En la primera parte de esta enseñanza, vimos que los traductores usaron la palabra “miedo” para describir el sentimiento de Adán y Eva hacia Dios, después de haber desobedecido. Vimos que Adán no necesariamente se escondió de Dios por temor, sino por vergüenza. Vimos que fue el diablo quien introdujo el miedo a la vida de la humanidad, y como se ensañó con Job. Vimos que es él, quien después de tentar a Eva, y a nuestro Señor Jesucristo, es quien continúa tentando, acusando y condenando a todos los creyentes cristianos, engañándolos al hacerles creer, que todo lo bueno y todo lo malo es culpa de Dios. Vimos que Dios nuestro padre celestial no es un Dios del que debemos huir y apartarnos por ser temible, sino que es un Dios de amor, de luz, y que no hay ningunas tinieblas en él.
En esta segunda parte veremos algunos relatos acerca del temor, para determinar si realmente describen a un Dios temible, como algunos “cristianos” tratan de promover.
(Génesis 43:16) Y vio José a Benjamín con ellos, y dijo al mayordomo de su casa: Lleva a casa a esos hombres, y degüella una res y prepárala, pues estos hombres comerán conmigo al mediodía. {17} E hizo el hombre como José dijo, y llevó a los hombres a casa de José. {18} Entonces aquellos hombres tuvieron temor, cuando fueron llevados a casa de José, y decían: Por el dinero que fue devuelto en nuestros costales la primera vez nos han traído aquí, para tendernos lazo, y atacarnos, y tomarnos por siervos a nosotros, y a nuestros asnos. {19} Y se acercaron al mayordomo de la casa de José, y le hablaron a la entrada de la casa. {20} Y dijeron: Ay, señor nuestro, nosotros en realidad de verdad descendimos al principio a comprar alimentos. {21} Y aconteció que cuando llegamos al mesón y abrimos nuestros costales, he aquí el dinero de cada uno estaba en la boca de su costal, nuestro dinero en su justo peso; y lo hemos vuelto a traer con nosotros. {22} Hemos también traído en nuestras manos otro dinero para comprar alimentos; nosotros no sabemos quién haya puesto nuestro dinero en nuestros costales. {23} El les respondió: Paz a vosotros, no temáis; vuestro Dios y el Dios de vuestro padre os dio el tesoro en vuestros costales; yo recibí vuestro dinero. Y sacó a Simeón a ellos. {24} Y llevó aquel varón a los hombres a casa de José; y les dio agua, y lavaron sus pies, y dio de comer a sus asnos.
Los hermanos de José no entendían porqué eran llevados a la casa de José, tenían temor porque pensaban que habían cometido algún error, y trataron de enmendarlo devolviendo el dinero que ellos pensaban, era la causa de tal decisión. No sabían qué es lo que iba a pasar con ellos, pues anteriormente ya habían sido acusados de espías, y habían dejado a Simeón, uno de sus hermanos, preso, hasta que regresaran con Benjamín, el hermano menor de la familia. Para sorpresa de todos ellos, José regresó con Simeón y les respondió: “Paz a vosotros, no temáis.” Así como José respondió a sus hermanos “paz a vosotros, no temáis” ¡Dios no únicamente trae paz a su gente, los bendice aún más allá de lo que ellos esperan, y con una de sus frases favoritas “no temáis”!
(Éxodos 3:2) Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios {2} Y se le apareció el Angel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. {3} Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema. {4} Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. {5} Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es. {6} Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios. {7} Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias, {8} y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo.
La palabra "miedo" aquí, no necesariamente significa que Moisés estaba aterrado; significa que tenía una humilde actitud de profundo respeto y reverencia hacia Dios. Moisés conocía la historia de su pueblo, y tenía conocimiento del santo de Israel, del respeto y la obediencia hacia el todo poderoso. Si Moisés hubiese tenido miedo, ni siquiera se hubiera acercado a la zarza ardiendo, y mucho menos hubiese respondido “heme aquí” cuando oyó la voz del ángel de Jehová. Pero ¿qué fue lo que Dios le dijo a Moisés que haría? : “librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel.”
¡Además de la paz y la abundancia que Dios trae a su gente, trae también liberación! ¿Crees tú que un Dios temible, alguien que inspira temor, haría todo eso? ¡No! ¡Un Dios temible traería terror, dolor, pobreza, cautiverio! Pero no nuestro amoroso Padre celestial. Veamos un ejemplo de los evangelios:
(Lucas 1:8) Aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios según el orden de su clase, {9} conforme a la costumbre del sacerdocio, le tocó en suerte ofrecer el incienso, entrando en el santuario del Señor. {10} Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso. {11} Y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso. {12} Y se turbó Zacarías al verle, y le sobrecogió temor. {13} Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan. {14} Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento;
Zacarías se turbó al grado que le sobrecogió temor, él nunca había visto un ángel de Dios. ¿Cómo reaccionarías tú, si de repente, de la nada, se te apareciera un ángel de Dios? ¿No te asustarías? ¡Yo sí! Pero nuevamente vemos lo que el ángel de Dios le dijo a Zacarías: "¡no temas!" Una de las frases de consuelo favoritas de Dios. Un Dios temible no te da consuelo, ni te dice ¡no temas! Por el contrario, te asusta, te acosa, te condena, te castiga, te engaña, no escucha tus oraciones ni te da bendiciones ni promesas, como la que Zacarías y su esposa Elisabet recibirían de parte del Dios verdadero. Un ejemplo más:
(Lucas 2:8Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. {9} Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. {10} Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: {11} que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.
Lo mismo sucedió con los pastores, la Biblia dice que cuando se les presentó el ángel del Señor, y la gloria de Dios los rodeó de resplandor; tuvieron gran temor. ¿No tendrías tú temor de algo nunca antes visto? Esto no era algo que sucediera todos los días, y en este caso fue algo único, porque solamente una vez se dieron esas buenas nuevas de gran gozo. Pero ¿qué les dijo el ángel a los pastores? “¡No temáis!” No es Dios el que hace que la gente tenga miedo, por el contrario, él siempre nos anima y nos conforta con su frase favorita: “¡no temas!”, y nos trae buenas nuevas de gran gozo.
Veamos el último ejemplo:
(Juan 20:18) Fue entonces María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de que había visto al Señor, y que él le había dicho estas cosas. {19} Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros. {20} Y cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor. {21} Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. {22} Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo.
Los discípulos estaban tras puertas cerradas por temor de los judíos, y cuando María llegó a decirles que Jesús había resucitado, simplemente no le creyeron. Después de eso, el mismo Jesús se les apareció, pero no los condenó, ni los acusó de incrédulos y de miedosos; por el contrario, les dijo: "Paz a vosotros", y no solo una vez, ¡dos veces! Al final del versículo 19, y lo dice otra vez en el versículo 21. Cuando una palabra o frase es repetida dos veces en un pasaje, significa que eso que se menciona queda establecido, que es algo firme de parte de Dios, como cuando el faraón de Egipto tuvo el sueño de las vacas flacas y las espigas, en los tiempos de José.
“Paz a vosotros” no es una simple frase, es lo que Dios estableció para su gente, porque Dios es el Dios de la paz. Jesús también le dio a los apóstoles la maravillosa promesa de parte de Dios, de que recibirían el “don” del espíritu santo, y les instruyó a que se preparan para recibirlo. Una maravillosa realidad que está disponible recibir en nuestras vidas hoy.
El miedo es arena en la maquinaria de la vida, y no podemos permitirnos tener miedo de nada, porque si Dios es con nosotros ¿quién contra nosotros? Por eso, tampoco debemos predicar acerca de un Dios temible. ¿Cómo va la gente a amar a Dios si le temen? Por el contrario debemos predicar a un Dios de amor. Claro que nosotros somos las criaturas y Dios es el creador, y él puede hacer con su creación lo que le plazca, pero no es temor lo que él quiere inspirar en nuestras vidas, ni quiere que lo obedezcamos por miedo a desatar su ira. El quiere que le obedezcamos porque le amamos, lo respetamos, y lo veneramos, con toda humildad y mansedumbre.
Mira lo que Dios promete.
(Salmo 37:1) No te impacientes a causa de los malignos, Ni tengas envidia de los que hacen iniquidad. {2} Porque como hierba serán pronto cortados, Y como la hierba verde se secarán. {3} Confía en Jehová, y haz el bien; Y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad. {4} Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones de tu corazón. {5} Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará.
Encomendar a Dios nuestros caminos y confiar en él nos hace fuertes, no el confiar en nosotros mismos, sino en nuestro Padre celestial, cuya naturaleza es ser amoroso, cariñoso y fiel.
(Salmo 18:2) Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; Mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio. {3} Invocaré a Jehová, quien es digno de ser alabado, Y seré salvo de mis enemigos. {4} Me rodearon ligaduras de muerte, Y torrentes de perversidad me atemorizaron. {5} Ligaduras del Seol me rodearon, Me tendieron lazos de muerte. {6} En mi angustia invoqué a Jehová, Y clamé a mi Dios. El oyó mi voz desde su templo, Y mi clamor llegó delante de él, a sus oídos.
Dios siempre escucha cuando clamamos por ayuda, no debemos creer todo lo que vemos y todo lo que oímos de los demás, pues la Biblia dice que vivimos en una generación maligna y perversa. Debemos poner nuestra confianza en Dios, y él tomará cuidado de nosotros. Por supuesto que no todo será color de rosa, Dios no promete eso en su Palabra, no en vano existe el adversario, recuerda que él actúa en secreto, tratando de convencer a la gente que él no existe, para que culpemos a Dios por todo.
(1 Pedro 5:8) Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; {9} al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo. {10} Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. {11} A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.
¿Por qué habla aquí de padecimientos? ¿Por qué debemos ser sobrios y velar? ¡Porque nuestro adversario el diablo anda como león rugiente buscando a quien devorar! Pero también dice que el Dios de toda gracia, es quien nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayamos padecido un poco, porque en la vida no todo es risas y alegría, también hay sufrimientos, pero no vienen de parte de Dios. Y dice también que es Dios quien nos perfecciona, nos afirma, nos fortalece y establece. Precisamente, para sobrepasar esos padecimientos y resistir a los ataques del adversario al mantenernos firmes en la fe. ¿Crees tú, que un Dios al que debemos temer, haría todo eso por ti y por mí? ¡A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos!
(1 Pedro 4:12) Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, {13} sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría. {14} Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, de parte de ellos, él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado. {15} Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno; {16} pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello. {17} Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios? {18} Y: Si el justo con dificultad se salva, ¿En dónde aparecerá el impío y el pecador? {19} De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien.
La voluntad de Dios es que a pesar de todo hagamos el bien, aunque seamos acusados injustamente, y padezcamos diferentes pruebas, y eso no debería extrañarnos conociendo la existencia del adversario, porque él es el tentador, no Dios, Dios nos ayuda a sobrepasar cualquier tentación.
(1 Corintios 10:13) No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.
(Santiago 1:12) Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman. {13} Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; {14} sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. {15} Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.
Estos versículos derrumban los argumentos de aquellos que proclaman que Dios castiga, que es él quien nos pone pruebas y manda sufrimientos. ¿A qué padre se le ocurre poner a prueba y hacer padecer a sus hijos? Ciertamente no a nuestro padre celestial, solo recuerden quién fue el que tentó a Eva, a nuestro señor Jesucristo, y continúa tentando a todos los creyentes cristianos, el gran acusador.
(1 Pedro 4:13) sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría. {14} Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, de parte de ellos, él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado. {15} Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno; {16} pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello. {17} Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios? {18} Y: Si el justo con dificultad se salva, ¿En dónde aparecerá el impío y el pecador? {19} De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien.
La Palabra de Dios también nos enseña que debemos gozarnos por cuanto participamos de los padecimientos de Jesucristo, al ser vituperados por su nombre, padecimiento que no se compara en nada a lo que Cristo sufrió, y que somos bienaventurados porque el espíritu de Dios reposa sobre nosotros, cuidando de nosotros todo el tiempo, como cuando un padre amoroso vigila a sus hijos viéndolos jugar en el parque. La voluntad de Dios no es que padezcamos sino que a pesar de ello, hagamos su Palabra, nos mantengamos firmes y fieles, y hagamos el bien, aunque otros nos acusen injustamente. Nuestro Padre Celestial no es un ogro, no es un Dios del que tenemos que huir y escondernos porque sea temible, y no debemos promover el miedo hacia él.
Quiero exhortarlos a estudiar la Palabra de Dios y a no creer todo lo que vemos, oímos, o leemos en los diarios, la radio, la televisión y la internet. El mundo está lleno de temor y lo promueve, nosotros los creyentes cristianos debemos estar llenos de amor y no creer ni temer lo que ellos temen.
(Colosenses 3:16) La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales. {17} Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
¡Tú no irías con cánticos alegres ante un Dios temible, pero ante nuestro Padre Celestial debemos cantar con alegría y ser agradecidos porque él es el Dios de la gracia!
(Colosenses 312) Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia {13} soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. {14} Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. {15} Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.
Tú no vivirías en paz ante un Dios temible, pero Dios nuestro señor no solo es el Dios de paz, sino de amor y de perdón; y nos exhorta a amarnos, a soportarnos y a perdonarnos unos a otros con humildad y mansedumbre.
Algunos de nosotros, como la gente del Antiguo Testamento, fuimos criados en una cultura que erróneamente enseña acerca de un Dios que condena, juzga y castiga, hasta que renacemos del espíritu de Dios, al confesar a Jesucristo como señor y salvador personal de nuestras vidas, y conocemos al verdadero Dios al estudiar las escrituras.
¡Como creyentes cristianos que vivimos en la era de gracia, es nuestra responsabilidad enseñar a nuestros hijos y enseñar a otros, que nuestro Padre Celestial, el Dios todo poderoso, creador de los cielos y la tierra, el Padre de nuestro señor y salvador Jesucristo, no es un ser al que debemos tener miedo, ni enseñar que el temor proviene de él, sino el amor, la paz, el gozo, la abundancia, la esperanza y la liberación! Debemos estar alertas porque hay muchos que enseñan que debemos temer a Dios en lugar de respetarlo y venerarlo con un corazón humilde y manso. La Biblia misma nos advierte y nos previene contra falsos hermanos.
(1Juan 4:1) Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. {2} En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; {3} y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo. {4} Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo. {5} Ellos son del mundo; por eso hablan del mundo, y el mundo los oye. {6} Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error.
Para concluir, solo unos versículos acerca de lo que nuestro Padre Celestial realmente es:
(1 Juan 3:1) Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. (1 Juan 4:7) Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. {8} El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. {9} En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. (Juan 3:16) Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. {17} Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. {18} El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.
¡Dios los bendiga!
E.S.N.
José E. Rosales.
9/26/2014
En esta segunda parte veremos algunos relatos acerca del temor, para determinar si realmente describen a un Dios temible, como algunos “cristianos” tratan de promover.
(Génesis 43:16) Y vio José a Benjamín con ellos, y dijo al mayordomo de su casa: Lleva a casa a esos hombres, y degüella una res y prepárala, pues estos hombres comerán conmigo al mediodía. {17} E hizo el hombre como José dijo, y llevó a los hombres a casa de José. {18} Entonces aquellos hombres tuvieron temor, cuando fueron llevados a casa de José, y decían: Por el dinero que fue devuelto en nuestros costales la primera vez nos han traído aquí, para tendernos lazo, y atacarnos, y tomarnos por siervos a nosotros, y a nuestros asnos. {19} Y se acercaron al mayordomo de la casa de José, y le hablaron a la entrada de la casa. {20} Y dijeron: Ay, señor nuestro, nosotros en realidad de verdad descendimos al principio a comprar alimentos. {21} Y aconteció que cuando llegamos al mesón y abrimos nuestros costales, he aquí el dinero de cada uno estaba en la boca de su costal, nuestro dinero en su justo peso; y lo hemos vuelto a traer con nosotros. {22} Hemos también traído en nuestras manos otro dinero para comprar alimentos; nosotros no sabemos quién haya puesto nuestro dinero en nuestros costales. {23} El les respondió: Paz a vosotros, no temáis; vuestro Dios y el Dios de vuestro padre os dio el tesoro en vuestros costales; yo recibí vuestro dinero. Y sacó a Simeón a ellos. {24} Y llevó aquel varón a los hombres a casa de José; y les dio agua, y lavaron sus pies, y dio de comer a sus asnos.
Los hermanos de José no entendían porqué eran llevados a la casa de José, tenían temor porque pensaban que habían cometido algún error, y trataron de enmendarlo devolviendo el dinero que ellos pensaban, era la causa de tal decisión. No sabían qué es lo que iba a pasar con ellos, pues anteriormente ya habían sido acusados de espías, y habían dejado a Simeón, uno de sus hermanos, preso, hasta que regresaran con Benjamín, el hermano menor de la familia. Para sorpresa de todos ellos, José regresó con Simeón y les respondió: “Paz a vosotros, no temáis.” Así como José respondió a sus hermanos “paz a vosotros, no temáis” ¡Dios no únicamente trae paz a su gente, los bendice aún más allá de lo que ellos esperan, y con una de sus frases favoritas “no temáis”!
(Éxodos 3:2) Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios {2} Y se le apareció el Angel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. {3} Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema. {4} Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. {5} Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es. {6} Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios. {7} Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias, {8} y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo.
La palabra "miedo" aquí, no necesariamente significa que Moisés estaba aterrado; significa que tenía una humilde actitud de profundo respeto y reverencia hacia Dios. Moisés conocía la historia de su pueblo, y tenía conocimiento del santo de Israel, del respeto y la obediencia hacia el todo poderoso. Si Moisés hubiese tenido miedo, ni siquiera se hubiera acercado a la zarza ardiendo, y mucho menos hubiese respondido “heme aquí” cuando oyó la voz del ángel de Jehová. Pero ¿qué fue lo que Dios le dijo a Moisés que haría? : “librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel.”
¡Además de la paz y la abundancia que Dios trae a su gente, trae también liberación! ¿Crees tú que un Dios temible, alguien que inspira temor, haría todo eso? ¡No! ¡Un Dios temible traería terror, dolor, pobreza, cautiverio! Pero no nuestro amoroso Padre celestial. Veamos un ejemplo de los evangelios:
(Lucas 1:8) Aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios según el orden de su clase, {9} conforme a la costumbre del sacerdocio, le tocó en suerte ofrecer el incienso, entrando en el santuario del Señor. {10} Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso. {11} Y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso. {12} Y se turbó Zacarías al verle, y le sobrecogió temor. {13} Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan. {14} Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento;
Zacarías se turbó al grado que le sobrecogió temor, él nunca había visto un ángel de Dios. ¿Cómo reaccionarías tú, si de repente, de la nada, se te apareciera un ángel de Dios? ¿No te asustarías? ¡Yo sí! Pero nuevamente vemos lo que el ángel de Dios le dijo a Zacarías: "¡no temas!" Una de las frases de consuelo favoritas de Dios. Un Dios temible no te da consuelo, ni te dice ¡no temas! Por el contrario, te asusta, te acosa, te condena, te castiga, te engaña, no escucha tus oraciones ni te da bendiciones ni promesas, como la que Zacarías y su esposa Elisabet recibirían de parte del Dios verdadero. Un ejemplo más:
(Lucas 2:8Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. {9} Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. {10} Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: {11} que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.
Lo mismo sucedió con los pastores, la Biblia dice que cuando se les presentó el ángel del Señor, y la gloria de Dios los rodeó de resplandor; tuvieron gran temor. ¿No tendrías tú temor de algo nunca antes visto? Esto no era algo que sucediera todos los días, y en este caso fue algo único, porque solamente una vez se dieron esas buenas nuevas de gran gozo. Pero ¿qué les dijo el ángel a los pastores? “¡No temáis!” No es Dios el que hace que la gente tenga miedo, por el contrario, él siempre nos anima y nos conforta con su frase favorita: “¡no temas!”, y nos trae buenas nuevas de gran gozo.
Veamos el último ejemplo:
(Juan 20:18) Fue entonces María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de que había visto al Señor, y que él le había dicho estas cosas. {19} Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros. {20} Y cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor. {21} Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. {22} Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo.
Los discípulos estaban tras puertas cerradas por temor de los judíos, y cuando María llegó a decirles que Jesús había resucitado, simplemente no le creyeron. Después de eso, el mismo Jesús se les apareció, pero no los condenó, ni los acusó de incrédulos y de miedosos; por el contrario, les dijo: "Paz a vosotros", y no solo una vez, ¡dos veces! Al final del versículo 19, y lo dice otra vez en el versículo 21. Cuando una palabra o frase es repetida dos veces en un pasaje, significa que eso que se menciona queda establecido, que es algo firme de parte de Dios, como cuando el faraón de Egipto tuvo el sueño de las vacas flacas y las espigas, en los tiempos de José.
“Paz a vosotros” no es una simple frase, es lo que Dios estableció para su gente, porque Dios es el Dios de la paz. Jesús también le dio a los apóstoles la maravillosa promesa de parte de Dios, de que recibirían el “don” del espíritu santo, y les instruyó a que se preparan para recibirlo. Una maravillosa realidad que está disponible recibir en nuestras vidas hoy.
El miedo es arena en la maquinaria de la vida, y no podemos permitirnos tener miedo de nada, porque si Dios es con nosotros ¿quién contra nosotros? Por eso, tampoco debemos predicar acerca de un Dios temible. ¿Cómo va la gente a amar a Dios si le temen? Por el contrario debemos predicar a un Dios de amor. Claro que nosotros somos las criaturas y Dios es el creador, y él puede hacer con su creación lo que le plazca, pero no es temor lo que él quiere inspirar en nuestras vidas, ni quiere que lo obedezcamos por miedo a desatar su ira. El quiere que le obedezcamos porque le amamos, lo respetamos, y lo veneramos, con toda humildad y mansedumbre.
Mira lo que Dios promete.
(Salmo 37:1) No te impacientes a causa de los malignos, Ni tengas envidia de los que hacen iniquidad. {2} Porque como hierba serán pronto cortados, Y como la hierba verde se secarán. {3} Confía en Jehová, y haz el bien; Y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad. {4} Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones de tu corazón. {5} Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará.
Encomendar a Dios nuestros caminos y confiar en él nos hace fuertes, no el confiar en nosotros mismos, sino en nuestro Padre celestial, cuya naturaleza es ser amoroso, cariñoso y fiel.
(Salmo 18:2) Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; Mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio. {3} Invocaré a Jehová, quien es digno de ser alabado, Y seré salvo de mis enemigos. {4} Me rodearon ligaduras de muerte, Y torrentes de perversidad me atemorizaron. {5} Ligaduras del Seol me rodearon, Me tendieron lazos de muerte. {6} En mi angustia invoqué a Jehová, Y clamé a mi Dios. El oyó mi voz desde su templo, Y mi clamor llegó delante de él, a sus oídos.
Dios siempre escucha cuando clamamos por ayuda, no debemos creer todo lo que vemos y todo lo que oímos de los demás, pues la Biblia dice que vivimos en una generación maligna y perversa. Debemos poner nuestra confianza en Dios, y él tomará cuidado de nosotros. Por supuesto que no todo será color de rosa, Dios no promete eso en su Palabra, no en vano existe el adversario, recuerda que él actúa en secreto, tratando de convencer a la gente que él no existe, para que culpemos a Dios por todo.
(1 Pedro 5:8) Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; {9} al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo. {10} Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. {11} A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.
¿Por qué habla aquí de padecimientos? ¿Por qué debemos ser sobrios y velar? ¡Porque nuestro adversario el diablo anda como león rugiente buscando a quien devorar! Pero también dice que el Dios de toda gracia, es quien nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayamos padecido un poco, porque en la vida no todo es risas y alegría, también hay sufrimientos, pero no vienen de parte de Dios. Y dice también que es Dios quien nos perfecciona, nos afirma, nos fortalece y establece. Precisamente, para sobrepasar esos padecimientos y resistir a los ataques del adversario al mantenernos firmes en la fe. ¿Crees tú, que un Dios al que debemos temer, haría todo eso por ti y por mí? ¡A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos!
(1 Pedro 4:12) Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, {13} sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría. {14} Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, de parte de ellos, él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado. {15} Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno; {16} pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello. {17} Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios? {18} Y: Si el justo con dificultad se salva, ¿En dónde aparecerá el impío y el pecador? {19} De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien.
La voluntad de Dios es que a pesar de todo hagamos el bien, aunque seamos acusados injustamente, y padezcamos diferentes pruebas, y eso no debería extrañarnos conociendo la existencia del adversario, porque él es el tentador, no Dios, Dios nos ayuda a sobrepasar cualquier tentación.
(1 Corintios 10:13) No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.
(Santiago 1:12) Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman. {13} Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; {14} sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. {15} Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.
Estos versículos derrumban los argumentos de aquellos que proclaman que Dios castiga, que es él quien nos pone pruebas y manda sufrimientos. ¿A qué padre se le ocurre poner a prueba y hacer padecer a sus hijos? Ciertamente no a nuestro padre celestial, solo recuerden quién fue el que tentó a Eva, a nuestro señor Jesucristo, y continúa tentando a todos los creyentes cristianos, el gran acusador.
(1 Pedro 4:13) sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría. {14} Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, de parte de ellos, él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado. {15} Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno; {16} pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello. {17} Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios? {18} Y: Si el justo con dificultad se salva, ¿En dónde aparecerá el impío y el pecador? {19} De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien.
La Palabra de Dios también nos enseña que debemos gozarnos por cuanto participamos de los padecimientos de Jesucristo, al ser vituperados por su nombre, padecimiento que no se compara en nada a lo que Cristo sufrió, y que somos bienaventurados porque el espíritu de Dios reposa sobre nosotros, cuidando de nosotros todo el tiempo, como cuando un padre amoroso vigila a sus hijos viéndolos jugar en el parque. La voluntad de Dios no es que padezcamos sino que a pesar de ello, hagamos su Palabra, nos mantengamos firmes y fieles, y hagamos el bien, aunque otros nos acusen injustamente. Nuestro Padre Celestial no es un ogro, no es un Dios del que tenemos que huir y escondernos porque sea temible, y no debemos promover el miedo hacia él.
Quiero exhortarlos a estudiar la Palabra de Dios y a no creer todo lo que vemos, oímos, o leemos en los diarios, la radio, la televisión y la internet. El mundo está lleno de temor y lo promueve, nosotros los creyentes cristianos debemos estar llenos de amor y no creer ni temer lo que ellos temen.
(Colosenses 3:16) La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales. {17} Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
¡Tú no irías con cánticos alegres ante un Dios temible, pero ante nuestro Padre Celestial debemos cantar con alegría y ser agradecidos porque él es el Dios de la gracia!
(Colosenses 312) Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia {13} soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. {14} Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. {15} Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.
Tú no vivirías en paz ante un Dios temible, pero Dios nuestro señor no solo es el Dios de paz, sino de amor y de perdón; y nos exhorta a amarnos, a soportarnos y a perdonarnos unos a otros con humildad y mansedumbre.
Algunos de nosotros, como la gente del Antiguo Testamento, fuimos criados en una cultura que erróneamente enseña acerca de un Dios que condena, juzga y castiga, hasta que renacemos del espíritu de Dios, al confesar a Jesucristo como señor y salvador personal de nuestras vidas, y conocemos al verdadero Dios al estudiar las escrituras.
¡Como creyentes cristianos que vivimos en la era de gracia, es nuestra responsabilidad enseñar a nuestros hijos y enseñar a otros, que nuestro Padre Celestial, el Dios todo poderoso, creador de los cielos y la tierra, el Padre de nuestro señor y salvador Jesucristo, no es un ser al que debemos tener miedo, ni enseñar que el temor proviene de él, sino el amor, la paz, el gozo, la abundancia, la esperanza y la liberación! Debemos estar alertas porque hay muchos que enseñan que debemos temer a Dios en lugar de respetarlo y venerarlo con un corazón humilde y manso. La Biblia misma nos advierte y nos previene contra falsos hermanos.
(1Juan 4:1) Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. {2} En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; {3} y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo. {4} Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo. {5} Ellos son del mundo; por eso hablan del mundo, y el mundo los oye. {6} Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error.
Para concluir, solo unos versículos acerca de lo que nuestro Padre Celestial realmente es:
(1 Juan 3:1) Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. (1 Juan 4:7) Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. {8} El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. {9} En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. (Juan 3:16) Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. {17} Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. {18} El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.
¡Dios los bendiga!
E.S.N.
José E. Rosales.
9/26/2014