“Ser o no ser”
es una frase muy conocida de la renombrada obra ficticia “Hamlet”, escrita por
William Shakespeare muchos siglos atrás. Pero “creer o no creer” es un dilema
de la vida real. Mira lo que Jesús dijo en el evangelio de Juan 14:1
(Juan 14:1) No
se turbe vuestro corazón; creéis (pistéuo)
en Dios, creed (pistéuo) también
en mí.
Quiero continuar
enfocándome en los conceptos básicos de la Palabra de Dios, y lo más básico que
encontramos cuando estudiamos la Palabra de Dios es: "creer". La “creencia”
es una de esas leyes inmutables de Dios que aplica a todo ser humano, cristiano
y no cristiano, así como el sol y la lluvia que cae sobre justos e injustos. En
la clase “Vivir Triunfantes en Cristo” aprendimos que la “creencia” puede ser
positiva o negativa, y nosotros como “creyentes cristianos” debemos enfocarnos
en el lado positivo de ella.
Las palabras de
Jesús para nosotros fueron: “creer en Dios y también creer en él”, pero el
principal problema espiritual de los hombres es: “creer en la integridad de la
Palabra de Dios”, y para solucionarlo, en la raíz misma del problema está también
la solución: ¡Creer! ¡Porque sin creencia, no hay absolutamente, nada!
(Hebreos 11:6) Pero
sin fe (pístis)es imposible
agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea (pistéuo)que le hay, y que es galardonador de los que
le buscan.
La palabra “hay”,
en este versículo, proviene de la palabra griega “estin”; que significa: “ser” o “existir”. Así que, para que
podamos agradar a Dios debemos tener fe, y el requisito previo de la
"fe" es: "creer". Todos queremos agradar a Dios, ¿verdad?
Me refiero a todos los “creyentes cristianos”, porque, no todos en el mundo
quieren agradarlo.
(Salmo 53:1) 1 Dice el necio
en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, e hicieron abominable maldad; No
hay quien haga bien.
La palabra
hebrea para “necio” también significa: “estúpido, malvado, vil”. Este Salmo no
está hablando de personas tontas o ingenuas; se refiere a personas malvadas,
viles, gente moralmente despreciable, o abominable; quienes han determinado en
su intelecto que “Dios no existe”. Esta mentira todavía se promueve en la
actualidad, y lamentablemente, muchos aún la creen. Así que, parte del problema
espiritual de los hombres especialmente para los agnósticos y los ateos es: “el
Dios todopoderoso no existe”, determinaron eso en lo más profundo de sus mentes,
Dios los llama; “estúpidos, malvados, viles”. Gracias a Dios nosotros no somos
partícipes de sus creencias. La otra parte del problema, especialmente para el
hombre natural, es que no creen en la “integridad de la Palabra de Dios”. Y sin
creencia, mis amigos, no hay Dios, sin Dios, no existe su Palabra, sin su
Palabra no hay Jesús, y sin Jesús no hay
Cristo, y sin él no hay gracia, ni salvación, ni vida eterna; como dije al
inicio de esta enseñanza, sin “creencia” ¡no hay nada!
El diccionario
de la RAE dice que, “creer” es: “Tener algo por cierto sin conocerlo de manera
directa o sin que esté comprobado o demostrado, y tener confianza en alguien o
algo”; y que la “creencia” es: “Completo crédito que se presta a un hecho o
noticia como seguros o ciertos”. O sea, que, ambas definiciones se refieren a:
“Dar pleno crédito a un hecho o noticia como seguro o cierto” y también “tener
confianza en alguien o algo”. Pero ¿Quién es quién da pleno crédito a esos
hechos o noticias, y los acepta como seguros o ciertos, poniendo su confianza
en personas o cosas? ¡Nosotros!
A lo largo de nuestras
vidas hemos dado crédito y depositado nuestra confianza en muchas personas y
cosas; siendo nuestros padres quienes iniciaron el proceso de la “creencia” en
nuestras vidas. Nos hablaron del “viejo que roba niños” para que no saliéramos a
la calle solo; de Santa Claus y los Reyes Magos, para que nos portáramos bien y no fuéramos groseros; de la “llorona”, del
“jinete sin cabeza”, y tantas tradiciones y costumbres que nos inculcaron, para
luego descubrir en nuestras vidas que ninguna de esas cosas eran ciertas, pero
de niños creímos lo que nuestros padres nos decían, porque en el corazón de un niño
no hay malicia sino inocencia, y confianza plena en sus padres. En la escuela,
nuestros maestros nos enseñaron muchas otras cosas, algunas correctas, otras
incorrectas. Luego vino la universidad quizá, y después la vida. Y a medida que
crecimos, rechazamos lo que descubrimos que eran fábulas de viejas, como dice
la Biblia, o viles mentiras; y mantuvimos las que queríamos aceptar como
verdaderas. Ahora bien, la religión es una de las culpables más responsables
del principal problema espiritual de los hombres, debido a todas las
“creencias” que muchos grupos o denominaciones han difundido como verdad
cuando la Biblia dice lo contrario. Muchos que han envejecido creyendo estas
cosas, tienen ahora gran dificultad para aceptar lo que la Biblia claramente
dice, porque han sido, hasta cierto punto, adoctrinados para creer como
verdadero, lo que durante tantos años a lo largo de sus vidas, les han
inculcado.
La palabra
"creencia", solo aparece 8 veces en toda la Biblia, y siendo la
Biblia un libro basado en la creencia, fue impactante para mí descubrir que
solo se usa 8 veces en ella. Ni una sola vez en lo que se clasifica como
Antiguo Testamento, sólo tres veces en los evangelios; y cinco veces en las
epístolas. “Creencia” es traducida de la palabra griega pistéuo, que es la forma verbal de la palabra griega “pistis”, y “pistis” significa: “fe”. Y por eso, la mayoría de las veces
usamos estas dos palabras como sinónimos, pero ¿son lo mismo? Para averiguarlo,
echemos un vistazo primero a esos tres casos en los que se usa la palabra
"creencia" en los evangelios.
(Mateo 21:21) Respondiendo
Jesús, les dijo: De cierto os digo, que si tuviereis fe (pístis), y no dudareis, no sólo
haréis esto de la higuera, sino que si a este monte dijereis: Quítate y échate
en el mar, será hecho. {22} Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo (pistéuo), lo recibiréis.
Aquí tenemos
nuevamente “creencia y “fe” y la instrucción
refleja el mismo orden, primero debemos “creer” para manifestar “fe”. Ahora, la
palabra “Fe” solo se usa dos veces en el Antiguo Testamento y solo en una de
ellas es traducida como “fidelidad o confianza”. “Fe” es usada en los
evangelios 29 veces en 99 versículos, y en las epístolas 216 veces en 200 versículos,
para un total de 245 veces usada en toda la Biblia en 299 versículos. Así es
como sabemos que la doctrina enseñada en las epístolas a la iglesia está basada
en la “fe”, y para manifestar la “fe”, primero debemos “creer”.
(Juan 20:27) Luego
dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y
métela en mi costado; y no seas incrédulo(apístos),
sino creyente (pistos).
Tomás no dio
crédito alguno ni confió en lo que los apóstoles le dijeron acerca de que Jesús
vino a visitarlos, cuando estaban escondidos tras de puertas cerradas por miedo
a los judíos, y Jesús le dijo que no fuera un “apistos” o incrédulo, sino un “ pistos”, un creyente. ¿Pero creyente de qué? ¿Qué es lo que
Tomás tenía que creer? Quiero que tomes en cuenta que esto fue escrito por el
apóstol Juan, quien fue testigo ocular de los hechos y escogido por el mismo Jesús.
(Juan 20:29)
Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los
que no vieron, y creyeron. {30} Hizo
además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no
están escritas en este libro. {31} Pero éstas se han escrito para que creáis (pistéuo) que Jesús es el Cristo,
el Hijo de Dios, y para que creyendo (pistéuo),
tengáis vida en su nombre.
Esto es como
hallar una “pepita de oro” en esta sección de las Escrituras ¿Podría ser más claro que eso? ¿Qué es lo que Tomás tenía
que creer? ¡Creer que Jesús es el
Cristo, el Hijo de Dios! ¡No dice que Jesús es Dios, sino el Cristo, el
hijo de Dios, para que creyendo, tengáis vida en su nombre! ¡Eso es lo
que Jesús le dijo a Tomás que creyera! Y eso es lo que los apóstoles creyeron y
predicaron durante toda su vida.
Esas son las
únicas tres instancias en las que se usa la palabra “creencia o creer” en los
evangelios, lo que pinta una imagen muy clara de lo que debemos creer. ¡Que Jesús es el Cristo, el hijo de Dios!
¡No Dios mismo! ¿Recuerdas cuando Pablo y Silas estaban en la cárcel, cantando
alabanzas a Dios, y las puertas de la prisión se abrieron y todos tenían las
manos libres, y el guardián de la prisión pensó que todos habían huido y trató
de suicidarse?
(Hechos 16:28) Mas
Pablo clamó a gran voz, diciendo: No te hagas ningún mal, pues todos estamos
aquí. {29} El entonces, pidiendo luz, se precipitó adentro, y temblando,
se postró a los pies de Pablo y de Silas; {30} y sacándolos, les dijo:
Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? {31} Ellos dijeron: Cree (pistéuo) en el Señor Jesucristo,
y serás salvo, tú y tu casa. {32} Y le hablaron la palabra del Señor a él
y a todos los que estaban en su casa. {33} Y él, tomándolos en aquella
misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con
todos los suyos. {34} Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó
con toda su casa de haber creído (pistéuo)
a Dios.
Aquí hay otra
verdad escondida a simple vista, que para creer en Dios primero debes creer en
Jesucristo como tu Señor, como dijo Jesús en Juan 14:1, lo que nos lleva al
libro de romanos, donde se describe y se
establece la doctrina de la fe.
(Romanos 10:1
Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi oración a Dios por Israel,
es para salvación. {2} Porque yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios,
pero no conforme a ciencia. {3}
Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya
propia, no se han sujetado a la justicia de Dios; {4} porque el fin de la
ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree. 5} Porque de la
justicia que es por la ley Moisés escribe así: El hombre que haga estas cosas,
vivirá por ellas. {6} Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas en
tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a
Cristo); {7} o, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo
de entre los muertos). {8} Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en
tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: {9} que
si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que
Dios le levantó de los muertos, serás salvo. {10} Porque con el corazón
se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.
La voluntad de
Dios no solo para Israel, sino para todos los hombres es que sean salvos y vengan
al conocimiento de la verdad; y a diferencia de Israel, que tenía enorme celo
por Dios por medio de la ley, pero no tenía ningún conocimiento de él; Dios
quiere que nosotros lo conozcamos a él, y conozcamos su Palabra, para que no
establezcamos nuestra propia justicia y nos sometamos a nuestra propia justicia
o juicio, como Israel se sometió a la ley. En el versículo 6, la justicia de
Dios es llamada “la justicia de la fe”,
de la cual se habla en el Antiguo Testamento.
(Habacuc 2:1) Sobre
mi guarda estaré, y sobre la fortaleza afirmaré el pie, y velaré para ver lo
que se me dirá, y qué he de responder tocante a mi queja. {2} Y Jehová me
respondió, y dijo: Escribe la visión, y declárala en tablas, para que corra el
que leyere en ella. {3} Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se
apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda
vendrá, no tardará. {4} He aquí que aquel cuya alma no es recta, se
enorgullece; mas el justo por su fe vivirá.
“Fe”, del hebreo,
aquí significa: firmeza, seguridad, estabilidad, firme, verdaderamente, verdad.
Habacuc tuvo el
privilegio de conocer acerca de esa “fe” prometida. Hay un par de cosas que
quiero que noten aquí. La frase: “…la visión tardará por un tiempo aún”, en texto Hebreo dice: “…la visión vendrá a un
tiempo señalado”. Permíteme leer Habacuc 2:3, 4 de la Biblia Lamsa:
(Habacuc 2:3)
Porque la visión vendrá a pasar a su tiempo señalado, y se cumplirá al fin, no
mentirá, y si se tardare, no os impacientéis, porque ciertamente vendrá, se no
tardará {4} Porque su alma no se deleita en la iniquidad, mas el justo por la
fe vivirá. (Biblia Lamsa)
Como ven en
estos versículos, esta versión es un poco diferente a la versión Reina Valera. Ahora, no quiero agregar ni quitar nada de las
Escrituras, creo que sabemos las consecuencias de ello, pero podría especular
un poco aquí, porque la visión que vendrá en el momento señalado, podría tener
algo que ver con la primera venida de Jesús.
Además, cuando
leo la parte (a) del versículo 4 en la Biblia Lamsa, donde dice: “Porque su
alma no se deleita en la iniquidad”, me recuerda la profecía del Salmo 16:10
que dice: “Porque no dejarás mi alma en el Seol; ni permitirás que tu Santo vea
corrupción.” La palabra Seol, en Hebreo
significa: “tumba o sepulcro”. Y este salmo se refiere a que el cuerpo de Jesús
no iba a estar en la tumba más de 72 horas, que es cuando comienza el proceso
de descomposición del cuerpo humano, después de la muerte. Y cuando leo la
parte (b) del versículo 4 especialmente de la versión Reina Valera donde dice:
“…más el justo por su fe vivirá” eso me recuerda Hebreos 12.
(Hebreos 12:2)
puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo
puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la
diestra del trono de Dios.
Quiero abrir un
paréntesis aquí para aclarar este versículo. La palabra “autor” proviene del griego archegó,
que significa: “líder, capitán, príncipe, autor”. Los traductores de la Reina
Valera simplemente usaron “autor” en este versículo. Veamos donde más se usa
esta palabra Griega:
(Hechos 3:15) y
matasteis al Autor (gobernante conductor = líder) de la vida, a quien Dios ha
resucitado de los muertos, de lo cual nosotros somos testigos.
En el texto
Griego, referente a este versículo y con respecto a la palabra “autor”, el
editor explica, que fue su preferencia
usar esa palabra, porque según él, era la traducción más expresiva del vocablo Griego;
sin embargo, la palabra Griega archigó,
que en algunos textos antiguos se ha traducido como: “gobernante conductor”, aún
en la actualidad significa: “líder”. Veamos otro uso de la misma palabra
Griega.
(Hechos 5:31) A
éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a
Israel arrepentimiento y perdón de pecados.
Aquí fue
traducida como “príncipe”. ¿Por qué el editor usó la palabra “príncipe” aquí, y
no “autor”, siendo que “autor”, “es la palabra más expresiva del vocablo Griego”,
según las propias palabras del editor? Porque simplemente ellos decidían que
palabra usar, sin importar a veces que
el mensaje se alterara, o con el fin de influenciar ciertas ideologías o
tendencias. En este caso, yo pienso que fue para no exponer su teología e
ideología trinitaria, no podía poner a Dios y a Jesús como uno mismo en el
mismo versículo, porque si Jesús es Dios, como muchos creen, cómo podría decir que: “A éste, (Jesús, si él
es Dios) Dios lo exaltó por príncipe y salvador”, o sea, que, ¿Dios se exaltó a
sí mismo, y está también se sentó a su propia diestra? ¡No! Lo que Jesús dijo a
Tomás que creyera fue: “…que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que
creyendo (pistéuo), tengáis
vida en su nombre.”. Vean el siguiente versículo.
(Hebreos 2:10)
Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas
las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria,
perfeccionase por aflicciones al autor (gobernante
conductor = líder) de la salvación de ellos.
Aquí el editor vuelve a poner una nota de que
fue su elección usar la palabra “autor”, en lugar de “príncipe, capitán o
líder”, y cualquiera de esas otras tres palabras haría mucho más sentido que la
palabra “autor”. Ahora, la palabra “consumador” del griego, teleiotes, también significa:
“perfeccionador o completado”, se usa solo dos veces en toda la biblia siendo
esta es una de ellas, veamos cómo se usó en el otro único versículo.
(Colosenses
3:14) Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.
Teleiotes es traducida aquí como: “perfecto”, lo que nos
demuestra que los traductores y editores de la Biblia, usaron las palabras que
ellos preferían, no necesariamente la que diera el más claro mensaje. Déjame
leer ahora una versión más acorde a las palabras griegas en cuestión.
(Hebreos 12:2) Fijemos
la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el
gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella
significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. (Biblia al
Día de 1989)
Hebreos 12:2 se
refiere a que Jesús es el príncipe, capitán o líder de la fe, no el autor, Dios
todo poderoso es el autor de la fe; Jesús fue el agente, el medio para dar a
conocer la fe. La versión Bíblica de Serafín de Ausejo de 1975 llama a Jesús “el
jefe iniciador de la fe”, porque él la inició, Jesús es quien la dio a conocer,
él es pues el “jefe iniciador” quien la llevó a cabo y la completó por medio de
su obra, al morir por nosotros en la cruz, al ser resucitado por Dios a los
tres días con sus noches, y al ascender al Padre. Y fue Jesús mismo quien
completó la fe para cumplir con la ley de Moisés y abolirla. Cerremos aquí nuestro
paréntesis para volver a la segunda parte de Habacuc 2:4 donde dice: “más el
justo por su fe vivirá”, lo que me hace pensar que se refería a la fe de
Jesucristo, el jefe iniciador y por cuya fe nosotros somos perfeccionados.
Cristo puso fin
a la Ley de Moisés e introdujo la justicia de la fe de parte de Dios para todo
aquél que cree; y creer, es el ingrediente más básico de la fe. La ley de
Moisés fue un prototipo de lo que había de venir. Vamos a Deuteronomio.
(Deuteronomio 30:10)
cuando obedecieres a la voz de Jehová tu Dios, para guardar sus mandamientos y
sus estatutos escritos en este libro de la ley; cuando te convirtieres a Jehová
tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma. {11} Porque este
mandamiento que yo te ordeno hoy no es demasiado difícil para ti, ni está
lejos. {12} No está en el cielo, para que digas: ¿Quién subirá por
nosotros al cielo, y nos lo traerá y nos lo hará oír para que lo cumplamos? {13}
Ni está al otro lado del mar, para que digas: ¿Quién pasará por nosotros el
mar, para que nos lo traiga y nos lo haga oír, a fin de que lo cumplamos? {14}
Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la
cumplas.
Aquí se
encuentran grandes verdades, y aunque esto fue dirigido expresamente al pueblo
Judío, no podemos negar que nos muestra las bases de la doctrina cristiana
escrita en el libro de romanos., donde se nos dice: “Porque las cosas que se
escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la
paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza”. En Deuteronomio, el versículo 10 habla de
obediencia, de que: cuando te convirtieres a Jehová tu Dios, lo hagas con todo
tu corazón y con toda tu alma”. El versículo 11 habla de un mandamiento, pero en
los evangelios Jesús nos habla de un mandamiento nuevo: “amarnos los unos a los
otros”. Los versículos 12 y 13 nos hablan de oír, de obedecer y de cumplir, y
el versículo 14 involucra la palabra con la boca, con el corazón, y reitera cumplirla.
¿Cumplir qué? La
palabra hebrea “cumplas” también significa:
“realizar, cumplir, hacer, llevar a cabo”. ¿Qué es lo que tenemos que llevar a
cabo? ¡La voluntad de Dios, por medio de su Palabra! Ahora, si creer es el
ingrediente más básico de la fe, el principio fundamental del creer es “hacer,
llevar a cabo, o cumplir”. Creer es un verbo, una palabra que
característicamente es el centro gramatical de un predicado y expresa un acto,
una acción u ocurrencia; en otras palabras, un verbo connota acción, si no
actúo, hago, llevo algo a cabo, o cumplo ¿cómo puedo decir que creo? La fe se
manifiesta cuando nosotros actuamos.
(Santiago 2:18) Pero
alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y
yo te mostraré mi fe por mis obras.
Todo lo escrito
en el Antiguo Testamento, incluyendo la Ley de Moisés, era un prototipo de lo
que había de venir, y Habacuc hablaba de esa fe. La fe se demuestra con obras,
con acción, cumpliendo y llevando a cabo la voluntad de Dios, por eso es que
nos pide que seamos hacedores no solamente oidores. Cuando Pablo y Silas estaban
predicando a Cristo al carcelero y su familia, tal como lo hicieron los demás
apóstoles a lo largo de las epístolas. ¿Qué fue lo que Pablo le pidió a la
gente hacer entonces, que todavía está disponible que hagamos hoy? ¡Confesar
para salvación y creer para justicia en nuestros corazones!
(Romanos 10:9)
que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón
que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. {10} Porque con el
corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para
salvación.
¿Puedes ver cómo
se edifica la fe? Para agradar a Dios necesitamos fe, y para tener fe debemos
creer que Dios existe, y creer en él; pero para eso, primero debemos creer en
Jesús al confesarlo con nuestras bocas, como señor de nuestras vidas, y creer
en nuestros corazones que Dios lo levantó de entre los muertos. Así que nuestra
confesión es lo que determina nuestra creencia, y nuestra creencia siempre está
guiada por nuestras acciones, y nuestras acciones u obras, son las que
manifiestan nuestra fe. ¿Recuerdas el relato de la mujer con el flujo de
sangre? Jesús se dirigía a sanar a la hija de uno de los principales de la
sinagoga llamado Jairo.
(Marcos 5:27) cuando
oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su
manto. {28} Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré
salva. {29} Y en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el
cuerpo que estaba sana de aquel azote.
Esta historia nos
muestra toda la mecánica de la Fe. A diferencia de Tomás, quien caminó con
Jesús, y quería ver para creer, esta mujer, cuando oyó hablar de Jesús, no
esperó a que Jesús sanara a esta niña. Ella creía en su corazón que Jesús era capaz de sanar a la niña, pero no
esperó, sino, en el camino, mientras caminaba entre la multitud, ella decía: “Si
tocare tan solamente su manto, seré salva”. La palabra "decía" en
Griego es: lego, que
significa: "exponer", "relacionar con palabras",
"decir, hablar, pronunciar". En otras palabras, ella confesó: “Si tocare
tan solamente su manto, seré salva”. ¡Ella hizo lo que confesó y se sanó de
aquel azote! En el versículo 34 Jesús le
dijo: “Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote”. Su
fe se manifestó en llevar a cabo su creencia, y su creencia estaba reflejada en
su confesión. ¿Recuerdas la historia del hombre con la mano seca en Lucas 6:10
cuando Jesús le dijo al hombre, “…extiende tu mano. Y él lo hizo así, y su
mano fue restaurada”? Este hombre no cuestionó a Jesús y dijo: “vamos hombre,
¿no ves que mi mano está seca, estás loco? ¿Cómo puedo hacer eso? ¡No, el no
respondió de esa manera! La Biblia dice: “…y él así lo hizo”. Vamos a Lucas,
veamos otro tremendo ejemplo de la mecánica de la fe en acción.
(Lucas 17:11) Yendo
Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. {12} Y al entrar en una
aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de
lejos {13 y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten
misericordia de nosotros! {14} Cuando él los vio, les dijo: Id,
mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron
limpiados.
Quiero hacer notar
que estos hombres llamaron a Jesús, “maestro”. La palabra Griega para “maestro”
aquí es epistates; que se usa
dirigiéndose al señor en reconocimiento de su autoridad como superior a ellos, no
porque estuviera enseñándoles algo como un maestro o rabino, sino porque
reconocían la autoridad de Jesús como hijo de Dios. Ahora el mandato que Jesús
dio a estos hombres fue “id”, y mientras iban, fueron limpiados. Ellos
obedecieron de inmediato, tomando acción, ellos comenzaron a “ir” caminando
hacia el templo, ni siquiera consideraron que siendo ellos leprosos, no les iban a
permitir siquiera entrar al templo, y mucho menos mostrarse ante los
sacerdotes. ¡La orden fue “id” y mientras “iban” fueron limpiados!
(Lucas 17:15)
Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a
Dios a gran voz, {16 y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole
gracias; y éste era samaritano. {17}
Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y
los nueve, ¿dónde están? {18} ¿No hubo quien volviese y diese gloria
a Dios sino este extranjero? {19} Y le dijo: Levántate, vete; tu fe
te ha salvado.
En el versículo
18 Jesús llamó extranjero a este samaritano. ¿Recuerdas que inicialmente mencioné
que “creer” es una ley inmutable, que funciona tanto para cristianos como para no
cristianos? Este es un buen ejemplo de ello. Un samaritano en la Biblia era una
persona de Samaria, una región al norte de Jerusalén, y en la época de Jesús,
el pueblo judío de Galilea y Judea rechazaba a los samaritanos, considerándolos
una raza mixta que practicaba una religión impura y medio pagana. Por eso Jesús
le llamó extranjero. No te olvides de la mujer
Cananea en Marcos 7:21-28 que pidió misericordia porque su hija estaba
gravemente atormentada por un demonio,
pero ella creyó por la sanidad de su hija y fue sanada. Los cananeos eran gente
nativa de la tierra de Canaán, gente que tenía muchos dioses y practicaba la
idolatría entre muchas otras cosas consideradas como abominación para Dios, y
eran considerados como perros a los ojos de los judíos. ¿Y qué me dices del
centurión Romano que pidió a Jesús la sanidad para su siervo? Todos ellos eran
extranjeros y sin embargo creyeron y recibieron la liberación o la sanidad de
lo que los atormentaba. ¡La creencia es una ley inmutable y funciona para bien
y para mal!
En Lucas 17:15,
el leproso de este relato que volvió a Jesús, después de ver que todos habían
sido sanados, no era judío, y como samaritanos no eran bien vistos por los
judíos. Pero este samaritano, al venir a Jesús, puso todo en su orden debido; él glorificó a
Dios, el Padre de nuestro señor Jesucristo, y agradeció a Jesús, el hijo de
Dios, reconociendo su autoridad por encima de él, como su señor.
(Lucas 17:19) Y
le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado.
No fue la fe
personal del samaritano lo que le dio liberación, sino la acción creyente que
tomó, al obedecer las palabras de Jesús cuando les dijo “id”, él actuó, él
obró, él creyó en las palabras de Jesús y confió en su autoridad como hijo de
Dios.
En resumen, para
que podamos agradar a Dios debemos tener fe, y para tener fe debemos creer que
Dios existe, y creer en él; pero para eso, primero debemos creer que Jesús es
el Cristo, el hijo de Dios, y hacerlo nuestro señor por medio del acto de
confesarlo con nuestra boca, y creer en nuestro corazón que Dios le levantó de
entre los muertos, porque a través de su
nombre y solo a través de su nombre
podemos tener vida, y tenerla más que abundantemente, como dice Juan 10:10. Así
que la fe, amigos míos, se manifiesta con nuestras acciones, nuestras acciones
están determinadas por nuestra creencia, y nuestra creencia siempre debe ser guiada por nuestra
confesión. Por eso Dios quiere que seamos tardos para hablar. Seamos
inteligentes, pensemos primero antes de abrir nuestras bocas y proferir palabra
alguna, porque lo que confesamos, si lo creemos y actuamos en consecuencia, se
hará realidad. Esa mis amigos es la mecánica de la Fe.
En la segunda
parte me voy a enfocar específicamente sobre la fe, qué es la fe y de dónde
viene la fe, mientras tanto, no dejen de confesar, creer y actuar, porque el
resultado final de todo eso es la fe, para que podamos siempre agradar a Dios
nuestro Padre celestial y recibir las recompensas que él en su infinito poder,
misericordia, y gracia ha prometido, porque él es el único galardonador de todos
aquellos que diligentemente le buscan.
¡Dios te bendiga!
E. S. N.
J.E.R.S.