En la segunda parte de esta enseñanza vimos algunas de las funciones fundamentales de cuatro de los cinco dones de ministerio dados a la iglesia d Dios. Culminaremos nuestro tema describiendo algunas de las funciones y la fundamental importancia del ministerio de un maestro.
Maestro.
Un maestro es alguien que enseña, y en este caso debe ensañar la verdad de la Palabra de Dios correctamente dividida. ¿Recuerdan que la Palabra de Dios es útil para enseñar, para redargüir, para corregir, y que esas tres cosas juntas significan instruir en justicia? Pues un maestro instruye, y en la iglesia debe instruir en justicia con la Palabra de Dios.
(Hechos 13:1) Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo. {2} Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.
Estos fieles creyentes podían operar cualquiera de los cinco ministerios, aquí se resaltan específicamente dos, que seguramente, era lo que más se necesitaba en ese momento; profetas y maestros. Pablo y Bernabé, además de ser apóstoles, fueron elegidos para específicamente operar esos ministerios en sus vidas, declarar y enseñar la Palabra de Dios correctamente dividida, y eso es precisamente lo que hicieron, exhortando a otros a que hicieran lo mismo.
(1 Timoteo 1:1) Pablo, apóstol de Jesucristo por mandato de Dios nuestro Salvador, y del Señor Jesucristo nuestra esperanza, {2} a Timoteo, verdadero hijo en la fe: Gracia, misericordia y paz, de Dios nuestro Padre y de Cristo Jesús nuestro Señor. {3} Como te rogué que te quedases en Efeso, cuando fui a Macedonia, para que mandases a algunos que no enseñen diferente doctrina, {4} ni presten atención a fábulas y genealogías interminables, que acarrean disputas más bien que edificación de Dios que es por fe, así te encargo ahora. {5} Pues el propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida, {6} de las cuales cosas desviándose algunos, se apartaron a vana palabrería, {7} queriendo ser doctores de la ley, sin entender ni lo que hablan ni lo que afirman.
Estos cuantos versículos nos muestran las características básicas de un buen maestro, alguien de corazón limpio, que tiene y practica el amor de Dios en su vida, de buena conciencia y de fe no fingida. Un maestro debe ser un creyente fiel genuino, y no debe desviarse a enseñar vanas palabrerías.
El versículo 7 menciona algo que aún en nuestros días ocurre, la palabra griega traducida como “doctores,” también puede traducirse como “maestros.” Muchos que hoy se hacen llamar “doctores” de la ley, tampoco entienden ni lo que hablan ni lo que afirman.
(2 Timoteo 4:1) Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, {2} que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. {3} Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, {4} y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.
Aquí podemos ver la instrucción en justicia en acción. El versículo dos dice que en todo tiempo redarguye, reprende, exhorta, con toda paciencia y toda doctrina, o sea, toda enseñanza. Un maestro también debe ser paciente, cuando instruye en justicia a sus discípulos. En la actualidad, mucha gente no resiste la sana doctrina, y prefieren hacer caso a fabulas de viejas.
(Tito 2:1) Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina. {2} Que los ancianos sean sobrios, serios, prudentes, sanos en la fe, en el amor, en la paciencia. {3} Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien; {4} que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, {5} a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada.
Un maestro debe enseñar la sana doctrina, la sobriedad, la prudencia. Debe enseñar a su gente a creer, a amar con el amor de Dios y a ser pacientes. La palabra ancianos y ancianas se refieren ahombres y mujeres maduros en el conocimiento de la Palabra de Dios, ellos para desempeñar cualquier función o ministerio dentro de la iglesia, debían llenar esos requisitos de sobriedad, prudencia, fe, amor y paciencia, las cualidades que un maestro debe tener y también enseñar a los demás. A las mujeres firmes en la Palabra, se les exhorta a ser maestras del bien, para enseñar a las más jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de sus hogares, buenas y a sujetarse a sus maridos para que la Palabra de Dios no sea blasfemada.
El ministerio del maestro es de vital importancia, debe enseñar la Palabra de Dios correctamente dividida para que el creyente cristiano madure y llegue al punto que pueda mantenerse firme por su propia cuenta, y sea capaz de enseñar también a otros.
(Hebreos 5:12) Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. {13} Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; {14} pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.
Un maestro debe enseñar a sus discípulos para que estos lleguen a valerse por sí mismos, así como el apóstol, el profeta, el evangelista y el pastor, un maestro también tiene la habilidad de operar las nueve manifestaciones del espíritu santo. Jesús nuestro más grande ejemplo, el maestro perfecto, enseñó, predicó, sanó, y trajo liberación a la gente a la que enseñaba la Palabra de Dios.
(Mateo 4:23) Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.
Ser maestro no es fácil, no todo mundo cree, ni todo mundo acepta lo que se les enseña. Jesús mismo se maravilló de la incredulidad de la gente a la que enseñaba.
(Marcos 6:5) Y no pudo hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos. {6} Y estaba asombrado de la incredulidad de ellos. Y recorría las aldeas de alrededor, enseñando.
El hecho de que muchos no crean cuando tú enseñes, no significa que debes dejar de enseñar, Jesús mismo continuó enseñando a pesar de que muchos no creyeran.
(Lucas 5:17) Aconteció un día, que él estaba enseñando, y estaban sentados los fariseos y doctores de la ley, los cuales habían venido de todas las aldeas de Galilea, y de Judea y Jerusalén; y el poder del Señor estaba con él para sanar. {18} Y sucedió que unos hombres que traían en un lecho a un hombre que estaba paralítico, procuraban llevarle adentro y ponerle delante de él. {19} Pero no hallando cómo hacerlo a causa de la multitud, subieron encima de la casa, y por el tejado le bajaron con el lecho, poniéndole en medio, delante de Jesús. {20} Al ver él la fe de ellos, le dijo: Hombre, tus pecados te son perdonados. {21} Entonces los escribas y los fariseos comenzaron a cavilar, diciendo: ¿Quién es éste que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios? {22} Jesús entonces, conociendo los pensamientos de ellos, respondiendo les dijo: ¿Qué caviláis en vuestros corazones? {23} ¿Qué es más fácil, decir: Tus pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda? {24} Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa. {25} Al instante, levantándose en presencia de ellos, y tomando el lecho en que estaba acostado, se fue a su casa, glorificando a Dios.
Un maestro debe enseñar, así como Jesús lo hizo, y así como él conocía la voluntad del Padre, un maestro debe conocer la voluntad revelada de Dios en su santa Palabra y saber dividirla correctamente. La enseñanza correcta produce sanidad, así como Jesús dio sanidad en sus tiempos, un maestro también sana, y libera a la gente de la oscura ignorancia en la que el adversario quiere mantener a la gente, especialmente a la gente de Dios, que ha sido engañada y ha creído las fábulas de viejas y doctrinas de demonios.
(2 Pedro 2:1) Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. {2} Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado, {3} y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme.
La avaricia es uno de los enemigos todos los ministerios especialmente profetas y maestros, pero aunque ellos tendrán su merecida paga a su debido tiempo, debemos estar alertas de los falsos profetas y de los falsos maestros y apegarnos a la sana doctrina enseñada por los verdaderos maestros que enseñan la Palabra de Dios correctamente dividida.
¿Recuerdas nuestro versículo inicial?
(2 Pedro 1:20) entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, {21} porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.
Debemos reconocer la Palabra de Dios y diferenciarla de las fábulas de viejas, de las doctrinas de demonios, y de las herejías destructoras. Por esa razón la función del maestro es de vital importancia en las iglesias de hoy.
(2 Pedro 1:19) Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones;
Eso es lo que dice la Palabra de Dios porque es la voluntad revelada de Dios. Un maestro es alguien que lleva la luz del entendimiento de la Palabra de Dios para disipar las tinieblas de ignorancia en la que la gente de Dios se encuentra esclavizada, y alumbra el camino a la verdad hasta que el lucero de la mañana resplandezca trayendo la liberación a nuestras vidas.
¿Recuerdas cuál es el propósito de todos esos dones de ministerio?
(Efesios 4:12) a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, {13} hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; {14} para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, {15} sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, {16} de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.
Para:
• Perfeccionarnos para la obra del ministerio, que entre las buenas obras, es la mejor obra de todas, porque ayuda a edificar la iglesia, el cuerpo de Cristo.
• Que lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento de Jesucristo, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo, a un varón perfecto.
• No dejarnos mover por cualquier viento de doctrina como niños fluctuantes, ni dejarnos engañar por estratagemas de hombres astutos que emplean las artimañas del error.
• Que sigamos la verdad en amor, con el propósito de crecer en todo en Cristo quien es la cabeza del cuerpo.
• Ser miembros activos del cuerpo de Cristo, creciendo al desarrollar nuestra propia función o ministerio unidos entre sí y en armonía.
• Edificar la iglesia de Dios en amor.
El amor mencionado en los versículos anteriores es algo especial, tan necesario como los ministerios de los apóstoles, evangelistas, profetas, y pastores; y tan fundamental como el ministerio de un maestro. Amor, es la palabra griega agápe, no es el amor que el mundo ofrece, no es humano, es súper natural, es el más grande amor, es el amor de Dios en la mente renovada en práctica. Ya que vimos para que sirven todos esos dones de ministerio, ¿sabes cuál es la meta final? La última parte del versículo 16 en Efesios 12 lo enfatiza: El propósito de los dones de minsterio es fundamentalmente que el creyente cristiano crezca, con la finalidad de: ¡Edificar la iglesia de Dios en amor!
(1 Corintios 12:27) Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. {28} Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas. {29} ¿Son todos apóstoles? ¿Son todos profetas? ¿Todos maestros? ¿Hacen todos milagros? {30} ¿Tienen todos dones de sanidad? ¿Hablan todos lenguas? ¿Interpretan todos?
1 Corintios 12 menciona otras funciones además de los cinco dones de ministerio, funciones que también son tanto importantes como necesarias para la obra del ministerio, o sea, para el movimiento de la Palabra de Dios. Se necesitan aquellos que administran, aquellos que ayudan en diversas maneras; todos juntos, desde las funciones más notorias, como los dones de ministerios, hasta la más imperceptible, como el que barre, limpia, y saca la basura, son necesarias y deben llevarse a cabo, porque como miembros del cuerpo de Cristo, cada uno debe funcionar. Si no estamos a gusto con la función que desempeñamos, debemos quizás abundar más en nuestra creencia para crecer, desarrollarnos y madurar dentro del cuerpo de Cristo.
(1Corintios 12:31) Procurad, pues, los dones mejores. Más yo os muestro un camino aun más excelente.
Independientemente del ministerio que operemos, o la función que desempeñemos dentro de la iglesia, un camino aún más excelente es el camino del amor, del más grande amor, el amor de Dios en la mente renovada en práctica.
(1 Corintios 13:1) Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. {2} Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. {3} Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. {4} El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; {5} no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; {6} no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. {7} Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. {8} El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. {9} Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; {10} mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. {11} Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. {12} Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. {13} Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.
Yo puedo decir que soy un creyente cristiano, pero si no tengo el amor de Dios en la mente renovada en práctica, el más grande amor, no soy nada. Puedo decir que soy un apóstol, o un profeta, o un evangelista, o un pastor, o un maestro, pero si no tengo el más grande amor en mi vida, si no camino manifestando el amor de Dios en mi mente renovada en mi diario andar, nada soy, nada valgo y nada tengo.
Si somos capaces de entender primeramente, que ninguna profecía de la escritura fue traída por voluntad humana, que toda ella es respirada de Dios y útil, que trae beneficio a nuestras vidas, por medio de la enseñanza, la reprensión, y la corrección, para instruirnos en justicia, a fin de que nosotros los hijos de Dios lleguemos a ser completos, enteramente preparados para toda buena obra, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Y somos capaces también de entender que Dios, mediante Jesucristo dio dones a los hombres, dones de ministerio que deben operarse para ministrar a la gente de Dios en las iglesias cristianas. Apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros, con el fin de perfeccionar a los santos, que somos nosotros, los hijos de Dios, para la obra del ministerio, entendiendo también que esos ministerios nos ayudan a llegar a la unidad de la fe y del conocimiento de Jesucristo, para alcanzar la medida de la estatura de la plenitud de Cristo, a un varón perfecto, para no dejarnos mover por cualquier viento de doctrina, y a crecer en todo en Cristo, para que como miembros en particular del cuerpo de Cristo, podamos estar bien concertados y unidos entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad o la función propia de cada uno de nosotros, para recibir nuestro crecimiento e ir edificándonos en amor.
La meta final de operar estos dones de ministerio al igual que todas las demás funciones, tanto los que administran como los que limpian y sacan la basura, dentro de la iglesia es, edificar el cuerpo de Cristo, o sea, ¡edificar la iglesia de Dios!
Cualquiera pues que sea tu ministerio, o la función que desempeñes en tu iglesia hazlo con honestidad, con humildad, con limpio corazón, sencillez y justicia, sin olvidar el ingrediente más importante en tu andar como creyente cristiano, el amor de Dios.
La Palabra de Dios dice que a su tiempo todo acabará, las profecías, las lenguas cesarán, se acabarán las ciencias, y cuando lo perfecto llegue solo el amor de Dios en la mente renovada en práctica prevalecerá, porque de todo lo que Dios establece en su Palabra, no hay nada más grande, más importante y más eterno que el amor de Dios. Mientras tanto, te exhorto a que ejerzas tu ministerio, o lleves a cabo la función que desempeñes dentro del cuerpo de creyentes, que por muy irrelevante que tú pienses que esta sea, es necesaria y también es importante, hasta el retorno de nuestro señor y salvador Cristo Jesús.
¡Dios te bendiga!
E. S. N.
J.E.R.S.
Maestro.
Un maestro es alguien que enseña, y en este caso debe ensañar la verdad de la Palabra de Dios correctamente dividida. ¿Recuerdan que la Palabra de Dios es útil para enseñar, para redargüir, para corregir, y que esas tres cosas juntas significan instruir en justicia? Pues un maestro instruye, y en la iglesia debe instruir en justicia con la Palabra de Dios.
(Hechos 13:1) Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo. {2} Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.
Estos fieles creyentes podían operar cualquiera de los cinco ministerios, aquí se resaltan específicamente dos, que seguramente, era lo que más se necesitaba en ese momento; profetas y maestros. Pablo y Bernabé, además de ser apóstoles, fueron elegidos para específicamente operar esos ministerios en sus vidas, declarar y enseñar la Palabra de Dios correctamente dividida, y eso es precisamente lo que hicieron, exhortando a otros a que hicieran lo mismo.
(1 Timoteo 1:1) Pablo, apóstol de Jesucristo por mandato de Dios nuestro Salvador, y del Señor Jesucristo nuestra esperanza, {2} a Timoteo, verdadero hijo en la fe: Gracia, misericordia y paz, de Dios nuestro Padre y de Cristo Jesús nuestro Señor. {3} Como te rogué que te quedases en Efeso, cuando fui a Macedonia, para que mandases a algunos que no enseñen diferente doctrina, {4} ni presten atención a fábulas y genealogías interminables, que acarrean disputas más bien que edificación de Dios que es por fe, así te encargo ahora. {5} Pues el propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida, {6} de las cuales cosas desviándose algunos, se apartaron a vana palabrería, {7} queriendo ser doctores de la ley, sin entender ni lo que hablan ni lo que afirman.
Estos cuantos versículos nos muestran las características básicas de un buen maestro, alguien de corazón limpio, que tiene y practica el amor de Dios en su vida, de buena conciencia y de fe no fingida. Un maestro debe ser un creyente fiel genuino, y no debe desviarse a enseñar vanas palabrerías.
El versículo 7 menciona algo que aún en nuestros días ocurre, la palabra griega traducida como “doctores,” también puede traducirse como “maestros.” Muchos que hoy se hacen llamar “doctores” de la ley, tampoco entienden ni lo que hablan ni lo que afirman.
(2 Timoteo 4:1) Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, {2} que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. {3} Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, {4} y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.
Aquí podemos ver la instrucción en justicia en acción. El versículo dos dice que en todo tiempo redarguye, reprende, exhorta, con toda paciencia y toda doctrina, o sea, toda enseñanza. Un maestro también debe ser paciente, cuando instruye en justicia a sus discípulos. En la actualidad, mucha gente no resiste la sana doctrina, y prefieren hacer caso a fabulas de viejas.
(Tito 2:1) Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina. {2} Que los ancianos sean sobrios, serios, prudentes, sanos en la fe, en el amor, en la paciencia. {3} Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien; {4} que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, {5} a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada.
Un maestro debe enseñar la sana doctrina, la sobriedad, la prudencia. Debe enseñar a su gente a creer, a amar con el amor de Dios y a ser pacientes. La palabra ancianos y ancianas se refieren ahombres y mujeres maduros en el conocimiento de la Palabra de Dios, ellos para desempeñar cualquier función o ministerio dentro de la iglesia, debían llenar esos requisitos de sobriedad, prudencia, fe, amor y paciencia, las cualidades que un maestro debe tener y también enseñar a los demás. A las mujeres firmes en la Palabra, se les exhorta a ser maestras del bien, para enseñar a las más jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de sus hogares, buenas y a sujetarse a sus maridos para que la Palabra de Dios no sea blasfemada.
El ministerio del maestro es de vital importancia, debe enseñar la Palabra de Dios correctamente dividida para que el creyente cristiano madure y llegue al punto que pueda mantenerse firme por su propia cuenta, y sea capaz de enseñar también a otros.
(Hebreos 5:12) Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. {13} Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; {14} pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.
Un maestro debe enseñar a sus discípulos para que estos lleguen a valerse por sí mismos, así como el apóstol, el profeta, el evangelista y el pastor, un maestro también tiene la habilidad de operar las nueve manifestaciones del espíritu santo. Jesús nuestro más grande ejemplo, el maestro perfecto, enseñó, predicó, sanó, y trajo liberación a la gente a la que enseñaba la Palabra de Dios.
(Mateo 4:23) Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.
Ser maestro no es fácil, no todo mundo cree, ni todo mundo acepta lo que se les enseña. Jesús mismo se maravilló de la incredulidad de la gente a la que enseñaba.
(Marcos 6:5) Y no pudo hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos. {6} Y estaba asombrado de la incredulidad de ellos. Y recorría las aldeas de alrededor, enseñando.
El hecho de que muchos no crean cuando tú enseñes, no significa que debes dejar de enseñar, Jesús mismo continuó enseñando a pesar de que muchos no creyeran.
(Lucas 5:17) Aconteció un día, que él estaba enseñando, y estaban sentados los fariseos y doctores de la ley, los cuales habían venido de todas las aldeas de Galilea, y de Judea y Jerusalén; y el poder del Señor estaba con él para sanar. {18} Y sucedió que unos hombres que traían en un lecho a un hombre que estaba paralítico, procuraban llevarle adentro y ponerle delante de él. {19} Pero no hallando cómo hacerlo a causa de la multitud, subieron encima de la casa, y por el tejado le bajaron con el lecho, poniéndole en medio, delante de Jesús. {20} Al ver él la fe de ellos, le dijo: Hombre, tus pecados te son perdonados. {21} Entonces los escribas y los fariseos comenzaron a cavilar, diciendo: ¿Quién es éste que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios? {22} Jesús entonces, conociendo los pensamientos de ellos, respondiendo les dijo: ¿Qué caviláis en vuestros corazones? {23} ¿Qué es más fácil, decir: Tus pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda? {24} Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa. {25} Al instante, levantándose en presencia de ellos, y tomando el lecho en que estaba acostado, se fue a su casa, glorificando a Dios.
Un maestro debe enseñar, así como Jesús lo hizo, y así como él conocía la voluntad del Padre, un maestro debe conocer la voluntad revelada de Dios en su santa Palabra y saber dividirla correctamente. La enseñanza correcta produce sanidad, así como Jesús dio sanidad en sus tiempos, un maestro también sana, y libera a la gente de la oscura ignorancia en la que el adversario quiere mantener a la gente, especialmente a la gente de Dios, que ha sido engañada y ha creído las fábulas de viejas y doctrinas de demonios.
(2 Pedro 2:1) Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. {2} Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado, {3} y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme.
La avaricia es uno de los enemigos todos los ministerios especialmente profetas y maestros, pero aunque ellos tendrán su merecida paga a su debido tiempo, debemos estar alertas de los falsos profetas y de los falsos maestros y apegarnos a la sana doctrina enseñada por los verdaderos maestros que enseñan la Palabra de Dios correctamente dividida.
¿Recuerdas nuestro versículo inicial?
(2 Pedro 1:20) entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, {21} porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.
Debemos reconocer la Palabra de Dios y diferenciarla de las fábulas de viejas, de las doctrinas de demonios, y de las herejías destructoras. Por esa razón la función del maestro es de vital importancia en las iglesias de hoy.
(2 Pedro 1:19) Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones;
Eso es lo que dice la Palabra de Dios porque es la voluntad revelada de Dios. Un maestro es alguien que lleva la luz del entendimiento de la Palabra de Dios para disipar las tinieblas de ignorancia en la que la gente de Dios se encuentra esclavizada, y alumbra el camino a la verdad hasta que el lucero de la mañana resplandezca trayendo la liberación a nuestras vidas.
¿Recuerdas cuál es el propósito de todos esos dones de ministerio?
(Efesios 4:12) a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, {13} hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; {14} para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, {15} sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, {16} de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.
Para:
• Perfeccionarnos para la obra del ministerio, que entre las buenas obras, es la mejor obra de todas, porque ayuda a edificar la iglesia, el cuerpo de Cristo.
• Que lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento de Jesucristo, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo, a un varón perfecto.
• No dejarnos mover por cualquier viento de doctrina como niños fluctuantes, ni dejarnos engañar por estratagemas de hombres astutos que emplean las artimañas del error.
• Que sigamos la verdad en amor, con el propósito de crecer en todo en Cristo quien es la cabeza del cuerpo.
• Ser miembros activos del cuerpo de Cristo, creciendo al desarrollar nuestra propia función o ministerio unidos entre sí y en armonía.
• Edificar la iglesia de Dios en amor.
El amor mencionado en los versículos anteriores es algo especial, tan necesario como los ministerios de los apóstoles, evangelistas, profetas, y pastores; y tan fundamental como el ministerio de un maestro. Amor, es la palabra griega agápe, no es el amor que el mundo ofrece, no es humano, es súper natural, es el más grande amor, es el amor de Dios en la mente renovada en práctica. Ya que vimos para que sirven todos esos dones de ministerio, ¿sabes cuál es la meta final? La última parte del versículo 16 en Efesios 12 lo enfatiza: El propósito de los dones de minsterio es fundamentalmente que el creyente cristiano crezca, con la finalidad de: ¡Edificar la iglesia de Dios en amor!
(1 Corintios 12:27) Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. {28} Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas. {29} ¿Son todos apóstoles? ¿Son todos profetas? ¿Todos maestros? ¿Hacen todos milagros? {30} ¿Tienen todos dones de sanidad? ¿Hablan todos lenguas? ¿Interpretan todos?
1 Corintios 12 menciona otras funciones además de los cinco dones de ministerio, funciones que también son tanto importantes como necesarias para la obra del ministerio, o sea, para el movimiento de la Palabra de Dios. Se necesitan aquellos que administran, aquellos que ayudan en diversas maneras; todos juntos, desde las funciones más notorias, como los dones de ministerios, hasta la más imperceptible, como el que barre, limpia, y saca la basura, son necesarias y deben llevarse a cabo, porque como miembros del cuerpo de Cristo, cada uno debe funcionar. Si no estamos a gusto con la función que desempeñamos, debemos quizás abundar más en nuestra creencia para crecer, desarrollarnos y madurar dentro del cuerpo de Cristo.
(1Corintios 12:31) Procurad, pues, los dones mejores. Más yo os muestro un camino aun más excelente.
Independientemente del ministerio que operemos, o la función que desempeñemos dentro de la iglesia, un camino aún más excelente es el camino del amor, del más grande amor, el amor de Dios en la mente renovada en práctica.
(1 Corintios 13:1) Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. {2} Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. {3} Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. {4} El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; {5} no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; {6} no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. {7} Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. {8} El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. {9} Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; {10} mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. {11} Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. {12} Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. {13} Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.
Yo puedo decir que soy un creyente cristiano, pero si no tengo el amor de Dios en la mente renovada en práctica, el más grande amor, no soy nada. Puedo decir que soy un apóstol, o un profeta, o un evangelista, o un pastor, o un maestro, pero si no tengo el más grande amor en mi vida, si no camino manifestando el amor de Dios en mi mente renovada en mi diario andar, nada soy, nada valgo y nada tengo.
Si somos capaces de entender primeramente, que ninguna profecía de la escritura fue traída por voluntad humana, que toda ella es respirada de Dios y útil, que trae beneficio a nuestras vidas, por medio de la enseñanza, la reprensión, y la corrección, para instruirnos en justicia, a fin de que nosotros los hijos de Dios lleguemos a ser completos, enteramente preparados para toda buena obra, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Y somos capaces también de entender que Dios, mediante Jesucristo dio dones a los hombres, dones de ministerio que deben operarse para ministrar a la gente de Dios en las iglesias cristianas. Apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros, con el fin de perfeccionar a los santos, que somos nosotros, los hijos de Dios, para la obra del ministerio, entendiendo también que esos ministerios nos ayudan a llegar a la unidad de la fe y del conocimiento de Jesucristo, para alcanzar la medida de la estatura de la plenitud de Cristo, a un varón perfecto, para no dejarnos mover por cualquier viento de doctrina, y a crecer en todo en Cristo, para que como miembros en particular del cuerpo de Cristo, podamos estar bien concertados y unidos entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad o la función propia de cada uno de nosotros, para recibir nuestro crecimiento e ir edificándonos en amor.
La meta final de operar estos dones de ministerio al igual que todas las demás funciones, tanto los que administran como los que limpian y sacan la basura, dentro de la iglesia es, edificar el cuerpo de Cristo, o sea, ¡edificar la iglesia de Dios!
Cualquiera pues que sea tu ministerio, o la función que desempeñes en tu iglesia hazlo con honestidad, con humildad, con limpio corazón, sencillez y justicia, sin olvidar el ingrediente más importante en tu andar como creyente cristiano, el amor de Dios.
La Palabra de Dios dice que a su tiempo todo acabará, las profecías, las lenguas cesarán, se acabarán las ciencias, y cuando lo perfecto llegue solo el amor de Dios en la mente renovada en práctica prevalecerá, porque de todo lo que Dios establece en su Palabra, no hay nada más grande, más importante y más eterno que el amor de Dios. Mientras tanto, te exhorto a que ejerzas tu ministerio, o lleves a cabo la función que desempeñes dentro del cuerpo de creyentes, que por muy irrelevante que tú pienses que esta sea, es necesaria y también es importante, hasta el retorno de nuestro señor y salvador Cristo Jesús.
¡Dios te bendiga!
E. S. N.
J.E.R.S.