La fuente principal de información de este blog es La Biblia. Todas las enseñanzas compartidas aquí, son y serán principalmente basadas en la Biblia Reyna Valera Versión de 1960

En la primera parte de esta enseñanza, vimos que los traductores usaron la palabra “miedo” para describir el sentimiento de Adán y Eva hacia Dios, después de haber desobedecido. Vimos que Adán no necesariamente se escondió de Dios por temor, sino por vergüenza. Vimos que fue el diablo quien introdujo el miedo a la vida de la humanidad, y como se ensañó con Job. Vimos que es él, quien después de tentar a Eva, y a nuestro Señor Jesucristo, es quien continúa tentando, acusando y condenando a todos los creyentes cristianos, engañándolos al hacerles creer, que todo lo bueno y todo lo malo es culpa de Dios. Vimos que Dios nuestro padre celestial no es un Dios del que debemos huir y apartarnos por ser temible, sino que es un Dios de amor, de luz, y que no hay ningunas tinieblas en él.
En esta segunda parte veremos algunos relatos acerca del temor, para determinar si realmente describen a un Dios temible, como algunos “cristianos” tratan de promover.

(Génesis 43:16) Y vio José a Benjamín con ellos, y dijo al mayordomo de su casa: Lleva a casa a esos hombres, y degüella una res y prepárala, pues estos hombres comerán conmigo al mediodía. {17} E hizo el hombre como José dijo, y llevó a los hombres a casa de José. {18} Entonces aquellos hombres tuvieron temor, cuando fueron llevados a casa de José, y decían: Por el dinero que fue devuelto en nuestros costales la primera vez nos han traído aquí, para tendernos lazo, y atacarnos, y tomarnos por siervos a nosotros, y a nuestros asnos. {19} Y se acercaron al mayordomo de la casa de José, y le hablaron a la entrada de la casa. {20} Y dijeron: Ay, señor nuestro, nosotros en realidad de verdad descendimos al principio a comprar alimentos. {21} Y aconteció que cuando llegamos al mesón y abrimos nuestros costales, he aquí el dinero de cada uno estaba en la boca de su costal, nuestro dinero en su justo peso; y lo hemos vuelto a traer con nosotros. {22} Hemos también traído en nuestras manos otro dinero para comprar alimentos; nosotros no sabemos quién haya puesto nuestro dinero en nuestros costales. {23} El les respondió: Paz a vosotros, no temáis; vuestro Dios y el Dios de vuestro padre os dio el tesoro en vuestros costales; yo recibí vuestro dinero. Y sacó a Simeón a ellos. {24} Y llevó aquel varón a los hombres a casa de José; y les dio agua, y lavaron sus pies, y dio de comer a sus asnos.

Los hermanos de José no entendían porqué eran llevados a la casa de José, tenían temor porque pensaban que habían cometido algún error, y trataron de enmendarlo devolviendo el dinero que ellos pensaban, era la causa de tal decisión. No sabían qué es lo que iba a pasar con ellos, pues anteriormente ya habían sido acusados de espías, y habían dejado a Simeón, uno de sus hermanos, preso, hasta que regresaran con Benjamín, el hermano menor de la familia. Para sorpresa de todos ellos, José regresó con Simeón y les respondió: “Paz a vosotros, no temáis.” Así como José respondió a sus hermanos “paz a vosotros, no temáis” ¡Dios no únicamente trae paz a su gente, los bendice aún más allá de lo que ellos esperan, y con una de sus frases favoritas “no temáis”!

(Éxodos 3:2) Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios {2} Y se le apareció el Angel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. {3} Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema. {4} Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. {5} Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es. {6} Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios. {7} Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias, {8} y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo.

La palabra "miedo" aquí, no necesariamente significa que Moisés estaba aterrado; significa que tenía una humilde actitud de profundo respeto y reverencia hacia Dios. Moisés conocía la historia de su pueblo, y tenía conocimiento del santo de Israel, del respeto y la obediencia hacia el todo poderoso. Si Moisés hubiese tenido miedo, ni siquiera se hubiera acercado a la zarza ardiendo, y mucho menos hubiese respondido “heme aquí” cuando oyó la voz del ángel de Jehová. Pero ¿qué fue lo que Dios le dijo a Moisés que haría? : “librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel.”

¡Además de la paz y la abundancia que Dios trae a su gente, trae también liberación! ¿Crees tú que un Dios temible, alguien que inspira temor, haría todo eso? ¡No! ¡Un Dios temible traería terror, dolor, pobreza, cautiverio! Pero no nuestro amoroso Padre celestial. Veamos un ejemplo de los evangelios:

(Lucas 1:8) Aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios según el orden de su clase, {9} conforme a la costumbre del sacerdocio, le tocó en suerte ofrecer el incienso, entrando en el santuario del Señor. {10} Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso. {11} Y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso. {12} Y se turbó Zacarías al verle, y le sobrecogió temor. {13} Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan. {14} Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento;

Zacarías se turbó al grado que le sobrecogió temor, él nunca había visto un ángel de Dios. ¿Cómo reaccionarías tú, si de repente, de la nada, se te apareciera un ángel de Dios? ¿No te asustarías? ¡Yo sí! Pero nuevamente vemos lo que el ángel de Dios le dijo a Zacarías: "¡no temas!" Una de las frases de consuelo favoritas de Dios. Un Dios temible no te da consuelo, ni te dice ¡no temas! Por el contrario, te asusta, te acosa, te condena, te castiga, te engaña, no escucha tus oraciones ni te da bendiciones ni promesas, como la que Zacarías y su esposa Elisabet recibirían de parte del Dios verdadero. Un ejemplo más:

(Lucas 2:8Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. {9} Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. {10} Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: {11} que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.

Lo mismo sucedió con los pastores, la Biblia dice que cuando se les presentó el ángel del Señor, y la gloria de Dios los rodeó de resplandor; tuvieron gran temor. ¿No tendrías tú temor de algo nunca antes visto? Esto no era algo que sucediera todos los días, y en este caso fue algo único, porque solamente una vez se dieron esas buenas nuevas de gran gozo. Pero ¿qué les dijo el ángel a los pastores? “¡No temáis!” No es Dios el que hace que la gente tenga miedo, por el contrario, él siempre nos anima y nos conforta con su frase favorita: “¡no temas!”, y nos trae buenas nuevas de gran gozo. 

Veamos el último ejemplo:

(Juan 20:18) Fue entonces María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de que había visto al Señor, y que él le había dicho estas cosas. {19} Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros. {20} Y cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor. {21} Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. {22} Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo.

Los discípulos estaban tras puertas cerradas por temor de los judíos, y cuando María llegó a decirles que Jesús había resucitado, simplemente no le creyeron. Después de eso, el mismo Jesús se les apareció, pero no los condenó, ni los acusó de incrédulos y de miedosos; por el contrario, les dijo: "Paz a vosotros", y no solo una vez, ¡dos veces! Al final del versículo 19, y lo dice otra vez en el versículo 21. Cuando una palabra o frase es repetida dos veces en un pasaje, significa que eso que se menciona queda establecido, que es algo firme de parte de Dios, como cuando el faraón de Egipto tuvo el sueño de las vacas flacas y las espigas, en los tiempos de José.

“Paz a vosotros” no es una simple frase, es lo que Dios estableció para su gente, porque Dios es el Dios de la paz. Jesús también le dio a los apóstoles la maravillosa promesa de parte de Dios, de que recibirían el “don” del espíritu santo, y les instruyó a que se preparan para recibirlo. Una maravillosa realidad que está disponible recibir en nuestras vidas hoy.

El miedo es arena en la maquinaria de la vida, y no podemos permitirnos tener miedo de nada, porque si Dios es con nosotros ¿quién contra nosotros? Por eso, tampoco debemos predicar acerca de un Dios temible. ¿Cómo va la gente a amar a Dios si le temen? Por el contrario debemos predicar a un Dios de amor. Claro que nosotros somos las criaturas y Dios es el creador, y él puede hacer con su creación lo que le plazca, pero no es temor lo que él quiere inspirar en nuestras vidas, ni quiere que lo obedezcamos por miedo a desatar su ira. El quiere que le obedezcamos porque le amamos, lo respetamos, y lo veneramos, con toda humildad y mansedumbre.

Mira lo que Dios promete.

(Salmo 37:1) No te impacientes a causa de los malignos, Ni tengas envidia de los que hacen iniquidad. {2} Porque como hierba serán pronto cortados, Y como la hierba verde se secarán. {3} Confía en Jehová, y haz el bien; Y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad. {4} Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones de tu corazón. {5} Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará.

Encomendar a Dios nuestros caminos y confiar en él nos hace fuertes, no el confiar en nosotros mismos, sino en nuestro Padre celestial, cuya naturaleza es ser amoroso, cariñoso y fiel.

(Salmo 18:2) Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; Mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio. {3} Invocaré a Jehová, quien es digno de ser alabado, Y seré salvo de mis enemigos. {4} Me rodearon ligaduras de muerte, Y torrentes de perversidad me atemorizaron. {5} Ligaduras del Seol me rodearon, Me tendieron lazos de muerte. {6} En mi angustia invoqué a Jehová, Y clamé a mi Dios. El oyó mi voz desde su templo, Y mi clamor llegó delante de él, a sus oídos.

Dios siempre escucha cuando clamamos por ayuda, no debemos creer todo lo que vemos y todo lo que oímos de los demás, pues la Biblia dice que vivimos en una generación maligna y perversa. Debemos poner nuestra confianza en Dios, y él tomará cuidado de nosotros. Por supuesto que no todo será color de rosa, Dios no promete eso en su Palabra, no en vano existe el adversario, recuerda que él actúa en secreto, tratando de convencer a la gente que él no existe, para que culpemos a Dios por todo.

(1 Pedro 5:8) Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; {9} al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo. {10} Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. {11} A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.

¿Por qué habla aquí de padecimientos? ¿Por qué debemos ser sobrios y velar? ¡Porque nuestro adversario el diablo anda como león rugiente buscando a quien devorar! Pero también dice que el Dios de toda gracia, es quien nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayamos padecido un poco, porque en la vida no todo es risas y alegría, también hay sufrimientos, pero no vienen de parte de Dios. Y dice también que es Dios quien nos perfecciona, nos afirma, nos fortalece y establece. Precisamente, para sobrepasar esos padecimientos y resistir a los ataques del adversario al mantenernos firmes en la fe. ¿Crees tú, que un Dios al que debemos temer, haría todo eso por ti y por mí? ¡A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos!

(1 Pedro 4:12) Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, {13} sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría. {14} Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, de parte de ellos, él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado. {15} Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno; {16} pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello. {17} Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios? {18} Y: Si el justo con dificultad se salva, ¿En dónde aparecerá el impío y el pecador? {19} De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien.

La voluntad de Dios es que a pesar de todo hagamos el bien, aunque seamos acusados injustamente, y padezcamos diferentes pruebas, y eso no debería extrañarnos conociendo la existencia del adversario, porque él es el tentador, no Dios, Dios nos ayuda a sobrepasar cualquier tentación.

(1 Corintios 10:13) No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.

(Santiago 1:12) Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman. {13} Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; {14} sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. {15} Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.

Estos versículos derrumban los argumentos de aquellos que proclaman que Dios castiga, que es él quien nos pone pruebas y manda sufrimientos. ¿A qué padre se le ocurre poner a prueba y hacer padecer a sus hijos? Ciertamente no a nuestro padre celestial, solo recuerden quién fue el que tentó a Eva, a nuestro señor Jesucristo, y continúa tentando a todos los creyentes cristianos, el gran acusador.

(1 Pedro 4:13) sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría. {14} Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, de parte de ellos, él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado. {15} Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno; {16} pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello. {17} Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios? {18} Y: Si el justo con dificultad se salva, ¿En dónde aparecerá el impío y el pecador? {19} De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien.

La Palabra de Dios también nos enseña que debemos gozarnos por cuanto participamos de los padecimientos de Jesucristo, al ser vituperados por su nombre, padecimiento que no se compara en nada a lo que Cristo sufrió, y que somos bienaventurados porque el espíritu de Dios reposa sobre nosotros, cuidando de nosotros todo el tiempo, como cuando un padre amoroso vigila a sus hijos viéndolos jugar en el parque. La voluntad de Dios no es que padezcamos sino que a pesar de ello, hagamos su Palabra, nos mantengamos firmes y fieles, y hagamos el bien, aunque otros nos acusen injustamente. Nuestro Padre Celestial no es un ogro, no es un Dios del que tenemos que huir y escondernos porque sea temible, y no debemos promover el miedo hacia él.

Quiero exhortarlos a estudiar la Palabra de Dios y a no creer todo lo que vemos, oímos, o leemos en los diarios, la radio, la televisión y la internet. El mundo está lleno de temor y lo promueve, nosotros los creyentes cristianos debemos estar llenos de amor y no creer ni temer lo que ellos temen.

(Colosenses 3:16) La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales. {17} Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.

¡Tú no irías con cánticos alegres ante un Dios temible, pero ante nuestro Padre Celestial debemos cantar con alegría y ser agradecidos porque él es el Dios de la gracia!

(Colosenses 312) Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia {13} soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. {14} Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. {15} Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.

Tú no vivirías en paz ante un Dios temible, pero Dios nuestro señor no solo es el Dios de paz, sino de amor y de perdón; y nos exhorta a amarnos, a soportarnos y a perdonarnos unos a otros con humildad y mansedumbre.

Algunos de nosotros, como la gente del Antiguo Testamento, fuimos criados en una cultura que erróneamente enseña acerca de un Dios que condena, juzga y castiga, hasta que renacemos del espíritu de Dios, al confesar a Jesucristo como señor y salvador personal de nuestras vidas, y conocemos al verdadero Dios al estudiar las escrituras.

¡Como creyentes cristianos que vivimos en la era de gracia, es nuestra responsabilidad enseñar a nuestros hijos y enseñar a otros, que nuestro Padre Celestial, el Dios todo poderoso, creador de los cielos y la tierra, el Padre de nuestro señor y salvador Jesucristo, no es un ser al que debemos tener miedo, ni enseñar que el temor proviene de él, sino el amor, la paz, el gozo, la abundancia, la esperanza y la liberación! Debemos estar alertas porque hay muchos que enseñan que debemos temer a Dios en lugar de respetarlo y venerarlo con un corazón humilde y manso. La Biblia misma nos advierte y nos previene contra falsos hermanos.

(1Juan 4:1) Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. {2} En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; {3} y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo. {4} Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo. {5} Ellos son del mundo; por eso hablan del mundo, y el mundo los oye. {6} Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error.

Para concluir, solo unos versículos acerca de lo que nuestro Padre Celestial realmente es:

(1 Juan 3:1) Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. (1 Juan 4:7) Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. {8} El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. {9} En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. (Juan 3:16) Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. {17} Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. {18} El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.

¡Dios los bendiga!

E.S.N.

José E. Rosales.

9/26/2014
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En 1 Timoteo, Pablo encargó a Timoteo a tomar cuidado de la iglesia en Éfeso, ellos tenían ciertos problemas acerca de diferentes doctrinas que algunos miembros de la iglesia trataban de introducir y de enseñar a los creyentes de esa congregación. Pablo también instruyó a Timoteo con respecto a la oración.

(1 Timoteo 2:1) Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; (2) por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. (3) Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, (4) el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. (5) Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre,

En el texto Griego la frase “ante todo” es “primeramente”; indicando que: “Primeramente”, o “ante todo”, antes que cualquier otra cosa, debemos orar por “todos los hombres”. ¡Porque la voluntad de Dios es que “todos los hombres” sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad!

El versículo 1 está repleto de oración. La palabra "exhortar" es la palabra griega parakaléo; que significa: hacer un llamado (a modo de exhortación, de súplica, de confort, o de instrucción).

La palabra "rogativas" es la palabra griega déesis; que significa: una petición para un objetivo especial, teniendo en cuenta nuestra necesidad más que a la suficiencia de Dios para suplirla; resaltando la necesidad personal. En griego bizantino fue utilizada como una petición por escrito.

La palabra "oraciónes" es la palabra griega proseucé; que significa: oración ferviente. En el N.T. se restringe a la oración ofrecida a Dios teniendo en cuenta su poder, y dando protagonismo a la devoción personal.

La palabra "peticiones" es la palabra griega énteuxis; que significa: Confiar acceso a Dios, dando protagonismo a la confianza, como la de un niño en la oración.

La frase "acciones de gracias" es la palabra griega  eucaristía.

Hoy quiero compartir acerca de eucaristía, porque es el ingrediente principal cuando exhortamos, hacemos rogativas, peticiones, u oramos a Dios, en cualquiera de sus formas, dando acción de gracias.

Eucaristía significa: gratitud; es un acto de lenguaje de agradecimiento a Dios, como un acto de adoración; y junto con eucaristéo, estas dos palabras se utilizan varias veces en el Nuevo Testamento y se traducen principalmente como “dar gracias, gratitud, agradecimiento”.

Hay un versículo que explica claramente lo que eucaristía verdaderamente significa.

(Salmo 100:1) Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra. {2} Servid a Jehová con alegría; Venid ante su presencia con regocijo. {3} Reconoced que Jehová es Dios; El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado. {4} Entrad por sus puertas con acción de gracias, Por sus atrios con alabanza; Alabadle, bendecid su nombre. {5} Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia, Y su verdad por todas las generaciones.

¿Cuando oramos, no es eso lo que hacemos? ¿Ir ante el trono de Dios y pedir ayuda? ¡Pues así es como Dios quiere que entremos por sus puertas, con acción de gracias, que andemos por sus atrios con himnos de alabanza, que seamos agradecidos ante él, y bendigamos su santo nombre!

¡Esto es lo que eucaristía realmente significa, en toda la extensión de la palabra!

Ahora la frase "acción de gracias" del Salmo 100, es la palabra hebrea towdah; que significa: extender  las manos, implicando una confesión, que es una declaración abierta y pública de la adoración o alabanza, también significa dar gracias.

La palabra traducida "alabadle" es la palabra hebrea yadah; literalmente significa: lanzar las manos hacia afuera o a la distancia; específicamente significa, venerar o adorar con las manos extendidas, también significa, ser agradecidos.

Eso es exactamente lo que la gente en los países del medio Oriente hace, ellos adoran a Dios con sus manos extendidas, o elevan sus manos al venerar o adorar a Dios. Para los que piensan que la Biblia es un libro arcaico y obsoleto, que salmos es parte del antiguo testamento, y que no aplica a los creyentes cristianos, quiero que lean nuevamente el versículo 5 del salmo 100 que dice: “Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia, Y su verdad por todas las generaciones”. La misericordia de Dios es para siempre, no tiene fecha de caducidad, y su verdad no es solamente para los que vivieron en los tiempos antiguos. ¡Nosotros somos parte de una generación privilegiada en la era de gracia, y aunque no se nos pida específicamente que extendamos o levantemos nuestras manos, que nos arrodillemos, o nos postremos para orar, si se nos pide que seamos agradecidos!

(Romanos 1:8) Primeramente doy gracias a mi Dios mediante Jesucristo con respecto a todos vosotros, de que vuestra fe se divulga por todo el mundo.

Lo primero que Pablo hace aquí es dar gracias a Dios por todos los creyentes en Roma y por el movimiento de la Palabra de Dios por todo el mundo. ¡Lo primero que nosotros siempre deberíamos hacer, aún antes de poner nuestros pies sobre el suelo cuando nos levantamos cada mañana, es dar gracias a Dios, y orar, no solo por nosotros, nuestras familias y nuestra congregación, sino como Pablo encargó a Timoteo, por todos los hombres, y por el movimiento de la Palabra de Dios por todo el mundo

Vean el versículo 16.

(Romanos 1:16)  Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego {17} Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá. {18} Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; {19} porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. {20} Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. {21} Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. {22} Profesando ser sabios, se hicieron necios.

Dios no quiere que seamos necios, estos versículos nos muestran que cuando nos envanecemos en nuestros razonamientos, no somos agradecidos, y la vanidad es hijastra del orgullo, una de las cosas que Dios más aborrece. Dios quiere que seamos agradecidos, humildes, mansos y amorosos.

Veamos algunos relatos que nos muestran las diferentes razones por las que podemos ser o no, agradecidos ante Dios.

(Mateo 18:21) Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? {22} Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.  {23} Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos. {24} Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos {25} A éste, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda. {26} Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. {27} El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda. {28} Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes. {29} Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. {30} Mas él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda. {31} Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado. {32} Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. {33} ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti? {34} Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía.  {35} Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.

Primero que nada, Jesús le dijo a Pedro que no solo debíamos perdonar a nuestros hermanos siete veces siete por sus ofensas, sino, setenta veces siete. ¿En la parábola que Jesús le compartió a Pedro como ejemplo, no debería el primer siervo haber perdonado la deuda a su consiervo, como le fue perdonada a él?

Cuando nosotros no perdonamos las ofensas de nuestros hermanos y hermanas en Cristo, y de los demás, ¡no somos agradecidos!

(Lucas 7:36)  Uno de los fariseos rogó a Jesús que comiese con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se sentó a la mesa. {37} Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; {38} y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume. {39} Cuando vio esto el fariseo que le había convidado, dijo para sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora. {40} Entonces respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y él le dijo: Di, Maestro. {41} Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; {42} y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de ellos le amará más? {43} Respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquel a quien perdonó más. Y él le dijo: Rectamente has juzgado. {4}

Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos. {45} No me diste beso; mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. {46} No ungiste mi cabeza con aceite; mas ésta ha ungido con perfume mis pies. {47} Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama. {48} Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados. {49} Y los que estaban juntamente sentados a la mesa, comenzaron a decir entre sí: ¿Quién es éste, que también perdona pecados? {50} Pero él dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, vé en paz.

Aquí también vemos un relato de amor y de perdón. Pero algunas cosas que tenemos que entender, es que no debemos ser tan dados a murmurar, a criticar, y a juzgar, como Simón lo estaba haciendo, no solo con la mujer, sino también con el hijo de Dios. Otra de las cosas que Jesús le hizo ver a Simón fue su falta de hospitalidad, de cortesía, y de atención, pues él no recibió en su casa a Jesús con un beso, ni le dio agua para enjuagar sus pies, como se supone era la costumbre al recibir a los visitantes, ni le ungió la cabeza con aceite.

¡Cuando murmuramos, criticamos o juzgamos a los demás no somos agradecidos!

¡ Cuando nosotros no somos hospitalarios, ni tomamos cuidado de nuestros hermanos y hermanas en Cristo, no somos agradecidos!

(Lucas 17: 11-19)  Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. {12} Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos {13} y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! {14} Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados. {15} Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz, {16} y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano. {17} Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? {18} ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero? {19} Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado.

Cuando  hemos necesitado  ayuda, y la hemos recibido tanto de creyentes como de incrédulos, ¿cuántas veces se nos ha olvidado, o simplemente no hemos tenido la amabilidad de dar las gracias? En este relato, solamente uno de los diez que fueron sanados glorificó a Dios a gran voz, y vino a Jesús a darle las gracias, y era samaritano. Cuando a veces nosotros como cristianos ayudamos a alguien, creyente o no, y a sucedido, que el que regresa a dar las gracias, verbalmente, o con una tarjeta de agradecimiento, es el incrédulo, porque a nuestros hermanos en Cristo simplemente se les olvida.

¡Cuando no somos capaces de agradecer a otros por su ayuda, o a nuestros hermanos en Cristo por sus oraciones,  no somos agradecidos delante de Dios!

(Lucas 18: 10-14)  Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. {11} El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; {12} ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. {13} Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. {14} Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido. Cuando exaltamos a nosotros mismos no somos agradecidos.

¡Cuando nos exaltamos nosotros mismos por encima de los demás, cuando no somos humildes, no somos agradecidos!

(1 Samuel 1: 24-28)  Aconteció que al cumplirse el tiempo, después de haber concebido Ana, dio a luz un hijo, y le puso por nombre Samuel, diciendo: Por cuanto lo pedí a Jehová. {21} Después subió el varón Elcana con toda su familia, para ofrecer a Jehová el sacrificio acostumbrado y su voto. {22} Pero Ana no subió, sino dijo a su marido: Yo no subiré hasta que el niño sea destetado, para que lo lleve y sea presentado delante de Jehová, y se quede allá para siempre. {23} Y Elcana su marido le respondió: Haz lo que bien te parezca; quédate hasta que lo destetes; solamente que cumpla Jehová su palabra. Y se quedó la mujer, y crió a su hijo hasta que lo destetó. {24} Después que lo hubo destetado, lo llevó consigo, con tres becerros, un efa de harina, y una vasija de vino, y lo trajo a la casa de Jehová en Silo; y el niño era pequeño. {25} Y matando el becerro, trajeron el niño a Elí. {26} Y ella dijo: ¡Oh, señor mío! Vive tu alma, señor mío, yo soy aquella mujer que estuvo aquí junto a ti orando a Jehová. {27}
Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí. {28} Yo, pues, lo dedico también a Jehová; todos los días que viva, será de Jehová. Y adoró allí a Jehová.

Muchos conocemos la historia de Ana, de su enorme pena al no poder concebir un hijo durante muchos años. Aquí leemos que Dios escuchó sus oraciones, y Ana concibió al hijo por el que oró con tanto fervor, pero ella fue capaz de devolver a su hijo, dedicándolo a Dios todos los días de su vida.

(1Samuel  2:1) Y Ana oró y dijo: Mi corazón se regocija en Jehová, Mi poder se exalta en Jehová; Mi boca se ensanchó sobre mis enemigos, Por cuanto me alegré en tu salvación. {2} No hay santo como Jehová; Porque no hay ninguno fuera de ti, Y no hay refugio como el Dios nuestro. {3} No multipliquéis palabras de grandeza y altanería; Cesen las palabras arrogantes de vuestra boca; Porque el Dios de todo saber es Jehová, Y a él toca el pesar las acciones.

De este relato podemos saber, que Dios siempre escucha, y siempre responde a nuestras oraciones, que necesitamos a prender a dar, así como Ana, y que debemos aprender a controlar nuestra lengua, para que no se multipliquen las palabra de grandeza y altanería, y cese la arrogancia, porque Dios no solo toma en cuenta lo que decimos, sino lo que realmente hacemos.

¡Cuando no reconocemos la capacidad ni la voluntad de Dios para oír y responder a nuestras oraciones, no somos agradecidos! ¡Cuando no damos o compartimos de lo que Dios nos abunda en nuestras vidas, no somos agradecidos! ¡Cuando llenamos nuestra boca de grandeza, altanería, y arrogancia, no somos agradecidos!

Cuando estamos molestos con los demás, incluso enojados con nosotros mismos, no estamos siendo agradecidos. Cuando estamos cansados de orar porque parece que nuestras oraciones  están tomando demasiado tiempo para ser respondidas, no estamos siendo agradecidos. Cuando nos da pereza leer la Biblia, no estamos siendo agradecidos, Cuando no estamos compartiendo de nuestra abundancia, no estamos siendo agradecidos. Cuando no andamos como es digno de la vocación con que fuimos llamados, no estamos siendo agradecidos. Cuando murmuramos, viendo las fallas de los demás, no estamos siendo agradecidos. Incluso cuando por cualquier razón nos condenamos a nosotros mismos, no estamos siendo agradecidos.

Un ejemplo muy simple y quizás muy tonto es el de un perrito, un perrito es siempre agradecido y siempre fiel, el agradecimiento y la fidelidad van de la mano. Un perrito te sigue por toda la casa, si vas al baño, a la cocina, al patio, a cualquier parte de la casa. Sin importar lo mal que alguna vez lo trates, el perrito regresará a ti, si le das de comer o no, si lo abraza o no, hasta si lo pateas, aún así volverá  a ti.

Nosotros no somos perritos, ni Dios nos maltrata ni nos atormenta, nosotros podemos pensar y entender mucho mejor que un perrito, aunque ser agradecido no es sólo decir que lo somos, es manifestarlo, haciendo todo lo que Dios nuestro Padre espera que nosotros hagamos, ¡su voluntad!

(Col. 3:12) Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia {13} soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. {14} Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. {15} Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. {16} La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales. {17} Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.

Mi exhortación es nunca olvidar quienes somos, y que debemos hacer la voluntad de Dios en lugar de la nuestra. Somos hijos e hijas de Dios con todo poder desde lo alto; tenemos que renovar nuestras mentes continuamente, cuidarnos y soportarnos unos a otros, en amor, debemos perdonar, y cubrir las faltas de otros creyentes en lugar de magnificarlas, debemos compartir de nuestra abundancia; debemos leer la Biblia y orar en todo momento, entender que Dios es nuestra suficiencia y que Jesucristo ya lo hizo todo por nosotros, para que podamos vivir la vida abundante, y tener todas nuestras necesidades suplidas tan solo por ser agradecidos

¡Nunca debemos olvidar que lo que somos, y lo que tenemos se lo debemos a Dios nuestro creador,  y a él es a quien debemos total gratitud!

Así como el Salmo 100 dice y describe lo que realmente euscaristía es:

Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra. Servid a Jehová con alegría; Reconoced que Jehová es Dios; El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado. Entrad por sus puertas con acción de gracias, Por sus atrios con alabanza; Alabadle [ser agradecidos], y bendecid su nombre.” 

¡Dios los bendiga!

E.S.N.

J.E.R.S.

9-07-2014

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Hoy quiero compartir acerca del “temor”. Por un lado, es algo que la mayoría de los medios de comunicación promueven cada día, en la radio, la televisión, los periódicos, y sobre todo en la internet, que con los avances modernos de la tecnología, minuto a minuto bombardean al mundo con “malas noticias” porque: “es lo que vende” (según dicen). Más del 90% de los encabezados son “malas noticias”, cuando algo bueno pasa, rara vez lo imprimen en la primera plana. Por otro lado, algunos grupos “cristianos” usan el “temor” para llevar adeptos a sus denominaciones, exigiendo a la gente que se arrepientan, o sufrirán las consecuencias en el día del juicio final, donde ellos dicen: “será el lloro y el crujir de dientes”, promoviendo la idea de un Dios temible, que castiga, juzga, y condena. Hoy veremos la primera de dos partes referentes al tema del temor. El diccionario define el “temor” como:

 a) "Una fuerte emoción, a menudo desagradable, causada por la expectativa o la conciencia de peligro."

 b) "Recelo de un daño futuro."

 c) " Una humilde actitud de profundo respeto o reverencia, específicamente, hacia Dios."
Si analizamos cada una de estas definiciones, yo no pienso que Dios nos produzca una fuerte y desagradable emoción, y mucho menos desarrolle en nuestras conciencias la idea de que Dios represente algún peligro para nuestras vidas. Tampoco pienso que Dios nos produzca cierto recelo por algún daño que él nos pueda causar en el futuro, y con respecto a la última definición, si determinamos que una actitud humilde, de profundo respeto y reverencia significan miedo o temor, entonces no solo debemos temer a Dios, sino a nuestros padres, a nuestros jefes en el trabajo, a nuestros pastores o ministros en la iglesia, a nuestros mayores, a nuestras autoridades y leyes, y a cualquier personaje de mayor jerarquía que nosotros, porque como creyentes cristianos, un andar digno es un andar humilde y respetuoso hacia los demás, por supuesto que la reverencia solo se la debemos dar a nuestro padre celestial. Ve al libro de Génesis para ver cuándo es que el “temor” entró a la vida de los hombres.

 (Génesis 3: 6) Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. {7} Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales. {8} Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. {9} Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? {10} Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.

Esta es la primera vez que la palabra “miedo” es mencionada en la mayoría de las versiones Bíblicas. Proviene de la palabra hebrea yaré, que es traducida como: miedo, temor, reverencia. Obviamente los traductores escogieron la palabra miedo, aunque pudieron haber escogido “respeto o reverencia,” porque a nuestro padre celestial no debemos tenerle miedo, debemos respetarlo y venerarlo.

Algo realmente interesante es que en la Biblia Lamsa, la palabra “miedo” ni siquiera aparece: 

(Génesis 3:10) Y él respondió, escuché tu voz en el jardín, y cuando vi que estaba desnudo, me escondí.” (Biblia Lamsa)

Esta versión tiene más sentido para mí, aquí dice que Adán mismo dijo que se escondió porque estaba desnudo, no porque tenía miedo. Antes de desobedecer a Dios, Adán y Eva estaban desnudos y no se avergonzaban, ¿pero qué sucedió después que desobedecieron a Dios?

(Génesis 3:7) Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.

Se hicieron delantales de hojas de higuera para cubrirse, obviamente al descubrir que estaban desnudos, ahora sentían vergüenza uno del otro, a tal grado, que Adán mismo se escondió de Dios, pero no por temor, sino por vergüenza.

La Biblia Lamsa es una herramienta muy útil para estudiar las escrituras, desafortunadamente, no todo mundo tiene una a la mano, y como todas las demás versiones contienen la palabra “miedo”, se nos ha enseñado a creer que Adán tuvo temor a Dios, porque en el versículo 10, Adán expresa la aparente razón de su “miedo”, dice: “… y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.”

Adán ni siquiera mencionó el hecho de haber desobedecido una orden dada directamente a él de parte de Dios quien le dijo: “…de todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.”

 Es por esto que digo que Adán que no tenía miedo a Dios; porque aunque había desobedecido a Dios, no estaba tratando de disculparse, ni de enmendar su error, ni asumiendo la responsabilidad de haber cometido tal error, estaba tratando de evitar cualquier responsabilidad culpando a Eva.

 (Génesis 3:11) Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses? {12} Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.

¡La mujer que me diste! Dijo Adán, directamente culpando a Eva, e indirectamente responsabilizando a Dios, porque, él le dio a la mujer. Y Eva viendo su ejemplo, intenta hacer lo mismo culpando a la serpiente.

(Génesis 3:3) Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí. {14} Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. {15} Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.

El miedo llegó a la vida de los hombres por causa de Satanás, no fue Dios quien introdujo el temor en la vida del hombre, sino, el adversario. Lo que Adán y Eva sentían por Dios no era temor, sino un profundo respeto y reverencia, algo que ambos ignoraron, cuando decidieron hacer caso a la influencia ejercida por el diablo mismo, personificado en la serpiente. La serpiente engañó a Eva y ella engaño a Adán, al punto de convencerlo de desobedecer a Dios.

Existe la creencia de que los bebés tienen miedo a los sonidos fuertes, porque lloran cuando están dormidos y oyen sonidos fuertes, pero un bebé no sabe más que llorar para obtener lo que necesita, atención y cuidado. Cualquier adulto también se sobresaltaría, y hasta se molestaría si estuviese dormido y alguien le hiciera sonidos fuertes para despertarlo. También se cree que los bebés tienen miedo a caer, pero eso es algo que cualquier adulto también temería. Los bebés, realmente, no tienen temor alguno, ellos ni siquiera entienden lo que eso significa, un ejemplo de ello es cuando tratan de tocar la flama de una vela, la brillante y ondulante flama les llama la atención, pero ellos no temen quemarse la mano, simplemente no saben lo que hacen. Lamentablemente, el miedo es inculcado a los hijos, por sus propios padres, hermanos mayores, o familiares, con el propósito de forzarlos a obedecer.

También existe la creencia de que los adultos, tenemos miedo a cometer errores, miedo a lo desconocido, y muchos, tienen miedo a la muerte. Adán tenía ahora esos temores, sabía que había cometido un error al desobedecer a Dios, tenía miedo de lo que iba a pasar, y aunque la muerte era algo aún desconocido para él, tenía miedo de morir.

Dios confrontó a Adán y Eva, como lo mencionan los versículos del 14 al 19. Y siendo Dios un Dios justo, arreglo todo para que la redención de los hombres fuera posible, y tuvo que expulsar a Adán y Eva del Jardín del Edén, para evitar que comieran del fruto del árbol de la vida y vivieran en pecado para siempre, sin la posibilidad de ser redimidos. El versículo 15 de Génesis 3 es prácticamente la primera profecía acerca de la venida del mesías.

 Dios ha sido injustamente acusado de ser un Dios temible, aunque ciertamente lo es para con los malvados, porque Dios aborrece el mal. En la mayoría de los relatos del antiguo testamento, la furia de Dios se deja ver contra los rebeldes, los desobedientes, los orgullosos, los vanidosos, los altivos, los mentirosos, los impíos, los injustos, los codiciosos, los malvados, y los incrédulos.

La frase “La ira de Dios” solamente aparece 10 veces en toda la Biblia, 5 veces en el libro de Apocalipsis, cuando su ira se desatará en contra de su archienemigo el diablo; una vez en Efesios, donde se refiere a los engañadores y a los desobedientes; una vez en Juan, refiriéndose a los que no creen en el hijo de Dios; una vez en romanos, donde se refiere a los impíos, y a los injustos, aquellos que detienen la verdad; una vez en Colosenses, donde menciona a los fornicarios, los impuros, los avaros, los idólatras, a todos aquellos que son dominados por sus deseos y sus pasiones desordenadas y los desobedientes; y una sola vez en Salmos, donde se refiere a un pueblo rebelde, incrédulo, soberbio y desagradecido.

En el Antiguo Testamento, y aún en los evangelios, culpaban a Dios por todo, por lo bueno y por lo malo, un buen ejemplo de ello es el primer capítulo del libro de Job.

(Job 1:1) Hubo en tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal. {2} Y le nacieron siete hijos y tres hijas. {3} Su hacienda era siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes, quinientas asnas, y muchísimos criados; y era aquel varón más grande que todos los orientales. {4} E iban sus hijos y hacían banquetes en sus casas, cada uno en su día; y enviaban a llamar a sus tres hermanas para que comiesen y bebiesen con ellos. {5} Y acontecía que habiendo pasado en turno los días del convite, Job enviaba y los santificaba, y se levantaba de mañana y ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos. Porque decía Job: Quizá habrán pecado mis hijos, y habrán blasfemado contra Dios en sus corazones. De esta manera hacía todos los días.

Lo que Job hacía todos los días era tratar de justificar a sus hijos delante de Dios, él sabía que sus hijos no respetaban a Dios, y sabiendo él que Dios aborrece el mal, con sus sacrificios diarios trataba de evitar que algo les ocurriera.

(Job 1:6) Un día vinieron a presentarse delante de Jehová los hijos de Dios, entre los cuales vino también Satanás. {7} Y dijo Jehová a Satanás: ¿De dónde vienes? Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: De rodear la tierra y de andar por ella. {8} Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal? {9} Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: ¿Acaso teme Job a Dios de balde? {10} ¿No le has cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto, sus bienes han aumentado sobre la tierra. {11} Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia. {12} Dijo Jehová a Satanás: He aquí, todo lo que tiene está en tu mano; solamente no pongas tu mano sobre él. Y salió Satanás de delante de Jehová.

¿Crees tú que Job tendría “miedo” de quien como dijo Satanás: “ha cercado alrededor a él y a su casa y todo lo que tiene,”? ¿Tendría Job temor de quien bendijo el trabajo de sus manos y había aumentado sus bienes sobre la tierra? Job no temía a Dios, pero mostraba una humilde actitud de profundo respeto y reverencia, lo que fácilmente puede confundirse con “temor”. ¡Job respetaba a Dios sobremanera!

(Job 1:13) Y un día aconteció que sus hijos e hijas comían y bebían vino en casa de su hermano el primogénito, {14} y vino un mensajero a Job, y le dijo: Estaban arando los bueyes, y las asnas paciendo cerca de ellos, {15} y acometieron los sabeos y los tomaron, y mataron a los criados a filo de espada; solamente escapé yo para darte la noticia. {16} Aún estaba éste hablando, cuando vino otro que dijo: Fuego de Dios cayó del cielo, que quemó las ovejas y a los pastores, y los consumió; solamente escapé yo para darte la noticia. {17} Todavía estaba éste hablando, y vino otro que dijo: Los caldeos hicieron tres escuadrones, y arremetieron contra los camellos y se los llevaron, y mataron a los criados a filo de espada; y solamente escapé yo para darte la noticia. {18} Entre tanto que éste hablaba, vino otro que dijo: Tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en casa de su hermano el primogénito; {19} y un gran viento vino del lado del desierto y azotó las cuatro esquinas de la casa, la cual cayó sobre los jóvenes, y murieron; y solamente escapé yo para darte la noticia. {20} Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se postró en tierra y adoró, {21} y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito. {22} En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno.

Job no culpó a Dios por todo lo sucedido, pero dijo “Jehová dio, y Jehová quitó” porque él no sabía que quien realmente le quitó todo lo que poseía, incluso la vida de sus hijos, fue Satanás. ¡Aunque es prerrogativa de Dios hacer lo que él decida hacer con su creación, después de todo él es el creador de todo lo que existe!

(Job 2:1) Aconteció que otro día vinieron los hijos de Dios para presentarse delante de Jehová, y Satanás vino también entre ellos presentándose delante de Jehová. {2} Y dijo Jehová a Satanás: ¿De dónde vienes? Respondió Satanás a Jehová, y dijo: De rodear la tierra, y de andar por ella. {3} Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal, y que todavía retiene su integridad, aun cuando tú me incitaste contra él para que lo arruinara sin causa?

Es verdad que Dios permitió que Satanás arruinara a Job, pero la pérdida de sus posesiones, la vida de sus hijos, ni la sarna maligna que se describen en los siguientes versículos, fueron un castigo o un ataque directo de parte de Dios.

(Job 2:4) Respondiendo Satanás, dijo a Jehová: Piel por piel, todo lo que el hombre tiene dará por su vida. {5} Pero extiende ahora tu mano, y toca su hueso y su carne, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia. {6} Y Jehová dijo a Satanás: He aquí, él está en tu mano; mas guarda su vida. {7} Entonces salió Satanás de la presencia de Jehová, e hirió a Job con una sarna maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza. {8} Y tomaba Job un tiesto para rascarse con él, y estaba sentado en medio de ceniza. {9} Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete. {10} Y él le dijo: Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado. ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios.

Aunque Job responde a su mujer, que así como recibimos de Dios el bien también debemos recibir el mal, el versículo 7 claramente dice quien fue el que hirió a Job con tal enfermedad, aún así, Job nunca culpo a Dios por sus dolencias. En el antiguo testamento la gente no sabía de la existencia de Satanás, por eso es que culpaban a Dios por todo.

Satanás es mencionado una vez en 1 Crónicas, una vez en Salmos, dos veces en Zacarías, y 11 veces en el libro de Job, es precisamente con Job, con quien más se ensañó en el antiguo testamento. En los evangelios vemos que es el diablo quien tentó a Jesús.

(Mateo 4:1) Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. {2} Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. {3} Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. {4} Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. {5} Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, {6} y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, En sus manos te sostendrán, Para que no tropieces con tu pie en piedra. {7} Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios. {8} Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos {9} y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. {10} Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás. {11} El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían.

¡El que tienta, juzga, condena y castiga no es Dios, no a sus hijos, no a los creyentes cristianos, es el diablo! Así como tentó a Eva, y fue capaz de tentar al unigénito de Dios, también es quien tienta, juzga y condena a todos los creyentes cristianos, es el gran acusador, el padre de toda mentira, es él quien hace creer a los demás que toda la culpa es de Dios. A Dios deben temerle los malvados, los impíos, los desobedientes, los rebeldes, los orgullosos, los necios, y los mentirosos. Aquellos que no creen que Jesús es el hijo de Dios, quien vino para deshacer todas las obras del archienemigo de Dios, el diablo.

(1Juan 3:8) El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.

También aquí en 1 Juan, leemos que Dios es amor, luz, y que no hay tinieblas en él. 

(1Juan 4:7) Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios {8} El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. 

(1Juan 1:5) Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él.

¿Qué crees tú? ¿En un Dios temible que te pone a prueba, te juzga, te condena y te castiga? ¿O en un Dios que es amor, que es luz, que es justo, que da liberación, y que no hay ningunas tinieblas en él?

En la segunda parte de este tema, veremos algunos relatos acerca del temor, y determinemos si realmente describen a un Dios que nos inspira un sentimiento de inquietud y miedo, que provoca la necesidad de huir de su presencia, de evitarlo, de rechazarlo, por considerar que pudiera representar un peligro para nuestras vidas.

¡Por el momento, Dios te bendiga!

 E. S. N.

 J.E.R.S.

 9-22-2014
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