En esta
última parte de este estudio, veremos lo que dice la Biblia acerca de los
hijos, niños, niñas y jóvenes; y concluiremos con la esperanza de que este
estudio haya sido una bendición para ti, y te ayude a entender que solo debemos
alabar y dar la gloria a Dios nuestro Padre Celestial, sometiéndonos a su
autoridad suprema, con un corazón lleno de amor, humildad, mansedumbre, honestidad, y agradecimiento, en nuestro diario andar. Así como nuestro Señor y
Salvador Jesucristo se sujetó al obedecerlo hasta sufrir la muerte de cruz, y
se sujetará al final, cuando todos sus enemigos se postren a sus pies, y le
sean sujetas a él todas las cosas.
Comencemos
en el libro de Efesios:
(Efesios
6:1) Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo.
La
instrucción de la Palabra de Dios para los hijos es obedecer a los padres.
Entendiendo que la palabra “hijos”, incluye niños y niñas desde la infancia, y
la adolescencia, hasta que los hijos llegan a la mayoría de edad. En esa
cultura en los tiempos de Jesucristo a un joven no se le tomaba con seriedad
hasta que cumpliera los 30 años. Por esa razón, Jesucristo mismo comenzó su
ministerio hasta que cumplió los 30 años.
La palabra
griega traducida como “justo”, también puede traducirse como “correcto”, y como hijos e hijas de
creyentes cristianos renacidos del espíritu de Dios, niños y niñas deben
obedecer a sus padres y comportarse de una manera correcta o justa. No hay
excusa para que los hijos se comporten inadecuadamente. Los hijos rebeldes,
inquietos, groseros, e irrespetuosos, que no hacen lo que es justo ni se
comportan correctamente, no obedecen a sus padres. El libro de Colosenses
agrega un par de cosas más, a la lista de la obediencia.
(Colosenses
3:20) Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor.
Recuerda
que la palabra "obedeced" aquí, es upakóuo; que significa
subordinarse, prestar atención, ser obediente, y provienen de la misma raíz “upo”,
como, upotásso, por lo que los hijos deben ser obedientes y subordinarse
a la autoridad a los padres.
Colosenses
agrega que los hijos deben obedecer a sus padres “en todo”, porque esto “agrada
al señor”. Comencemos con la frase “en todo”. “Todo”, en la Biblia se usa de
dos maneras: “Todo con distinción”, y “todo sin excepción”, veamos algunos
ejemplos:
(Lucas
21:1) Levantando los ojos, vio a los ricos que echaban sus ofrendas en el arca
de las ofrendas. {2} Vio también a una viuda muy pobre, que echaba allí
dos blancas. {3} Y dijo: En
verdad os digo, que esta viuda pobre echó más que todos. {4} Porque todos aquéllos echaron para las
ofrendas de Dios de lo que les sobra; mas ésta, de su pobreza echó todo el sustento que tenía.
Este es un
ejemplo de cómo la palabra “todo”, se usa “con distinción”, porque, por un
lado, cuando Jesús dice, “todos
aquellos”, solo se refiere a “los ricos”, que echaban sus monedas en el arca de
las ofrendas, distinguiéndolos del resto de la gente en el templo. Por otro
lado, cuando habla de, “todo el sustento” que la pobre viuda tenía, se refiere
exclusivamente a las monedas que ella dio como ofrenda; no incluye su casa, sus
enseres de trabajo, o sus otras posesiones, solo se refiere a las monedas que
puso en las ofrendas, era todo el dinero que ella tenía, incluso para comprar
alimento. Veamos un ejemplo más:
(1 Corintios 14:33) pues Dios no es
Dios de confusión, sino de paz. Como en todas las iglesias de los santos,
La palabra “santos”, se refiere a
todos los creyentes renacidos del espíritu de Dios. La frase “todas las
iglesias de los santos”, se refiere a todas las iglesias donde hay creyentes
cristianos renacidos del espíritu de Dios, lo que los distingue del resto de
las iglesias del mundo. “Todas” aquí se usa con “distinción”.
(2 Corintios 1:1) Pablo, apóstol de
Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo, a la iglesia de Dios
que está en Corinto, con todos los santos que están en toda Acaya.
“Toda Acaya” se refiere a una región
específica del sur de la antigua Grecia, incluyendo el Peloponeso y algunas
ciudades como Esparta, Atenas, y Corinto. Pablo no se estaba dirigiendo a
“todas” las iglesias en general, sino específicamente a “todas” las iglesias de
la región de Acaya.
Veamos ahora algunos ejemplos donde “todo”, es
usado, “sin excepción”.
(2 Corintios 1:3) Bendito sea el
Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda
consolación, {4} el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones,
para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación,
por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios.
Aquí podemos ver que Dios es el padre de
“toda” consolación, sin excepción alguna. No hay consolación que no provenga de
Dios. El versículo 4 también agrega que Dios nos consuela en “todas” nuestras
tribulaciones, sin excepción alguna. Para cualquier tipo de tribulación que
exista entre “todas” las tribulaciones, habidas y por haber, Dios tiene la
consolación correspondiente.
(1 Corintios 1:4) Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros,
por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; {5} porque en todas
las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia.
Estos
versículos dicen, que por la gracia de Dios que nos fue dada en Cristo Jesús,
fuimos enriquecidos en él, en “todas” las cosas sin excepción, “toda” palabra,
sin excepción, entendiendo que se refiere a la Palabra de Dios, y en “toda”
ciencia, sin excepción, entendiendo que se refiere al entendimiento, o el
conocimiento de la Palabra de Dios, pues la palabra griega traducida como ciencia,
también es traducida como entendimiento, o conocimiento. La frase “porque en
todas las cosas fuisteis enriquecidos en él” maneja el uso de la palabra “todo,
sin excepción”. ¡El resto del versículo enfatiza el hecho de ser enriquecidos
en toda palabra y todo entendimiento!
(2 Pedro
1:3) Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido
dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por
su gloria y excelencia,
Por medio
del conocimiento de Dios y su Palabra, “todas” las cosas que pertenecen a la
vida y a la piedad, sin excepción, nos han sido dadas. Esto va muy de la mano
con los versículos que leímos anteriormente, que en Cristo fuimos enriquecidos
en “todas” las cosas, sin excepción.
(Santiago
1:8) El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.
Este
versículo describe perfectamente a los incrédulos, aunque hay muchos que se
hacen llamar “cristianos”, que son de doble ánimo, dudan, titubean, desconfían,
y no creen en Dios y su Palabra. Esa gente de doble ánimo, “cristianos” o no, son inconstantes en
“todos” sus caminos, ¡sin excepción!
(Romanos 8:35)
¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o
persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? {36} Como está
escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos
contados como ovejas de matadero. {37} Antes, en todas estas cosas somos
más que vencedores por medio de aquel que nos amó. {38} Por lo cual estoy
seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni
potestades, ni lo presente, ni lo por venir, {39} ni lo alto, ni lo
profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que
es en Cristo Jesús Señor nuestro.
Estos
cuantos versículo deberían darnos la fortaleza y la convicción necesaria para
depositar en Dios toda nuestra confianza, sin reserva alguna, pues nos dicen
que en Cristo somos más que vencedores en “todas esas cosas” sin excepción, y
que no hay nada que nos pueda separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús,
Señor nuestro.
Así que los
hijos, niños y niñas, deben obedecer a sus padres en “todo”, sin excepción, hasta
que alcancen la madurez y tomen sus propias decisiones, y aún después que son
adultos deben ser obedientes y respetuosos hacia sus padres.
La otra
parte que Colosenses menciona sobre los hijos, es que al obedecer agradan a
Dios, porque es a él a quien debemos complacer y dar la gloria y la honra. El
libro de romanos nos muestra cómo es que podemos agradar a Dios.
(Romanos
12:1) Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis
vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro
culto racional. {2} No os conforméis a este siglo, sino transformaos por
medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea
la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
Para empezar,
Dios quiere que presentemos nuestros cuerpos ante él en sacrificio vivo, pero
un sacrificio vivo no significa el irse de rodillas desde Veracruz hasta
Chalma, o desde Tijuana hasta la Basílica de Guadalupe. Tampoco significa
flagelarse la espalda para controlar los impulsos o pensamientos pecaminosos,
para eso es la renovación de nuestro entendimiento. El sacrificio vivo es descrito
en el versículo 2, y es, no conformarnos a este siglo, o sea, no imitar el
estilo de vida que el mundo ofrece, sino transformarnos por medio de la
renovación de nuestro entendimiento. La única manera de renovar nuestro
entendimiento es por medio del conocimiento de la Palabra de Dios. Agradar a
Dios es hacer su voluntad, y su voluntad para los hijos es que obedezcan a sus
padres. Y son los padres quienes deben enseñar todas estas cosas a sus hijos.
Dios en su palabra nos pone el ejemplo como un padre amoroso, tierno, justo,
misericordioso, verdadero, paciente y fiel, así es como los padres deben
también caminar, y entre otras cosas, exhortar a sus hijos a ser ejemplo en
todo, sin excepción.
(Tito 2:6)
Exhorta asimismo a los jóvenes a que sean prudentes; {7} presentándote tú
en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad,
seriedad, {8} palabra sana e irreprochable, de modo que el adversario se
avergüence, y no tenga nada malo que decir de vosotros.
Todos esos
versículos muestran la calidad de andar, que un creyente cristiano renacido del
espíritu de Dios debe mostrar, desde su niñez y durante su juventud. Hombres,
mujeres, jóvenes y niños, todos debemos sujetarnos a Dios, porque Él es el
creador, la máxima autoridad, es a él a quien debemos agradar. No estoy
tratando de minimizar la autoridad de Jesucristo, como antes dije, pues por sus
obras estamos hoy aquí, y somos lo que la Palabra dice que somos, hijos e hijas
de Dios con todo poder desde lo alto. Jesucristo es la cabeza de la Iglesia, es
el primogénito de Dios, es quien está sentado a la diestra de Dios en los
lugares celestiales, es a quien primeramente debemos sujetarnos para que
podamos agradar a Dios, pero Dios es la suprema autoridad y a él es a quien ultimadamente debemos sujetarnos y dar la preeminencia. Los padres deben enseñar a sus hijos que deben
someterse a Dios, como nos exhorta también el libro de Santiago.
(Santiago
4:7) Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. {8} Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos;
y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones.
Si queremos
que el diablo se vaya de nuestras vidas tenemos primero que someternos a la
autoridad de Dios, y resistir al diablo. Mientras más cerca estemos de Dios, y resistimos, más lejos estará el diablo de nosotros. Santiago también da un consejo a los
hombres de doble ánimo, principalmente a los que se hacen llamar “cristianos”,
que purifiquen sus corazones, lo que también puede lograrse por medio del
conocimiento de la Palabra de Dios. Los hijos obedientes son el reflejo de padres que aplicaron bien la disciplina, disciplinar a los hijos es una tarea
importante que los padres deben llevar a cabo.
(Hebreos 12:5)
y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo
mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres
reprendido por él; {6} Porque el Señor al que ama, disciplina, Y
azota a todo el que recibe por hijo. {7} Si soportáis la disciplina, Dios
os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no
disciplina? {8} Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han
sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. {9} Por otra
parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los
venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y
viviremos? {10} Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban
como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que
participemos de su santidad.
El
versículo 9 revela una gran verdad, Dios es mucho, mucho más grande que
nuestros padres terrenales. Así que si obedecemos y nos sometemos a nuestros
padres naturales ¿por qué no preferiría estar en obediencia y sumisión a
nuestro Padre Celestial, quien nos ha hecho ya participes de su santidad? Yo no
creo que sujetarnos a Dios sea muy gravoso, Jesucristo nos puso el ejemplo. Si él,
quien tiene toda la autoridad y poder y señorío, después que Dios mismo ponga a todos
sus enemigos bajo sus pies, se someterá también a Dios, para que Dios sea todo
en todos, ¿por qué nosotros no?
(Filipenses
2:4) no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de
los otros. {5} Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en
Cristo Jesús, {6} el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual
a Dios como cosa a que aferrarse, {7} sino que se despojó a sí mismo,
tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; {8} y estando en
la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la
muerte, y muerte de cruz. {9} Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo
sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, {10} para que en el
nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la
tierra, y debajo de la tierra; {11} y toda lengua confiese que Jesucristo
es el Señor, para gloria de Dios Padre.
En resumen,
upotásso significa estar bajo sujeción, subordinarse, obedecer. Así como
a Agar se le dijo que sometiera a Sara, así como todo Israel, incluso los
extranjeros, tenían que someterse al rey David, y así como Jesús, cuando tenía
12 años de edad se sujetó a sus padres, debemos nosotros someternos y obedecer a Dios. Las
esposas deben sujetarse a sus maridos, los criados a sus amos, con respeto y
reverencia, sean estos buenos o malos. Los hijos deben sujetarse a sus padres en todo,
todos debemos sujetarnos unos a otros, y
a Jesucristo nuestro redentor, como doulos, o esclavos por amor, así debemos
someternos a la poderosa autoridad del único Dios verdadero, el creador de los
cielos y la tierra. No olvidemos el gran énfasis que hay en la Palabra de Dios,
que las esposas deben someterse a sus propios maridos, como a Dios, y que no
sujetarse a sus maridos es un acto de rebeldía en contra de Dios que trae
deshonra a sus maridos. Por su parte, los maridos deben amar a sus mujeres como
Cristo amó a la iglesia, lo que implica el ofrendar sus vidas por sus mujeres
si es necesario, como Cristo murió y se sacrificó por su iglesia, que debe
proveer todo lo que la mujer necesite, honrarla y protegerla como a vaso más
frágil, proporcionándole una sabia manera de vivir, porque ambos, marido y
mujer son coherederos de la gracia de la vida.
Vimos que los
incrédulos no se someten a Dios, y buscando su propia salvación, causan su
propia destrucción. Vimos que los ministros de Dios no están para infundir
temor al que hace el bien, sino al malo, pues es un servidor de Dios. Vimos
que debemos sujetarnos a Cristo porque él es la cabeza del cuerpo, y Dios le
dio todo el dominio, y el poder, y la autoridad para gobernar sobre todos. Los niños deben obedecer a sus padres en todo,
en el Señor (Dios), porque esto es justo y agradable a Dios. Los jóvenes,
hombres o mujeres, también deben someterse a las personas mayores, y ser
ejemplo en todo, principalmente en buenas obras, en palabra, y una conducta
íntegra e irreprochable. Vimos que la manera correcta de agradar a Dios es no
imitando las tradiciones del mundo, sino transformarnos por medio de la
renovación de nuestro entendimiento, acto que solo se logra con el estudio, el
conocimiento y la aplicación de la Palabra de Dios en nuestro diario andar.
Podemos ver
el poder y la autoridad que nuestro Señor Jesucristo tuvo, su amor, su compromiso,
su voluntad de caminar conforme a la voluntad de Dios y ministrar a la gente.
Jesucristo con su maravilloso andar, su
mansedumbre, su humildad, su obediencia, su respeto y reverencia hacia
nuestro Padre celestial, es el ejemplo perfecto que debemos seguir. Así como se
sometió por su propia voluntad, para agradar a Dios, también nosotros debemos
someternos a él con ferviente amor y reverente respeto a nuestro Padre
Celestial.
(2 Corintios
10:4) porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en
Dios para la destrucción de fortalezas, {5} derribando argumentos y toda
altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo
pensamiento a la obediencia a Cristo, {6} y estando prontos para castigar
toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta.
Si miramos
nuestra naturaleza humana, y vemos que solo contamos con la carne, con los
cinco sentidos, y con lo que el mundo nos ofrece, nos sentimos débiles,
indefensos, incapaces. Pero con Dios y su Palabra, en Cristo, somos invencibles.
Dios dice que sus hijos, sus santos, su familia, somos MAS QUE VENCEDORES EN
TODO, y que no existe NADA que nos pueda
separar de su amor que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
Debemos
pues, echar todo a un lado, y derribar los muros del orgullo, la altivez, la
idolatría, la religiosidad, la terquedad, la ignorancia, y la desobediencia.
Vamos a someternos cada uno a la obediencia a Cristo, y al hacerlo, someternos
a Dios, para que así, nuestra obediencia sea perfecta.
(1 Pedro 3:8)
Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente,
misericordiosos, amigables; {9} no devolviendo mal por mal, ni maldición
por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis
llamados para que heredaseis bendición.
Dios los
bendiga
I.H.N.
J.E.R.S.
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