En la primera parte vimos como es que la Palabra de Dios vino a ser, vimos que toda ella es respirada de Dios, que es de provecho para aquellos que la practican y que la voluntad de Dios es que todos seamos instruidos en justicia por medio de la enseñanza, la reprensión y la corrección, que su Palabra misma da, con el propósito de estar enteramente preparados para toda buena obra. Vimos que Dios también desea que la estudiemos diligentemente para usarla bien o dividirla correctamente, porque esa es la única manera de presentarnos aprobados ante Dios nuestro Padre celestial. Vimos que el libro de Efesios fue un mensaje enviado a todas las iglesias, y que el espacio donde aparece la palabra Éfeso estaba en blanco, de modo, que fuese llenado con el nombre de las diferentes iglesias a donde la carta se enviara, y que de acuerdo al texto Griego, nos damos cuenta que esta carta no solo estaba dirigida a los santos que estaban en Éfeso, o en cualquiera de las iglesias a donde esta carta fuese enviada, sino a todos los fieles en Cristo Jesús, lo que nos incluye a ti y a mí. Vimos también que el libro de Efesios es un libro doctrinal, donde se encuentran los estatutos de Dios, las instrucciones a seguir para ser instruidos en justicia.
Continuemos pues nuestra enseñanza acerca de los dones de ministerio, aquí mismo en el libro de Efesios y conozcamos algunas de las funciones de esos ministerios dados a la iglesia de Dios.
(Efesios 4:1) Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados,
El versículo uno del capítulo cuatro está justo en medio de la doctrina y la práctica, y nos exhorta a un andar digno, que además de ser propio o correcto, debe ser balanceado. La palabra griega traducida como: “digno,” también significa “eje,” como el eje de una balanza, donde la doctrina y la práctica se balancean perfectamente. La palabra “vocación” es simplemente un “llamado,” Dios quiere que nuestro andar sea perfectamente balanceado entre la doctrina y la práctica, conforme al “llamado” con que nos llamó. Los siguientes versículos describen nuestro andar:
(Efesios 4:2) con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, {3} solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz;
Los versículos del 4 al 6 nos muestran a lo que debemos sujetarnos.
(Efesios 4:4) un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; {5} un Señor, una fe, un bautismo, {6} un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos.
Los versículos del 7 al 10 hablan de la gracia que se nos ha dado conforme a la medida del don de Cristo, y describen lo que Cristo hizo por nosotros.
(Efesios 4:7) Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo. {8} Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, Y dio dones a los hombres. {9} Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? {10} El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo.
El versículo 11 enlista los cinco dones de ministerio dados a la iglesia, y el 12 nos muestra el propósito de tales dones.
(Efesios 4:11) Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, {12} a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo,
El versículo 13 describe hasta cuándo es que esos dones de ministerio deben aplicarse o funcionar en las iglesias.
(Efesios 4:13) hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.
Hablemos pues de los dones de ministerio, que son: Apóstoles, Profetas, Evangelistas, Pastores, y Maestros.
Apóstoles.
Un apóstol es un mensajero, alguien que es enviado para llevar un mensaje. En el caso de la Palabra de Dios, un apóstol es un mensajero del ministerio de la reconciliación, un embajador enviado a predicar el reino de Dios.
(Lucas 9:1) Habiendo reunido a sus doce discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades. {2} Y los envió a predicar el reino de Dios, y a sanar a los enfermos.
La frase “y los envió” del versículo 2 es la palabra “apostello” que significa: “enviados.” Otra de las responsabilidades de los apóstoles, además de dar testimonio de la resurrección de Jesucristo, era distribuir el “compartir abundante,” o sea, el dinero y los bienes que los creyentes daban a la iglesia para ayudar a los creyentes en necesidad. El diezmo, del que hablaremos en otra ocasión, no está diseñado para la iglesia de Dios, era la manera de dar financieramente del pueblo judío, de acuerdo a la ley del antiguo testamento. La ayuda financiera que debe darse en la iglesia de hoy se llama “compartir abundante,” del cual hablaremos con mucho más detalle en otra ocasión. Los siguientes versículos nos muestran que los apóstoles repartían el “compartir abundante” según la necesidad de los creyentes.
(Hechos 4:33) Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos. {34} Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido, {35} y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad. {36} Entonces José, a quien los apóstoles pusieron por sobrenombre Bernabé (que traducido es, Hijo de consolación), levita, natural de Chipre, {37} como tenía una heredad, la vendió y trajo el precio y lo puso a los pies de los apóstoles.
Profetas.
Un profeta es en realidad un vocero, alguien que habla inspirado por Dios, alguien que declara la Palabra escrita o predice algún acontecimiento futuro únicamente por revelación directa de parte de Dios.
Un profeta que ejerce su ministerio adecuadamente no anda espantando a la congregación haciendo profecías personalizadas. No creas a esos charlatanes que se hacen pasar por profetas cuando vengan a decirte que Dios les ha dado un mensaje para ti. Dios te hará saber a ti primeramente lo que quiere que hagas, antes de decírselo a alguien más. Lee el relato sobre Saul y el profeta Samuel que se encuentra en 1 Samuel 9.
(1 Samuel 9:15) Y un día antes que Saúl viniese, Jehová había revelado al oído de Samuel, diciendo: {16} Mañana a esta misma hora yo enviaré a ti un varón de la tierra de Benjamín, al cual ungirás por príncipe sobre mi pueblo Israel, y salvará a mi pueblo de mano de los filisteos; porque yo he mirado a mi pueblo, por cuanto su clamor ha llegado hasta mí. {17} Y luego que Samuel vio a Saúl, Jehová le dijo: He aquí éste es el varón del cual te hablé; éste gobernará a mi pueblo.
Si tú crees ser profeta o ejerces el ministerio de un profeta, debes saber que Dios hablara directamente contigo y te dará instrucciones precisas que al tiempo debido siempre se cumplirán. El relato de la sanidad de Pablo después de su conversión nos muestra también como es que Dios trabaja con su gente.
(Hechos 9:10) Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor. {11} Y el Señor le dijo: Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora, {12} y ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista.
Dios ya le había mostrado a Pablo en una visión que Ananias vendría a ministrarle sanidad. Una clave importante para permitir que Dios siempre nos deje saber a nosotros primero que a nadie lo que quiere que nosotros hagamos, es la oración constante, es la única manera de mantenernos en contacto directo con nuestro Padre celestial, el no tiene que mandarte a nadie antes de que tu sepas lo que tienes que hacer, como en los casos anteriores.
(Santiago 5:10) Hermanos míos, tomad como ejemplo de aflicción y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor.
Jesús mismo fue un profeta, él siempre declaró la Palabra de Dios, enseñó las escrituras a sus discípulos y les mostró las profecías escritas acerca de su venida, su muerte, su resurrección y su ascensión.
(Mateo 1:22) Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo:{23} He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros.
El apóstol Pedro, justo el día de Pentecostés, por revelación declaró lo que anteriormente había dicho el profeta Joel acerca de la iglesia de Dios.
(Hechos 2:16) Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: {17} Y en los postreros días, dice Dios, Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; Vuestros jóvenes verán visiones, Y vuestros ancianos soñarán sueños; {18} Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.
¡Un profeta puede hace predicciones futuras, pero siempre por revelación divina, y siempre declara la verdad de la Palabra de Dios!
Evangelistas.
Un evangelista es un predicador del evangelio, alguien que declara las buenas nuevas, aquél que lleva la luz de la Palabra de Dios a las generaciones presentes.
(2 Timoteo 4:5) Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio.
Quizás el ministerio del evangelista no sea tan simple como parece, o a lo mejor lo es, porque implica entre otras cosas el ser sobrio, lo que significa que debe ser moderado, no borracho, atento en su carácter o conducta, grave, serio, no emocional, bien equilibrado. Además debe soportar las aflicciones, o sea, las distracciones mentales para cumplir con su ministerio.
(Hechos 21:8) Al otro día, saliendo Pablo y los que con él estábamos, fuimos a Cesarea; y entrando en casa de Felipe el evangelista, que era uno de los siete, posamos con él.
El libro de hechos nos habla de Felipe, el evangelista, uno de los siete primeros discípulos escogidos por los apóstoles para ministrar la Palabra de Dios y tomar cuidado de los creyentes.
(Hechos 6:1) En aquellos días, como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran desatendidas en la distribución diaria. {2} Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. {3} Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. {4} Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra. {5} Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás prosélito de Antioquía; {6} a los cuales presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos.
Una de las primeras aflicciones que Felipe tuvo que afrontar, fue la persecución a la que la iglesia del primer siglo fue expuesta. En la actualidad nosotros no tenemos que sufrir persecución, las presiones quizás sean diferentes, pero siempre provienen del adversario, en variadas formas. Los siguientes versículos relatan lo que aconteció después de la muerte de Esteban, otro gran seguidor de Jesús.
(Hechos 8:1) Y Saulo consentía en su muerte. En aquel día hubo una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén; y todos fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria, salvo los apóstoles. {2} Y hombres piadosos llevaron a enterrar a Esteban, e hicieron gran llanto sobre él. {3} Y Saulo asolaba la iglesia, y entrando casa por casa, arrastraba a hombres y a mujeres, y los entregaba en la cárcel. {4} Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio. {5} Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo. {6} Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía. {7} Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían éstos dando grandes voces; y muchos paralíticos y cojos eran sanados; {8} así que había gran gozo en aquella ciudad. {9} Pero había un hombre llamado Simón, que antes ejercía la magia en aquella ciudad, y había engañado a la gente de Samaria, haciéndose pasar por algún grande. {10} A éste oían atentamente todos, desde el más pequeño hasta el más grande, diciendo: Este es el gran poder de Dios. {11} Y le estaban atentos, porque con sus artes mágicas les había engañado mucho tiempo. {12} Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres. {13} También creyó Simón mismo, y habiéndose bautizado, estaba siempre con Felipe; y viendo las señales y grandes milagros que se hacían, estaba atónito.
Felipe predicaba el evangelio de Cristo a la multitud y la gente se maravillaba con los milagros y señales que operaba. Un evangelista, al igual que un apóstol, y que un profeta, tiene el don del espíritu santo en su interior, por lo cual tiene la capacidad de operar las nueve manifestaciones del espíritu santo, y hacer milagros maravillas y señales en el nombre de Jesucristo. Un evangelista predica las buenas nuevas del reino de Dios.
Pastores.
Los pastores son mencionados docenas de veces a través de la Biblia, desde Génesis hasta Revelaciones. Grandes hombres de Dios como Abraham, Moisés, y el rey David, fueron pastores. Dios mismo se asemeja a un pastor que cuida su rebaño.
(Isaías 40:10) He aquí que Jehová el Señor vendrá con poder, y su brazo señoreará; he aquí que su recompensa viene con él, y su paga delante de su rostro. {11} Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas.
(Salmo 23:1) Jehová es mi pastor; nada me faltará. {2} En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará. {3} Confortará mi alma; Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. {4} Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento. {5} Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. {6} Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, Y en la casa de Jehová moraré por largos días.
Jesús nuestro mayor ejemplo, es el buen pastor.
(Juan 10:1) De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador. {2} Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es. {3} A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca. {4} Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz.
En la primavera, el pastor lleva a su rebaño a pastar en buenos pastizales, a saborear los suculentos retoños frescos de la estación, cuando nuevos críos nacen agrandando el tamaño del rebaño. Durante el verano lleva su rebaño a lugares más frescos en la altura de las montañas, muchas de las veces durmiendo a la intemperie y tomando buen cuidado de él al protegerlo de las bestias salvajes, los chacales y las hienas, con su suave voz el pastor calma al nervioso rebaño. Al atardecer, el buen pastor cuenta a cada una de sus ovejas y se asegura que estén sanas y sin daño alguno. En las mañanas el rebaño lo sigue a los pastizales y al medio día lo guía a los manantiales a refrescarse con el agua. Durante el tiempo frío lleva su rebaño a casa para protegerlo del invierno y evitar que la lluvia, el granizo o la nieve los lastime. Desde el mes de Noviembre hasta la llegada de la primavera el pastor no alimenta a su rebaño a la intemperie por la inclemencia del invierno.
(Juan 10:7) Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas. {8} Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas. {9} Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. {10} El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. {11} Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. {12} Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. {13} Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas. {14} Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, {15} así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas. {16} También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor. {17} Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. {18} Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.
Jesús no solo es el buen pastor, sino, el gran pastor que murió por nosotros, sus ovejas, y por su sangre fuimos comprados.
(Hebreos 13:20) Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, {21} os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
El versículo 21 dice que su sangre nos hace “aptos,” la traducción exacta es “nos restaura completamente, o nos hace completos,” por su sangre somos hechos completos, porque al aceptarlo como nuestro señor y salvador somos cuerpo, alma, y espíritu.
(1 Pedro 5:1) Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada: {2} Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; {3} no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. {4} Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.
Un pastor no debe buscar ganancia deshonesta al tomar cuidado de su iglesia, tampoco debe señorear sobre ella como si fuera de su propiedad, y debe ser diligente para apacentarla con la Palabra de Dios correctamente dividida. Jesucristo es nuestro mejor ejemplo. Un buen pastor debe seguir su ejemplo, algo que no es fácil de llevar a cabo. Ser un pastor es una enorme responsabilidad para los que tienen ese llamado, y así como existen los falsos profetas también existen falsos pastores y debemos aprender a reconocerlos para alejarnos de ellos o apartarlos de la congregación. Además de que el ministerio de un pastor conlleva una responsabilidad tremenda, reserva también un maravilloso privilegio, porque al final de una labor humilde, honesta, amorosa y justa le espera una corona incorruptible de gloria.
Hasta aquí, hemos visto cuatro de los cinco dones de ministerio dados a la iglesia. En la tercera parte de esta enseñanza, culminaremos con el ministerio del maestro, y veremos la importancia que este ministerio tiene para instruir en justicia a la iglesia de Dios al enseñar la Palabra de Dios correctamente dividida.
¡Dios te bendiga!
E. S. N.
J.E.R.S.
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