Quiero compartir
acerca de cuatro enemigos de la creencia, enemigos que evitan que los creyentes
cristianos se desarrollen, crezcan y maduren. Crecer y madurar tienen todo que
ver con dar frutos. En Romanos 1:13 Pablo dice: “Pero no quiero, hermanos, que
ignoréis que muchas veces me he propuesto ir a vosotros (pero hasta ahora he
sido estorbado), para tener también entre vosotros algún fruto, como entre los
demás gentiles.” Pablo estaba comunicando la voluntad de Dios a los creyentes
cristianos en Roma, esperando, o anticipando con placer tener algún fruto entre
ellos, y a la vez, enseñarles también a ser fructíferos. Dios quiere que demos
frutos, pero no los daremos si no creemos en su Palabra y en sus promesas. ¡El
derrotar estos cuatro enemigos de la creencia, nos permitirá dar frutos de una
manera fantástica!
(Romanos 5:1-5) Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; {2} por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. {3} Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; {4} y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; {5} y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.
“Fe” es la palabra Griega Pistis, que también significa “creencia.” “Justificados” quiere decir; “que ya hemos sido hechos justos.” Y hemos sido hechos justos debido a nuestra creencia. Por esa misma creencia tenemos paz para con Dios, por medio de nuestro señor Jesucristo, por quien también tenemos entrada, debido a nuestra creencia, a la gracia de Dios, en la que estamos firmes, y además, nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Ahora, la palabra esperanza significa: “tener gran expectación o tener confianza,” también significa: “Anticipar con gran placer, o con gran alegría.” Así que cuando decimos: “…y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios” deberíamos decir: “…y nos gloriamos anticipando con gran alegría la gloria de Dios.”
Pero ¿cuántos de nosotros realmente esperamos, o anticipamos con gran alegría las cosas? La mayoría de las veces que usamos la frase “eso espero,” la usamos con cierta desconfianza; “como esperando que a lo mejor suceda,” aunque sin estar realmente convencidos de que, lo que esperamos vaya a suceder. El versículo 3 en Romanos 5 dice: “… sino que también nos gloriamos en las tribulaciones,” pero muy a menudo pareciera que glorificamos las tribulaciones, pues nos enfocamos tanto en ellas y las magnificamos, ignorando que deberíamos gloriarnos en ellas. Las tribulaciones producen paciencia, y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza. La palabra Griega traducida como prueba también significa, fidelidad. Así que las aflicciones producen paciencia; y la paciencia, fidelidad; y la fidelidad, esperanza. Ya mencioné que la palabra esperanza significa: tener gran expectación o confianza, anticipar con gran placer o con gran alegría. ¡Es precisamente, en esa alegría donde se encuentran el gozo y el regocijo pleno!
Los evangelios describen a los “creyentes incrédulos,” como aquellos “de poca fe.” La frase “poca fe,” proviene de la palabra Griega “oligopistos.” Esta palabra está compuesta por dos palabras griegas; “olígos,” que significa: diminuto, ya sea en extensión, en duración, en grado, o en valor; algo breve, algo pequeño. La otra palabra es: “pistos,” que significa: creencia o fe.
La palabra “oligopistos” se usa 5 veces en los Evangelios, 4 veces en Mateo y 1 en Lucas, aunque el uso de Lucas es similar a uno de los usos en Mateo, así que técnicamente, podríamos decir que solamente se usa 4 veces en los evangelios.
(Romanos 15:4) Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza.
Los versículos que vamos a leer, fueron escritos para nuestra enseñanza, así que, vamos a ver algunos ejemplos de la palabra “oligopistos.” ¡Y a conocer esos cuatro enemigos de la creencia!
Enemigo Número Uno – El Afán y las Preocupaciones.
(Mateo 6:25) Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? {26} Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? {27} ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? {28} Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; {29} pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. {30} Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? (OLIGOPISTOS) {31} No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? {32} Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. {33} Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. {34} Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.
Podemos ver con claridad que el punto principal de este relato es confiar en Dios, aunque hallamos cierto énfasis en el afán y las preocupaciones. No debemos glorificar o magnificar las tribulaciones, sino, gloriarnos en ellas. Este es uno de los enemigos de nuestra creencia, y aunque esto no fue escrito directamente para los creyentes cristianos, ciertamente podemos aprender de ello, para que a pesar de todo, confiemos más en Dios.
Enemigo Número Dos – El Temor
(Mateo 8:23) Y entrando él en la barca, sus discípulos le siguieron. {24} Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía. {25} Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos! {26} El les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza. {27} Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?
En este relato vemos que los discípulos tenían miedo, algunos de ellos habían sido pescadores, y ciertamente habían enfrentado muchas tormentas a lo largo de sus vidas; pero esta tormenta era tan grande que las olas cubrían la barca, y los discípulos estaban realmente atemorizados, al grado que pensaban que morirían. Aquí, el temor es lo que detuvo la creencia de los discípulos. Veamos el siguiente relato.
Enemigo Número Tres – La Duda
(Mateo 14:23) Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo. {24} Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas; porque el viento era contrario. {25} Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar. {26} Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo. {27} Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis! {28} Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. {29} Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. {30} Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! {31} Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? {32} Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento.
Aquí tenemos al buen Pedro pidiéndole al señor que le permitiera caminar sobre el agua, ¡y lo hizo! ¿Recuerdan lo que Jesús les dijo cuando todos lo vieron caminar sobre el agua? ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis! Solo unos minutos antes le había dicho a Pedro; “¡No te preocupes, no tengas temor, confía en mí!” Pero Pedro miró las circunstancias a su alrededor y tuvo miedo, comenzó a dudar, e inmediatamente comenzó a hundirse. La duda es otro de los enemigos de nuestra creencia, puede evitar que confiemos plenamente en Dios.
Enemigo Número Cuatro – El Razonamiento
(Mateo 16:5) Llegando sus discípulos al otro lado, se habían olvidado de traer pan. {6} Y Jesús les dijo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos. {7} Ellos pensaban dentro de sí, diciendo: Esto dice porque no trajimos pan. {8} Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué pensáis dentro de vosotros, hombres de poca fe, que no tenéis pan? {9} ¿No entendéis aún, ni os acordáis de los cinco panes entre cinco mil hombres, y cuántas cestas recogisteis? {10} ¿Ni de los siete panes entre cuatro mil, y cuántas canastas recogisteis? {11} ¿Cómo es que no entendéis que no fue por el pan que os dije que os guardaseis de la levadura de los fariseos y de los saduceos? {12} Entonces entendieron que no les había dicho que se guardasen de la levadura del pan, sino de la doctrina de los fariseos y de los saduceos.
La frase; “Pensáis dentro de vosotros,” realmente significa: “Deliberar por medio del razonamiento, reflexión o discusión; considerar; cuestionar; pensar.” Los apóstoles cuestionaron, considerando en sus mentes, en lugar de creer y confiar en las palabras de Jesús, acerca de la doctrina de los Fariseos y los Saduceos. En este caso en particular el enemigo de la creencia fue el propio razonamiento de los discípulos, lo que ellos pensaron dentro de ellos mismos. Aunque el enemigo real en este caso es, el cuestionar la integridad de la Palabra de Dios y sus promesas, a través del razonamiento innecesario.
Un Ejemplo Viviente – El Centurión
Jesucristo es nuestro ejemplo a seguir, pues él creyó al punto de confiar a Dios su propia vida; pero hay un ejemplo de un hombre, un gentil, alguien que ni siquiera era parte del pueblo judío, alguien que creyó a tal grado, que Jesucristo mismo quedo maravillado por la creencia y la confianza de este hombre.
(Lucas 7:1) Después que hubo terminado todas sus palabras al pueblo que le oía, entró en Capernaum. {2} Y el siervo de un centurión, a quien éste quería mucho, estaba enfermo y a punto de morir. {3} Cuando el centurión oyó hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese y sanase a su siervo. {4} Y ellos vinieron a Jesús y le rogaron con solicitud, diciéndole: Es digno de que le concedas esto; {5} porque ama a nuestra nación, y nos edificó una sinagoga. {6} Y Jesús fue con ellos. Pero cuando ya no estaban lejos de la casa, el centurión envió a él unos amigos, diciéndole: Señor, no te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo; {7} por lo que ni aun me tuve por digno de venir a ti; pero di la palabra, y mi siervo será sano. {8} Porque también yo soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. {9} Al oír esto, Jesús se maravilló de él, y volviéndose, dijo a la gente que le seguía: Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe. Recuerden que “fe” es la palabra Griega “pistis” y también significa creencia. {10} Y al regresar a casa los que habían sido enviados, hallaron sano al siervo que había estado enfermo.
Este centurión estaba preocupado porque su siervo a quien quería mucho estaba a punto de morir, pero cuando oyó hablar de Jesús, su preocupación se esfumo. Envió unos ancianos de los judíos a ver a Jesús, quienes dijeron a Jesús que el centurión era un hombre bueno, y digno de recibir la ayuda. El centurión no tuvo temor de pedir ayuda a Jesús, por medio de los ancianos, aun sabiendo que él era un gentil, y que no era digno de mostrarse personalmente ante Jesús. El no pensó dentro de sí que no podía recibir la ayuda que buscaba, y finalmente, el no dudo de que Jesús tenía la capacidad y la voluntad de ayudarle, sanando a su siervo. Este centurión dio a Jesús y a su palabra el valor real del poder y la autoridad que Jesús tenía sobre cualquier enfermedad. ¿Lo hacemos nosotros?
A través de nuestras vidas lidiamos con cosas buenas y cosas malas, con alegrías y tristezas, con abundancia y con necesidades. Pero es nuestra decisión, si vamos a permitir que la vida y el mundo nos derroten, o si vamos a pararnos firmes en nuestra creencia y confiar en Dios y su Palabra, para poder así nosotros derrotar al mundo y sus tribulaciones. Esos enemigos de la creencia, las preocupaciones, el temor, la duda y nuestro razonamiento personal, esos enemigos de la creencia, vendrán y se irán a lo largo de nuestras vidas, pero mira lo que dice Hebreos.
(Hebreos 10:23) Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.
Y también:
(Hebreos
11:1) Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que
no se ve.
El Interlineal Griego – Español se refiere a esta palabra como: “una base segura.”
La frase “ …de lo que…” es la palabra griega “pragma,” que significa: “asunto, materia, cosa.”
La palabra “espera,” es la palabra griega “elpízo,” que significa: “confiar, esperar, anticipar con gran placer, o gran alegría.”
La palabra “convicción” es la palabra griega “élegcos,” que significa: “certidumbre, evidencia, convicción.”
La palabra “ve” es la palabra griega “blépo,” que significa: “tener el poder o la capacidad de ver, y usar los ojos para ver, percibir.” También significa: “observar con exactitud y con deseo; y puede también referirse a una visión mental.”
Una traducción literal del Interlineal Griego – Español lee:
"Es pues la fe (creencia) una base segura, la certidumbre de lo que anticipamos con gran alegría, una prueba convincente de realidades que aún no podemos ver".
La preocupación o los afanes de la vida, el temor, la duda y el razonamiento, pueden detener nuestro crecimiento y nuestra madurez espiritual, al grado que nos volvamos infructuosos, y fallemos en nuestra creencia en Dios y su Palabra.
Estos cuatro enemigos de la creencia, evitan que recibamos las promesas de Dios. No debemos permitir que estos cuatro enemigos de la creencia entren a nuestras vidas.
¿Has oído la frase: ver para creer? Bueno, eso no es verdad, como creyente cristiano renacido del espíritu de Dios, y con todo poder desde lo alto, tú no necesitas ¡ver para creer! ¡Necesitas creer para recibir las promesas y las bendiciones de Dios!
¡La creencia o fe, es una base segura, una parte fundamental, una prueba convincente de las realidades de Dios, que aunque aún no podamos verlas, son reales, y debemos anticiparlas con gran alegría!
¡Dios los bendiga!
E. S. N.
José Edixon Rosales Serna
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