La fuente principal de información de este blog es La Biblia. Todas las enseñanzas compartidas aquí, son y serán principalmente basadas en la Biblia Reyna Valera Versión de 1960

 

Dios los bendiga, en esta segunda parte de “Ninguna Condenación,” también subtitulada “Los Acusadores – No Murmuréis,” continuaremos hablando de la mujer acusada de cometer adulterio como se relata en el capítulo 8 del evangelio de Juan, especialmente enfocada sobre los acusadores y las acusaciones o murmuraciones. Así que sin más preámbulo, comencemos.


Temprano por la mañana, como solía hacerlo, Jesús enseñaba a la gente a las afueras del templo.


(Juan 8:3)  Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, {4} le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. {5} Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? {6} Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. 


Desde el instante mismo en que los escribas y los fariseos mencionaron la ley de Moisés, Jesús sabía que la pseudo-acusación contra la mujer, era realmente contra él. La palabra griega guné traducida como “mujer” se refiere principalmente a una mujer casada o a una esposa; y conforme a la ley; tanto ella como el hombre que adulteró con la mujer tenían que morir, como se describe en el siguiente versículo.


(Deuteronomio 22: 22) Si fuere sorprendido alguno acostado con una mujer casada con marido, ambos morirán, el hombre que se acostó con la mujer, y la mujer también; así quitarás el mal de Israel.


En el relato de Juan, los líderes religiosos dijeron a Jesús que sorprendieron a la mujer “en el acto,” pero no trajeron al hombre con quien la sorprendieron, lo que es muy sospechoso y nos indica que estaban falsamente acusando a esta mujer, si es que era casada, ahora, si la mujer estaba solamente  comprometida, vean lo que dice la ley al respecto de ello.


(Deuteronomio 22:23) Si hubiere una muchacha virgen desposada con alguno, y alguno la hallare en la ciudad, y se acostare con ella; {24} entonces los sacaréis a ambos a la puerta de la ciudad, y los apedrearéis, y morirán; la joven porque no dio voces en la ciudad, y el hombre porque humilló a la mujer de su prójimo; así quitarás el mal de en medio de ti. 


En los casos citados el castigo era el mismo, y tanto el hombre como la mujer tenían que ser apedreados, pero los escribas y fariseos no proporcionaron testigo alguno además de ellos mismos, y es difícil de creer que fueron ellos específicamente quienes sorprendieron a la mujer “en el acto;” y si fue así, ¿por qué no presentaron también al hombre para recibir el castigo?  Jesús conocía la ley al respecto de la infidelidad y sabía lo que estos líderes religiosos intentaban hacer, tentarlo para tener así una razón para acusarlo, al sorprenderlo haciendo mal uso de la ley, y matarlo. Veamos otro aspecto de la ley al respecto de una mujer casada que engaña a su marido.


(Números 5:11) También Jehová habló a Moisés, diciendo: {12} Habla a los hijos de Israel y diles: Si la mujer de alguno se descarriare, y le fuere infiel, {13} y alguno cohabitare con ella, y su marido no lo hubiese visto por haberse ella amancillado ocultamente, ni hubiere testigo contra ella, ni ella hubiere sido sorprendida en el acto; 


En este caso, el marido no está seguro que su esposa le sea infiel, pero por celos sospecha de ella aunque no hubiese sido sorprendida “en el acto” ni hubiese testigos,  entonces él llevaría a su esposa delante del sacerdote.


(Números 5:14) si viniere sobre él espíritu de celos, y tuviere celos de su mujer, habiéndose ella amancillado; o viniere sobre él espíritu de celos, y tuviere celos de su mujer, no habiéndose ella amancillado; {15} entonces el marido traerá su mujer al sacerdote, y con ella traerá su ofrenda, la décima parte de un efa de harina de cebada; no echará sobre ella aceite, ni pondrá sobre ella incienso, porque es ofrenda de celos, ofrenda recordativa, que trae a la memoria el pecado. {16} Y el sacerdote hará que ella se acerque y se ponga delante de Jehová. {17} Luego tomará el sacerdote del agua santa en un vaso de barro; tomará también el sacerdote del polvo que hubiere en el suelo del tabernáculo, y lo echará en el agua. {18} Y hará el sacerdote estar en pie a la mujer delante de Jehová, y descubrirá la cabeza de la mujer, y pondrá sobre sus manos la ofrenda recordativa, que es la ofrenda de celos; y el sacerdote tendrá en la mano las aguas amargas que acarrean maldición. 19 Y el sacerdote la conjurará y le dirá: Si ninguno ha dormido contigo, y si no te has apartado de tu marido a inmundicia, libre seas de estas aguas amargas que traen maldición; {20} mas si te has descarriado de tu marido y te has amancillado, y ha cohabitado contigo alguno fuera de tu marido {21}  (el sacerdote conjurará a la mujer con juramento de maldición, y dirá a la mujer): Jehová te haga maldición y execración en medio de tu pueblo, haciendo Jehová que tu muslo caiga y que tu vientre se hinche; {22} y estas aguas que dan maldición entren en tus entrañas, y hagan hinchar tu vientre y caer tu muslo. Y la mujer dirá: Amén, amén. 


Como ven aquí, el ritual para una mujer casada, por la simple sospecha del marido de ella no serle fiel, y  sin haber testigos presenciales era diferente a los casos anteriores. La mujer era llevada al sacerdote y él haría el ritual del agua amarga. Si la mujer fuese acusada injustamente no le pasaría nada. Pero si ella fuese culpable, el agua amarga provocaría que la maldición entrara en sus entrañas, haciendo que se le hinchara el vientre y se le cayera el muslo. Ahora vean lo que dice el versículo 23.


(Números 5:23) el sacerdote escribirá estas maldiciones en un libro, y las borrará con las aguas amargas:


¿Qué hacía Jesús escribiendo en el suelo? ¡Estaba siguiendo la ley, como el sacerdote que escribe las maldiciones en un libro! ¡A diferencia de los escribas y fariseos hipócritas, que simplemente cumplían las órdenes de Satanás, acusando falsamente a una mujer casada para encontrar falta en Jesús! Fueron ellos quienes infringieron la ley al no presentar al supuesto hombre sorprendido “en el acto” junto a  la mujer, por prescribir un castigo equivocado y además al no traer dos testigos presenciales para acusar a la mujer; los que debían tirar la primera piedra como también exige la ley de Moisés. Ellos estaban tratando de hacer que Jesús violara la ley al condenar erróneamente a la mujer. ¿No es irónico que la mayoría de las veces son los acusadores quienes cometen los crímenes de los que acusan a los demás? Ellos estaban cumpliendo la “ley de la ironía”, aquella en la que tres dedos señalan al acusador cuando uno solo apunta a quién él acusa.


Pero Jesús no era tonto, es el hijo del Dios todopoderoso, y estaba en perfecta comunión con su padre, por eso fue más allá de simplemente decirles que estaban equivocados acerca de la ley.


(Juan 8:7) Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. {8} E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. 


Muchos dicen que escribió en la tierra los nombres de los acusadores, otros dicen que escribió las faltas y las maldiciones de todos ellos, lo que son solo especulaciones porque la Biblia no dice realmente lo que escribió exactamente, y así debemos entenderlo. Lo único que puedo decir es que él escribió en la tierra, no en un libro para llevar un registro, porque la acusación de los escribas y fariseos era ilegítima y cualquier cosa que escribiera en la tierra se desvanecería con el paso de la gente, además él conocía la ley y los rituales al punto que cumplió la ley, así, que, después que hizo la pregunta los acusadores se fueron.


(Juan 8:9) Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. 


¡Me pregunto si los escribas y fariseos en realidad tenían conciencia, ellos acusaron a la mujer falsamente, no solo para culpar a Jesús sino para matarlo, ellos intentaron matar al mesías, el hijo del Dios vivo! ¿Crees tú que ellos tenían conciencia? Yo pienso que se fueron porque no recibieron apoyo de la gente, quienes al parecer tampoco estaban libres culpa, y desde el más viejo hasta el más joven simplemente se fueron, propiciando que los escribas y fariseos también se fueran.


(Juan 8:10)  Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? {11} Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.


La frase “vete, y no peques más” lo incluye todo, porque aplica a todo tipo de falta que Dios quiere que evitemos: “vete, y no mientas más,” “vete, y no hurtes más;” y puedes agregar el enojo, la ira, la comunicación deshonesta, la envidia, la fornicación, la idolatría, la desobediencia, etc., etc., etc. Así, que, siguiendo la moraleja de esta enseñanza pudiéramos agregar cualquiera de estas faltas a “vete y no ____________________ más.” ¡Y dejar de hacerlo!


Quiero centrarme ahora en los acusadores y las acusaciones de este relato, que tienen mucho que ver con la primera parte de lo que Jesús dijo a la mujer, “…ni yo te condeno...”. Ya vimos que la palabra “acusador” proviene de la palabra griega katégoros que significa: “uno que acusa a otro en la asamblea, un querellante, un fiscal; pero específicamente define a Satanás (como el acusador en jefe),” y la palabra “acusación” es la palabra griega kategoría que significa: “categoría, denuncia, acusación criminal, acusación.” Pero ¿por qué quiero hablar de eso? Debido a que hay algunas “advertencias” en las Escrituras y algo más a lo que yo llamo “salvaguardas,” que Dios puso en su palabra para que nosotros, sus hijos e hijas, no caigamos en la categoría de los “acusadores,” obedeciendo las órdenes del adversario, por así decirlo, condenando a los demás. El diccionario de la RAE define "categoría"  como: "cada una de las clases o divisiones establecidas,” o sea, que es “una división de un sistema de clasificación." Como la división de clases sociales, o las establecidas en una profesión, carrera o actividad. Entonces, si ser un  “acusador” es ser un representante de Satanás, presentar una acusación es un acto de demostrarle a alguien que somos de diferentes clases, o en otras palabras, que somos mejores que ellos; “porque mírame, yo no hago lo que tú haces, y tú no tienes lo que yo tengo.” Basta con mirar a los escribas y fariseos del relato; quienes suponemos conocían la Ley de Moisés, la que hicieron a un lado para desarrollar  sus propias doctrinas, leyes hechas por hombres. Ellos pensaban que estaban por encima de la ley y que eran mejores que el resto de la gente. Nosotros, los hijos e hijas del Dios todopoderoso, nunca debemos pensar menos de los demás.


(Romanos 12:1) Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. {2} No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. {3} Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. 


No estoy diciendo que podamos llegar a ser como esos malvados escribas y fariseos hipócritas, todo lo que intento hacer es básicamente transmitir lo que sugiere el versículo 3 de Romanos 12. “No tener más alto concepto del que debemos tener,” sino pensar con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. Romanos 12:1 es una imploración amorosa de Dios nuestro Padre a través del apóstol Pablo, de presentar o exhibir nuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo y agradable a él.  ¿Queremos agradar a Dios? Presta atención a las advertencias y las salvaguardas.


(1 Corintios. 10:1) Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; {2} y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, {3} y todos comieron el mismo alimento espiritual, {4} y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo. {5} Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto. {6} Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron.


El versículo 7 menciona la idolatría; el versículo 8 menciona la fornicación; El versículo 9 se refiere a “no tentar a Cristo, como algunos en el Antiguo Testamento tentaron a Dios.” Esta última advertencia llegó demasiado tarde para los escribas y fariseos, quienes trataron de tentar al hijo de Dios, pero aunque hubieran tenido la oportunidad de escucharla, probablemente la hubiesen ignorado; lo único que siempre buscaron fue matar a Jesús.


(1 Corintios 10:10) Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor. {11} Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos. {12} Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga. 


Para mí, toda esta sección de las Escrituras es una advertencia maravillosa, como esos enormes anuncios con grandes y remarcadas letras alrededor de las propiedades privadas que dicen: “NO Traspasar,” y el NO, con enormes letras mayúsculas. La palabra griega traducida como “amonestarnos” en el versículo 11 también se puede traducir como: “llamada de atención, una reprensión suave, o una advertencia”. Y la palabra “ejemplo” también en el versículo 11, traducida de la palabra griega túpos, que significa: modelo, sello o tipo. Un modelo o estilo que NO debemos seguir, o sea, la gente en este relato NO son un ejemplo a seguir, por lo tanto, NO debemos hacer lo que ellos hicieron en su tiempo. Ahora bien, todas las cosas aquí mencionadas son cosas comunes que desafortunadamente se han generalizado como normales en la vida de mucha gente; la idolatría, la fornicación, la tentación, cosas que la gente puede ser propensa a cometer, consciente o inconscientemente, porque para muchos todo eso es normal; pero nuestro Padre celestial nos advierte que eso no le agrada a él, lo mismo ocurre con la “murmuración,” pero es la “murmuración,” cuando se desborda, tiene el potencial convertirse desproporcionadamente en una “acusación,” convirtiéndonos también a nosotros en agentes del “acusador,” para condenar a la gente, exactamente lo opuesto que Jesús hizo cuando respondió a la mujer diciendo “Ni yo te condeno.” Veamos algunas advertencias más.


(Santiago 1:12) Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman. {13} Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; {14} sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. {15} Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte. 


El versículo 12 tiene una salvaguarda con promesa; soportar la tentación y resistir produce una corona de vida, lo opuesto al resultado de sucumbir, que produce pecado y al final la muerte. El versículo 16 tiene una advertencia:


(Santiago 1:16) Amados hermanos míos, no erréis. {17} Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación. 
{18} El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.


El texto griego dice: “No erréis,” hermanos de mí, amados. La advertencia es “NO ERRAR LA MARCA,” lo que literalmente significa: ¡“NO PECAR”! Como lo que Jesús le dijo a la mujer: “Vete y no peques más.” Pero hay un especial énfasis en la palabra ¡“AMADOS”! Dios nos ama y él conoce nuestra condición humana, nos pide que no erremos porque sabe que somos muy capaces de ello, por esa razón en el versículo 19 nos da la salvaguarda, para NO errar:


(Santiago 1:19) Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; 


Así que si no queremos errar, debemos ser prontos para oír, pero, ¿oír qué? Vamos a Mateo 17.


¿Recuerdan cuando Jesús llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, su hermano, a un monte alto y se transfiguró delante de ellos y vieron en una visión a Moisés y a Elías hablando con Jesús?


(Mateo 17:5) Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd.


Eso es lo que debemos apresurarnos a oír, ¡a él! Quien antes de ascender al cielo nos dio un mandamiento nuevo.


(Juan 13:33) Hijitos, aún estaré con vosotros un poco. Me buscaréis; pero como dije a los judíos, así os digo ahora a vosotros: A donde yo voy, vosotros no podéis ir. {34} Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. {35} En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.


Las palabras “amor, amar, améis, amado,” son traducidas de la palabra griega agápe y sus derivados. ¡Agápe, es el ingrediente principal en la fórmula secreta de la vida! Para mí, es el mayor salvaguarda o amparo de toda la escritura, para que no erremos. Vean lo que Pablo dijo a los Corintios.


(1 Corintios 11:1) Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo. 

La palabra “imitadores” traducida del griego también significa “seguidores,” y eso es en lo que debemos volvernos, en ¡“seguidores de Cristo”! El apóstol Pablo no solo nos exhorta a ser seguidores de él y de Cristo, sino también de Dios mismo, vamos a Efesios.


(Efesios5:1) Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. {2 Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante. {3} Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos; 


Agápe” es la clave para un andar digno, con cordura, conforme a la medida de la fe que Dios, nuestro Padre celestial dio a cada uno. El versículo tres enlista algunas cosas de las que debemos alejarnos para una vida en santidad, como Dios quiere que vivamos.  Ahora bien, ¿por qué deberíamos ser tardos para hablar?


(Prov. 18:13)  Al que responde palabra antes de oír, Le es fatuidad y oprobio. 

La fatuidad es la falta de razón o de entendimiento; el oprobio es una ignominia, una afrenta, o una deshonra. El fatuo no razona, no entiende, se llena de presunción o vanidad infundada y ridícula, deshonrándose y avergonzándose a sí mismo al hablar y juzgar apresuradamente. Dios no quiere que sus hijos sean así. Lo que la frase “lento para hablar” básicamente significa, es que debemos parar, escuchar y pensar antes de abrir la boca para decir algo o condenar a alguien. ¿Y por qué debemos también ser lentos para la ira? El siguiente versículo de Santiago nos lo explica.


(Santiago 1:20) Porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios.


El versículo 21 nos da además una salvaguarda: “desechar toda inmundicia y abundancia de malicia y recibir la Palabra de Dios con mansedumbre.”


(Santiago 1:21) Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas. {22} Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. {23 Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. {24 Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. {25} Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace. 


La frase: “desechar toda inmundicia y abundancia de malicia,” es equivalente a: “vete y no peques más.” Nuestro Padre Celestial quiere que recibamos su Palabra con corazón manso y humilde, que hagamos su voluntad y no la nuestra. Que cuando nos veamos al espejo veamos el hombre interior, el Cristo en nosotros, la nueva creación de Dios reflejado en ese espejo, y dejar de buscar las canas, las arrugas, el desánimo reflejado en nuestro rostro y en de nuestro prójimo. Debemos mirar atentamente a la perfecta ley de la libertad y perseverar en ella, siendo hacedores de la Palabra y la voluntad de Dios no solamente oidores.


Debemos aprender a ser prontos para oír la Palabra de Dios y recibirla con mansedumbre; tardos para la ira porque en ella no obra la justicia de Dios y también tardos para hablar, para no caer en la tentación de  “murmurar” y unirnos al clan del acusador y condenar a los demás. Existe una línea muy fina por cruzar cuando hablamos de algo o alguien. Romanos 12:3 nos exhorta a: “que no tengamos más alto concepto de nosotros mismos que el que debemos tener, sino que pensemos de nosotros mismos con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.” “Murmurar” no es parte de presentar o exhibir nuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo,  agradable a Dios. 1 Corintios 10:12 nos advierte que: “El que piensa estar firme, mire que no caiga," y debemos poner atención a ello para no caer.  2 Pedro nos muestra más salvaguardas.


(2 Pedro 1:3) Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, {4} por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; {5} vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; {6 al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; {7} a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. {8 Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. {9 Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados. {10} Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás.


La palabra “caeréis” del griego, también se traduce como “errar o pecar.” Si no queremos errar, caer, o pecar, como lo que Jesús le dijo a la mujer en el relato de Juan 8, “vete y no peques más,” debemos procurar hacer firme nuestra vocación y elección, ¿cómo? Practicando y abundando en todo lo que se describe en los versículos del 5 al 7, para no estar ociosos ni sin fruto en el conocimiento de nuestro señor Jesucristo.


(Filipenses 2:14) Haced todas las cosas sin murmuraciones ni contiendas: {15} para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios, sin reprensión, en medio de una nación torcida y perversa, en medio de la cual resplandecéis como lumbreras en el mundo; {16} sosteniendo la palabra de vida; para que pueda regocijarme en el día de Cristo, de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado.


A nadie le agradan los chismosos y los conflictivos, no murmures, no pelees, no te conformes al estilo de vida del mundo, transfórmate por medio de la renovación de tu entendimiento, como nos dice Romanos 12:2


(Col 3:12) Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, de humildad de mente, de mansedumbre, de paciencia; {13} soportándoos unos a otros y perdonándoos unos a otros, si alguno tiene pleito contra otro: como Cristo os perdonó, así también vosotros.


Ya fuimos escogidos por Dios, él nos llama sus santos y sus amados, pero debemos prestar atención a las advertencias. Mateo 24:24 dice que “…se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos.”  Esta advertencia está escrita para los días postreros, para el fin de los tiempos, cuando nosotros ya no vamos a estar aquí, pero debemos ser inteligentes y no ignorar las artimañas de Satanás, y tome ventaja de nosotros,  porque no ignoramos sus maquinaciones y no queremos ser parte de su ministerio de mentira y de maldad. Para mí, agápe es el mayor de las salvaguardas en la Palabra de Dios, agápe es una lista de características con los más altos valores de ética y moral, es lo que conocemos como el código de conducta del creyente cristiano, si lo aplicamos en nuestro andar nos puede ahorrar muchos problemas.


(Col. 3:14) Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. {15} Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. {16 La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales. {17 Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.


Agápe es el vínculo perfecto, la palabra “vínculo” significa: “un principio unificador”. Agápe es un principio, una verdad fundamental que sirve como base de nuestro sistema de creencia, de nuestro tren de razonamiento. Cuando practicamos agápe la frase “Ni yo te condeno; vete y no peques más” se desvanecerá de nuestra mente. Prestemos atención a las advertencias, busquemos las salvaguardas o amparos; entonces, como (Romanos 15:13 dice: “Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo.” 


¡Agápe es la mejor salvaguarda que existe! ¡Es lo único que cubre multitud de pecados!

(1 Pedro 4:7) Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad en oración. {8 Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados. {9} Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones. {10} Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. {11} Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.


Si queremos ser seguidores de Jesús y convertirnos en sus verdaderos sus discípulos, ¡a él oíd! Debemos aprender a oír y a recibir a palabra de Dios con mansedumbre, a no tener más alto concepto del que debemos tener sino pensar con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno, y seguir el ejemplo de lo que Jesús dijo a la mujer: “vete y no peques más,” desechando toda inmundicia y abundancia de malicia. Como hijos de Dios debemos hacer todo sin murmuraciones ni contiendas, ser hospedadores y buenos ministros de la multiforme gracia de Dios. Así, que, cuando hablemos, ninguna palabra corrompida salga de nuestra boca como se nos exhorta en Efesios 4:29, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. El versículo 11 aquí en 1 Pedro dice que si hablamos, hablemos conforme a la Palabra de Dios para dar siempre la gloria a Dios, nuestro Padre Celestial en el nombre de Jesucristo su hijo, a Dio sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.


¡Dios los bendiga!


E. S, N.


J. E. R. S.

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