La fuente principal de información de este blog es La Biblia. Todas las enseñanzas compartidas aquí, son y serán principalmente basadas en la Biblia Reyna Valera Versión de 1960

Un Problema de Identidad.

El cristianismo ha sido etiquetado como una religión, llamada, “religión cristiana.” El cristianismo en sí es una forma de vida, el estilo de vida que los seguidores de Cristo deben vivir. El cristianismo refleja la relación que existe entre un padre (Dios) y sus hijos (los creyentes cristianos). Pero el mundo se refiere al cristianismo como si fuera una de las tantas denominaciones forjadas por la mente del hombre, y usan la Biblia para tratar de justificar sus razonamientos. La Biblia es la Palabra Revelada de Dios, y no puede ser catalogada por ninguna institución humana porque, la Palabra de Dios no es humana, es súper natural, pues el enfoque principal de todo lo que ella contiene se refiere al reino espiritual, que es en sí, súper natural. Eso es algo que debemos entender, y no pretender traer la Palabra de Dios al nivel terrenal en que nos movemos. Por el contrario, debemos nosotros entender lo que la Palabra de Dios dice y elevarnos a ese nivel súper natural. Pero hay también muchas cosas más que debemos entender.

(2 Pedro 1:20) entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada.

Si la mayoría de los llamados “creyentes cristianos” creyeran, aceptaran, y se adhirieran a este principio, no tuviéramos tantas denominaciones como existen hoy día. La razón de que haya tantas denominaciones, es que cada una de ellas interpreta la Palabra de Dios como quieren y no como Dios pretendía que se interpretara. Bautistas, Presbiterianos, Metodistas, Pentecostales, Testigos de Jehová, Adventistas, Católicos, entre otros. Unos creen que Jesucristo es Dios, otros no. Unos creen en la sagrada trinidad, otros no, Unos creen en el bautismo en agua, otro no. Unos creen en el hablar en lenguas otros no, Unos creen en observar un solo día de la semana sobre el resto de los días, otros no. Unos creen que María es la madre de Dios otros no. Unos creen en el diezmo, otros no. Unos creen que las mujeres no pueden ministrar como los varones, otros no, etc. etc. etc. Con todas estas denominaciones entre otras, y con todas esas interrogantes y creencias, el creyente cristiano de hoy sufre un gran problema de identidad. ¿Quién pues tiene toda la verdad? ¡La Palabra de Dios! Y solo yendo a la Palabra de Dios es como vamos a saber lo que Dios dice, y una de las cosas que dice es que ninguna profecía de la escritura es de interpretación privada. ¡Así que no se trata de lo que tú piensas o de lo que tú opines, o de lo que tu pastor, o denominación determinen, sino de lo que Dios dice, porque Él es el autor de su santa palabra, y es él quien por medio del espíritu santo, inspiró a sus santo hombres a que la hablaran!

(2 Pedro 1:21) porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.

Ninguna institución humana tiene pues, ni la autoridad, ni el poder, para clasificar el cristianismo como una religión. Aquellos que lo hacen, simplemente ignoran lo que Dios explícitamente estableció en su Santa Palabra. Déjame preguntarte, ¿sabes tú quién eres? ¿Eres bautista, o presbiteriano, metodista, católico, pentecostal, adventista o testigo de Jehová? Si lo eres, bienvenido al mundo religioso, donde las doctrinas son hechas por el hombre y no por Dios, donde tienes que adherirte a una declaración de fe establecida por el liderazgo de tu denominación, y respetar su teología y sus reglas; pero si las rompes, no te preocupes, la iglesia de la otra esquina te espera con los brazos abiertos. ¿Sabes en realidad quien eres? Déjame compartirte lo que la Palabra de Dios dice que yo soy.

(1 Juan 3:1) Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. {2} Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.

¡La Palabra de Dios dice que soy hijo de Dios! Y si tú ya aceptaste a Jesucristo, el hijo de Dios, como señor y salvador personal de tu vida, eres también hijo de Dios. Y como hijos de Dios debemos comportarnos de acuerdo a los estándares establecidos por Dios en su Santa Palabra.

(Filipenses 2:14) Haced todo sin murmuraciones y contiendas, {15} para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo;

Como hijos de Dios debemos ser “irreprensibles,” o sea, que no haya causa alguna de reproche o culpa en nuestro andar. La palabra “sencillos,” significa: simples, sin mezcla, o sea, sin contaminación en medio de esta generación maligna y perversa en la que habitamos. Dios quiere también que resplandezcamos como luminares porque él es luz y nosotros somos hijos de luz. 

(Efesios 5:6) Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. {7} No seáis, pues, partícipes con ellos. {8} Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz

¡No permitas que nadie te engañe con vanas palabras! ¡Estudia la Palabra de Dios! ¡Ahora somos hijos de luz y como tal debemos andar! Desgraciadamente una gran mayoría de los llamados “creyentes cristianos” no se consideran hijos de Dios sino siervos de Dios, y como siervos se sujetan a un estándar de vida más bajo que el que Dios quiere que vivamos. Siguen enfermos, pobres, y humillados, al no aceptar las bendiciones de Dios por no sentirse merecedoras de ellas.

(Gálatas 4:1) Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo; {2} sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre. {3} Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo. {4} Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, {5} para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. {6} Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! {7} Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.

¡Dios mismo dice que ya somos sus hijos y debemos creerlo y aceptarlo! Quizás el problema es que no queremos subir al nivel del estándar de la Palabra de Dios, o estamos tan acostumbrados al estilo de vida mundano y no queremos abandonar la vida carnal que practicamos. Recuerda que lo que Dios promete en su Palabra, pertenece todo al reino espiritual.

(Romanos 8:12 Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; {13} porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. {14} Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. {15} Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! {16} El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. {17} Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.

¡La Biblia dice que somos herederos de Dios y coherederos con Cristo! ¿Crees tú eso? ¡Si lo crees, entonces actúa conforme a esa creencia! ¡Has morir en ti las obras de la carne! Abandona esa actitud derrotista y miserable. ¡Levante y anda! Así como Pedro y Juan le dijeron al hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo llamado la Hermosa. Cuando tu pastor te diga que tienes que sufrir y padecer porque esa es la voluntad de Dios, respóndele con la Palabra de Dios, y ten la certeza de que Dios va a respaldar todas y cada una de tus decisiones cuando camines conforme a su voluntad.

(Romanos 8:37) Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. {38} Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, {39} ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

La voluntad de Dios para sus hijos no es que sigamos enfermos, miserables y derrotados. ¡Si un padre terrenal nunca desearía eso para sus hijos, mucho menos nuestro Padre celestial! ¡Dios quiere vida, salud y prosperidad para sus hijos!

(3 Juan 1:2) Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.

Como hijos de Dios somos más que vencedores ante cualquier circunstancia de la vida, y tal es el amor de Dios en Cristo Jesús Señor nuestro, hacia nosotros, que nada ni nadie nos puede separar de él. ¡Esa es la actitud con la que debemos enfrentar la vida! Con una mentalidad vencedora, de amor, de salud, de prosperidad, de poder.

(2 Timoteo 1:7) Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.

Gálatas 4:6 dice que: “por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo.” Romanos 8: 15 dice: “Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción.” Y 2 Timoteo 1: dice: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.” ¿Recuerdas lo que Jesús le dijo a sus apóstoles antes de ascender al cielo?

(Hechos 1:8) pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.

¡Ese espíritu santo que nosotros llamamos “el don,” es el “consolador” que Jesús prometió en el evangelio de Juan, es el espíritu del hijo de Dios, el espíritu de adopción, no de esclavitud, ni de cobardía, sino de poder, amor y dominio propio, y mora en nuestro interior!

(Juan 14:15) Si me amáis, guardad mis mandamientos. {:1}6 Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: {17} el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. (Juan 14:26) Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.

La mayoría de los “creyentes cristianos” ignoran que han recibido el “don” del espíritu santo en el momento mismo en que confesaron con sus bocas a Jesús como señor y salvador personal de sus vidas, y creyeron que Dios le levantó de entre los muertos, desde el momento mismo en que llegaron a ser hijos de Dios. Ignoran que tienen poder desde lo alto y no lo usan, ignoran la verdad acerca del amor de Dios (agápe) y no andan conforme al código de conducta del creyente cristiano, y son tan débiles, espiritualmente hablando, que desestiman el hecho de tener dominio propio, permitiendo que los afanes del mundo, el engaño de las riquezas y otras cosas, ahoguen la Palabra de Dios en sus vidas y no produzcan fruto. Se limitan creyendo y siguiendo los mandamientos, doctrinas, y reglas establecidas por esta o aquella denominación.

(Gálatas 4:28) Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa. {29} Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora. {30} Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre. {31} De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre.

¡Si ya eres hijo de Dios, no sigas manteniendo esa mentalidad de siervo! ¡Cree, acepta, y actúa conforme a la voluntad de Dios!

(Gálatas 5:1) Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.

¡No vuelvas al estilo de vida dictado por el mundo, gobernado por el diablo y sus huestes, ya eres hijo de Dios!

(Efesios 2:19 Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, {20} edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, {21} en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; {22} en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.

¿Cómo te identificas tú? ¿Cómo bautista, presbiteriano, metodista, pentecostal, adventista, testigo de Jehová, católico, o algo más? Entonces tienes un problema de identidad. ¡Un creyente cristiano no debe tener una etiqueta o una clasificación, un creyente cristiano es un hijo de Dios, punto! Un creyente cristiano se sujeta a la Palabra revelada de Dios y no a los reglamentos de una “religión.” El cristianismo real no es una “religión.” La “religión cristiana” como tal, no existe. El cristianismo en sí es una forma de vida, el estilo de vida que los seguidores de Cristo deben vivir. El cristianismo refleja la relación que existe entre un padre (Dios) y sus hijos (los creyentes cristianos). El cristianismo está fundamentado en la Palabra de Dios, y la Palabra de Dios es la voluntad de Dios, no una “religión.” 

(Efesios 4:1) Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, {2} con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, {3} solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; {4} un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; {5} un Señor, una fe, un bautismo, {6} un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos.

Debemos andar dignamente, conforme a nuestro llamamiento, siendo humildes, mansos, pacientes, amorosos, solícitos en guardar la unidad del espíritu en el vínculo de la paz. ¡Los versículos del 4 al 6 establecen que solo hay un cuerpo, no muchos, un espíritu, no muchos, un señor, no dos, una fe, no varias, un bautismo, no más, un Dios, no tres, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos! ¿Puedes creer eso? ¡Yo sí! Los versículos del 17 en adelante prácticamente describen el comportamiento adecuado de un hijo de Dios.

(Efesios 4:17) Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, {18} teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; {19} los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza. {20} Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, {21} si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. {22} En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, {23} y renovaos en el espíritu de vuestra mente, {24} y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. {25} Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros. {26} Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, {27} ni deis lugar al diablo. {28} El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad. {29} Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. {30} Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. {31} Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. {32} Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.

Un hijo de Dios no anda más en la vanidad de su mente, y se despoja del hombre viejo que está viciado conforme a los deseos engañosos. Un hijo de Dios se renueva en el espíritu de su mente, al vestir el hombre nuevo, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. Un hijo de Dios habla verdad con su prójimo, se enoja sin llegar a pecar ni dar lugar al diablo. Un hijo de Dios no hurta, sino trabaja con sus manos para compartir con el que padece necesidad. Un hijo de Dios no habla palabras corrompidas, groserías, majaderías o maldiciones, sino palabras que edifican a los oyentes. Un hijo de Dios no contrista el “don” del espíritu santo en su interior. Un hijo de Dios no debe tener amargura en su corazón, ni enojo, ni gritería, ni maledicencia, ni malicia. Un hijo de Dios es bueno, misericordioso, perdonador. ¿Es así como te comportas cada día de tu vida, en tu casa, en tu trabajo, en tu congregación, en todas partes? Si no, te recomiendo fuertemente que comiences hoy mismo.

(Efesios 5:1) Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. {2} Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante. {3} Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos;

La Palabra de Dios dice también que somos santos, y como tal debemos también andar, siendo imitadores de Dios. Cuando niños, los hijos siempre quieren ser como sus padres, a nosotros se nos aconseja lo mismo, que seamos como nuestro Padre celestial.

(1 Pedro 1:13) Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; {14} como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; {15} sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; {16} porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.

¡Un hijo de Dios es obediente, y ciñe los lomos de su entendimiento, un hijo de Dios es santo! El entendimiento es algo fundamental para el desarrollo, crecimiento, y madurez de un creyente cristiano. ¿Recuerdas 2 Pedro 1:20?

(2 Pedro 1:20) entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada. {21} porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.

El mundo religioso ignora estos principios y tratan de etiquetar la Palabra de Dios con clasificaciones humanas y mundanas. La palabra de Dios es la voluntad de Dios y es súper natural, y no puede ser contenida por la opinión de hombres mundanos, por muy reverendos o doctores, como ellos mismos se titulan, mostrando ellos mismos un gran problema de identidad, el cual han heredado al resto del mundo “cristiano.” He aquí una maravillosa exhortación.

(Filipenses 3:12 No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. {13} Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, {14} prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.

Yo no tengo ningún problema de identidad, yo soy un hijo de Dios con todo poder desde lo alto, y no pretendo haber llegado aún a ese nivel de santidad, pero prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento. ¿Cómo?

Primero: ¡Estudiando la Palabra de Dios y usando bien la Palabra de verdad!

(2 Timoteo 2:15 Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.

Segundo: ¡Por medio de la renovación de mi entendimiento!

(Romanos 12:1) Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. {2} No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.

Dios no quiere que nos conformemos a este siglo, a las costumbres, tradiciones y forma de vida del mundo actual. Dios quiere que nos transformemos, y la única manera en que podamos hacer eso es por medio de la renovación de nuestro entendimiento, lo que significa que debemos cambiar nuestros viejos patrones mentales, hábitos, costumbres, tradiciones, de hecho, dejar el hombre viejo y vestirnos del nuevo hombre, el cual es creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.

Tercero: ¡Aplica la Palabra de Dios en tu diario andar!

(Santiago 1:22) Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.

Yo no tengo ningún problema de identidad. Yo soy lo que la Palabra de Dios dice que soy, un hijo de Dios con todo poder desde lo alto, miembro de la familia de Dios, heredero de Dios y coheredero con Cristo Jesús Señor nuestro, coheredero de la gracia de la vida, y en Cristo, más que vencedor ante cualquier circunstancia de la vida. ¡Yo sé quién soy, y yo sé a quién he creído!

 Mi pregunta es: ¿Lo sabes tú?

¡Dios te Bendiga!

E.S.N.

J.E.R.S.

Enero 11 del 2015
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