La fuente principal de información de este blog es La Biblia. Todas las enseñanzas compartidas aquí, son y serán principalmente basadas en la Biblia Reyna Valera Versión de 1960

Sed pues Imitadores de Dios, como hijos amados. Parte I

 

Se acerca un nuevo año, y con él, la idea de proponernos nuevas metas de cosas que queremos alcanzar, y dejar atrás las amarguras, las angustias, las tristezas y los dolores que nos propinó el 2020. Derrotas emocionales, fracasos económicos o financieros, y quizás el más doloroso de todos los recuerdos, la pérdida de algún ser querido, que directa o indirectamente por causa del COVID 19, no tuvimos siquiera la más mínima oportunidad de darles nuestro último adiós como hubiésemos querido, y en muchos casos sin poder siquiera ver sus cuerpos por última vez. Pero llega el 21 y es hora de pensar en lo que sigue. ¿Qué es lo que te gustaría hacer y lograr este año nuevo que comienza? En los cinco sentidos, para todo mundo bajar de peso es de las más comunes, ganar más dinero es de las más ansiadas, mejor salud es de las más deseables. Como creyentes cristianos hay muchas cosas que podríamos pensar; pero la mejor meta entre muchas para un creyente cristiano, es la que Dios mismo nos propone en su santa Palabra, y la que yo te propongo, es un andar cristiano genuino, ¿cómo? Haciendo siempre la voluntad de Dios. 

(Efesios 5:1) Sed, pues, imitadores de Dios, como hijos amados; {2} Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se dio a sí mismo por nosotros en ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante. 

 Es lógico y normal que esa no es una meta que se logre en un año, pero cualquier proyecto por pequeño que sea siempre tiene un comienzo, y si nosotros comenzamos primero, poniendo en nuestras mentes la idea de llegar a ser imitadores de Dios, como hijos amados, si creemos y permanecemos en su verdad, lograremos todo aquello que nos propongamos porque con Dios todo es posible. 

(Marcos 9:23) Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible 

Hay millones de personas en todo el mundo que se consideran cristianos. La Internet dice que: "Casi todas las grandes denominaciones se subdividen aún más, al grado que hay más de 30.000 organizaciones cristianas (grupos, ramas o denominaciones) en todo el mundo, y más de 1.200 solo en los Estados Unidos". La mayoría de estas organizaciones cristianas te piden confesar una declaración de fe para que puedas ser miembro de cualquiera de ellas, y todas enseñan diferentes maneras en las que una persona puede ser salva e ir al cielo. Pero la Biblia enseña que solo hay una manera. 

(Juan 14:6) Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí. 

Cuando Jesús estuvo en la tierra no podía aún llevar a nadie al Padre, y enseñó a sus discípulos acerca de su muerte y su resurrección. 

(Marcos 8:31) Y comenzó a enseñarles que le era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho, y ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días. 

Después de su muerte y resurrección, Jesús se convirtió en el Cristo (Mesías, Ungido), de ahí es de donde proviene su nombre y título, Jesucristo. Así se convirtió en el ÚNICO camino a la salvación y la única manera de ir al padre, y ¡NO HAY OTRO CAMINO! Después del día de Pentecostés, cuando Pedro se enfrentó a los gobernantes del pueblo y a los ancianos de Israel, confirmó esa gran verdad. 

(Hechos 4:10) sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano. {11} Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. {12} Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. 

Entonces, si la Biblia enseña que solo hay una manera de ser salvos y de ir al Padre, y que en ningún otro nombre bajo el cielo hay salvación ¿por qué muchas de esas llamadas organizaciones cristianas te piden que recites lo que ellos determinan es la manera de ser salvo? Mira los siguientes ejemplos: 

"Señor, ten piedad de mí, pecador". Esta es la oración cristiana fundamental para la mayoría de los grupos denominacionales, aunque confesar estas palabras no te hacen ser salvo. 

“Querido Jesús, sé que soy un pecador y merezco el infierno, y sé que no puedo salvarme. Creo que moriste por mí en la cruz, fuiste sepultado y resucitaste de entre los muertos, y confío en que eres mi Salvador. Gracias por perdonar mis pecados y darme el regalo de la Vida eterna. Amén." Esta declaración tampoco te hace ser salvo. 

"Cuando nos reunimos para adorar, y un tiempo de oración en silencio, confesamos nuestra pecaminosidad ante Dios. La confesión debe ir seguida de una declaración de perdón, que puede ser tan simple como:" ¡En el nombre de Jesucristo, eres perdonado! "La confesión y el perdón juntos nos recuerdan que somos pecadores salvados por gracia". Confesar todo esto tampoco da la salvación. 

Tú podrías hacer todas y cada una de las cosas que estos tres diferentes grupos de pseudo - cristianos te sugieren, pero, ¿es eso lo que debes hacer? Hay que entender la diferencia entre lo puedes hacer y lo que debes hacer. La Palabra de Dios nos enseña lo que debemos hacer para obtener la salvación. En Hechos 16, cuando Pablo y Silas estaban encarcelados en Filipos ocurrió lo siguiente: 

(Hechos 16:25) Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían. {26} Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron. {27} Despertando el carcelero, y viendo abiertas las puertas de la cárcel, sacó la espada y se iba a matar, pensando que los presos habían huido. {28} Mas Pablo clamó a gran voz, diciendo: No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí. {29} El entonces, pidiendo luz, se precipitó adentro, y temblando, se postró a los pies de Pablo y de Silas; {30} y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? {31} Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. {32} Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa. {33} Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos. {34} Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios. 

La pregunta fue: "¿Qué debo hacer para ser salvo?" No, "qué puedo hacer". La diferencia entre esos dos verbos modales es que mientras "puedo" se usa cuando se pide permiso para que alguien haga algo, "debo" expresa obligación, deber o necesidad. Por lo general, "debo" se utiliza cuando el que habla decide que algo es necesario o debe hacerse. En el caso del carcelero, es él quien pregunta: "¿qué debo hacer para ser salvo?". Él pensó que necesitaba hacer algo importante para obtener la salvación. 

La respuesta de Pablo fue: "Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo" No tengo que explicar la palabra "creer", pero la palabra "serás" se usa para expresar la necesidad, la fuerte intención o la determinación de llevar a cabo la acción del verbo principal que es "ser salvo". Aquí también hay otra muy interesante palabra agregada a Jesucristo, la palabra "Señor", que puede definirse de diferentes maneras, pero la característica principal de esta palabra son sus atributos que definen a: "uno que tiene poder y autoridad sobre los demás". Entonces, lo que Pablo le dijo al carcelero es que tenía que creer en Jesús como su Señor y salvador, el que tiene poder y autoridad sobre su propia vida. ¡Por lo tanto, si cualquier persona cree en Jesucristo y lo hace señor de su vida, definitivamente será salvo! 

Dios en su Palabra nos muestra un versículo que nos pide que hagamos exactamente eso para lograr la salvación. (Romanos 10:9) que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. {10} Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. 

La Reina Valera dice: "Que si confesares con tu boca que Jesús es el señor..." Pero diferentes versiones, la Biblia Compañera del señor E. W. Bullinger, y también el Interlineal Griego - Español leen el versículo 9 de la siguiente manera: "Que si confesares con tu boca a Jesús como Señor, ... . " Esta es la manera correcta de leer Romanos 10:9 y tiene mucho más sentido, porque eso es exactamente lo que Pablo le dijo al guardián de la prisión, hacer a Jesús señor de su vida, y esa debe ser también nuestra elección, hacer de él nuestro señor y salvador. 

Entonces, Romanos 10: 9 dice que debemos confesar a Jesús como nuestro Señor, y creer en nuestro corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, entonces, solo entonces, seremos salvos. No menciona nada al respecto de pedirle que sea propicio a nosotros, no dice nada al respecto de mencionar que somos pecadores y que merecemos ir al infierno, no dice nada al respecto de confesar nuestras vidas pecaminosas, y tampoco que debemos hacer una declaración de fe inventada por una denominación religiosa, llámese como se llame. 

Romanos 10:9,10 es la única declaración de fe cristiana, la única confesión para la salvación. Todo lo que tenemos que hacer es ¡confesar y creer! 

Primero: confiesa con tu boca a Jesús como Señor de tu vida, eso significa que tu vida ya no es tuya, sino de él, y que debes vivir conforme a ello. 

Segundo: realmente debes creer en lo más profundo de tu corazón que Dios levantó a Jesús de entre los muertos, no solo repetir como perico y asentir mentalmente como lo hacen muchas personas, sino que realmente lo creas, en el corazón de tu mente. 

Este es solo el comienzo de un andar cristiano genuino. y si queremos de verdad ser creyentes cristianos genuinos, la Biblia, que es la Palabra revelada de Dios, nos muestra cómo serlo en el libro de Efesios. 

(Efesios 5:1) Sed, pues, imitadores de Dios, como hijos amados; {2} Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se dio a sí mismo por nosotros en ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante. 

"Sed, pues, imitadores de Dios y andad en amor", debería ser el objetivo principal de todo creyente cristiano, imitar a Dios en nuestro andar cristiano todos los días; si lo hacemos, estaríamos haciendo la voluntad de Dios siempre. 

¿No crees que esta sería la mejor meta a lograr comenzando este próximo año nuevo? 

Pero, para un creyente nuevo, renacido del espíritu de Dios, que es como un bebé recién nacido, eso no es posible, decirle a un bebé que haga las mismas cosas que hace su padre es simplemente imposible. Debemos ir poco a poco y paso a paso. Entonces, el primer paso para comenzar un andar cristiano genuino es hacer a Jesucristo señor de nuestras vidas, y antes de intentar correr, debemos aprender a caminar, y antes de caminar es probable que tengamos que gatear un poco. Entonces estudiamos la Palabra de Dios para aprender, y aunque va a haber tropiezos no parar, debemos seguir aprendiendo, porque cuando aprendemos y tropezamos crecemos, y es así como maduramos, hasta llegar al punto de intentar ser imitadores, aunque todavía no estemos listos para imitar a Dios, tenemos que empezar a imitar a alguien más afín a nosotros. Cuando niños, admiramos a papá y mamá y los copiamos de diversas maneras, después, quizás a un superhéroe de las revistas de ficción, luego a un maestro, a una celebridad, o un deportista, aunque muchos de ellos son en su mayoría personas de cinco sentidos y muchas veces nos defraudan. Pero la Biblia nos proporciona personas reales que podemos tratar de imitar antes de intentar imitar a Dios.  

(1 Corintios 11:1) Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo. 

Este es el apóstol Pablo hablando a los Corintios, y es él, precisamente la persona indicada que debemos tratar de imitar primero, ¿por qué? Porque era un hombre como tú y como yo, que como todos nosotros nació bajo la condenación de Adán, y bajo la influencia de lo que dice Romanos. 

(Romanos 3:23) Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios; 

Jesucristo también fue un hombre como tú y como yo, pero en una categoría diferente, pues él era el unigénito hijo de Dios y no nació bajo la condenación de Adán ni bajo la influencia del pecado. 

(Hebreos 4:14) Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. {15} Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. 

Jesucristo fue tentado en todo, pero a diferencia de Pablo y de todos nosotros, no pecó. Por eso Pablo es un ejemplo perfecto para imitar primero. Veamos un poco de quien fue Pablo y de cómo llegó él a ser un imitador de Cristo. 

(Hechos 22:3) Yo de cierto soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad, instruido a los pies de Gamaliel, estrictamente conforme a la ley de nuestros padres, celoso de Dios, como hoy lo sois todos vosotros. {4} Perseguía yo este Camino hasta la muerte, prendiendo y entregando en cárceles a hombres y mujeres; {5} como el sumo sacerdote también me es testigo, y todos los ancianos, de quienes también recibí cartas para los hermanos, y fui a Damasco para traer presos a Jerusalén también a los que estuviesen allí, para que fuesen castigados. 

Aquí Pablo mismo nos explica quién era él, un hombre poderoso, muy bien educado a los pies de uno de los maestros más respetados de su época, Gamaliel. Pablo era muy celoso de la ley de Moisés y por lo tanto, persiguió a la Iglesia cristiana conocida como "el camino" hasta la muerte, teniendo autoridad total del sumo sacerdote y de todos los ancianos, para apresar a hombres y mujeres y llevarlos a Jerusalén para castigarlos. Veamos algunas cosas más sobre Pablo. 

(Filipenses 3:4) Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más: {5} circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; {6} en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible. 

En Hechos Pablo describe todo lo que él era, en Filipenses, describe todo lo que tenía, su linaje, su tribu, su fe, su celo, se consideraba justo e irreprensible según la Ley. De acuerdo con la carne en el reino de los cinco sentidos, todo eso era muy importante, y es precisamente en el reino de los sentidos donde somos semejantes a Pablo. El era un ser humano gobernado por los cinco sentidos, como todos nosotros, que tenía confianza en la carne, como todos nosotros. Quizás ninguno de nosotros puede hablar de linaje, de influencias, de poder, o de nada de eso, sino de nuestra condición humana, es decir, nuestra única semejanza con Pablo es el hecho de que en cierto momento de nuestras vidas todos fuimos pecadores y nos sentimos destituidos de la gloria de Dios. En un momento de su vida Pablo estaba lleno de sí mismo, al igual que todos nosotros lo estuvimos en cierto momento de nuestras vidas. Que no hablaremos quizás de linaje, influencia y poder, pero; ¿ acaso no nos vanagloriamos de nuestras posesiones, del tipo de auto que manejamos, de cuanto ganamos, de nuestros títulos y galardones universitarios, de nuestro intelecto y nuestra posición social? Hubo un punto en nuestras vidas en el que no permitíamos que nadie nos dijera nada. Pero, Pablo recordó lo que Jesús les dijo a sus discípulos y se negó a si mismo ¿No te gustaría hacer lo mismo? Si ya lo hiciste, vas por el camino correcto. 

(Lucas 9:23) Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. 

La frase "y sígame" se refiere a uno que va detrás de alguien para acompañarlo, no necesariamente para imitarlo. Pero Pablo no solo fue en pos de Cristo para acompañarlo, sino para imitarlo, como Dios nos pide que también hagamos, "ser sus imitadores". Eso es lo que Pablo hizo, para ser imitador de Cristo, Pablo se negó a sí mismo, todo lo que él era y todo lo que tenía, para mostrarnos a nosotros como ser no solo imitadores de él, sino también de Cristo, y ultimadamente, de Dios, como nos exhorta Efesios 5:1,2  

Podríamos preguntarnos, ¿cómo podría ser un imitador de Dios, si solo soy un simple ser humano? ¿Podría ser eso posible? Bueno, si Dios nos pide que seamos "imitadores" de él es porque muy probablemente está disponible, él nunca nos pedirá que hagamos algo imposible, y siempre nos dará una vía para que alcancemos esas metas que él quiere que logremos, por eso es que Pablo nos dice: 

(1 Corintios 11:1) Sed imitadores de mí, como yo también lo soy de Cristo. 

Pablo nos muestra, que antes de intentar imitar a Dios, debemos intentar imitar a Cristo, y antes de intentar imitar a Cristo, debemos intentar imitarlo a él. Luego, nos muestra el primer paso de cómo convertirnos en imitadores de Cristo. 

(Filipenses 3:7) Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. 

Pablo abandonó todo para ganar a Cristo. ¡Todo! ¿Harías tú lo mismo? ¿Pondrías todo lo que tienes y todo lo que eres en segundo lugar, para ganar a Cristo al hacer a Jesús tu señor y poner a Dios primero, a su Palabra y a su gente? 

(Filipenses 3:8) Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, 

¿Ves cómo Pablo se refiere a Jesús aquí? Le llama: ¡Mi Señor! Pablo hizo a Jesús su señor y salvador personal y eso es lo que todos nosotros debemos hacer. ¡Confesarlo y hacerlo Señor de nuestras vidas! 

(Filipenses 3:9) y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; 

Pablo entendió que lo que él consideraba su propia justicia no tenía valor. Todo aquello que estaba fuertemente fundado en la Ley de Moisés, sus creencias, su religión, su linaje, su poder, su autoridad, ahora no tenían ya ningún valor para él, sino la justicia que es por la fe de Dios en Jesucristo, Señor nuestro. ¿Por qué es esto importante? Para conocer a Cristo, y el poder de su resurrección, es por eso que debemos deshacernos de nuestras creencias, de nuestra religión, de nuestras tradiciones, y todo lo que tenga que ver con la carne y los sentidos, todo aquello que se nos ha inculcado desde nuestra infancia, nuestra niñez y a lo largo de nuestra vida académica y profesional, que sea opuesto a la Palabra de Dios. Pablo entendió la importancia de darle el valor real a Dios y su Palabra por encima de todo lo que él era y lo que tenía. ¿Pondrías tú a Dios, su Palabra, y su justicia, por encima de tus posesiones, tu dinero y tus títulos universitarios? 

(Filipenses 3:10) Para que yo le conozca, y el poder de su resurrección, y la participación de sus sufrimientos, siendo hechos conforme a su muerte; S

Si queremos conocer a Cristo, debemos entender que la única justicia genuina es la de Dios mediante la fe de Jesucristo, no nuestra justicia, no la del mundo, no la de la ley de Moisés. 

El libro de Efesios es conocido como: "el desayuno de los campeones", porque da instrucciones a los creyentes renacidos del espíritu de Dios que practican un andar balanceado y han alcanzado cierto grado de madurez para tratar de ser imitadores de Dios, porque Dios no quiere que solo seamos "seguidores", sino "imitadores". Un "seguidor" simplemente sigue para acompañar. Un "imitador" emula, copia, modela, ejemplifica, reproduce y trata de parecerse al patrón original, que es Dios, y eso es exactamente lo que Dios quiere que hagamos en nuestro diario andar. 

Pablo nos muestra que es posible ser imitadores de Dios, pero que antes de intentar imitar a Dios, debemos intentar imitar a Cristo, y antes de intentar imitar a Cristo, debemos intentar imitarlo a él. En la segunda parte veremos que es que Pablo hizo para poner a Dios y su Palabra por encima de todo en su vida, e imitar a Cristo y hacer la voluntad de Dios casi todos los días de su vida. 

Con mucho Amor tu hermano en Cristo. 

 J. E. R. S.
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