En la enseñanza de “La Cruz” concluimos que la cruz que cargó Jesús no era de madera, sino el compromiso de sacrificarse a sí mismo por la humanidad, el no abrir su boca cuando fue acusado, golpeado, humillado, abusado y masacrado, al grado que su rostro no tenía forma humana, el no desear mal a nadie sino por el contrario perdonar y justificar a los que lo torturaron delante de Dios diciendo: “Perdónalos Padre porque no saben lo que hacen.” Concluimos también, que la cruz que nosotros debemos cargar diariamente es: Presentar nuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, como un culto o adoración racional a nuestro Padre Celestial. Comprometiéndonos a amar a Dios con todo nuestro corazón, mente, alma y fuerzas, y a Jesucristo, nuestro Señor y Salvador más que a nuestra familia, nuestras pertenencias, o a nosotros mismos. El amar al prójimo como a uno mismo, y ser obediente, humilde, manso, dador. Teniendo la mente de Cristo, y siendo amorosos, pacientes, perdonadores, santos. La cruz que debemos cargar diariamente es: ¡Rendir nuestras vidas a Dios, a su hijo, y al movimiento de la Palabra de Dios cada día!
En la enseñanza “Logikos” concluimos que la palabra “racional” realmente significa: “espiritual;” por lo que si queremos saber cuál es la buena voluntad de Dios agradable y perfecta, debemos primero transformarnos por medio de la renovación de nuestro entendimiento, y para que nuestro “culto” a Dios sea realmente eficiente, ¡debe ser espiritual!
Hoy quiero enfocarme en la palabra “culto,” y continuar estudiando lo que Romanos 12 quiere que entendamos.
(Romanos 12:1) Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.
La frase griega traducida “…os ruego…” es un sinónimo de orar, y significa: apelar o exhortar, por medio de una súplica o petición personal; es como si Dios mismo nos suplicara, a presentar (exhibir) nuestros cuerpos en sacrificio vivo, lo que debería ser nuestro diario andar con nuestro padre celestial. Déjame mostrarte una traducción expandida de romanos 12:1
“Debido pues a todo lo anterior (capítulo 11) apelo a ti con una súplica personal del Dios de la misericordia, para que exhibas tu cuerpo en sacrificio vivo, puro, libre de culpa y consagrado, completamente aceptable a Dios, lo que es tu “culto,” ministración o servicio espiritual a Dios.”
La palabra “culto” en romanos 12 es la palabra griega latreia, que significa: servicio divino, o ministración a Dios, también significa adorar. Es usada solamente 5 veces en el nuevo testamento incluyendo el uso en Romanos 12:1. Veamos en qué contexto se usa.
(Juan 16:1) Estas cosas os he hablado, para que no tengáis tropiezo. {2} Os expulsarán de las sinagogas; y aun viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio (latreia = culto) a Dios {3} Y harán esto porque no conocen al Padre ni a mí.
Esto prácticamente sucedió desde los inicios de la iglesia cristiana. ¿Recuerdas cuando Esteban fue apedreado, y como Saulo consentía en su muerte cuando asolaba a la iglesia?
Aún poco antes de su conversión, respirando amenazas y muerte, Pablo vino al sumo sacerdote y pidió cartas para las sinagogas de Damasco, lo hizo porque en realidad pensaba que persiguiendo a la iglesia, encarcelando y eliminando a los seguidores de las doctrinas de Cristo, rendía “culto” o servicio a Dios. La verdad es que Pablo no conocía al Padre, ni a Jesús. El siguiente uso de la palabra “culto” se encuentra en Romanos 9.
(Romanos 9:4) que son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto (latreia) y las promesas;
Pablo habla aquí del pueblo de Israel, a quien Dios adoptó, haciéndoles partícipes de su gloria, encomendándoles la promulgación de la ley, el “culto” y las promesas. El “culto” aquí se refiere al servicio o ministración que los sacerdotes, así como el sumo sacerdote, realizaban al celebrar los sacrificios presentados ante Dios por los pecados y transgresiones del pueblo judío. Los siguientes versículos básicamente describen el “culto” que el supremo sacerdote llevaba a cabo.
(Hebreos 9:1) Ahora bien, aun el primer pacto tenía ordenanzas de culto (latreia) y un santuario terrenal. {2} Porque el tabernáculo estaba dispuesto así: en la primera parte, llamada el Lugar Santo, estaban el candelabro, la mesa y los panes de la proposición. {3} Tras el segundo velo estaba la parte del tabernáculo llamada el Lugar Santísimo, {4} el cual tenía un incensario de oro y el arca del pacto cubierta de oro por todas partes, en la que estaba una urna de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que reverdeció, y las tablas del pacto; {5} y sobre ella los querubines de gloria que cubrían el propiciatorio; de las cuales cosas no se puede ahora hablar en detalle. {6} Y así dispuestas estas cosas, en la primera parte del tabernáculo entran los sacerdotes continuamente para cumplir los oficios del culto; {7} pero en la segunda parte, sólo el sumo sacerdote una vez al año, no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo;
El versículo 1 dice que el primer pacto tenía ordenanzas de “culto,” o sea, un estatuto establecido por Dios, como un “decreto de absolución.” “Culto” aquí significa: “servicio divino,” representado por el ofrecimiento de la sangre de toros, palomas y corderos para lavar los pecados del pueblo. El versículo 2 describe la disposición del tabernáculo, la ubicación del lugar santo, el candelabro, la mesa y los panes de la proposición. El versículo 3 describe la ubicación del lugar santísimo, donde estaba un incensario de oro y el arca del pacto que contenía el maná, la vara de Aarón, y las tablas del pacto, sobre la cual querubines de gloría cubrían el propiciatorio, como lo mencionan los versículos 4, y 5. El versículo 6 nos enseña que los sacerdotes entraban únicamente en la primera parte del tabernáculo (lugar santo) para cumplir los oficios del culto que a ellos les correspondía. El versículo 7 nos enseña que solo una vez al año, únicamente el sumo sacerdote podía entrar al lugar santísimo y desparramar la sangre del sacrificio como ofrenda para redimir sus pecados y los del pueblo judío.
El “culto” que los sacerdotes, y el sumo sacerdote llevaban a cabo una vez al año, eran parte del primer pacto que Dios hizo con el pueblo judío, sacrificios de muerte, representados por un pacto de sangre para la absolución de los pecados y las transgresiones de los sacerdotes mismos y del pueblo judío, porque sin sangre no hay absolución. Jesucristo trajo un nuevo pacto para Israel, pero cuando ellos rechazaron al hijo de Dios, el pacto se extendió para el resto de la humanidad.
(Hebreos 8:8) Porque reprendiéndolos dice: He aquí vienen días, dice el Señor, En que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto; {9} No como el pacto que hice con sus padres El día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto; Porque ellos no permanecieron en mi pacto, Y yo me desentendí de ellos, dice el Señor. {10} Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, Y sobre su corazón las escribiré; Y seré a ellos por Dios, Y ellos me serán a mí por pueblo; {11} Y ninguno enseñará a su prójimo, Ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor; Porque todos me conocerán, Desde el menor hasta el mayor de ellos. {12} Porque seré propicio a sus injusticias, Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades. {13} Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer.
Estos versículos nos muestran que el viejo pacto (Antiguo Testamento) perdió su vigencia en cuanto el nuevo pacto entró en acción. En este nuevo pacto no se necesitan sacerdotes que ofrezcan sacrificios de sangre de animales por los pecados de nadie. Jesucristo murió por nosotros y su sangre nos limpió de todo pecado, pasado, presente y futuro. En el versículo 12 Dios mismo dice que nunca más se acordará de nuestros pecados.
(Hebreos 1:1) Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, {2} en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; {3} el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, {4} hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos.
Jesucristo es el hijo de Dios, el heredero de todo lo que Dios representa, él es el resplandor de la gloria de Dios y la imagen misma de su sustancia, quien nos purificó de nuestros pecados ofreciéndose a sí mismo una vez y para siempre, y está sentado a la diestra de Dios.
(Hebreos 7:22) Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto. {23} Y los otros sacerdotes llegaron a ser muchos, debido a que por la muerte no podían continuar; {24} mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable; {25} por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos. {26} Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; {27} que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. {28} Porque la ley constituye sumos sacerdotes a débiles hombres; pero la palabra del juramento, posterior a la ley, al Hijo, hecho perfecto para siempre. Jesucristo es el sacerdote perfecto, con un sacerdocio inmutable que puede salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios y es quien siempre intercede por nosotros.
(Hebreos 4:14) Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. {15} Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. {16} Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
¿Qué más necesitamos? ¡Ya lo tenemos todo! ¿Por qué vivir con temor si no cumplimos con las reglas y leyes establecidas en el pacto antiguo, cuando nunca hemos estados sujetos a la ley del pacto del antiguo testamento? ¿Si ahora somos partícipes de un nuevo pacto y tenemos quien intercede por nosotros siempre? El “culto racional” al que Romanos 12 se refiere, es completamente diferente al “culto” o servicio que los sacerdotes del antiguo testamento realizaban.
En el versículo 11 de Hebreos 8 dice: “porque todos me conocerán.” Cuando conocemos a Dios y su Palabra, aceptamos a Jesucristo su hijo como nuestro señor y salvador personal, y permitimos que su ley se arraigue en nuestras mentes, podemos entender que no necesitamos de nadie más que de Dios. Las ceremonias, los rituales, los altares, los candelabros y todo tipo de artificios que se utilizaban en el Antiguo testamento para ofrendar a Dios, hoy no sirven de nada. Dios no se interesa en cosas materiales ni nada que tenga que ver con los sentidos. Como lo vimos en la enseñanza de “lógikos,” nuestro culto o “servicio” a Dios tiene que ser “racional,” o dicho más de acorde con las escrituras “espiritual,” porque Dios es espíritu y los que le adoran es necesario que le adoren en espíritu y en verdad. Nuestro “culto racional” es nuestro diario andar con Dios, nuestra manera de vivir, de hablar, de trabajar, de conducirnos uno con otros haciendo todo conforme la voluntad de Dios como seres espirituales al ser transformados por medio de la renovación de nuestro entendimiento.
Para entender con un poco de más claridad el enfoque de lo que Dios quiere de nosotros cuando se refiere al “culto” o “servicio divino” que debemos llevar a cabo, quiero ahora hacer una pequeña referencia a otras palabras griegas que también han sido traducidas como “servicio,” “ministrar,” “servir,” “adorar.”
Cuando Jesús fue llevado al desierto por el espíritu para ser tentado por el diablo, este le pidió que le adorase.
(Mateo 4: 9) y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. A lo que Jesús respondió: (Mateo 4:10) Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.
“Adorar y servir” son aquí dos palabras muy importantes que debemos entender.” “Adorar” es la palabra Griega proskuneo; que significa: Hacer reverencia, postrarse en homenaje; pero también significa: besar, como un perro que lame la mano de su amo. “Servirás” es la palabra griega latreuo, que significa: “rendir culto religioso,” “ministrar, servir, adorar.”
Tanto “latreia” como “latreuo” provienen de la raiz griega “latris” que significa: “contratado,” pero están relacionados con rendir culto o servicio a Dios de diversas maneras.
En Mateo 4:9 el diablo quería que Jesús se postrara a sus pies en reverencia a él, que le adorara en homenaje y le besara la mano, como un perro que lame la mano de su amo. Pero Jesús no se ofuscó, ni se sintió herido en su orgullo o agredido como muchos de nosotros reaccionamos cuando alguien nos sugiere algo ofensivo, y nuestro orgullo nos insta a reaccionar en forma agresiva y en ocasiones violenta, ¡no! El actuó como todo creyente cristiano debería reaccionar ante cualquier circunstancia de la vida, ¡declaró la Palabra de Dios! El dijo: “¡Escrito está!: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás;” que gran ejemplo de humildad y mansedumbre. En otras palabras Jesús respondió: “Ante el señor tu Dios harás reverencia y solo a él ministrarás”
Aquí podemos ver el uso de estas dos palabras griegas. Proskuneo, o adorar, no es necesariamente lo mismo que servir o ministrar, y aunque latreuo también significa: adorar, rendir homenaje o reverencia; está más enfocado a servir; como un ministro del señor, que lleva a cabo un oficio o ministerio ante Dios y su gente. Y eso es a lo que Jesús se refiere en su respuesta al diablo, solo a Dios, el creador del cielo y de la tierra debemos rendir homenaje y reverencia, y solo a él debemos rendirle “culto,” servirle o ministrarle. Este “culto,” es el mismo tipo de “servicio” que debemos rendir en romanos 12:1.
(Mateo 4:11) El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían.
Aquí la palabra “servían” es la palabra griega diakoneo; otra palabra que también significa servir o ministrar. Servir es: “Ejercer una actividad, empleo o cargo propio o en lugar de alguien.” Esa es la función de un diácono, servir, desgraciadamente en la iglesia organizada de hoy un diácono piensa que puede ejercer señorío sobre la gente de Dios y en ocasiones ser servido. Un diácono es un servidor o en otras palabras un siervo, que primordialmente debe servir a la gente de Dios, generalmente en una capacidad física, pero también en una capacidad espiritual. El diaconado es una función muy noble que requiere de una genuina vocación, 1 Timoteo describe los requisitos de un diácono, aunque en realidad enlista las características que todo creyente cristiano debería manifestar en su andar con Dios.
(1 Timoteo 3:8) Los diáconos asimismo deben ser honestos, sin doblez, no dados a mucho vino, no codiciosos de ganancias deshonestas; {9} que guarden el misterio de la fe con limpia conciencia. {10} Y éstos también sean sometidos a prueba primero, y entonces ejerzan el diaconado, si son irreprensibles. {11} Las mujeres asimismo sean honestas, no calumniadoras, sino sobrias, fieles en todo. {12} Los diáconos sean maridos de una sola mujer, y que gobiernen bien sus hijos y sus casas. {13} Porque los que ejerzan bien el diaconado, ganan para sí un grado honroso, y mucha confianza en la fe que es en Cristo Jesús.
Volviendo a Jesús y los ángeles que le servían, debemos notar que la palabra “servían” no es latreuo, como si los ángeles tuvieran que rendirle “culto” a Jesús, ese tipo de “culto” o servicio solo se rinde ante el Dios todo poderoso; pero tampoco es proskuneo, como si los ángeles tuvieran que rendir reverencia y postrarse ante él. Jesús mismo dijo al diablo que solo ante Dios el creador debemos hacer reverencia y postrarnos ante él.
¡Los ángeles no le adoraron o sirvieron a Jesús como si él fuera Dios! Pero después de haber pasado 40 días y 40 noches en el desierto y haber sido tentado por el diablo, le ministraron, le confortaron, le fortalecieron, ése es el tipo de servicio que los ángeles dieron a Jesús. Veamos un par de ejemplos más del uso de esta palabra Griega.
(Mateo 8:14) Vino Jesús a casa de Pedro, y vio a la suegra de éste postrada en cama, con fiebre. {15} Y tocó su mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó, y les servía (diakoneo)
(Marcos 15:40) También había algunas mujeres mirando de lejos, entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé, {41} quienes, cuando él estaba en Galilea, le seguían y le servían (diakoneo); y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén.
Tanto la suegra de Pedro como las demás mujeres mencionada en Marcos “sirvieron” a Jesús nuestro señor en una capacidad física; atendiéndolo y tomando cuidado sus necesidades.
(Mateo 20:28) como el Hijo del Hombre no vino para ser servido (diakoneo), sino para servir (diakoneo), y para dar su vida en rescate por muchos.
Aquí podemos ver el ejemplo perfecto de “servir,” porque el hijo del hombre, Jesucristo, no vino a ser servido, sino a servir, y no solo en una capacidad física, sino también espiritual. Así que el servicio al que romanos 12:1 se refiere no solo es en una capacidad física sino también espiritual, porque con nuestro servicio honramos y rendimos culto al Dios todopoderoso.
(Juan 12:26) Si alguno me sirve , sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor (diakonos). Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.
“Servidor” aquí es la palabra griega diácono, refiriéndose a aquellos que desempeñan dicho oficio, pero también se traduce como “”siervo,” refiriéndose a cualquier servidor de Cristo que desempeñe cualquier función en el cuerpo de Cristo, y como sus discípulos o seguidores debemos servir a Jesús nuestro señor y seguir su ejemplo, lo que me recuerda un salmo con una hermosa analogía.
(Salmo 18:33) Quien hace mis pies como de ciervas, Y me hace estar firme sobre mis alturas; La “cabra montés" de las regiones montañosas de Israel, y de varios países del medio oriente, es la única especie adaptada para vivir en las regiones más áridas y calientes del mundo. Vive en los lugares más inhóspitos de las montañas para protegerse de los depredadores, pero para alimentarse y alimentar a sus críos, tiene que bajar por peligrosos acantilados. Las patas de esto animales son especiales, la parte con la que pisa es como un hule especial que se adhiere a la roca, además de poseer unas pezuñas poderosas, unos reflejos extraordinarios y un instinto de supervivencia fenomenal. Cuando se mueve de lugar en lugar, tienta la roca con sus patas delanteras, y si el lugar es seguro, en el mismo punto donde pisa con sus patas delanteras pone también las patas traseras, saltando así de roca en roca, con gran seguridad y eficiencia, subiendo y bajando por los despeñaderos. Los críos, quienes antes de cumplir una semana de nacidos, para aprender a escalar los peligrosos precipicios siguen a la madre, quien con su ejemplo los guía seguros por los caminos que ella a través de los años ha recorrido.
Que maravilloso ejemplo reflejado en la vida de unos indefensos y tiernos animales, el salmo 18:33 no es solo una manera poética de describir lo que Dios dice en su Palabra, sino un ejemplo de lo que él puede y quiere hacer por sus hijos. Así como esos críos que antes de una semana de nacidos siguen a la madre para aprender su andar por las regiones más inhóspitas de las montañas Israelíes, porque de ello dependen sus vidas, nosotros debemos aprender a seguir los pasos de nuestro señor Jesucristo porque de ello también depende nuestra vida espiritual.
(Lucas 12:37) Bienaventurados aquellos siervos (doulos) a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles (diakoneo) {38} Y aunque venga a la segunda vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, si los hallare así, bienaventurados son aquellos siervos (doulos).
La primera palabra “siervos” en el versículo 37, y al final del versículo 38, es la palabra griega “doulos” que significa “esclavo,” palabra frecuentemente usada en un sentido de sujeción o subordinación, la palabra “servirles” es “diakoneo.” Aquí tenemos dos diferentes tipos de siervos o servidores, el diácono que desempeña una función u oficio en el cuerpo de Cristo, y el “doulos,” el que se hace esclavo en cadenas por amor a Cristo y se somete, se subordina y se sujeta a la obediencia a Cristo.
Todo creyente cristiano puede decir que sirve a Dios y a Cristo en una capacidad física desempeñando una función u oficio, pero solo un esclavo en cadenas por amor a Cristo puede genuinamente servir en la capacidad en la que Romanos 12: 1 nos requiere.
(Juan 12:24) De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. {25} El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. {26} Si alguno me sirve (diakoneo), sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor (diakonos). Si alguno me sirviere (diakoneo), mi Padre le honrará.
Servir a Dios y a Jesucristo en cualquier capacidad y categoría es digno de honra de parte de Dios, pero así como el grano que cae a la tierra y muere nuestro viejo hombre debe también morir para poder también llevar mucho fruto.
(Romanos 6:3) ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? {4} Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. {5} Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; {6} sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos (douleo) más al pecado.
¡No debemos más ser esclavos al pecado, sino esclavos a Dios por amor a su hijo, su Palabra y su gente!
(Efesios 4:17) Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, {18} teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; {19} los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza. {20} Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, {21} si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. {22} En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, {23} y renovaos en el espíritu de vuestra mente, {24} y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.
¡Debemos entender que no somos más como los demás ni andar en la vanidad de la mente, sino vestir el nuevo hombre y hablar verdad unos con otros!
(Colosenses 3:9) No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, {10} y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno.
Romanos nos exhorta a andar en vida nueva, Efesios habla de renovarnos en el espíritu de nuestra mente, y Colosenses nos exhorta a revestirnos del nuevo hombre y renovarnos hasta el conocimiento pleno. Por eso es que Romanos 12:1,2 son fundamentales y es por eso también que Dios nos invita por medio de una súplica muy personal a presentar nuestros cuerpos en sacrificio vivo santo y agradable a él, ése es nuestro servicio divino, ese es nuestro culto racional, y solo podemos lograrlo por medio de la renovación de nuestro entendimiento, para que nuestra transformación se lleve a cabo.
¿Recuerdas a los críos de las cabras monteses? ¿Cómo deben aprender a subir y bajar por los peligrosos acantilados en los que habitan? Ellos nacen con un instinto natural de sobrevivencia y con las habilidades y características físicas para hacerlo, además tienen a su madre que los guía y los enseña mostrándoles el camino. Nosotros no nacimos conociendo la Palabra de Dios, pero así como los críos de las cabras monteses aprenden a escalar esos peligrosos acantilados siguiendo a la madre, nosotros también podemos aprender la Palabra de Dios para no solo sobrevivir, sino, fructificar en esta generación maligna y perversa en la que nos tocó vivir. Cuando Jesús escogió y llamó a sus apóstoles solo les dijo ¡Síganme! Y en las epístolas a la iglesia el apóstol Pablo enseñó eso a los Corintios.
(1 Corintios 11:1) Sed imitadores (seguidores) de mí, así como yo de Cristo. El Apóstol Pablo siendo un gran ejemplo a seguir, dijo que Cristo era un mejor ejemplo, pero que Dios mismo era aún el mejor ejemplo a seguir. (Efesios 5:1) Sed, pues, imitadores (seguidores) de Dios como hijos amados. {2} Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.
Cuando hagamos eso, cuando sigamos fielmente a Cristo nuestro señor y salvador personal, y seamos imitadores fieles del Dios todo poderoso, el creador del cielo y de la tierra y padre de nuestro señor Jesucristo, seremos transformados. Los pasos de Jesús no suben y bajan de un despeñadero, suben y nos elevan a los lugares celestiales, donde él está sentado a la diestra de Dios.
Hace muchos años alguien me enseñó que cuando nacemos a este mundo nacemos para vivir, pero cuando renacemos del espíritu de Dios, renacemos para servir, y no solo a los seres humanos en una capacidad física, sino también en una capacidad espiritual, y además, rendir culto o “servicio divino” solo y únicamente al Dios todo poderoso, en espíritu y en verdad, y para que nosotros seamos capaces de hacer eso debemos transformarnos por medio de la renovación de nuestro entendimiento.
(Colosenses 3:1) Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. {2} Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. {3} Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. {4} Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.
Cuando todo esto suceda sabremos con toda certeza que estamos rindiendo “culto” o “servicio divino” a Dios nuestro Padre celestial, conforme a lo que romanos 12:1 nos requiere.
(Romanos 12:2) No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
No permitas que el mundo te absorba y te contamine con sus malignas y perversas costumbres, modas, ideologías y tendencias. Nuestro culto racional o espiritual a nuestro padre celestial es un andar digno a la vocación con que fuimos llamados, con un estilo de vida conforme a la voluntad de Dios, siguiendo las pisadas de Jesús en su obediencia, en su humildad, en su mansedumbre, en su amor, en su relación con el Padre, rindiendo a Dios nuestro ser como esclavos por amor, pero también, conforme al misterio que había estado oculto desde los siglos y edades pero que ahora se ha manifestado a los santos, en la autoridad y en el poder que tenemos en el nombre de Jesucristo, porque: ¡Es Cristo en ti la esperanza de gloria!
¡Dios te bendiga!
E. S. N.
J. E. R. S.
En la enseñanza “Logikos” concluimos que la palabra “racional” realmente significa: “espiritual;” por lo que si queremos saber cuál es la buena voluntad de Dios agradable y perfecta, debemos primero transformarnos por medio de la renovación de nuestro entendimiento, y para que nuestro “culto” a Dios sea realmente eficiente, ¡debe ser espiritual!
Hoy quiero enfocarme en la palabra “culto,” y continuar estudiando lo que Romanos 12 quiere que entendamos.
(Romanos 12:1) Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.
La frase griega traducida “…os ruego…” es un sinónimo de orar, y significa: apelar o exhortar, por medio de una súplica o petición personal; es como si Dios mismo nos suplicara, a presentar (exhibir) nuestros cuerpos en sacrificio vivo, lo que debería ser nuestro diario andar con nuestro padre celestial. Déjame mostrarte una traducción expandida de romanos 12:1
“Debido pues a todo lo anterior (capítulo 11) apelo a ti con una súplica personal del Dios de la misericordia, para que exhibas tu cuerpo en sacrificio vivo, puro, libre de culpa y consagrado, completamente aceptable a Dios, lo que es tu “culto,” ministración o servicio espiritual a Dios.”
La palabra “culto” en romanos 12 es la palabra griega latreia, que significa: servicio divino, o ministración a Dios, también significa adorar. Es usada solamente 5 veces en el nuevo testamento incluyendo el uso en Romanos 12:1. Veamos en qué contexto se usa.
(Juan 16:1) Estas cosas os he hablado, para que no tengáis tropiezo. {2} Os expulsarán de las sinagogas; y aun viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio (latreia = culto) a Dios {3} Y harán esto porque no conocen al Padre ni a mí.
Esto prácticamente sucedió desde los inicios de la iglesia cristiana. ¿Recuerdas cuando Esteban fue apedreado, y como Saulo consentía en su muerte cuando asolaba a la iglesia?
Aún poco antes de su conversión, respirando amenazas y muerte, Pablo vino al sumo sacerdote y pidió cartas para las sinagogas de Damasco, lo hizo porque en realidad pensaba que persiguiendo a la iglesia, encarcelando y eliminando a los seguidores de las doctrinas de Cristo, rendía “culto” o servicio a Dios. La verdad es que Pablo no conocía al Padre, ni a Jesús. El siguiente uso de la palabra “culto” se encuentra en Romanos 9.
(Romanos 9:4) que son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto (latreia) y las promesas;
Pablo habla aquí del pueblo de Israel, a quien Dios adoptó, haciéndoles partícipes de su gloria, encomendándoles la promulgación de la ley, el “culto” y las promesas. El “culto” aquí se refiere al servicio o ministración que los sacerdotes, así como el sumo sacerdote, realizaban al celebrar los sacrificios presentados ante Dios por los pecados y transgresiones del pueblo judío. Los siguientes versículos básicamente describen el “culto” que el supremo sacerdote llevaba a cabo.
(Hebreos 9:1) Ahora bien, aun el primer pacto tenía ordenanzas de culto (latreia) y un santuario terrenal. {2} Porque el tabernáculo estaba dispuesto así: en la primera parte, llamada el Lugar Santo, estaban el candelabro, la mesa y los panes de la proposición. {3} Tras el segundo velo estaba la parte del tabernáculo llamada el Lugar Santísimo, {4} el cual tenía un incensario de oro y el arca del pacto cubierta de oro por todas partes, en la que estaba una urna de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que reverdeció, y las tablas del pacto; {5} y sobre ella los querubines de gloria que cubrían el propiciatorio; de las cuales cosas no se puede ahora hablar en detalle. {6} Y así dispuestas estas cosas, en la primera parte del tabernáculo entran los sacerdotes continuamente para cumplir los oficios del culto; {7} pero en la segunda parte, sólo el sumo sacerdote una vez al año, no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo;
El versículo 1 dice que el primer pacto tenía ordenanzas de “culto,” o sea, un estatuto establecido por Dios, como un “decreto de absolución.” “Culto” aquí significa: “servicio divino,” representado por el ofrecimiento de la sangre de toros, palomas y corderos para lavar los pecados del pueblo. El versículo 2 describe la disposición del tabernáculo, la ubicación del lugar santo, el candelabro, la mesa y los panes de la proposición. El versículo 3 describe la ubicación del lugar santísimo, donde estaba un incensario de oro y el arca del pacto que contenía el maná, la vara de Aarón, y las tablas del pacto, sobre la cual querubines de gloría cubrían el propiciatorio, como lo mencionan los versículos 4, y 5. El versículo 6 nos enseña que los sacerdotes entraban únicamente en la primera parte del tabernáculo (lugar santo) para cumplir los oficios del culto que a ellos les correspondía. El versículo 7 nos enseña que solo una vez al año, únicamente el sumo sacerdote podía entrar al lugar santísimo y desparramar la sangre del sacrificio como ofrenda para redimir sus pecados y los del pueblo judío.
El “culto” que los sacerdotes, y el sumo sacerdote llevaban a cabo una vez al año, eran parte del primer pacto que Dios hizo con el pueblo judío, sacrificios de muerte, representados por un pacto de sangre para la absolución de los pecados y las transgresiones de los sacerdotes mismos y del pueblo judío, porque sin sangre no hay absolución. Jesucristo trajo un nuevo pacto para Israel, pero cuando ellos rechazaron al hijo de Dios, el pacto se extendió para el resto de la humanidad.
(Hebreos 8:8) Porque reprendiéndolos dice: He aquí vienen días, dice el Señor, En que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto; {9} No como el pacto que hice con sus padres El día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto; Porque ellos no permanecieron en mi pacto, Y yo me desentendí de ellos, dice el Señor. {10} Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, Y sobre su corazón las escribiré; Y seré a ellos por Dios, Y ellos me serán a mí por pueblo; {11} Y ninguno enseñará a su prójimo, Ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor; Porque todos me conocerán, Desde el menor hasta el mayor de ellos. {12} Porque seré propicio a sus injusticias, Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades. {13} Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer.
Estos versículos nos muestran que el viejo pacto (Antiguo Testamento) perdió su vigencia en cuanto el nuevo pacto entró en acción. En este nuevo pacto no se necesitan sacerdotes que ofrezcan sacrificios de sangre de animales por los pecados de nadie. Jesucristo murió por nosotros y su sangre nos limpió de todo pecado, pasado, presente y futuro. En el versículo 12 Dios mismo dice que nunca más se acordará de nuestros pecados.
(Hebreos 1:1) Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, {2} en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; {3} el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, {4} hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos.
Jesucristo es el hijo de Dios, el heredero de todo lo que Dios representa, él es el resplandor de la gloria de Dios y la imagen misma de su sustancia, quien nos purificó de nuestros pecados ofreciéndose a sí mismo una vez y para siempre, y está sentado a la diestra de Dios.
(Hebreos 7:22) Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto. {23} Y los otros sacerdotes llegaron a ser muchos, debido a que por la muerte no podían continuar; {24} mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable; {25} por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos. {26} Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; {27} que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. {28} Porque la ley constituye sumos sacerdotes a débiles hombres; pero la palabra del juramento, posterior a la ley, al Hijo, hecho perfecto para siempre. Jesucristo es el sacerdote perfecto, con un sacerdocio inmutable que puede salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios y es quien siempre intercede por nosotros.
(Hebreos 4:14) Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. {15} Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. {16} Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
¿Qué más necesitamos? ¡Ya lo tenemos todo! ¿Por qué vivir con temor si no cumplimos con las reglas y leyes establecidas en el pacto antiguo, cuando nunca hemos estados sujetos a la ley del pacto del antiguo testamento? ¿Si ahora somos partícipes de un nuevo pacto y tenemos quien intercede por nosotros siempre? El “culto racional” al que Romanos 12 se refiere, es completamente diferente al “culto” o servicio que los sacerdotes del antiguo testamento realizaban.
En el versículo 11 de Hebreos 8 dice: “porque todos me conocerán.” Cuando conocemos a Dios y su Palabra, aceptamos a Jesucristo su hijo como nuestro señor y salvador personal, y permitimos que su ley se arraigue en nuestras mentes, podemos entender que no necesitamos de nadie más que de Dios. Las ceremonias, los rituales, los altares, los candelabros y todo tipo de artificios que se utilizaban en el Antiguo testamento para ofrendar a Dios, hoy no sirven de nada. Dios no se interesa en cosas materiales ni nada que tenga que ver con los sentidos. Como lo vimos en la enseñanza de “lógikos,” nuestro culto o “servicio” a Dios tiene que ser “racional,” o dicho más de acorde con las escrituras “espiritual,” porque Dios es espíritu y los que le adoran es necesario que le adoren en espíritu y en verdad. Nuestro “culto racional” es nuestro diario andar con Dios, nuestra manera de vivir, de hablar, de trabajar, de conducirnos uno con otros haciendo todo conforme la voluntad de Dios como seres espirituales al ser transformados por medio de la renovación de nuestro entendimiento.
Para entender con un poco de más claridad el enfoque de lo que Dios quiere de nosotros cuando se refiere al “culto” o “servicio divino” que debemos llevar a cabo, quiero ahora hacer una pequeña referencia a otras palabras griegas que también han sido traducidas como “servicio,” “ministrar,” “servir,” “adorar.”
Cuando Jesús fue llevado al desierto por el espíritu para ser tentado por el diablo, este le pidió que le adorase.
(Mateo 4: 9) y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. A lo que Jesús respondió: (Mateo 4:10) Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.
“Adorar y servir” son aquí dos palabras muy importantes que debemos entender.” “Adorar” es la palabra Griega proskuneo; que significa: Hacer reverencia, postrarse en homenaje; pero también significa: besar, como un perro que lame la mano de su amo. “Servirás” es la palabra griega latreuo, que significa: “rendir culto religioso,” “ministrar, servir, adorar.”
Tanto “latreia” como “latreuo” provienen de la raiz griega “latris” que significa: “contratado,” pero están relacionados con rendir culto o servicio a Dios de diversas maneras.
En Mateo 4:9 el diablo quería que Jesús se postrara a sus pies en reverencia a él, que le adorara en homenaje y le besara la mano, como un perro que lame la mano de su amo. Pero Jesús no se ofuscó, ni se sintió herido en su orgullo o agredido como muchos de nosotros reaccionamos cuando alguien nos sugiere algo ofensivo, y nuestro orgullo nos insta a reaccionar en forma agresiva y en ocasiones violenta, ¡no! El actuó como todo creyente cristiano debería reaccionar ante cualquier circunstancia de la vida, ¡declaró la Palabra de Dios! El dijo: “¡Escrito está!: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás;” que gran ejemplo de humildad y mansedumbre. En otras palabras Jesús respondió: “Ante el señor tu Dios harás reverencia y solo a él ministrarás”
Aquí podemos ver el uso de estas dos palabras griegas. Proskuneo, o adorar, no es necesariamente lo mismo que servir o ministrar, y aunque latreuo también significa: adorar, rendir homenaje o reverencia; está más enfocado a servir; como un ministro del señor, que lleva a cabo un oficio o ministerio ante Dios y su gente. Y eso es a lo que Jesús se refiere en su respuesta al diablo, solo a Dios, el creador del cielo y de la tierra debemos rendir homenaje y reverencia, y solo a él debemos rendirle “culto,” servirle o ministrarle. Este “culto,” es el mismo tipo de “servicio” que debemos rendir en romanos 12:1.
(Mateo 4:11) El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían.
Aquí la palabra “servían” es la palabra griega diakoneo; otra palabra que también significa servir o ministrar. Servir es: “Ejercer una actividad, empleo o cargo propio o en lugar de alguien.” Esa es la función de un diácono, servir, desgraciadamente en la iglesia organizada de hoy un diácono piensa que puede ejercer señorío sobre la gente de Dios y en ocasiones ser servido. Un diácono es un servidor o en otras palabras un siervo, que primordialmente debe servir a la gente de Dios, generalmente en una capacidad física, pero también en una capacidad espiritual. El diaconado es una función muy noble que requiere de una genuina vocación, 1 Timoteo describe los requisitos de un diácono, aunque en realidad enlista las características que todo creyente cristiano debería manifestar en su andar con Dios.
(1 Timoteo 3:8) Los diáconos asimismo deben ser honestos, sin doblez, no dados a mucho vino, no codiciosos de ganancias deshonestas; {9} que guarden el misterio de la fe con limpia conciencia. {10} Y éstos también sean sometidos a prueba primero, y entonces ejerzan el diaconado, si son irreprensibles. {11} Las mujeres asimismo sean honestas, no calumniadoras, sino sobrias, fieles en todo. {12} Los diáconos sean maridos de una sola mujer, y que gobiernen bien sus hijos y sus casas. {13} Porque los que ejerzan bien el diaconado, ganan para sí un grado honroso, y mucha confianza en la fe que es en Cristo Jesús.
Volviendo a Jesús y los ángeles que le servían, debemos notar que la palabra “servían” no es latreuo, como si los ángeles tuvieran que rendirle “culto” a Jesús, ese tipo de “culto” o servicio solo se rinde ante el Dios todo poderoso; pero tampoco es proskuneo, como si los ángeles tuvieran que rendir reverencia y postrarse ante él. Jesús mismo dijo al diablo que solo ante Dios el creador debemos hacer reverencia y postrarnos ante él.
¡Los ángeles no le adoraron o sirvieron a Jesús como si él fuera Dios! Pero después de haber pasado 40 días y 40 noches en el desierto y haber sido tentado por el diablo, le ministraron, le confortaron, le fortalecieron, ése es el tipo de servicio que los ángeles dieron a Jesús. Veamos un par de ejemplos más del uso de esta palabra Griega.
(Mateo 8:14) Vino Jesús a casa de Pedro, y vio a la suegra de éste postrada en cama, con fiebre. {15} Y tocó su mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó, y les servía (diakoneo)
(Marcos 15:40) También había algunas mujeres mirando de lejos, entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé, {41} quienes, cuando él estaba en Galilea, le seguían y le servían (diakoneo); y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén.
Tanto la suegra de Pedro como las demás mujeres mencionada en Marcos “sirvieron” a Jesús nuestro señor en una capacidad física; atendiéndolo y tomando cuidado sus necesidades.
(Mateo 20:28) como el Hijo del Hombre no vino para ser servido (diakoneo), sino para servir (diakoneo), y para dar su vida en rescate por muchos.
Aquí podemos ver el ejemplo perfecto de “servir,” porque el hijo del hombre, Jesucristo, no vino a ser servido, sino a servir, y no solo en una capacidad física, sino también espiritual. Así que el servicio al que romanos 12:1 se refiere no solo es en una capacidad física sino también espiritual, porque con nuestro servicio honramos y rendimos culto al Dios todopoderoso.
(Juan 12:26) Si alguno me sirve , sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor (diakonos). Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.
“Servidor” aquí es la palabra griega diácono, refiriéndose a aquellos que desempeñan dicho oficio, pero también se traduce como “”siervo,” refiriéndose a cualquier servidor de Cristo que desempeñe cualquier función en el cuerpo de Cristo, y como sus discípulos o seguidores debemos servir a Jesús nuestro señor y seguir su ejemplo, lo que me recuerda un salmo con una hermosa analogía.
(Salmo 18:33) Quien hace mis pies como de ciervas, Y me hace estar firme sobre mis alturas; La “cabra montés" de las regiones montañosas de Israel, y de varios países del medio oriente, es la única especie adaptada para vivir en las regiones más áridas y calientes del mundo. Vive en los lugares más inhóspitos de las montañas para protegerse de los depredadores, pero para alimentarse y alimentar a sus críos, tiene que bajar por peligrosos acantilados. Las patas de esto animales son especiales, la parte con la que pisa es como un hule especial que se adhiere a la roca, además de poseer unas pezuñas poderosas, unos reflejos extraordinarios y un instinto de supervivencia fenomenal. Cuando se mueve de lugar en lugar, tienta la roca con sus patas delanteras, y si el lugar es seguro, en el mismo punto donde pisa con sus patas delanteras pone también las patas traseras, saltando así de roca en roca, con gran seguridad y eficiencia, subiendo y bajando por los despeñaderos. Los críos, quienes antes de cumplir una semana de nacidos, para aprender a escalar los peligrosos precipicios siguen a la madre, quien con su ejemplo los guía seguros por los caminos que ella a través de los años ha recorrido.
Que maravilloso ejemplo reflejado en la vida de unos indefensos y tiernos animales, el salmo 18:33 no es solo una manera poética de describir lo que Dios dice en su Palabra, sino un ejemplo de lo que él puede y quiere hacer por sus hijos. Así como esos críos que antes de una semana de nacidos siguen a la madre para aprender su andar por las regiones más inhóspitas de las montañas Israelíes, porque de ello dependen sus vidas, nosotros debemos aprender a seguir los pasos de nuestro señor Jesucristo porque de ello también depende nuestra vida espiritual.
(Lucas 12:37) Bienaventurados aquellos siervos (doulos) a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles (diakoneo) {38} Y aunque venga a la segunda vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, si los hallare así, bienaventurados son aquellos siervos (doulos).
La primera palabra “siervos” en el versículo 37, y al final del versículo 38, es la palabra griega “doulos” que significa “esclavo,” palabra frecuentemente usada en un sentido de sujeción o subordinación, la palabra “servirles” es “diakoneo.” Aquí tenemos dos diferentes tipos de siervos o servidores, el diácono que desempeña una función u oficio en el cuerpo de Cristo, y el “doulos,” el que se hace esclavo en cadenas por amor a Cristo y se somete, se subordina y se sujeta a la obediencia a Cristo.
Todo creyente cristiano puede decir que sirve a Dios y a Cristo en una capacidad física desempeñando una función u oficio, pero solo un esclavo en cadenas por amor a Cristo puede genuinamente servir en la capacidad en la que Romanos 12: 1 nos requiere.
(Juan 12:24) De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. {25} El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. {26} Si alguno me sirve (diakoneo), sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor (diakonos). Si alguno me sirviere (diakoneo), mi Padre le honrará.
Servir a Dios y a Jesucristo en cualquier capacidad y categoría es digno de honra de parte de Dios, pero así como el grano que cae a la tierra y muere nuestro viejo hombre debe también morir para poder también llevar mucho fruto.
(Romanos 6:3) ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? {4} Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. {5} Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; {6} sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos (douleo) más al pecado.
¡No debemos más ser esclavos al pecado, sino esclavos a Dios por amor a su hijo, su Palabra y su gente!
(Efesios 4:17) Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, {18} teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; {19} los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza. {20} Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, {21} si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. {22} En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, {23} y renovaos en el espíritu de vuestra mente, {24} y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.
¡Debemos entender que no somos más como los demás ni andar en la vanidad de la mente, sino vestir el nuevo hombre y hablar verdad unos con otros!
(Colosenses 3:9) No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, {10} y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno.
Romanos nos exhorta a andar en vida nueva, Efesios habla de renovarnos en el espíritu de nuestra mente, y Colosenses nos exhorta a revestirnos del nuevo hombre y renovarnos hasta el conocimiento pleno. Por eso es que Romanos 12:1,2 son fundamentales y es por eso también que Dios nos invita por medio de una súplica muy personal a presentar nuestros cuerpos en sacrificio vivo santo y agradable a él, ése es nuestro servicio divino, ese es nuestro culto racional, y solo podemos lograrlo por medio de la renovación de nuestro entendimiento, para que nuestra transformación se lleve a cabo.
¿Recuerdas a los críos de las cabras monteses? ¿Cómo deben aprender a subir y bajar por los peligrosos acantilados en los que habitan? Ellos nacen con un instinto natural de sobrevivencia y con las habilidades y características físicas para hacerlo, además tienen a su madre que los guía y los enseña mostrándoles el camino. Nosotros no nacimos conociendo la Palabra de Dios, pero así como los críos de las cabras monteses aprenden a escalar esos peligrosos acantilados siguiendo a la madre, nosotros también podemos aprender la Palabra de Dios para no solo sobrevivir, sino, fructificar en esta generación maligna y perversa en la que nos tocó vivir. Cuando Jesús escogió y llamó a sus apóstoles solo les dijo ¡Síganme! Y en las epístolas a la iglesia el apóstol Pablo enseñó eso a los Corintios.
(1 Corintios 11:1) Sed imitadores (seguidores) de mí, así como yo de Cristo. El Apóstol Pablo siendo un gran ejemplo a seguir, dijo que Cristo era un mejor ejemplo, pero que Dios mismo era aún el mejor ejemplo a seguir. (Efesios 5:1) Sed, pues, imitadores (seguidores) de Dios como hijos amados. {2} Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.
Cuando hagamos eso, cuando sigamos fielmente a Cristo nuestro señor y salvador personal, y seamos imitadores fieles del Dios todo poderoso, el creador del cielo y de la tierra y padre de nuestro señor Jesucristo, seremos transformados. Los pasos de Jesús no suben y bajan de un despeñadero, suben y nos elevan a los lugares celestiales, donde él está sentado a la diestra de Dios.
Hace muchos años alguien me enseñó que cuando nacemos a este mundo nacemos para vivir, pero cuando renacemos del espíritu de Dios, renacemos para servir, y no solo a los seres humanos en una capacidad física, sino también en una capacidad espiritual, y además, rendir culto o “servicio divino” solo y únicamente al Dios todo poderoso, en espíritu y en verdad, y para que nosotros seamos capaces de hacer eso debemos transformarnos por medio de la renovación de nuestro entendimiento.
(Colosenses 3:1) Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. {2} Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. {3} Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. {4} Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.
Cuando todo esto suceda sabremos con toda certeza que estamos rindiendo “culto” o “servicio divino” a Dios nuestro Padre celestial, conforme a lo que romanos 12:1 nos requiere.
(Romanos 12:2) No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
No permitas que el mundo te absorba y te contamine con sus malignas y perversas costumbres, modas, ideologías y tendencias. Nuestro culto racional o espiritual a nuestro padre celestial es un andar digno a la vocación con que fuimos llamados, con un estilo de vida conforme a la voluntad de Dios, siguiendo las pisadas de Jesús en su obediencia, en su humildad, en su mansedumbre, en su amor, en su relación con el Padre, rindiendo a Dios nuestro ser como esclavos por amor, pero también, conforme al misterio que había estado oculto desde los siglos y edades pero que ahora se ha manifestado a los santos, en la autoridad y en el poder que tenemos en el nombre de Jesucristo, porque: ¡Es Cristo en ti la esperanza de gloria!
¡Dios te bendiga!
E. S. N.
J. E. R. S.