Dios los bendiga, en esta segunda parte de “Ninguna
Condenación,” también subtitulada “Los Acusadores – No Murmuréis,”
continuaremos hablando de la mujer acusada de cometer adulterio como se relata
en el capítulo 8 del evangelio de Juan, especialmente enfocada sobre los
acusadores y las acusaciones o murmuraciones. Así que sin más preámbulo,
comencemos.
Temprano por la mañana, como solía hacerlo, Jesús
enseñaba a la gente a las afueras del templo.
(Juan 8:3) Entonces los escribas y los fariseos
le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, {4}
le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de
adulterio. {5} Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú,
pues, ¿qué dices? {6} Mas esto decían tentándole, para poder acusarle.
Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo.
Desde el instante mismo en que los escribas y los fariseos
mencionaron la ley de Moisés, Jesús sabía que la pseudo-acusación contra la
mujer, era realmente contra él. La palabra griega guné traducida como “mujer” se refiere principalmente a una
mujer casada o a una esposa; y conforme a la ley; tanto ella como el hombre que
adulteró con la mujer tenían que morir, como se describe en el siguiente
versículo.
(Deuteronomio
22: 22) Si fuere sorprendido alguno acostado con una mujer casada con marido,
ambos morirán, el hombre que se acostó con la mujer, y la mujer también; así
quitarás el mal de Israel.
En el relato de Juan, los líderes religiosos dijeron a
Jesús que sorprendieron a la mujer “en el acto,” pero no trajeron al hombre con
quien la sorprendieron, lo que es muy sospechoso y nos indica que estaban
falsamente acusando a esta mujer, si es que era casada, ahora, si la mujer estaba
solamente comprometida, vean lo que dice
la ley al respecto de ello.
(Deuteronomio 22:23) Si hubiere una muchacha virgen
desposada con alguno, y alguno la hallare en la ciudad, y se acostare con
ella; {24} entonces los sacaréis a ambos a la puerta de la ciudad, y los
apedrearéis, y morirán; la joven porque no dio voces en la ciudad, y el hombre
porque humilló a la mujer de su prójimo; así quitarás el mal de en medio de
ti.
En los casos citados el castigo era el mismo, y tanto
el hombre como la mujer tenían que ser apedreados, pero los escribas y fariseos
no proporcionaron testigo alguno además de ellos mismos, y es difícil de creer
que fueron ellos específicamente quienes sorprendieron a la mujer “en el acto;”
y si fue así, ¿por qué no presentaron también al hombre para recibir el
castigo? Jesús conocía la ley al
respecto de la infidelidad y sabía lo que estos líderes religiosos intentaban
hacer, tentarlo para tener así una razón para acusarlo, al sorprenderlo
haciendo mal uso de la ley, y matarlo. Veamos otro aspecto de la ley al
respecto de una mujer casada que engaña a su marido.
(Números 5:11) También Jehová habló a Moisés,
diciendo: {12} Habla a los hijos de Israel y diles: Si la mujer de alguno
se descarriare, y le fuere infiel, {13} y alguno cohabitare con ella, y su
marido no lo hubiese visto por haberse ella amancillado ocultamente, ni hubiere
testigo contra ella, ni ella hubiere sido sorprendida en el acto;
En este caso, el marido no está seguro que su esposa le
sea infiel, pero por celos sospecha de ella aunque no hubiese sido sorprendida
“en el acto” ni hubiese testigos,
entonces él llevaría a su esposa delante del sacerdote.
(Números 5:14) si viniere sobre él espíritu de celos,
y tuviere celos de su mujer, habiéndose ella amancillado; o viniere sobre él
espíritu de celos, y tuviere celos de su mujer, no habiéndose ella
amancillado; {15} entonces el marido traerá su mujer al sacerdote, y con
ella traerá su ofrenda, la décima parte de un efa de harina de cebada; no
echará sobre ella aceite, ni pondrá sobre ella incienso, porque es ofrenda de
celos, ofrenda recordativa, que trae a la memoria el pecado. {16} Y el
sacerdote hará que ella se acerque y se ponga delante de Jehová. {17}
Luego tomará el sacerdote del agua santa en un vaso de barro; tomará también el
sacerdote del polvo que hubiere en el suelo del tabernáculo, y lo echará en el
agua. {18} Y hará el sacerdote estar en pie a la mujer delante de Jehová,
y descubrirá la cabeza de la mujer, y pondrá sobre sus manos la ofrenda
recordativa, que es la ofrenda de celos; y el sacerdote tendrá en la mano las
aguas amargas que acarrean maldición. 19 Y el sacerdote la conjurará y le
dirá: Si ninguno ha dormido contigo, y si no te has apartado de tu marido a
inmundicia, libre seas de estas aguas amargas que traen maldición; {20}
mas si te has descarriado de tu marido y te has amancillado, y ha cohabitado
contigo alguno fuera de tu marido {21}
(el sacerdote conjurará a la mujer con juramento de maldición, y dirá a
la mujer): Jehová te haga maldición y execración en medio de tu pueblo,
haciendo Jehová que tu muslo caiga y que tu vientre se hinche; {22} y estas
aguas que dan maldición entren en tus entrañas, y hagan hinchar tu vientre y
caer tu muslo. Y la mujer dirá: Amén, amén.
Como ven aquí, el ritual para una mujer casada, por la
simple sospecha del marido de ella no serle fiel, y sin haber testigos presenciales era diferente
a los casos anteriores. La mujer era llevada al sacerdote y él haría el ritual
del agua amarga. Si la mujer fuese acusada injustamente no le pasaría nada.
Pero si ella fuese culpable, el agua amarga provocaría que la maldición entrara
en sus entrañas, haciendo que se le hinchara el vientre y se le cayera el
muslo. Ahora vean lo que dice el versículo 23.
(Números 5:23) el sacerdote escribirá estas
maldiciones en un libro, y las borrará con las aguas amargas:
¿Qué hacía Jesús escribiendo en el suelo? ¡Estaba
siguiendo la ley, como el sacerdote que escribe las maldiciones en un libro! ¡A
diferencia de los escribas y fariseos hipócritas, que simplemente cumplían las
órdenes de Satanás, acusando falsamente a una mujer casada para encontrar falta
en Jesús! Fueron ellos quienes infringieron la ley al no presentar al supuesto
hombre sorprendido “en el acto” junto a
la mujer, por prescribir un castigo equivocado y además al no traer dos
testigos presenciales para acusar a la mujer; los que debían tirar la primera
piedra como también exige la ley de Moisés. Ellos estaban tratando de hacer que
Jesús violara la ley al condenar erróneamente a la mujer. ¿No es irónico que la
mayoría de las veces son los acusadores quienes cometen los crímenes de los que
acusan a los demás? Ellos estaban cumpliendo la “ley de la ironía”, aquella en
la que tres dedos señalan al acusador cuando uno solo apunta a quién él acusa.
Pero Jesús no era tonto, es el hijo del Dios
todopoderoso, y estaba en perfecta comunión con su padre, por eso fue más allá
de simplemente decirles que estaban equivocados acerca de la ley.
(Juan 8:7) Y como insistieran en preguntarle, se
enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en
arrojar la piedra contra ella. {8} E inclinándose de nuevo hacia el suelo,
siguió escribiendo en tierra.
Muchos dicen que escribió en la tierra los nombres de
los acusadores, otros dicen que escribió las faltas y las maldiciones de todos
ellos, lo que son solo especulaciones porque la Biblia no dice realmente lo que
escribió exactamente, y así debemos entenderlo. Lo único que puedo decir es que
él escribió en la tierra, no en un libro para llevar un registro, porque la
acusación de los escribas y fariseos era ilegítima y cualquier cosa que
escribiera en la tierra se desvanecería con el paso de la gente, además él
conocía la ley y los rituales al punto que cumplió la ley, así, que, después
que hizo la pregunta los acusadores se fueron.
(Juan 8:9) Pero ellos, al oír esto, acusados por su
conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los
postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio.
¡Me pregunto si los escribas y fariseos en realidad tenían
conciencia, ellos acusaron a la mujer falsamente, no solo para culpar a Jesús
sino para matarlo, ellos intentaron matar al mesías, el hijo del Dios vivo!
¿Crees tú que ellos tenían conciencia? Yo pienso que se fueron porque no
recibieron apoyo de la gente, quienes al parecer tampoco estaban libres culpa,
y desde el más viejo hasta el más joven simplemente se fueron, propiciando que
los escribas y fariseos también se fueran.
(Juan 8:10) Enderezándose Jesús, y no viendo a
nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban?
¿Ninguno te condenó? {11} Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le
dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.
La frase “vete, y no peques más” lo incluye todo,
porque aplica a todo tipo de falta que Dios quiere que evitemos: “vete, y no
mientas más,” “vete, y no hurtes más;” y puedes agregar el enojo, la ira, la
comunicación deshonesta, la envidia, la fornicación, la idolatría, la
desobediencia, etc., etc., etc. Así, que, siguiendo la moraleja de esta
enseñanza pudiéramos agregar cualquiera de estas faltas a “vete y no
____________________ más.” ¡Y dejar de hacerlo!
Quiero centrarme ahora en los acusadores y las acusaciones
de este relato, que tienen mucho que ver con la primera parte de lo que Jesús
dijo a la mujer, “…ni yo te condeno...”.
Ya vimos que la palabra “acusador” proviene de la palabra griega katégoros que significa: “uno que
acusa a otro en la asamblea, un querellante, un fiscal; pero específicamente
define a Satanás (como el acusador en jefe),” y la palabra “acusación” es la
palabra griega kategoría que
significa: “categoría, denuncia, acusación criminal, acusación.” Pero ¿por qué
quiero hablar de eso? Debido a que hay algunas “advertencias” en las Escrituras
y algo más a lo que yo llamo “salvaguardas,” que Dios puso en su palabra para
que nosotros, sus hijos e hijas, no caigamos en la categoría de los “acusadores,”
obedeciendo las órdenes del adversario, por así decirlo, condenando a los demás.
El diccionario de la RAE define "categoría" como: "cada una de las clases o
divisiones establecidas,” o sea, que es “una división de un sistema de
clasificación." Como la división de clases sociales, o las establecidas en
una profesión, carrera o actividad. Entonces, si ser un “acusador” es ser un representante de Satanás,
presentar una acusación es un acto de demostrarle a alguien que somos de
diferentes clases, o en otras palabras, que somos mejores que ellos; “porque
mírame, yo no hago lo que tú haces, y tú no tienes lo que yo tengo.” Basta con
mirar a los escribas y fariseos del relato; quienes suponemos conocían la Ley
de Moisés, la que hicieron a un lado para desarrollar sus propias doctrinas, leyes hechas por
hombres. Ellos pensaban que estaban por encima de la ley y que eran mejores que
el resto de la gente. Nosotros, los hijos e hijas del Dios todopoderoso, nunca
debemos pensar menos de los demás.
(Romanos 12:1) Así que, hermanos, os ruego por las
misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo,
santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. {2} No os
conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de
vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta. {3} Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada
cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que
debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que
Dios repartió a cada uno.
No estoy diciendo que podamos llegar a ser como esos
malvados escribas y fariseos hipócritas, todo lo que intento hacer es
básicamente transmitir lo que sugiere el versículo 3 de Romanos 12. “No tener
más alto concepto del que debemos tener,” sino pensar con cordura, conforme a
la medida de fe que Dios repartió a cada uno. Romanos 12:1 es una imploración
amorosa de Dios nuestro Padre a través del apóstol Pablo, de presentar o
exhibir nuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo y agradable a él. ¿Queremos agradar a Dios? Presta atención a
las advertencias y las salvaguardas.
(1 Corintios. 10:1) Porque no quiero, hermanos, que
ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el
mar; {2} y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, {3} y
todos comieron el mismo alimento espiritual, {4} y todos bebieron la misma
bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la
roca era Cristo. {5} Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo
cual quedaron postrados en el desierto. {6} Mas estas cosas sucedieron como ejemplos
para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron.
El versículo 7 menciona la idolatría; el versículo 8
menciona la fornicación; El versículo 9 se refiere a “no tentar a Cristo, como
algunos en el Antiguo Testamento tentaron a Dios.” Esta última advertencia
llegó demasiado tarde para los escribas y fariseos, quienes trataron de tentar al
hijo de Dios, pero aunque hubieran tenido la oportunidad de escucharla,
probablemente la hubiesen ignorado; lo único que siempre buscaron fue matar a
Jesús.
(1 Corintios 10:10) Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el
destructor. {11} Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos
a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos. {12} Así que,
el que piensa estar firme, mire que no caiga.
Para mí, toda esta sección de las Escrituras es una
advertencia maravillosa, como esos enormes anuncios con grandes y remarcadas
letras alrededor de las propiedades privadas que dicen: “NO Traspasar,” y el NO, con
enormes letras mayúsculas. La palabra griega traducida como “amonestarnos” en
el versículo 11 también se puede traducir como: “llamada de atención, una
reprensión suave, o una advertencia”. Y la palabra “ejemplo” también en el
versículo 11, traducida de la palabra griega
túpos, que significa: modelo, sello o tipo. Un modelo o estilo que NO debemos seguir, o sea, la gente en
este relato NO son un ejemplo a seguir, por lo tanto, NO debemos hacer lo que ellos hicieron en su tiempo. Ahora bien, todas
las cosas aquí mencionadas son cosas comunes que desafortunadamente se han
generalizado como normales en la vida de mucha gente; la idolatría, la
fornicación, la tentación, cosas que la gente puede ser propensa a cometer,
consciente o inconscientemente, porque para muchos todo eso es normal; pero
nuestro Padre celestial nos advierte que eso no le agrada a él, lo mismo ocurre
con la “murmuración,” pero es la “murmuración,” cuando se desborda, tiene el
potencial convertirse desproporcionadamente en una “acusación,” convirtiéndonos
también a nosotros en agentes del “acusador,” para condenar a la gente,
exactamente lo opuesto que Jesús hizo cuando respondió a la mujer diciendo “Ni
yo te condeno.” Veamos algunas advertencias más.
(Santiago 1:12) Bienaventurado el varón que soporta la
tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida,
que Dios ha prometido a los que le aman. {13} Cuando alguno es tentado, no
diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el
mal, ni él tienta a nadie; {14} sino que cada uno es tentado, cuando de su
propia concupiscencia es atraído y seducido. {15} Entonces la concupiscencia,
después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da
a luz la muerte.
El versículo 12 tiene una salvaguarda con promesa;
soportar la tentación y resistir produce una corona de vida, lo opuesto al
resultado de sucumbir, que produce pecado y al final la muerte. El versículo 16
tiene una advertencia:
(Santiago 1:16) Amados hermanos míos, no
erréis. {17} Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto,
del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de
variación.
{18} El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que
seamos primicias de sus criaturas.
El texto griego dice: “No erréis,” hermanos de mí,
amados. La advertencia es “NO ERRAR LA MARCA,” lo que literalmente significa:
¡“NO PECAR”! Como lo que Jesús le dijo a la mujer: “Vete y no peques más.” Pero
hay un especial énfasis en la palabra ¡“AMADOS”! Dios nos ama y él conoce nuestra condición humana, nos pide que no erremos
porque sabe que somos muy capaces de ello, por esa razón en el versículo 19 nos
da la salvaguarda, para NO errar:
(Santiago 1:19) Por esto, mis amados hermanos, todo
hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse;
Así que si no queremos errar, debemos ser prontos para oír, pero, ¿oír qué? Vamos a Mateo 17.
¿Recuerdan cuando Jesús llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, su hermano, a un monte alto y se transfiguró delante de ellos y vieron en una visión a Moisés y a Elías hablando con Jesús?
(Mateo 17:5) Mientras él aún hablaba, una nube de luz
los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado,
en quien tengo complacencia; a él oíd.
Eso es lo que debemos apresurarnos a oír, ¡a él! Quien
antes de ascender al cielo nos dio un mandamiento nuevo.
(Juan 13:33) Hijitos, aún estaré con vosotros un poco.
Me buscaréis; pero como dije a los judíos, así os digo ahora a vosotros: A
donde yo voy, vosotros no podéis ir. {34} Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he
amado, que también os améis unos a otros. {35} En esto conocerán
todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.
Las palabras “amor, amar, améis, amado,” son
traducidas de la palabra griega agápe
y sus derivados. ¡Agápe, es el
ingrediente principal en la fórmula secreta de la vida! Para mí, es el mayor
salvaguarda o amparo de toda la escritura, para que no erremos. Vean lo que
Pablo dijo a los Corintios.
(1 Corintios 11:1) Sed imitadores de mí, así como yo
de Cristo.
La palabra “imitadores” traducida del griego también
significa “seguidores,” y eso es en lo que debemos volvernos, en ¡“seguidores
de Cristo”! El apóstol Pablo no solo nos exhorta a ser seguidores de él y de
Cristo, sino también de Dios mismo, vamos a Efesios.
(Efesios5:1) Sed, pues, imitadores de Dios como hijos
amados. {2 Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí
mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante. {3} Pero
fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros,
como conviene a santos;
“Agápe”
es la clave para un andar digno, con cordura, conforme a la medida de la fe que
Dios, nuestro Padre celestial dio a cada uno. El versículo tres enlista algunas
cosas de las que debemos alejarnos para una vida en santidad, como Dios quiere
que vivamos. Ahora bien, ¿por qué
deberíamos ser tardos para hablar?
(Prov. 18:13) Al que responde palabra antes de oír, Le es fatuidad y
oprobio.
La fatuidad es la falta de razón o de entendimiento;
el oprobio es una ignominia, una afrenta, o una deshonra. El fatuo no razona,
no entiende, se llena de presunción o vanidad infundada y ridícula,
deshonrándose y avergonzándose a sí mismo al hablar y juzgar apresuradamente.
Dios no quiere que sus hijos sean así. Lo que la frase “lento para hablar”
básicamente significa, es que debemos parar, escuchar y pensar antes de abrir
la boca para decir algo o condenar a alguien. ¿Y por qué debemos también ser
lentos para la ira? El siguiente versículo de Santiago nos lo explica.
(Santiago 1:20) Porque la ira del hombre no obra la
justicia de Dios.
El versículo 21 nos da además una salvaguarda: “desechar
toda inmundicia y abundancia de malicia y recibir la Palabra de Dios con
mansedumbre.”
(Santiago 1:21) Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas. {22} Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. {23 Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. {24 Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. {25} Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.
La frase: “desechar
toda inmundicia y abundancia de malicia,” es equivalente a: “vete y no peques más.” Nuestro Padre
Celestial quiere que recibamos su Palabra con corazón manso y humilde, que
hagamos su voluntad y no la nuestra. Que cuando nos veamos al espejo veamos el
hombre interior, el Cristo en nosotros, la nueva creación de Dios reflejado en
ese espejo, y dejar de buscar las canas, las arrugas, el desánimo reflejado en
nuestro rostro y en de nuestro prójimo. Debemos mirar atentamente a la perfecta
ley de la libertad y perseverar en ella, siendo hacedores de la Palabra y la voluntad
de Dios no solamente oidores.
Debemos aprender a ser prontos para oír la Palabra de
Dios y recibirla con mansedumbre; tardos para la ira porque en ella no obra la
justicia de Dios y también tardos para hablar, para no caer en la tentación
de “murmurar” y unirnos al clan del
acusador y condenar a los demás. Existe una línea muy fina por cruzar cuando
hablamos de algo o alguien. Romanos 12:3 nos exhorta a: “que no tengamos más
alto concepto de nosotros mismos que el que debemos tener, sino que pensemos de
nosotros mismos con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a
cada uno.” “Murmurar” no es parte de presentar o exhibir nuestros cuerpos en
sacrificio vivo, santo, agradable a
Dios. 1 Corintios 10:12 nos advierte que: “El que piensa estar firme, mire que
no caiga," y debemos poner atención a ello para no caer. 2 Pedro nos muestra más salvaguardas.
(2 Pedro 1:3) Como todas las cosas que pertenecen a la
vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el
conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, {4} por
medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por
ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de
la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; {5}
vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe
virtud; a la virtud, conocimiento; {6 al conocimiento, dominio propio; al
dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; {7} a la piedad, afecto
fraternal; y al afecto fraternal, amor. {8 Porque si estas cosas están en
vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al
conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. {9 Pero el que no tiene estas
cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de
sus antiguos pecados. {10} Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer
firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás.
La palabra “caeréis” del griego, también se traduce como
“errar o pecar.” Si no queremos errar, caer, o pecar, como lo que Jesús le dijo
a la mujer en el relato de Juan 8, “vete y no peques más,” debemos procurar
hacer firme nuestra vocación y elección, ¿cómo? Practicando y abundando en todo
lo que se describe en los versículos del 5 al 7, para no estar ociosos ni sin
fruto en el conocimiento de nuestro señor Jesucristo.
(Filipenses
2:14) Haced todas las cosas sin murmuraciones ni contiendas: {15} para que
seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios, sin reprensión, en medio de
una nación torcida y perversa, en medio de la cual resplandecéis como lumbreras
en el mundo; {16} sosteniendo la palabra de vida; para que pueda regocijarme en
el día de Cristo, de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado.
A nadie le agradan los chismosos y los conflictivos,
no murmures, no pelees, no te conformes al estilo de vida del mundo,
transfórmate por medio de la renovación de tu entendimiento, como nos dice
Romanos 12:2
(Col 3:12) Vestíos, pues, como escogidos de Dios,
santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, de humildad de mente,
de mansedumbre, de paciencia; {13} soportándoos unos a otros y perdonándoos
unos a otros, si alguno tiene pleito contra otro: como Cristo os perdonó, así
también vosotros.
Ya fuimos escogidos por Dios, él nos llama sus santos
y sus amados, pero debemos prestar atención a las advertencias. Mateo 24:24
dice que “…se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes
señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los
escogidos.” Esta advertencia está
escrita para los días postreros, para el fin de los tiempos, cuando nosotros ya
no vamos a estar aquí, pero debemos ser inteligentes y no ignorar las artimañas
de Satanás, y tome ventaja de nosotros, porque
no ignoramos sus maquinaciones y no queremos ser parte de su ministerio de
mentira y de maldad. Para mí, agápe
es el mayor de las salvaguardas en la Palabra de Dios, agápe es una lista de características con los más altos
valores de ética y moral, es lo que conocemos como el código de conducta del
creyente cristiano, si lo aplicamos en nuestro andar nos puede ahorrar muchos
problemas.
(Col. 3:14) Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. {15} Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. {16 La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales. {17 Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Agápe es
el vínculo perfecto, la palabra “vínculo” significa: “un principio unificador”. Agápe es un principio, una
verdad fundamental que sirve como base de nuestro sistema de creencia, de
nuestro tren de razonamiento. Cuando practicamos agápe la frase “Ni yo te condeno; vete y no peques más” se
desvanecerá de nuestra mente. Prestemos atención a las advertencias, busquemos las
salvaguardas o amparos; entonces, como (Romanos 15:13 dice: “Y el Dios de
esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en
esperanza por el poder del Espíritu Santo.”
¡Agápe
es la mejor salvaguarda que existe! ¡Es lo único que cubre multitud de pecados!
(1 Pedro 4:7) Mas el fin de todas las cosas se acerca;
sed, pues, sobrios, y velad en oración. {8 Y ante todo, tened entre
vosotros ferviente amor; porque el amor
cubrirá multitud de pecados. {9} Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones. {10} Cada uno
según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos
administradores de la multiforme gracia de Dios. {11} Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno
ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios
glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los
siglos de los siglos. Amén.
Si queremos ser seguidores de Jesús y convertirnos en
sus verdaderos sus discípulos, ¡a él oíd! Debemos aprender a oír y a recibir a
palabra de Dios con mansedumbre, a no tener más alto concepto del que debemos
tener sino pensar con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a
cada uno, y seguir el ejemplo de lo que Jesús dijo a la mujer: “vete y no peques más,” desechando toda
inmundicia y abundancia de malicia. Como hijos de Dios debemos hacer todo sin
murmuraciones ni contiendas, ser hospedadores y buenos ministros de la
multiforme gracia de Dios. Así, que, cuando hablemos, ninguna palabra
corrompida salga de nuestra boca como se nos exhorta en Efesios 4:29, sino la
que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.
El versículo 11 aquí en 1 Pedro dice que si hablamos, hablemos conforme a la
Palabra de Dios para dar siempre la gloria a Dios, nuestro Padre Celestial en
el nombre de Jesucristo su hijo, a Dio sea la gloria y el imperio por los
siglos de los siglos. Amén.
¡Dios los bendiga!
E. S, N.
J. E. R. S.