La fuente principal de información de este blog es La Biblia. Todas las enseñanzas compartidas aquí, son y serán principalmente basadas en la Biblia Reyna Valera Versión de 1960

UPOTÁSSO (PARTE IV)

En esta última parte de este estudio, veremos lo que dice la Biblia acerca de los hijos, niños, niñas y jóvenes; y concluiremos con la esperanza de que este estudio haya sido una bendición para ti, y te ayude a entender que solo debemos alabar y dar la gloria a Dios nuestro Padre Celestial, sometiéndonos a su autoridad suprema, con un corazón lleno de amor, humildad, mansedumbre, honestidad, y agradecimiento, en nuestro diario andar. Así como nuestro Señor y Salvador Jesucristo se sujetó al obedecerlo hasta sufrir la muerte de cruz, y se sujetará al final, cuando todos sus enemigos se postren a sus pies, y le sean sujetas a él todas las cosas.

Comencemos en el libro de Efesios:

(Efesios 6:1) Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo.

La instrucción de la Palabra de Dios para los hijos es obedecer a los padres. Entendiendo que la palabra “hijos”, incluye niños y niñas desde la infancia, y la adolescencia, hasta que los hijos llegan a la mayoría de edad. En esa cultura en los tiempos de Jesucristo a un joven no se le tomaba con seriedad hasta que cumpliera los 30 años. Por esa razón, Jesucristo mismo comenzó su ministerio hasta que cumplió los 30 años. 

La palabra griega traducida como “justo”, también puede traducirse  como “correcto”, y como hijos e hijas de creyentes cristianos renacidos del espíritu de Dios, niños y niñas deben obedecer a sus padres y comportarse de una manera correcta o justa. No hay excusa para que los hijos se comporten inadecuadamente. Los hijos rebeldes, inquietos, groseros, e irrespetuosos, que no hacen lo que es justo ni se comportan correctamente, no obedecen a sus padres. El libro de Colosenses agrega un par de cosas más, a la lista de la obediencia. 

(Colosenses 3:20) Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor.

Recuerda que la palabra "obedeced" aquí, es upakóuo; que significa subordinarse, prestar atención, ser obediente, y provienen de la misma raíz “upo”, como, upotásso, por lo que los hijos deben ser obedientes y subordinarse a la autoridad a los padres.

Colosenses agrega que los hijos deben obedecer a sus padres “en todo”, porque esto “agrada al señor”. Comencemos con la frase “en todo”. “Todo”, en la Biblia se usa de dos maneras: “Todo con distinción”, y “todo sin excepción”, veamos algunos ejemplos:

(Lucas 21:1) Levantando los ojos, vio a los ricos que echaban sus ofrendas en el arca de las ofrendas. {2} Vio también a una viuda muy pobre, que echaba allí dos blancas. {3} Y dijo: En verdad os digo, que esta viuda pobre echó más que todos. {4} Porque todos aquéllos echaron para las ofrendas de Dios de lo que les sobra; mas ésta, de su pobreza echó todo el sustento que tenía. 

Este es un ejemplo de cómo la palabra “todo”, se usa “con distinción”, porque, por un lado, cuando  Jesús dice, “todos aquellos”, solo se refiere a “los ricos”, que echaban sus monedas en el arca de las ofrendas, distinguiéndolos del resto de la gente en el templo. Por otro lado, cuando habla de, “todo el sustento” que la pobre viuda tenía, se refiere exclusivamente a las monedas que ella dio como ofrenda; no incluye su casa, sus enseres de trabajo, o sus otras posesiones, solo se refiere a las monedas que puso en las ofrendas, era todo el dinero que ella tenía, incluso para comprar alimento. Veamos un ejemplo más:

(1 Corintios 14:33) pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz. Como en todas las iglesias de los santos,

La palabra “santos”, se refiere a todos los creyentes renacidos del espíritu de Dios. La frase “todas las iglesias de los santos”, se refiere a todas las iglesias donde hay creyentes cristianos renacidos del espíritu de Dios, lo que los distingue del resto de las iglesias del mundo. “Todas” aquí se usa con “distinción”. 

(2 Corintios 1:1) Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo, a la iglesia de Dios que está en Corinto, con todos los santos que están en toda Acaya. 

“Toda Acaya” se refiere a una región específica del sur de la antigua Grecia, incluyendo el Peloponeso y algunas ciudades como Esparta, Atenas, y Corinto. Pablo no se estaba dirigiendo a “todas” las iglesias en general, sino específicamente a “todas” las iglesias de la región de Acaya.

 Veamos ahora algunos ejemplos donde “todo”, es usado, “sin excepción”.

(2 Corintios 1:3) Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, {4} el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios.

Aquí podemos ver que Dios es el padre de “toda” consolación, sin excepción alguna. No hay consolación que no provenga de Dios. El versículo 4 también agrega que Dios nos consuela en “todas” nuestras tribulaciones, sin excepción alguna. Para cualquier tipo de tribulación que exista entre “todas” las tribulaciones, habidas y por haber, Dios tiene la consolación correspondiente. 

(1 Corintios 1:4) Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; {5} porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia.

Estos versículos dicen, que por la gracia de Dios que nos fue dada en Cristo Jesús, fuimos enriquecidos en él, en “todas” las cosas sin excepción, “toda” palabra, sin excepción, entendiendo que se refiere a la Palabra de Dios, y en “toda” ciencia, sin excepción, entendiendo que se refiere al entendimiento, o el conocimiento de la Palabra de Dios, pues la palabra griega traducida como ciencia, también es traducida como entendimiento, o conocimiento. La frase “porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él” maneja el uso de la palabra “todo, sin excepción”. ¡El resto del versículo enfatiza el hecho de ser enriquecidos en toda palabra y todo entendimiento!

(2 Pedro 1:3) Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, 

Por medio del conocimiento de Dios y su Palabra, “todas” las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad, sin excepción, nos han sido dadas. Esto va muy de la mano con los versículos que leímos anteriormente, que en Cristo fuimos enriquecidos en “todas” las cosas, sin excepción.

(Santiago 1:8) El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos. 

Este versículo describe perfectamente a los incrédulos, aunque hay muchos que se hacen llamar “cristianos”, que son de doble ánimo, dudan, titubean, desconfían, y no creen en Dios y su Palabra. Esa gente de doble  ánimo, “cristianos” o no, son inconstantes en “todos” sus caminos, ¡sin excepción!

(Romanos 8:35) ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? {36} Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. {37} Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. {38} Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, {39} ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

Estos cuantos versículo deberían darnos la fortaleza y la convicción necesaria para depositar en Dios toda nuestra confianza, sin reserva alguna, pues nos dicen que en Cristo somos más que vencedores en “todas esas cosas” sin excepción, y que no hay nada que nos pueda separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús, Señor nuestro.

Así que los hijos, niños y niñas, deben obedecer a sus padres en “todo”, sin excepción, hasta que alcancen la madurez y tomen sus propias decisiones, y aún después que son adultos deben ser obedientes y respetuosos hacia sus padres.

La otra parte que Colosenses menciona sobre los hijos, es que al obedecer agradan a Dios, porque es a él a quien debemos complacer y dar la gloria y la honra. El libro de romanos nos muestra cómo es que podemos agradar a Dios.

(Romanos 12:1) Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. {2} No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. 

Para empezar, Dios quiere que presentemos nuestros cuerpos ante él en sacrificio vivo, pero un sacrificio vivo no significa el irse de rodillas desde Veracruz hasta Chalma, o desde Tijuana hasta la Basílica de Guadalupe. Tampoco significa flagelarse la espalda para controlar los impulsos o pensamientos pecaminosos, para eso es la renovación de nuestro entendimiento. El sacrificio vivo es descrito en el versículo 2, y es, no conformarnos a este siglo, o sea, no imitar el estilo de vida que el mundo ofrece, sino transformarnos por medio de la renovación de nuestro entendimiento. La única manera de renovar nuestro entendimiento es por medio del conocimiento de la Palabra de Dios. Agradar a Dios es hacer su voluntad, y su voluntad para los hijos es que obedezcan a sus padres. Y son los padres quienes deben enseñar todas estas cosas a sus hijos. Dios en su palabra nos pone el ejemplo como un padre amoroso, tierno, justo, misericordioso, verdadero, paciente y fiel, así es como los padres deben también caminar, y entre otras cosas, exhortar a sus hijos a ser ejemplo en todo, sin excepción.

(Tito 2:6) Exhorta asimismo a los jóvenes a que sean prudentes; {7} presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad, {8} palabra sana e irreprochable, de modo que el adversario se avergüence, y no tenga nada malo que decir de vosotros. 

Todos esos versículos muestran la calidad de andar, que un creyente cristiano renacido del espíritu de Dios debe mostrar, desde su niñez y durante su juventud. Hombres, mujeres, jóvenes y niños, todos debemos sujetarnos a Dios, porque Él es el creador, la máxima autoridad, es a él a quien debemos agradar. No estoy tratando de minimizar la autoridad de Jesucristo, como antes dije, pues por sus obras estamos hoy aquí, y somos lo que la Palabra dice que somos, hijos e hijas de Dios con todo poder desde lo alto. Jesucristo es la cabeza de la Iglesia, es el primogénito de Dios, es quien está sentado a la diestra de Dios en los lugares celestiales, es a quien primeramente debemos sujetarnos para que podamos agradar a Dios, pero Dios es la suprema autoridad y a él es a quien ultimadamente debemos sujetarnos y dar la preeminencia. Los padres deben enseñar a sus hijos que deben someterse a Dios, como nos exhorta también el libro de Santiago.

(Santiago 4:7) Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. {8} Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. 
       
Si queremos que el diablo se vaya de nuestras vidas tenemos primero que someternos a la autoridad de Dios, y resistir al diablo. Mientras más cerca estemos de Dios, y resistimos, más lejos estará el diablo de nosotros. Santiago también da un consejo a los hombres de doble ánimo, principalmente a los que se hacen llamar “cristianos”, que purifiquen sus corazones, lo que también puede lograrse por medio del conocimiento de la Palabra de Dios. Los hijos obedientes son el reflejo de padres que aplicaron bien la disciplina, disciplinar a los hijos es una tarea importante que los padres deben llevar a cabo.

(Hebreos 12:5) y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él; {6} Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo. {7} Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? {8} Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. {9} Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? {10} Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad. 

 El versículo 9 revela una gran verdad, Dios es mucho, mucho más grande que nuestros padres terrenales. Así que si obedecemos y nos sometemos a nuestros padres naturales ¿por qué no preferiría estar en obediencia y sumisión a nuestro Padre Celestial, quien nos ha hecho ya participes de su santidad? Yo no creo que sujetarnos a Dios sea muy gravoso, Jesucristo nos puso el ejemplo. Si él, quien tiene toda la autoridad y poder y señorío, después que Dios mismo ponga a todos sus enemigos bajo sus pies,  se someterá también a Dios, para que Dios sea todo en todos, ¿por qué nosotros no?

(Filipenses 2:4) no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. {5} Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, {6} el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, {7} sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; {8} y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. {9} Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, {10} para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; {11} y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

En resumen, upotásso significa estar bajo sujeción, subordinarse, obedecer. Así como a Agar se le dijo que sometiera a Sara, así como todo Israel, incluso los extranjeros, tenían que someterse al rey David, y así como Jesús, cuando tenía 12 años de edad se sujetó a sus padres, debemos nosotros someternos y obedecer a Dios. Las esposas deben sujetarse a sus maridos, los criados a sus amos, con respeto y reverencia, sean estos buenos o malos. Los hijos deben sujetarse a sus padres en todo, todos debemos sujetarnos unos a otros,  y a Jesucristo nuestro redentor, como doulos, o esclavos por amor, así debemos someternos a la poderosa autoridad del único Dios verdadero, el creador de los cielos y la tierra. No olvidemos el gran énfasis que hay en la Palabra de Dios, que las esposas deben someterse a sus propios maridos, como a Dios, y que no sujetarse a sus maridos es un acto de rebeldía en contra de Dios que trae deshonra a sus maridos. Por su parte, los maridos deben amar a sus mujeres como Cristo amó a la iglesia, lo que implica el ofrendar sus vidas por sus mujeres si es necesario, como Cristo murió y se sacrificó por su iglesia, que debe proveer todo lo que la mujer necesite, honrarla y protegerla como a vaso más frágil, proporcionándole una sabia manera de vivir, porque ambos, marido y mujer son coherederos de la gracia de la vida.

Vimos que los incrédulos no se someten a Dios, y buscando su propia salvación, causan su propia destrucción. Vimos que los ministros de Dios no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo, pues es un servidor de Dios. Vimos que debemos sujetarnos a Cristo porque él es la cabeza del cuerpo, y Dios le dio todo el dominio, y el poder, y la autoridad para gobernar sobre todos.  Los niños deben obedecer a sus padres en todo, en el Señor (Dios), porque esto es justo y agradable a Dios. Los jóvenes, hombres o mujeres, también deben someterse a las personas mayores, y ser ejemplo en todo, principalmente en buenas obras, en palabra, y una conducta íntegra e irreprochable. Vimos que la manera correcta de agradar a Dios es no imitando las tradiciones del mundo, sino transformarnos por medio de la renovación de nuestro entendimiento, acto que solo se logra con el estudio, el conocimiento y la aplicación de la Palabra de Dios en nuestro diario andar.

Podemos ver el poder y la autoridad que nuestro Señor Jesucristo tuvo, su amor, su compromiso, su voluntad de caminar conforme a la voluntad de Dios y ministrar a la gente. Jesucristo con su maravilloso andar, su  mansedumbre, su humildad, su obediencia, su respeto y reverencia hacia nuestro Padre celestial, es el ejemplo perfecto que debemos seguir. Así como se sometió por su propia voluntad, para agradar a Dios, también nosotros debemos someternos a él con ferviente amor y reverente respeto a nuestro Padre Celestial.

(2 Corintios 10:4) porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, {5} derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, {6} y estando prontos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta. 

Si miramos nuestra naturaleza humana, y vemos que solo contamos con la carne, con los cinco sentidos, y con lo que el mundo nos ofrece, nos sentimos débiles, indefensos, incapaces. Pero con Dios y su Palabra, en Cristo, somos invencibles. Dios dice que sus hijos, sus santos, su familia, somos MAS QUE VENCEDORES EN TODO,  y que no existe NADA que nos pueda separar de su amor que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

 Debemos pues, echar todo a un lado, y derribar los muros del orgullo, la altivez, la idolatría, la religiosidad, la terquedad, la ignorancia, y la desobediencia. Vamos a someternos cada uno a la obediencia a Cristo, y al hacerlo, someternos a Dios, para que así,  nuestra obediencia sea perfecta.

(1 Pedro 3:8) Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; {9} no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición. 

Dios los bendiga

I.H.N.

J.E.R.S.
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