Hoy quiero
compartir acerca de la aceptación. Aceptación es la calidad o estado de ser
aceptado o aceptable, el hecho de recibir una aprobación. En el libro de
Romanos, Dios por medio del apóstol Pablo nos implora a presentar nuestros
cuerpos en sacrificio vivo para agradarle a él.
(Romanos 12:1)
Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis
vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro
culto racional. {2} No os conforméis a este siglo, sino transformaos por
medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea
la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
Como seres
humanos, y a diferencia de los ángeles del cielo, Dios nos dio una variedad de
diferentes cualidades y capacidades con respecto a nuestros sentimientos y
emociones, en su mayoría manifestadas como resultado o consecuencia de una
respuesta a nuestros cinco sentidos, que
son parte de nuestra mentalidad física carnal. Administrar nuestra vida de alma
con respecto a la manera en que nos conformamos, ya sea; a la manera de Dios o
a la manera del mundo, determina si
vamos a caminar en esclavitud o en libertad. El libro de romanos es un
maravilloso libro doctrinal donde podemos encontrar y aprender mucho de todo lo
que necesitamos hacer para lidiar con nuestra naturaleza carnal. El capítulo 7 nos
muestra todo lo que necesitamos saber al respecto de ello.
(Romanos 7:1) ¿Acaso
ignoráis, hermanos (pues hablo con los que conocen la ley), que la ley se
enseñorea del hombre entre tanto que éste vive?
El versículo 1
se refiere a la Ley de Moisés y al hecho de que los que conocían la ley,
entendían que hasta el día de su muerte iban a estar sujetos al dominio de esa
ley, a menos que sucediera algo diferente.
(Romanos 7:2) Porque
la mujer casada está sujeta por la ley al marido mientras éste vive; pero si el
marido muere, ella queda libre de la ley del marido. {{3} Así que, si en
vida del marido se uniere a otro varón, será llamada adúltera; pero si su
marido muriere, es libre de esa ley, de tal manera que si se uniere a otro
marido, no será adúltera. {4} Así también vosotros, hermanos míos, habéis
muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que
resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios. {5} Porque
mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas que eran por la ley
obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte. {6} Pero ahora
estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos
sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el
régimen viejo de la letra.
A partir de la
analogía de la mujer casada y el resto de estos versículos, Pablo está
mostrando a los que conocían la ley, que algo diferente ya había sucedido, y que
así como esa mujer que ahora era libre de casarse con otro hombre después de la
muerte de su marido, ellos también habían sido liberados de la Ley de Moisés
por la cual se conoce y se imputa de pecado.
El versículo 4
dice que por la muerte, resurrección y ascensión de Jesucristo, quedaron
muertos a la ley y, en consecuencia, liberados de ella. El versículo 5 les
recuerda su forma de vida pecaminosa al andar en la carne, pero el versículo 6
les reafirma que ya fueron liberados de la ley para ahora servir a Dios, bajo
el régimen nuevo del espíritu.
Pablo sabía y
comprendía eso, y trató de explicar a los judíos que algo diferente ya había sucedido y compartiendo con ellos su
propia experiencia.
(Romanos 7:22)
Porque me deleito en la ley de Dios según el hombre interior:
¡Solamente así
es como podemos servir a Dios, en espíritu! Pero Pablo sabía que la gente todavía
estaba mentalmente sujeta a la ley.
(Romanos 7:23) pero
veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me
lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. {24} ¡Miserable
de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? {25} Gracias doy a
Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la
ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.
Pablo expuso
aquí los dos lados opuestos de la vida; la ley de Dios según el hombre
interior, que es estar en Cristo Jesús o andar según el espíritu; y la ley del
pecado que es andar según la carne, siendo la carne una representación de
nuestra vida de alma y de los cinco sentidos. Pablo sabía que él no era
perfecto como también sabemos que nosotros no somos perfectos, es decir, en la
carne debido a la ley del pecado; y en el versículo 14 explica por qué sucede
esto.
(Romanos 7:14)
Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al
pecado.
Esto es a lo que
se enfrentan muchos creyentes cristianos, dejarse guiar por la carne, además de
no sentirse aceptados por Dios y se condenan, lo que se describe en los
siguientes versículos:
(Romanos 7:15)
Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que
aborrezco, eso hago. {16} Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley
es buena. {17} De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el
pecado que mora en mí. {18} Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no
mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el
hacerlo. {19} Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no
quiero, eso hago. {20} Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino
el pecado que mora en mí. {20} Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago
yo, sino el pecado que mora en mí. {21} Así que, queriendo yo hacer el
bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. {22} Porque según el hombre
interior, me deleito en la ley de Dios; {23} pero veo otra ley en mis
miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la
ley del pecado que está en mis miembros.
Estas leyes aquí
mencionadas: la "ley del pecado"; la "ley de nuestra
mente"; y la “ley de Dios” son todas leyes espirituales, y es por eso que
ninguna terapia física, tratamiento psicológico o cualquier tipo de remedio
mundano basado en los cinco sentidos nunca funcionan, y la culpa, el
remordimiento, la condenación y el juicio nunca se van de nuestra mente.
¿Quieres liberarte de la condenación?
(Romanos 8:2}
Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del
pecado y de la muerte. {3}Porque lo que la ley no podía hacer, por ser débil
por la carne, Dios enviando a su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y
por el pecado, condenó al pecado en la carne: {4}para que la justicia de la ley
se cumpliera en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al
Espíritu.
Esto básicamente
sería el final de la historia, si quieres deshacerte de la culpa, del
remordimiento, de la condenación o el juicio, ¡dejar de caminar según la carne
y camina conforme al espíritu! En Gálatas también se nos exhortan a lo mismo.
(Gálatas 5:16)
Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la
carne.
Hacer una de
estas dos cosas trae como resultado dejar de hacer la otra, ¿qué prefieres?
Gálatas (5:17)
Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es
contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que
quisiereis. {18} Pero si sois
guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.
La palabra “SI”
en el versículo 18 nos permite pasar por encima de la ley de la carne;
¡Cualquier ley espiritual adversa, deja de tener efecto cuando nos sujetamos a
la ley de Dios y andamos en el espíritu!
Ahora, Romanos
8:1 es un versículo frecuentemente citado, usado para expresar que no debemos
sentir culpa o remordimiento por cualquier error cometido en nuestro andar
cristiano; y que simplemente debemos esforzarnos por mejorar, la próxima vez,
en caso de que hayamos errado la marca y hallamos pecado, ¡otra vez! Pero la
mayoría de las veces ignoramos la segunda parte de este versículo, que está en
correspondencia directa y también es una clave para andar realmente en
libertad.
(Romanos 8:1)
Así que ahora ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los
que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
Aquí vemos
claramente el resultado como consecuencia de andar en el espíritu. ¡No hay
condenación! ¿Por qué? Porque ¡estar en Cristo Jesús es andar en el espíritu! ¡Entonces,
estar libre de culpa, remordimiento, condenación o juicio es el resultado de
andar en el espíritu, lo que equivale a deleitarse en la ley de Dios según el
hombre interior!
¡Así que estar
en Cristo es la clave para no tener o sentir condenación alguna!
La palabra “SI”
es un adverbio afirmativo que funciona como una conjunción condicional; lo que
significa que se utiliza para indicar una condición o suposición. A menudo se
usa en conexión con otras partículas y en este caso indica que algo ocurre como
resultado o consecuencia de hacer otra cosa, o sea, que, ¡estar en Cristo al
caminar en el espíritu!” traerá como resultado no sentir más culpa,
remordimiento, condenación o juicio. Veamos un interesante relato.
(Juan 8:1) y
Jesús se fue al monte de los Olivos. {2} Y por la mañana volvió al templo,
y todo el pueblo vino a él; y sentado él, les enseñaba. {3} Entonces los
escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y
poniéndola en medio, {4} le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido
sorprendida en el acto mismo de adulterio. {5} Y en la ley nos mandó
Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? {6} Mas esto decían
tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía
en tierra con el dedo. {7} Y como insistieran en preguntarle, se enderezó
y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar
la piedra contra ella. {8} E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió
escribiendo en tierra. {9} Pero ellos, al oír esto, acusados por su
conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los
postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. {10}
Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer,
¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? {11} Ella dijo:
Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no
peques más.
Quizás te
preguntas: ¿Qué tiene que ver la historia de esta mujer con la aceptación y la
condenación? Te lo diré en un momento, por ahora quiero que pienses en; ¿Qué es
lo que tú crees que esta mujer hizo después de todo lo que le aconteció? ¡Estoy
muy seguro de que ella no volvió a pecar en absoluto!
Pónganse en su
lugar, es decir, como acusados. En el caso de esa mujer, la vergüenza, el
remordimiento, la culpa, la condena o el juicio que tuvo que afrontar. ¿Crees tú
que iba a volver a pecar aunque fuese una vez más? ¡No lo creo! Pero, ¿cómo
crees tú que se sintió y se comportó después de ser absuelta de sus acusaciones,
liberada de la culpa o del delito que se le imputaba? ¡Libre! No más culpa, no
más remordimiento, no más condenación, no más juicio.
El relato dice
que Jesús estaba en alguna área del templo enseñando al pueblo. Los escribas y
fariseos ya estaban confabulados para condenar a Jesús y quitarle la vida. Fueron
ellos los que llevaron a la mujer ante Jesús y la pusieron en medio del lugar
donde Jesús enseñaba. En el versículo 4 vemos a estos escribas y Fariseos,
mostrando una falsa humildad, lo llamaron “Maestro” cuando todo el tiempo
habían creído diciendo que: “de Galilea nunca se ha levantado profeta.” En el
versículo 5 tratando hipócritamente de hacerlo sentir importante le dicen: “en
la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?” Él
sabía lo que estos corruptos líderes estaban haciendo, tentándolo para poder
acusarlo como estaban acusando a la mujer. El versículo 7 es un versículo que
debemos guardar en nuestro corazón y nunca olvidarlo, especialmente la segunda parte: “...: El
que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra
ella.”
Volviendo a la
pregunta; ¿qué tiene todo esto que ver aquí con la aceptación, cuando no se
habla más que de condenación?
Bueno, condenar
es el acto de decir que algo o alguien es muy malo e inaceptable, y cuando nos
condenamos a nosotros mismos, nos sentimos o pensamos que somos inaceptables.
¿Alguna vez te han acusado, culpado, condenado
o juzgado de algo? Sólo recuerda esto, que aquellos que te acusan, te condenan
o te juzgan puede que no sean tan puros, limpios y sin pecado como pretender
ser. La frase “...acusados por su conciencia” en el versículo 9, significa que
moralmente convencidos en sus propias mentes, se juzgaron culpables ellos
mismos y se sintieron sin derecho alguno a encontrar culpa en la mujer y se
fueron. Y en el versículo 10, cuando Jesús le preguntó a la mujer acerca de los
acusadores, todos se habían ido.
El texto Griego
dice en el versículo 10: “Y enderezándose Jesús díjole: Mujer, ¿dónde están? ¿Ninguno
te condenó? Y ella dijo: Ninguno, Señor. Dijo entonces Jesús: Ni yo te condeno.
Vete, desde ahora no más peques.”
La palabra
“acusaban” en la versión Reina Valera es la palabra griega katégoros, una palabra compuesta formada por las palabras
griegas kata que significa:
“contra o que denota oposición” y la palabra griega ágora que significa: “plaza pública, mercado, asamblea.” La
palabra griega Katégoros
literalmente significa: "alguien que habla contra alguien más ante una
asamblea", también significa: un denunciante ante la ley o un fiscal. Pero
el significado más interesante y específico es: “Satanás, el acusador de los
hijos de Dios.” Eso debería indicarte de dónde es que provienen todas las
acusaciones. Y estoy seguro de que no quieres que nadie te acuse; pero tampoco
debes estar en el lugar de los acusadores, cumpliendo las órdenes de Satanás,
quien continuará con sus acusaciones contra los hijos de Dios día tras día, tanto
como pueda, porque es un experto en jugar con nuestros sentimientos y emociones
a través de nuestros cinco sentidos hasta hacernos caer víctimas de sus
artimañas. No olvides lo que Jesús les dijo a Pedro y a los dos hijos de
Zebedeo en Getsemaní en uno de los momentos más dramáticos y dolorosos de su
vida:
(Mateo 26:41)
Velad y orad para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está
dispuesto, pero la carne es débil.
¿Y dónde es que
fallamos o erramos? ¡En la carne! ¡Y en la carne es donde somos condenados o hallados
inaceptables, y mientras continuemos caminando en la carne nunca nos hallaremos
o nos sentiremos aceptables y nunca caminaremos en libertad! ¿Percibiste eso?
“¿Hallarnos o sentirnos aceptables?” Ahí reside gran parte del problema de la
aceptación, nosotros mismos no estamos contentos con quienes somos, en la
carne. No nos aceptamos tal como somos y tratamos de hacer esto o aquello para
sentirnos aprobados y encajar donde queremos ser aceptados. Por eso es
importante saber y entender quiénes somos en Cristo Jesús nuestro señor y
salvador, porque eso nos ayudará a saber y comprender que ya hemos sido
aceptados por Dios en el amado. De hecho, sólo deberían existir dos autoridades
válidas que determinen nuestra aceptación, ¡Dios y nosotros mismos!
Entonces, ¿qué
tiene que ver la historia de esta mujer con la aceptación? Bueno, estoy muy
seguro que ella sabía de Jesús, quién era y a quién representaba aquí en la
tierra; y cuando el Señor le preguntó: “¿dónde están?” hablando de sus acusadores
ella respondió según el texto griego: “Ninguno, Señor.” Ella reconoció la autoridad de Jesús y lo
llamó Señor. Y cuando él le dijo: "Ni yo te condeno: vete, desde ahora no
más peques." ¡Ella se sintió aliviada! Y quiero creer que nunca más volvió
a pecar, porque el resto de su vida, su conducta, su manera de vivir, la iba a
vivir en la carne, ella no tenía espíritu santo en ese momento porque todavía no
estaba disponible, pero nosotros sí tenemos espíritu santo, sin embargo, nos
seguimos condenando por todo; si nos enfermamos; si dije malas palabras e
insulté a alguien; si tengo alguna necesidad; o si juzgo y condeno a otros. El
primero y más grande mandamiento es amar a Dios con todo lo que tenemos
¿verdad? Corazón, alma, menta y fuerzas. Y el segundo, amar al prójimo como a
nosotros mismos. La palabra “amar o amarás” son derivadas de la palabra griega agápe, de donde proviene lo que
nosotros llamamos el código de conducta del creyente cristiano, y tiene todo
que ver con nuestro comportamiento. Pero supongo que no amamos a nuestro
prójimo tanto como creemos, porque si seguimos condenándonos a nosotros mismos
porque hayamos errado en alguna ocasión, ¿cómo podemos decir que amamos a
nuestro prójimo? Eso no debería ser así. Realmente tenemos que volver a la Palabra
de Dios y renovar nuestra mente para no conformarnos a este mundo como lo dice
el libro de romanos y no ser víctimas y presas fáciles de las artimañas del
acusador.
(Gálatas 5:1)
Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis
otra vez sujetos al yugo de esclavitud.
Hemos sido
liberados por Jesucristo nuestro señor, y no debemos tomar eso a la ligera. Debemos
entender y aceptar realmente quiénes somos en Cristo, porque fuimos aceptados
en él y ahora somos hijos e hijas de Dios todopoderoso.
(1 Corintios
1:30) Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por
Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; {31} para que,
como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor.
Así que
deleitémonos en la ley de Dios según el hombre interior: La condenación es un
juego del adversario, del acusador, y no queremos ser acusados, condenados ni
juzgados por nadie, pero tampoco debemos nosotros acusar a nadie.
(Romanos 8:30) Y
a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también
justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. {31} ¿Qué,
pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?
Ya hemos sido
aceptos en el amado, predestinados, llamados, justificados y glorificados en
Cristo Jesús nuestro señor, y ahora es Cristo en nosotros la esperanza de
gloria y es ahí donde debemos poner todas nuestras fichas, reconocer quiénes
somos en Cristo y la autoridad que nos ha sido delegada. Además tenemos a Dios
nuestro Padre celestial de nuestro lado.
(Romanos 8:32)
El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos
nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? {33} ¿Quién
acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. {34} ¿Quién es
el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el
que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.
{35} ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o
persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?
Creo que la
condena está incluida en esta lista, y tampoco nos separará del amor de Cristo
(Romanos 8:36) Como
está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos
contados como ovejas de matadero.
Pablo aquí hace referencia a la profecía de Isaías acerca del
padecimiento de nuestro señor Jesucristo, quien no abrió su boca y como cordero
fue llevado al matadero, humillándose a sí mismo y siendo obediente al Padre
hasta la muerte. Y así nos
sentimos nosotros a veces, como ovejas llevadas al matadero cuando nos
condenamos a nosotros mismos. Pero vean lo que el sacrificio y la obra completa
de nuestro seños Jesucristo lograron para nosotros.
(Romanos. 8:37) Antes,
en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos
amó. {38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni
ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por
venir, {39} ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos
podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
Esto es una
prueba más de nuestra aceptación, así que debemos echar fuera todo tipo de condenación,
especialmente la personal. Dios hizo las cosas mucho más simples para nosotros.
¿Por qué deberíamos preocuparnos entonces? ¡Dios dice en su Palabra y prometió
que NADA NOS SEPARARÁ DEL AMOR DE CRISTO; Y MUCHO MENOS NADA, NADA, NADA,
ABSOLUTAMENTE NADA, NOS PODRÁ SEPARAR DEL
AMOR DE DIOS! Pero tenemos que ser capaces de hacer lo que a nosotros nos
corresponde. Sabemos que no somos perfectos en la carne, ¡pero la idea es, no
permanecer ni dejarnos guiar por la carne, sino por el espíritu!
(Romanos 8:1)
Así que ahora ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los
que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
Deleitémonos en
la ley de Dios según el hombre interior, y permanezcamos, pues, firmes en la
libertad con la que Cristo nos hizo libres. Dios en su Palabra nos dio todo lo
que necesitamos para ser más que vencedores. La mente renovada es la clave al
poder, y creo firmemente que una de las claves de Pablo para renovar su mente y
poder llevar a cabo su ministerio fue hablar en lenguas mucho, lo dijo él mismo
en el libro de 1 Corintios 14:18 “Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más
que todos vosotros;”
¿Recuerdas lo
que hizo Jesús en el desierto cuando fue tentado por Satanás? Dijo: “Vete de
aquí, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo
servirás”. ¡Y nosotros también debemos servir a Dios bajo el régimen nuevo del
Espíritu!
Así, que, cuando
esas malvadas influencias traten de entrar en tu mente para culparte, acusarte condenarte
o juzgarte por cualquier cosa, haz lo que Jesús hizo en el desierto y detén a
Satanás el acusador en seco, habla mucho en lenguas y declara quién eres en
Cristo Jesús; un hijo o una hija de Dios con todo poder desde lo alto. No
encuentres falta en otros y no acuses para que no seas parte del ministerio del
acusador que es hurtar y matar y destruir. Satanás continuará acusando a los
hijos de Dios y continuará jugando con nuestros sentimientos y emociones a través
de nuestros cinco sentidos; no se lo permitas y no te condenes a ti mismo, ni
te sientas como oveja llevada al matadero, ya Cristo murió por nosotros
humillándose a sí mismo y siendo obediente al Padre hasta la muerte y muerte de
cruz. Él es quién aboga por nosotros delante del Padre como dice el libro de 1
Juan
(1 Juan 2:1)
Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere
pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. {2} Y él
es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino
también por los de todo el mundo. {3} Y en esto sabemos que nosotros le
conocemos, si guardamos sus mandamientos.
En la segunda
parte hablaré un poco más acerca de los acusadores y algunas advertencias que
Dios previó en su Palabra para estar alertas y no caigamos en el error al
prestar oído a las falsas palabras del adversario, el dios de este mundo que
quiere que nos conformemos a él. Pero quiero concluir con lo que dice el libro
de romanos.
(Romanos 12:1)
Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis
vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro
culto racional. {2} No os conforméis a este siglo, sino transformaos por
medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea
la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
¡Dios los
bendiga!
E. S. N.
Su hermano en
Cristo:
J. E. R. S.