La fuente principal de información de este blog es La Biblia. Todas las enseñanzas compartidas aquí, son y serán principalmente basadas en la Biblia Reyna Valera Versión de 1960

 

Hoy quiero compartir acerca de la aceptación. Aceptación es la calidad o estado de ser aceptado o aceptable, el hecho de recibir una aprobación. En el libro de Romanos, Dios por medio del apóstol Pablo nos implora a presentar nuestros cuerpos en sacrificio vivo para agradarle a él.


(Romanos 12:1) Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. {2} No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. 


Como seres humanos, y a diferencia de los ángeles del cielo, Dios nos dio una variedad de diferentes cualidades y capacidades con respecto a nuestros sentimientos y emociones, en su mayoría manifestadas como resultado o consecuencia de una respuesta a nuestros cinco sentidos,  que son parte de nuestra mentalidad física carnal. Administrar nuestra vida de alma con respecto a la manera en que nos conformamos, ya sea; a la manera de Dios o a la manera del  mundo, determina si vamos a caminar en esclavitud o en libertad. El libro de romanos es un maravilloso libro doctrinal donde podemos encontrar y aprender mucho de todo lo que necesitamos hacer para lidiar con nuestra naturaleza carnal. El capítulo 7 nos muestra todo lo que necesitamos saber al respecto de ello.


(Romanos 7:1) ¿Acaso ignoráis, hermanos (pues hablo con los que conocen la ley), que la ley se enseñorea del hombre entre tanto que éste vive? 


El versículo 1 se refiere a la Ley de Moisés y al hecho de que los que conocían la ley, entendían que hasta el día de su muerte iban a estar sujetos al dominio de esa ley, a menos que sucediera algo diferente.


(Romanos 7:2)  Porque la mujer casada está sujeta por la ley al marido mientras éste vive; pero si el marido muere, ella queda libre de la ley del marido. {{3} Así que, si en vida del marido se uniere a otro varón, será llamada adúltera; pero si su marido muriere, es libre de esa ley, de tal manera que si se uniere a otro marido, no será adúltera. {4} Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios. {5} Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas que eran por la ley obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte. {6} Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra.


A partir de la analogía de la mujer casada y el resto de estos versículos, Pablo está mostrando a los que conocían la ley, que algo diferente ya había sucedido, y que así como esa mujer que ahora era libre de casarse con otro hombre después de la muerte de su marido, ellos también habían sido liberados de la Ley de Moisés por la cual se conoce y se imputa de pecado.


El versículo 4 dice que por la muerte, resurrección y ascensión de Jesucristo, quedaron muertos a la ley y, en consecuencia, liberados de ella. El versículo 5 les recuerda su forma de vida pecaminosa al andar en la carne, pero el versículo 6 les reafirma que ya fueron liberados de la ley para ahora servir a Dios, bajo el régimen nuevo del espíritu.


Pablo sabía y comprendía eso, y trató de explicar a los judíos que algo diferente ya  había sucedido y compartiendo con ellos su propia experiencia.


(Romanos 7:22) Porque me deleito en la ley de Dios según el hombre interior:


¡Solamente así es como podemos servir a Dios, en espíritu! Pero Pablo sabía que la gente todavía estaba mentalmente sujeta a la ley.


(Romanos 7:23) pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. {24} ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? {25} Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.


Pablo expuso aquí los dos lados opuestos de la vida; la ley de Dios según el hombre interior, que es estar en Cristo Jesús o andar según el espíritu; y la ley del pecado que es andar según la carne, siendo la carne una representación de nuestra vida de alma y de los cinco sentidos. Pablo sabía que él no era perfecto como también sabemos que nosotros no somos perfectos, es decir, en la carne debido a la ley del pecado; y en el versículo 14 explica por qué sucede esto.


(Romanos 7:14) Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado. 


Esto es a lo que se enfrentan muchos creyentes cristianos, dejarse guiar por la carne, además de no sentirse aceptados por Dios y se condenan, lo que se describe en los siguientes versículos:


(Romanos 7:15) Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. {16} Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. {17} De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. {18} Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. {19} Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. {20} Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. {20} Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. {21} Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. {22} Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; {23} pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. 


Estas leyes aquí mencionadas: la "ley del pecado"; la "ley de nuestra mente"; y la “ley de Dios” son todas leyes espirituales, y es por eso que ninguna terapia física, tratamiento psicológico o cualquier tipo de remedio mundano basado en los cinco sentidos nunca funcionan, y la culpa, el remordimiento, la condenación y el juicio nunca se van de nuestra mente. ¿Quieres liberarte de la condenación?


​(Romanos 8:2} Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. {3}Porque lo que la ley no podía hacer, por ser débil por la carne, Dios enviando a su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y por el pecado, condenó al pecado en la carne: {4}para que la justicia de la ley se cumpliera en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.


Esto básicamente sería el final de la historia, si quieres deshacerte de la culpa, del remordimiento, de la condenación o el juicio, ¡dejar de caminar según la carne y camina conforme al espíritu! En Gálatas también se nos exhortan a lo mismo.


(Gálatas 5:16) Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. 


Hacer una de estas dos cosas trae como resultado dejar de hacer la otra, ¿qué prefieres?


Gálatas (5:17)  Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. {18} Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. 


La palabra “SI” en el versículo 18 nos permite pasar por encima de la ley de la carne; ¡Cualquier ley espiritual adversa, deja de tener efecto cuando nos sujetamos a la ley de Dios y andamos en el espíritu!


Ahora, Romanos 8:1 es un versículo frecuentemente citado, usado para expresar que no debemos sentir culpa o remordimiento por cualquier error cometido en nuestro andar cristiano; y que simplemente debemos esforzarnos por mejorar, la próxima vez, en caso de que hayamos errado la marca y hallamos pecado, ¡otra vez! Pero la mayoría de las veces ignoramos la segunda parte de este versículo, que está en correspondencia directa y también es una clave para andar realmente en libertad.


(Romanos 8:1) Así que ahora ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.


Aquí vemos claramente el resultado como consecuencia de andar en el espíritu. ¡No hay condenación! ¿Por qué? Porque ¡estar en Cristo Jesús es andar en el espíritu! ¡Entonces, estar libre de culpa, remordimiento, condenación o juicio es el resultado de andar en el espíritu, lo que equivale a deleitarse en la ley de Dios según el hombre interior!


¡Así que estar en Cristo es la clave para no tener o sentir condenación alguna!


La palabra “SI” es un adverbio afirmativo que funciona como una conjunción condicional; lo que significa que se utiliza para indicar una condición o suposición. A menudo se usa en conexión con otras partículas y en este caso indica que algo ocurre como resultado o consecuencia de hacer otra cosa, o sea, que, ¡estar en Cristo al caminar en el espíritu!” traerá como resultado no sentir más culpa, remordimiento, condenación o juicio. Veamos un interesante relato.


(Juan 8:1) y Jesús se fue al monte de los Olivos. {2} Y por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino a él; y sentado él, les enseñaba. {3} Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, {4} le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. {5} Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? {6} Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. {7} Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. {8} E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. {9} Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. {10} Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? {11} Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.


Quizás te preguntas: ¿Qué tiene que ver la historia de esta mujer con la aceptación y la condenación? Te lo diré en un momento, por ahora quiero que pienses en; ¿Qué es lo que tú crees que esta mujer hizo después de todo lo que le aconteció? ¡Estoy muy seguro de que ella no volvió a pecar en absoluto!


Pónganse en su lugar, es decir, como acusados. En el caso de esa mujer, la vergüenza, el remordimiento, la culpa, la condena o el juicio que tuvo que afrontar. ¿Crees tú que iba a volver a pecar aunque fuese una vez más? ¡No lo creo! Pero, ¿cómo crees tú que se sintió y se comportó después de ser absuelta de sus acusaciones, liberada de la culpa o del delito que se le imputaba? ¡Libre! No más culpa, no más remordimiento, no más condenación, no más juicio.


El relato dice que Jesús estaba en alguna área del templo enseñando al pueblo. Los escribas y fariseos ya estaban confabulados para condenar a Jesús y quitarle la vida. Fueron ellos los que llevaron a la mujer ante Jesús y la pusieron en medio del lugar donde Jesús enseñaba. En el versículo 4 vemos a estos escribas y Fariseos, mostrando una falsa humildad, lo llamaron “Maestro” cuando todo el tiempo habían creído diciendo que: “de Galilea nunca se ha levantado profeta.” En el versículo 5 tratando hipócritamente de hacerlo sentir importante le dicen: “en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?” Él sabía lo que estos corruptos líderes estaban haciendo, tentándolo para poder acusarlo como estaban acusando a la mujer. El versículo 7 es un versículo que debemos guardar en nuestro corazón y nunca olvidarlo,  especialmente la segunda parte: “...: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.”


Volviendo a la pregunta; ¿qué tiene todo esto que ver aquí con la aceptación, cuando no se habla más que de condenación?


Bueno, condenar es el acto de decir que algo o alguien es muy malo e inaceptable, y cuando nos condenamos a nosotros mismos, nos sentimos o pensamos que somos inaceptables.


¿Alguna vez te han acusado, culpado, condenado o juzgado de algo? Sólo recuerda esto, que aquellos que te acusan, te condenan o te juzgan puede que no sean tan puros, limpios y sin pecado como pretender ser. La frase “...acusados por su conciencia” en el versículo 9, significa que moralmente convencidos en sus propias mentes, se juzgaron culpables ellos mismos y se sintieron sin derecho alguno a encontrar culpa en la mujer y se fueron. Y en el versículo 10, cuando Jesús le preguntó a la mujer acerca de los acusadores, todos se habían ido.


El texto Griego dice en el versículo 10: “Y enderezándose Jesús díjole: Mujer, ¿dónde están? ¿Ninguno te condenó? Y ella dijo: Ninguno, Señor. Dijo entonces Jesús: Ni yo te condeno. Vete, desde ahora no más peques.”


La palabra “acusaban” en la versión Reina Valera es la palabra griega katégoros, una palabra compuesta formada por las palabras griegas kata que significa: “contra o que denota oposición” y la palabra griega ágora que significa: “plaza pública, mercado, asamblea.” La palabra griega Katégoros literalmente significa: "alguien que habla contra alguien más ante una asamblea", también significa: un denunciante ante la ley o un fiscal. Pero el significado más interesante y específico es: “Satanás, el acusador de los hijos de Dios.” Eso debería indicarte de dónde es que provienen todas las acusaciones. Y estoy seguro de que no quieres que nadie te acuse; pero tampoco debes estar en el lugar de los acusadores, cumpliendo las órdenes de Satanás, quien continuará con sus acusaciones contra los hijos de Dios día tras día, tanto como pueda, porque es un experto en jugar con nuestros sentimientos y emociones a través de nuestros cinco sentidos hasta hacernos caer víctimas de sus artimañas. No olvides lo que Jesús les dijo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo en Getsemaní en uno de los momentos más dramáticos y dolorosos de su vida:


(Mateo 26:41) Velad y orad para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.


¿Y dónde es que fallamos o erramos? ¡En la carne! ¡Y en la carne es donde somos condenados o hallados inaceptables, y mientras continuemos caminando en la carne nunca nos hallaremos o nos sentiremos aceptables y nunca caminaremos en libertad! ¿Percibiste eso? “¿Hallarnos o sentirnos aceptables?” Ahí reside gran parte del problema de la aceptación, nosotros mismos no estamos contentos con quienes somos, en la carne. No nos aceptamos tal como somos y tratamos de hacer esto o aquello para sentirnos aprobados y encajar donde queremos ser aceptados. Por eso es importante saber y entender quiénes somos en Cristo Jesús nuestro señor y salvador, porque eso nos ayudará a saber y comprender que ya hemos sido aceptados por Dios en el amado. De hecho, sólo deberían existir dos autoridades válidas que determinen nuestra aceptación, ¡Dios y nosotros mismos!


Entonces, ¿qué tiene que ver la historia de esta mujer con la aceptación? Bueno, estoy muy seguro que ella sabía de Jesús, quién era y a quién representaba aquí en la tierra; y cuando el Señor le preguntó: “¿dónde están?” hablando de sus acusadores ella respondió según el texto griego: “Ninguno, Señor.”  Ella reconoció la autoridad de Jesús y lo llamó Señor. Y cuando él le dijo: "Ni yo te condeno: vete, desde ahora no más peques." ¡Ella se sintió aliviada! Y quiero creer que nunca más volvió a pecar, porque el resto de su vida, su conducta, su manera de vivir, la iba a vivir en la carne, ella no tenía espíritu santo en ese momento porque todavía no estaba disponible, pero nosotros sí tenemos espíritu santo, sin embargo, nos seguimos condenando por todo; si nos enfermamos; si dije malas palabras e insulté a alguien; si tengo alguna necesidad; o si juzgo y condeno a otros. El primero y más grande mandamiento es amar a Dios con todo lo que tenemos ¿verdad? Corazón, alma, menta y fuerzas. Y el segundo, amar al prójimo como a nosotros mismos. La palabra “amar o amarás” son derivadas de la palabra griega agápe, de donde proviene lo que nosotros llamamos el código de conducta del creyente cristiano, y tiene todo que ver con nuestro comportamiento. Pero supongo que no amamos a nuestro prójimo tanto como creemos, porque si seguimos condenándonos a nosotros mismos porque hayamos errado en alguna ocasión, ¿cómo podemos decir que amamos a nuestro prójimo? Eso no debería ser así. Realmente tenemos que volver a la Palabra de Dios y renovar nuestra mente para no conformarnos a este mundo como lo dice el libro de romanos y no ser víctimas y presas fáciles de las artimañas del acusador.


(Gálatas 5:1) Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.


Hemos sido liberados por Jesucristo nuestro señor, y no debemos tomar eso a la ligera. Debemos entender y aceptar realmente quiénes somos en Cristo, porque fuimos aceptados en él y ahora somos hijos e hijas de Dios todopoderoso.


(1 Corintios 1:30) Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; {31} para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor.


Así que deleitémonos en la ley de Dios según el hombre interior: La condenación es un juego del adversario, del acusador, y no queremos ser acusados, condenados ni juzgados por nadie, pero tampoco debemos nosotros acusar a nadie.


(Romanos 8:30) Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. {31} ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?  ​


Ya hemos sido aceptos en el amado, predestinados, llamados, justificados y glorificados en Cristo Jesús nuestro señor, y ahora es Cristo en nosotros la esperanza de gloria y es ahí donde debemos poner todas nuestras fichas, reconocer quiénes somos en Cristo y la autoridad que nos ha sido delegada. Además tenemos a Dios nuestro Padre celestial de nuestro lado.


(Romanos 8:32)  El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? {33} ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. {34} ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. {35} ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? 


Creo que la condena está incluida en esta lista, y tampoco nos separará del amor de Cristo


(Romanos 8:36) Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero.


Pablo aquí hace referencia a la profecía de Isaías acerca del padecimiento de nuestro señor Jesucristo, quien no abrió su boca y como cordero fue llevado al matadero, humillándose a sí mismo y siendo obediente al Padre hasta la muerte. Y así nos sentimos nosotros a veces, como ovejas llevadas al matadero cuando nos condenamos a nosotros mismos. Pero vean lo que el sacrificio y la obra completa de nuestro seños Jesucristo lograron para nosotros.


(Romanos. 8:37)  Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. {38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, {39} ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.


Esto es una prueba más de nuestra aceptación, así que debemos echar fuera todo tipo de condenación, especialmente la personal. Dios hizo las cosas mucho más simples para nosotros. ¿Por qué deberíamos preocuparnos entonces? ¡Dios dice en su Palabra y prometió que NADA NOS SEPARARÁ DEL AMOR DE CRISTO; Y MUCHO MENOS NADA, NADA, NADA, ABSOLUTAMENTE  NADA, NOS PODRÁ SEPARAR DEL AMOR DE DIOS! Pero tenemos que ser capaces de hacer lo que a nosotros nos corresponde. Sabemos que no somos perfectos en la carne, ¡pero la idea es, no permanecer ni dejarnos guiar por la carne, sino por el espíritu!


(Romanos 8:1) Así que ahora ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.


Deleitémonos en la ley de Dios según el hombre interior, y permanezcamos, pues, firmes en la libertad con la que Cristo nos hizo libres. Dios en su Palabra nos dio todo lo que necesitamos para ser más que vencedores. La mente renovada es la clave al poder, y creo firmemente que una de las claves de Pablo para renovar su mente y poder llevar a cabo su ministerio fue hablar en lenguas mucho, lo dijo él mismo en el libro de 1 Corintios 14:18 “Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros;”


¿Recuerdas lo que hizo Jesús en el desierto cuando fue tentado por Satanás? Dijo: “Vete de aquí, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás”. ¡Y nosotros también debemos servir a Dios bajo el régimen nuevo del Espíritu!


Así, que, cuando esas malvadas influencias traten de entrar en tu mente para culparte, acusarte condenarte o juzgarte por cualquier cosa, haz lo que Jesús hizo en el desierto y detén a Satanás el acusador en seco, habla mucho en lenguas y declara quién eres en Cristo Jesús; un hijo o una hija de Dios con todo poder desde lo alto. No encuentres falta en otros y no acuses para que no seas parte del ministerio del acusador que es hurtar y matar y destruir. Satanás continuará acusando a los hijos de Dios y continuará jugando con nuestros sentimientos y emociones a través de nuestros cinco sentidos; no se lo permitas y no te condenes a ti mismo, ni te sientas como oveja llevada al matadero, ya Cristo murió por nosotros humillándose a sí mismo y siendo obediente al Padre hasta la muerte y muerte de cruz. Él es quién aboga por nosotros delante del Padre como dice el libro de 1 Juan


(1 Juan 2:1) Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. {2} Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo. {3} Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos.


En la segunda parte hablaré un poco más acerca de los acusadores y algunas advertencias que Dios previó en su Palabra para estar alertas y no caigamos en el error al prestar oído a las falsas palabras del adversario, el dios de este mundo que quiere que nos conformemos a él. Pero quiero concluir con lo que dice el libro de romanos.


(Romanos 12:1) Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. {2} No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. 


¡Dios los bendiga!


E. S. N.


Su hermano en Cristo:


J. E. R. S.

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