una y otra vez; confesar y creer. ¿Recuerdas el pasaje cuando Jesús maldijo una higuera?

(Mateo 21:18) Por la mañana, volviendo a la ciudad, tuvo hambre. {19} Y viendo una higuera cerca del camino, vino a ella, y no halló nada en ella, sino hojas solamente; y le dijo: Nunca jamás nazca de ti fruto. Y luego se secó la higuera. {20} Viendo esto los discípulos, decían maravillados: ¿Cómo es que se secó en seguida la higuera? {21} Respondiendo Jesús, les dijo: De cierto os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis, no sólo haréis esto de la higuera, sino que si a este monte dijereis: Quítate y échate en el mar, será hecho. {22} Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis.

Confesar y creer son dos sencillos pasos para ser salvo, y  renacer del espíritu de Dios. Confesar con la boca es algo que básicamente hacemos para con nosotros o quienes nos oyen, pero creer en el corazón es para con Dios; porque sólo Dios conoce el corazón del hombre.

Hoy quiero enfocarme precisamente en la palabra corazón, así que vamos a ver la primera vez que esta palabra es usada en la Biblia.

(Génesis 6:5) Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal

La palabra corazón es la palabra hebrea "leb" que es traducida como: sentimientos, voluntad, intelecto,  básicamente, el centro de todo. En este caso, se refiere concretamente al corazón de la mente.

De Génesis 6:5 podemos decir, que en esos tiempos, el centro de la vida del hombre, sus sentimientos, su inteligencia, su voluntad, era de continuo el mal. ¿Diseñó Dios al hombre para ser malo? ¡No! Pero Dios le dio al hombre libre albedrío, el privilegio de decidir libremente, y sabemos que desde que Adán y Eva por voluntad propia, decidieron desobedecer a Dios y seguir el consejo del adversario, el caos llegó a la vida de los hombres. Ahora, desde los tiempos de Adán y Eva, hasta los tiempo en que los pensamientos del corazón de los hombres eran de continuo el mal, habían pasado muchos, muchos, muchos años.

(Génesis 6:6) Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón.

Dios no es un ser humano, no tiene un corazón como nosotros, ni se arrepiente como nosotros,  pero usa las características humanas para que podamos entender su Palabra. La palabra traducida como “arrepintió” también se traduce como "Sentir, pena, piedad, o lástima”. Lo que Génesis 6:6 realmente dice, es que Dios se compadeció de los hombres, sintió pena por ellos, por el hecho de que todo designio de  los pensamientos del corazón del hombre era de continuo el mal. Dios no se arrepiente de su creación, no es hombre para que mienta; ni hijo de hombre para que se arrepienta ... "(Números 23:19)  Pero le dolió grandemente lo acontecido a la humanidad.

Ahora, cité este versículo para mostrar cuán importante para Dios es el corazón del hombre, y nuestros corazones deben estar siempre listos para buscar a nuestro padre celestial. Ve al libro de Salmos.

(Salmo 119: 2) Bienaventurados los que guardan sus testimonios, Y con todo el corazón le buscan;

Para Dios nuestro corazón es importante.

(Salmo 119: 10) Con todo mi corazón te he buscado; No me dejes desviarme de tus mandamientos. {11} En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti.

Estos son los deseos de Dios, que le busquemos de todo corazón,  y que en nuestro corazón guardemos sus mandamientos.

Eso es lo que se supone que debemos hacer, guardar la Palabra de Dios en nuestros corazones. No he oídode nadie, que haya tenido un ataque al corazón, por guardar la Palabra de Dios en él. Recuerda que no estamos hablando de la bomba que tenemos en el pecho, para empujar la sangre a través de nuestro cuerpo. Estamos hablando del centro mismo de nuestra vida; es ahí, donde debemos guardar la Palabra de Dios.

(Proverbios. 3:1) Hijo mío, no te olvides de mi ley, Y tu corazón guarde mis mandamientos; {2} Porque largura de días y años de vida Y paz te aumentarán.  {3} Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad; Átalas a tu cuello, Escríbelas en la tabla de tu corazón; {4} Y hallarás gracia y buena opinión Ante los ojos de Dios y de los hombres. {5} Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia

Mira en el capítulo 4.

(Proverbios 4:20) Hijo mío, está atento a mis palabras; Inclina tu oído a mis razones.  {21} No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu corazón; {22} Porque son vida a los que las hallan, Y medicina a todo su cuerpo. {23} Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.

Podríamos leer  versículo tras versículo acerca del corazón, pero creo  que entiendes a que me refiero. El corazón es la parte más importante de nuestro ser, así como el corazón físico es  uno de los órganos vitales de nuestro cuerpo, el corazón que Dios busca, es el centro de nuestro razonamiento, el lugar de donde mana la vida. Este corazón juega un papel muy importante en el más grande mandamiento.

(Marcos 12:28) Acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? {29} Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. {30} Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. {31} Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.

Por eso, la segunda parte de romanos 10: 9; la que dice: "si creyeres en tu corazón" es crucial. Claro que no debes olvidarte de la confesión, que también es muy importante. Creo que todos sabemos acerca del poder de las palabras, la confesión juega un papel muy importante en nuestro andar, y por eso es también  muy importante y necesario, confesar lo que somos, lo que tenemos, lo que podemos hacer, cada día de nuestras vidas. Mira a:

(Lucas 6:43) No es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen fruto. {44} Porque cada árbol se conoce por su fruto; pues no se cosechan higos de los espinos, ni de las zarzas se vendimian uvas. {45} El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca.

La Palabra de Dios dice que si haces las dos cosas: confiesas con tu boca, y crees en tu corazón, serás salvo. Pero no sólo la salvación viene cuando aplicamos este principio, la boca y el corazón son fuertes socios en nuestros cuerpos como ya vimos en el libro de Salmos, por lo que la confesión y la creencia deben ir de la mano.  Muchos creyentes cristianos son muy buenos confesando cosas, pero algunos tienen problemas con la parte de  "creer en el corazón". Déjame mostrarte algunos ejemplos de lo que eso significa.

(Mat 9:20) Y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; {21} porque decía dentro de sí: Si tocare solamente su manto, seré salva. {22} Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo: Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado. Y la mujer fue salva desde aquella hora.

Esta mujer aplicó este principio de confesar y creer; el versículo 21 dice que ella decía dentro de sí: "Si tocare solamente el borde de su manto, seré salva" Esa era su confesión, y no tenía que decirlo en voz alta para que todos lo oyeran. Ella lo había confesado para ella misma, era ella la principal persona que tenía que estar convencida, completamente persuadida, y actuar sobre esa confesión. Sabemos por el resultado y por lo que Jesús le dijo, que ella creyó en su corazón. Aquí podemos ver  lo poderoso que es este principio cuando lo aplicamos. Todo lo que esta mujer confesó era, tan sólo poder tocar el borde del manto de Jesús, ni siquiera tocarlo a él físicamente, ni siquiera mirarle a la cara, ni siquiera hablar con  él al respecto, sino tan solo tocar el borde de su manto y ella sería sana. Y mira lo que pasó, el mismo Señor se volvió y la vio, y le habló diciendo: "Ten ánimo, (que también puede traducirse como: [“no temas”], tu creencia te ha salvado" ¡Eso es creer en el corazón! Esa mujer no tenía una sola sombra de duda, estaba completamente persuadida que su confesión y su creencia la sanarían.

Veamos otro maravilloso ejemplo:

(Mat 15:22) Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella región clamaba, diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio. {23} Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces acercándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despídela, pues da voces tras nosotros. {24} El respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. {25} Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme! {26} Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. {27} Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. {28} Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora.

En este caso, tenemos a otra mujer, alguien que ni siquiera era judía, era cananea. Sabemos que los judíos consideraban el resto de la gente como perros, por eso es que el Señor responde a ella de esa manera. Pero ella no se intimidó, y no aceptó un “no” por respuesta.  La palabra que quiero destacar aquí es la palabra "grande", que es la palabra griega "mégas" que significa " grande" en un grado superlativo, queriendo decir: “muy grande, enormemente grande, o grande en extremo”.  Esa era la clase de creencia que esta mujer tenía. El Señor la vio, y le concedió, su petición. Esa es la clase de creencia que debemos tener, cuando creemos en nuestro corazón. Con ese tipo de creencia podemos operar todas las manifestaciones del espíritu santo.

Muchas veces nos quejamos porque oramos, y oramos, y oramos, para apenas recibir algo. Pero no es Dios quien no escucha o no responder a nuestras oraciones. Claro, todos sabemos que hay un diablo, pero generalmente, no es culpa de Dios, y tampoco es siempre la culpa del adversario.

¿Guardamos realmente la Palabra de Dios en nuestros corazones?

¿Realmente creemos en nuestros corazones con esa creencia grande en extremo para recibir lo que pedimos?

Si no lo hacemos, mi exhortación es que lo hagamos. Ve nuevamente al libro de romanos.

(Romanos 12: 1) Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. {2} No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta

La mente renovada es también conocida como la clave al poder, pero no hay poder cuando no tenemos la Palabra de Dios en nuestros corazones, no hay poder cuando confesamos pero no creemos. Y no me refiero sólo a "asentir mentalmente" sino, a creer realmente en lo más profundo dentro de nuestros corazones, de la manera en que Dios quiere que creamos, como la mujer con el flujo de sangre, plenamente convencidos de lo que confesemos, sin una sola sombra de duda, o como la mujer cananea, que no aceptó un “no” como respuesta y mostró su creencia en extremo.

Hay muchos otros ejemplos en la Biblia que pudiéramos citar, pero lo que realmente me gustaría ver, es confesar y creer, al punto de que no tengamos una sola sombra de duda, así como Jesús dijo a sus discípulos, y ser capaces de decir a este monte: Quítate y échate en el mar, y ver que eso suceda.

Guardemos la Palabra de Dios en nuestros corazones, amemos a nuestro Dios y Padre con todo el corazón, reclamemos sus promesas y sus bendiciones, sin fluctuar, sabiendo que él es fiel y capaz, y siempre está dispuesto a cumplir sus promesas.

Pidámosle a él con esa creencia grande en extremo.

(Hebreos 10:22) acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. {23} Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.

(Mateo 21:22) Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis.

I.H.N.

J.E.R.S.
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1 comentario:

  1. No gustó mucho esta enseñanza me gustaría recibir más en mí correo , gracias bendiciones

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