Quiero compartir
la parte II de la enseñanza titulada “la mecánica de la fe.” En la primera
parte vimos que para agradar a Dios debemos tener fe, y para tener fe debemos
creer que Dios existe, y creer en él, pero para eso primero debemos creer que
Jesús es el Cristo, el hijo de Dios, y hacerlo nuestro señor mediante el acto
de confesarlo con nuestra boca, y creer en nuestro corazón que Dios lo resucitó
de entre los muertos, porque a través de su nombre y solo a través de su nombre
podemos tener vida, y tenerla más que abundantemente como dice Juan 10:10.
También vimos que la Fe se manifiesta con nuestras acciones; nuestras acciones
son guiadas por nuestra creencia, y nuestra creencia es siempre determinada por
nuestra confesión. Eso es lo que yo llamo “la mecánica de la fe.” Todo comienza
con nuestra confesión. Hoy les voy a compartir un poco más sobre la fe; y debemos
entender que la palabra de Dios no se trata de tan solo un versículo. La fe es
un tema del que nunca dejaremos de hablar y aprender, en nuestro proceso de
continuo creciente en nuestra relación con Dios y Jesucristo su hijo, nuestro
señor y salvador. Comencemos, pues, en el libro de Santiago.
(Santiago 1:17) Toda
buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces,
en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación. {18} El, de su
voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de
sus criaturas.
Todo, absolutamente
todo, pero más específicamente, todo don perfecto proviene de Dios, quien nos
engendró con la palabra de verdad para que seamos su creación y caminemos según
su voluntad. La “creencia” es una ley establecida por Dios, y todos, en
general, pueden beneficiarse o sacar provecho de ella. ¿Qué pasa con la fe, de
dónde crees que vino la fe? Tienes razón, también proviene de Dios. Hagamos aquí
un paréntesis para hablar de la fe.
(Romanos 10:17)
Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.
Así es como se
lee en la versión Reina Valera y en el programa de computadora que uso para
estudiar. El Sr. E. W. Bullinguer dice que el texto griego lee: “Christós” en lugar de theos, y 54 de 70 diferentes versiones
de la Biblia en Español concuerdan con él, así como el interlineal
griego-español. Y cuando usamos "Cristo" en lugar de
"Dios", romanos 10:17 dice: "Así que la fe es por el oír, y el oír por la palabra de Cristo". Pero este versículo tiene mucho más
sentido una vez que comprendemos el significado de algunas palabras como “oír”,
que básicamente se refiere a la acción de oír, también se refiere al sentido
auditivo, o directamente a lo que se escucha. Pero la palabra griega de la que
se traduce “oír,” también significa: “anuncio,” que quiere decir: “dar cuenta
de, anunciar, o predicar.” La otra palabra que, valga la redundancia, debemos entender es, “palabra,” traducida del
griego rhema.
Ahora leyendo el
texto griego del programa de computadora (Romanos 10:17) dice: "ara: ara pistis: akoe: akoe: rhema: Theos".
Aquí vemos la palabra griega “rhema”
traducida como “palabra” junto con theos,
que significa: Dios. “Rhema” literalmente significa: expresión o palabra
hablada. La palabra aramea es "meltha"
y la raíz del verbo literalmente significa "hablar". Pero se dice que “rhema”es una palabra o mensaje
específico para un momento específico y con un propósito especial.
Mirando a través
del interlineal griego-inglés y el interlineal griego-español, ambos tienen una
pequeña variación en comparación con el programa de computadora. Así es como se
leen ambos interlineales:
(Romanos 10:17) άρα n’ πίστις με ακούω n’ δέ ακούω διά ρηματος.
Ambas versiones
concuerdan hasta ese punto, pero el interlineal Griego - Inglés tiene al final
la palabra “Θεός,” (theos = Dios), con una nota al margen que
indica que 4 de los 6 traductores están de acuerdo que la palabra “Χριστός” es la que aparece en el texto griego. El Interlineal
Griego- Español dice “Cristo.” Pero, ¿qué diferencia da si es la palabra de Dios
o la palabra de Cristo? Bueno, ¡si hay
diferencia!
(2 Timoteo 2:15)
Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de
qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.
“Usar bien”
significa: hacer un corte exacto, o dividir correctamente, lo que quiere decir
que debemos enseñar la Palabra de Dios como debe de ser, y si el texto Griego
dice “Dios” o “Cristo,” debemos ser exactos en lo que enseñamos, debemos
recordar lo que 2 Pedro también dice.
(2 Pedro 1:20)
entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de
interpretación privada,
O sea, que no se
trata de lo que yo piense o crea, sino de lo que en verdad la Palabra de Dios
dice, no lo que yo o cualquiera opine. Y si crees que eso no es suficiente para
ti, piénsalo dos veces, porque aquí estamos hablando de la fe, un principio
fundamental para agradar a Dios, y poder recibir las bendiciones con las que prometió
recompensar a quienes lo buscan diligentemente. Por eso es importante entender
la diferencia entre Dios el Padre y Jesús el hijo de Dios. La fe provino de
Dios al igual que la creencia, pero ya vimos, según Tomás, que el creer puede
basarse en los cinco sentidos, en lo que vemos, oímos, tocamos, olemos y
gustamos. Un hombre natural puede creer, y alcanzar quizás algún grado de la fe
natural, que es más como tener lealtad al deber o a una persona, fidelidad o
confianza en algo o alguien. ¿Cómo crees tú que esos multimillonarios hicieron
su dinero? ¡No por la fe de Jesucristo, por supuesto! Claro, hay muchas maneras
de hacer trampa, pero aquellos que no hicieron trampa, lo hicieron confiando en
lo que querían hacer, en las personas que los apoyaron, emocional o
financieramente, ¡y creyendo en sí mismos! Con razón, una de las definiciones
de fe del diccionario es: “confianza total”, pero así es como se conoce la fe
en el mundo; nada más que un muy alto grado de creer, pero esa no es la fe de
la que estamos hablando, aquí hoy. La fe de la que habló Habacuc hace miles de
años, cuando dijo: “…más el justo por su fe vivirá”, y no creo que se refiriera
a nuestra propia fe personal como sugiere el mundo: “cree en ti mismo.”
Apoyado en lo
que sugiere el Sr. Bullinger, las 54 diferentes versiones de la Biblia en
Español, los 4 traductores del Interlineal Griego-Inglés, y el Interlineal
Griego – Español, una traducción literal del griego de Romanos 10:17, diría:
“Por lo tanto, la fe es o viene por el oír, la predicación de la que Cristo
vino a dar cuenta, mediante la palabra o mensaje específico en un tiempo
específico y para un propósito especial”. ¿Recuerdas lo que dijo Habacuc en el
versículo 3 del capítulo 2?
(Habacuc 2:2) Y
Jehová me respondió, y dijo: Escribe la visión, y declárala en tablas, para que
corra el que leyere en ella. {3} Aunque la visión tardará aún por un
tiempo, mas se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo,
porque sin duda vendrá, no tardará.
Se suponía que
la visión se manifestaría en el momento señalado, y se suponía que el mensaje
también se pronunciaría en el momento adecuado.
(Habacuc 2:4) He
aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe
vivirá.
La fe vino de
Dios, y solo entra en nuestros corazones al escuchar los rhematos; el relato dado o mensaje por medio de Jesucristo
nuestro señor y salvador, ¿recuerdas lo que le dijo a Tomás?
(Juan 20:29) Jesús
le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no
vieron, y creyeron. {30} Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de
sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. {31 Pero éstas
se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para
que creyendo, tengáis vida en su nombre.
De ahí la
importancia de Romanos 10:9, 10. ¡Confesar a Jesús como nuestro señor y
salvador personal!
(Romanos 10:11) Pues
la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado. {12} Porque no hay diferencia entre judío y
griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le
invocan; {13 porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será
salvo. {14 ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo
creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les
predique? {15} ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está
escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que
anuncian buenas nuevas! {16} Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías
dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio?
La palabra
“anuncio” aquí es la misma palabra Griega que significa “oír.” Isaías dijo:
Señor ¿quién ha creído a nuestro anuncio?
¿De qué anuncio habla Isaías? De las palabras habladas, profecías y mensajes
sobre la venida del mesías, el salvador del mundo. Entonces, el versículo 17 de
acuerdo al texto griego diría: “Por tanto…, después de todo lo que acabamos de
leer de los versículos 11 al 16, “Así que la fe es o viene por el oír, la
predicación de Cristo, a través de la palabra o mensaje específico en un tiempo
específico y para un propósito especial”. ¿Recuerdas cuando Felipe le pidió a
Jesús que les mostrara el Padre?
(Juan 14:10) ¿No
crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? las palabras que os hablo, no
las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las
obras.
Jesús le dijo a
Felipe “…el rhema que os hablo
no lo hablo por mi propia cuenta, sino por el Padre que mora en mí…” El mensaje
que os traigo es de mi Padre, y tiene un propósito especial, y cuál es ese
propósito especial ¡El plan de salvación de Dios!
(1 Timoteo 2:4)
el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la
verdad.
¿Cómo? A través
de “el justo por su fe vivirá”, porque sólo por la fe de Jesucristo todos los
hombres pueden ser salvos, vivir la vida más que abundantemente, y tener la
vida eterna. Cerremos nuestro paréntesis aquí y volvamos al capítulo 1 de
Santiago.
(Santiago 1:19) Por
esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar,
tardo para airarse; {20} porque la ira del hombre no obra la justicia de
Dios. {21} Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de
malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar
vuestras almas. {22} Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente
oidores, engañándoos a vosotros mismos.
El versículo 19
nos exhorta que seamos prontos para oír, pero, ¿oír qué? El anuncio del que
Isaías habla ¡El mensaje del Padre! El versículo 21 describe las cosas de las
que debemos deshacernos, la ira, que es totalmente opuesta a la justicia de
Dios, además de desechar toda inmundicia, es decir: cualquier cosa que contenga
o se caracterice por sucio y asqueroso; pensamientos, lenguaje, imaginaciones, forma
de vida, etc…, y la superabundancia de la depravación, el mal y la malicia. El
versículo 22 agrega que además de todo eso, debemos ser hacedores de la Palabra
de Dios; cuando no “realizamos, hacemos, o llevamos a cabo,” eso es lo que
significa la palabra griega “poietes,”
nos engañamos a nosotros mismos como esos tontos que tratan de labrar su propia
justicia, esos que se jactan de decir “soy lo hice solo.” Y los siguientes
versículos complementan lo que dice el versículo 22 haciendo todo eso más claro
que el agua.
(Santiago 1:23)
Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es
semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. {24}
Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. {25}
Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera
en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será
bienaventurado en lo que hace.
¿Has
mirado atentamente en la ley perfecta de la libertad? ¡Sé que lo has hecho! Pero
¿cuál es la perfecta ley de la libertad? ¡Es la Palabra de Dios y las promesas
de Dios! ¡Es amar a Dios con todo nuestro corazón, alma, mente, y fuerzas; y amar a nuestro prójimo como a nosotros
mismos! Es el nuevo mandamiento de amarnos los unos a los otros y el cumplimiento
la profecía de Isaías 61 en Lucas 4:18 cuando se le dio el rollo a Jesús y
leyó:
(Lucas 4:18) El Espíritu del Señor está sobre
mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me
ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a
los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los
oprimidos; {19} A
predicar el año agradable del Señor. {20} Y enrollando el libro, lo dio
al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en
él. {21} Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura
delante de vosotros.
¿Crees tú eso?
Eso se cumplió en el día de Pentecostés, cuando en el templo los apóstoles
fueron todos llenos del espíritu santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas,
según el Espíritu les daba que hablasen. Después, cuando Pedro se levantó y
dijo en:
(Hechos 2:39)
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que
están lejos, para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
Sí, Pedro estaba
hablando solo a los judíos pero “…a cuantos el Señor nuestro Dios llamare” nos
incluye a nosotros, y eso fue confirmado cuando Jesús le dijo a Ananías que
ministrara a Pablo.
(Hechos 9:15) El
Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre
en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel;
Y Pablo
finalmente hizo que sucediera cuando se cansó de las quejas, la rebelión, la
ira y las blasfemias de los judíos.
(Hechos 18:5) Y
cuando Silas y Timoteo vinieron de Macedonia, Pablo estaba entregado por entero
a la predicación de la palabra, testificando a los judíos que Jesús era el
Cristo.
Ese fue el
mensaje que Jesús le dijo a Tomás que tenía que creer. ¡Que él era el Cristo,
el hijo de Dios!
(Hechos 18:6)
Pero oponiéndose y blasfemando éstos, les dijo, sacudiéndose los vestidos:
Vuestra sangre sea sobre vuestra propia cabeza; yo, limpio; desde ahora me iré
a los gentiles.
¡Gracias a Dios
por su infinita gracia y misericordia!
El versículo 25
en Santiago capítulo 1 dice: “Mas el que
mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no
siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en
lo que hace.”
La palabra “hace” tiene que ver con lo que
hacemos o no hacemos, con las acciones que llevamos a cabo. Aquí en Santiago
1:25 es la palabra griega póiesis
que significa acción, desempeño. ¡Si queremos ser bendecidos debemos actuar, no
solamente oír!
Hay dos palabras
clave en este interesante versículo: la palabra “mira”, que es la palabra
griega parakúpto, que
significa: inclinarse, mirar hacia adentro, o como comúnmente decimos “echar un
vistazo,” mirar dentro, que es básicamente: mirar largo y tendido con asombro o
sorpresa. La otra palabra es “persevera”, que es la palabra griega paraméno, que significa: estar
cerca, ser permanente, perseverar, permanecer, continuar. ¿Recuerdas lo que
dijo Jesús en el evangelio de Juan?
(Juan 8:31) Dijo
entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros
permaneciereis (meno) en mi
palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; {32} y conoceréis la
verdad, y la verdad os hará libres.
No es solo
confesar a Jesús como señor, sino permanecer en la palabra de Dios es lo que
nos lleva a perseverar en la perfecta ley de la libertad.
El mundo define
“fe” como: “Un conjunto de creencias de una religión, o confianza, buen
concepto que se tiene de alguien o de algo, una fuerte convicción, seguridad,
aseveración de que algo es cierto.
Pero aquí quiero trazar una línea, porque aunque “creencia” es la forma verbal
de pistis, y pistis básicamente significa:
“fe”. "Creencia" y "fe" son partes de la misma franquicia,
pero no juegan en la misma liga, por así decirlo. El diccionario de la RAE
define la “creencia” como: “completo crédito que se presta a un hecho o noticia
como seguros o ciertos;” y define “fe” como: “seguridad, aseveración de que
algo es cierto,” tener plena confianza, o una fuerte convicción, pero “fe” es
más que “una fuerte creencia”, eso es “confianza”; La “fe” de la que hablamos es
mucho más que tener un alto grado de creencia; es estar plenamente persuadido
acerca de todas las promesas de Dios, y gracias a Dios, su santa Palabra, la biblia,
define lo que realmente es la fe, y no significa simplemente "confiar.”
(Hebreos 11:1) Es,
pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se
ve.
La palabra “certeza” del griego upóstasis, significa: “soporte o fundamento”. La palabra “espera” del griego elpízo significa: “una expectación confiada.” La palabra “evidencia” del griego elégco significa: “prueba segura y convincente. La frase “no se ve” del griego blépo significa: “tener el poder de ver; el acto de mirar, aunque no se vea nada”. Todo eso combinado es lo que realmente es la fe; déjame mostrarte una traducción literal usando estas palabras del texto griego:
“Es, pues, la fe pistis, el fundamento firme de que las cosas que confiadamente esperamos, con plena seguridad, con firmeza y seguridad esperamos, es la prueba convincente y la garantía certificada de que por el poder de ver percibimos aquellas cosas que no podemos ver ahora.
En otras palabras, “fe” es algo sobre lo que podemos pararnos firmes como un fundamento inamovible, es la prueba convincente, certificada y garantizada de las cosas que Dios nos la prometió, las cuales confiadamente, con plena seguridad esperamos de él, aunque no podemos verlas ahora, son verdaderas y reales.
¿Recuerdas que mencioné en la parte I que la palabra fe aparece solo dos veces en el Antiguo Testamento? De hecho la palabra Hebrea emuwnah traducida como fe, solo aparece en el libro de Habacuc. 2:4 y significa: firmeza, seguridad, fidelidad, puesto fijo, estabilidad, constancia, verdadero, verdad. ¿Te recuerda alguno?
Esa es la “fe” prometida a la que se refería Habacuc. Nosotros la llamamos “la fe de Jesucristo”. Y es por esa fe que somos salvos; y ahora miembros en particular del cuerpo de Cristo.
¿Puedes ahora ver la diferencia entre “fe” y “creencia”? Cualquiera puede jugar en la liga de la creencia, hasta los agnósticos, y los ateos, tienen derecho a ser estúpidos y declarar: “…no hay Dios”. Pero la “fe prometida” solo se juega en una liga de primer nivel, el reino espiritual. La creencia se basa en los cinco sentidos, solo mira o escucha las noticias, no necesita el espíritu santo para creer todas sus mentiras y confiar en sus fuentes de noticias. De niños no necesitábamos espíritu santo para creer lo que nuestros padres nos decían. Pero la “fe prometida,” la “fe de Jesucristo” es espiritual, y para que podamos discernir asuntos espirituales necesitamos espíritu santo.
(1 Corintios 2:14) Pero el hombre natural no percibe las cosas que son
del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender,
porque se han de discernir espiritualmente.
Doy gracias a Dios por el día que dejé de ser un hombre necio y acepté a
Jesucristo como mi señor y salvador. En el capítulo 11 de hebreos hay toda una
disertación acerca de la fe y dice que:
(Hebreos 11:3) Por la fe entendemos haber sido constituido el universo
por la palabra (rhema) de
Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.
Todo el universo fue hecho y creado por Dios.
(Hebreos 11:4) Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio
que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios
testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella.
Dios mismo dio testimonio de que Abel fue un hombre justo.
(Hebreos 11:5) Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue
hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio
de haber agradado a Dios.
La frase “por la fe”, aquí, significa que confiaron en Dios siendo
leales, fieles y dignos de confianza hacia él, la palabra justos aquí
significa: equitativos en carácter y acciones. No había engaño ni malicia en
Abel, lo que le fue contado por justicia. En cuanto a Enoc, Dios lo trasladó
porque antes de ello, había agradado a Dios.
Si alguna vez queremos agradar a Dios, debemos manifestar fe, sin fe es
imposible agradar a Dios, y para que podamos manifestar fe, debemos creer que Él es. La fe no es simplemente una
palabra más en la lengua vernácula del cristianismo. Fe es lo que Dios ha repartido
a todo hombre que confiesa a Jesucristo como su señor y salvador personal. La
fe es manifestada cuando tomamos acción; nuestras acciones son guiadas por
nuestra creencia, y nuestra creencia siempre determinada por nuestra confesión.
La fe es lo que nos permite mover montañas, sanar enfermos, resucitar
muertos. La fe nos permite mirar dentro de la perfecta ley de la libertad.
Déjame leerte de nuevo una traducción literal del griego:
“Es, pues, la fe pistis, el fundamento firme de
que las cosas que confiadamente, con plena firmeza y certeza segura esperamos,
es la prueba convincente y la garantía certificada de que por el poder de ver
percibimos aquellas cosas que no podemos ver ahora.
En otras palabras, “fe” es algo sobre lo que podemos pararnos firmes
como un fundamento inamovible, es la prueba convincente, certificada y
garantizada de las cosas que Dios nos la prometió, las cuales confiadamente,
con plena seguridad esperamos de él, aunque no podemos verlas ahora, son
verdaderas y reales.
La fe requiere de dos partes, tú, yo, o cualquier otro creyente
cristiano y Dios. Debemos confesar, creer y actuar. Dios ya garantizó su parte,
recuerda lo que Jesús le dijo a Felipe: “…pero el Padre que mora en mí, él hace
las obras. ¿Acaso no es Dios en Cristo en ti? ¡Tú solo confiesa, cree y actúa, Dios
hará las obras!
La exhortación para cada uno de ustedes, incluyéndome a mí:
(Hebreos 10:22) acerquémonos con corazón sincero (veráz), en plena
certidumbre de fe (pistis),
purificados los corazones de (apo
= lejos de) mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. {23
Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión (omología = confesión)
de nuestra esperanza (elpis =
expectante gozo), porque fiel es el que prometió.
La palabra “profesión” del griego también se traduce como “confesión”,
la palabra esperanza en el versículo 23 es
elpis, que significa: “anticipar, generalmente con placer = gozo expectante).
La Biblia Peshita (Nuevo Testamento) ofrece una muy buena traducción de la
primera parte del versículo 23, que dice
: “asiéndonos firmemente de la confesión
de nuestra esperanza, sin fluctuar,…” Y la segunda parte nos da la razón de
porqué debemos mantenernos asidos firmemente a nuestra confesión: “…porque fiel
es el que nos prometió.”
La palabra "fiel" aquí es la palabra griega "pistos" que significa:
"digno de confianza, veraz, seguro y verdadero". La Biblia Kadosh
Israelíta Mesiánica dice en la segunda parte del versículo 23: “porque el que
hizo la promesa es digno de confianza.”
Comencé esta
enseñanza con Santiago 1:17; que “toda buena dádiva y todo don perfecto proviene
de lo alto y desciende del Padre de las luces, en quien no hay mudanza, ni sombra de variación”.
La palabra “no”
aquí es una negación absoluta: “no, tampoco, nunca.” En Dios absolutamente NO
hay mudanza. La palabra “mudanza” significa: no transmutación, inconstancia o
cambio. La palabra “Sombra” significa: sombra, oscuridad, tinieblas; y la
palabra “variación” significa: revolución, vuelta o retroceso. Y en Dios NO,
ABSOLUTAMENTE, NO hay ninguna de esas tres cosas. Lo que me recuerda la primera
parte de Malaquías 3:6 que dice: “Porque yo Jehová no cambio…”
¡Amigos míos, así
dice el Señor!
I. H. N.
J. E. R.S.