La fuente principal de información de este blog es La Biblia. Todas las enseñanzas compartidas aquí, son y serán principalmente basadas en la Biblia Reyna Valera Versión de 1960

Un nuevo año ha llegado, y con él los deseos de que nos traiga mejores cosas que el que se fue. Las famosas resoluciones para bajar de peso, dejar de fumar, tomar, u otro tipo de excesos; de abandonar los vicios, los malos hábitos, las malas costumbres y tratar de ser mejor están a la vuelta de la esquina. Pero si aún estamos lidiando con las mismas resoluciones y los mismos deseos de años anteriores, quizá debamos darnos cuenta que no es el nuevo año el que traerá algo mejor para nuestras vidas, somos nosotros los que debemos tomar acción, cambiar quizás nuestra manera de pensar, nuestros hábitos, nuestra conducta, nuestra actitud hacia la vida, y principalmente, de una vez y para siempre, entender que como creyentes cristianos, ¡no deberíamos tener vacas! Me refiero a las excusas y pretextos que anteponemos porque no hemos podido superar los pocos o tantos problemas que nos han venido acosando a lo largo de nuestras vidas. Ya compartí acerca de la ignorancia y la oración, y espero de verdad que te halla inspirado a estudiar la Palabra de Dios no solo para salir de la ignorancia espiritual, sino para que conozcas tus derechos y responsabilidades como hijo de Dios, y también que tomes el tiempo suficiente para orar cada día, te aseguro que si hicieras esas dos cosas, no te verías en la necesidad de esperar por que el año nuevo te trajera cosas mejores. Hoy quiero hablar de dos vacas de colores diferentes, la pobreza y la enfermedad.

Muchos creyentes cristianos, especialmente aquellos que no leen las escrituras y solo creen lo que sus “líderes” les “enseñan” se refieren a la enfermedad y a la pobreza como si fuera “la voluntad de Dios,” pero la voluntad de Dios está claramente establecida en su Palabra.

(3 Juan 1:2) Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.

Permíteme leer una traducción expandida del texto Griego:

(3 Juan 1:2) Amado, por sobre todas las cosas oro que prosperes y tengas salud, tal como prospera tu alma.

Yo creo lo que Dios dice en su Palabra, y si El dice que por sobre todas las cosas, desea que prospere, no tengo porqué creer lo que alguien más diga. La prosperidad no es solo el antídoto de la pobreza, sino de la derrota y la miseria, tanto material como espiritual. Veamos qué es lo que Dios nos dice en este versículo.

En primer lugar, Pablo por revelación, habla representando a Dios, y te llama “amado” (agapetos), esta es la misma palabra que Dios usó refiriéndose a Jesús, cuando fue bautizado por Juan el bautista, “este es mi hijo amado…” Demostrando así el gran amor que Dios tiene por sus hijos.

En segundo lugar, Pablo menciona que por sobre todas las cosas, por encima de lo que tú pudieras imaginar, la voluntad de Dios, su deseo (parakaleo = orar a Dios, exclamar en voz alta) es que prosperes. La palabra prosperidad es una combinación de dos palabras Griegas que juntas quieren decir: ayuda en el camino; que traducidas a nuestro idioma significan: tener éxito en los negocios, lograr una meta, o: tener una jornada próspera (refiriéndose a la jornada de la vida).

En tercer lugar la voluntad de Dios para sus hijos es que también tengan salud, y no solo tiene que ver con la salud física, sino mental, y espiritual. Veamos algunos versículos que hablan acerca de la prosperidad.

(Génesis 24:40) Entonces él me respondió: Jehová, en cuya presencia he andado, enviará su ángel contigo, y prosperará tu camino; y tomarás para mi hijo mujer de mi familia y de la casa de mi padre. 

Este versículo se refiere a cuando Abraham envió a su criado a buscar esposa para Isaac y le dijo que Jehová prosperaría su camino. Dios es el único que puede prosperar nuestras vidas porque él es el Dios de la prosperidad, podemos ver cómo prosperó a Abraham, a Jacobo, incluso a Job, a pesar de todas sus calamidades, pero el ejemplo de José es quizás el más significante ejemplo de prosperidad debido a las circunstancias.

(Génesis 39:1) Llevado, pues, José a Egipto, Potifar oficial de Faraón, capitán de la guardia, varón egipcio, lo compró de los ismaelitas que lo habían llevado allá. {2} Mas Jehová estaba con José, y fue varón próspero; y estaba en la casa de su amo el egipcio. {3} Y vio su amo que Jehová estaba con él, y que todo lo que él hacía, Jehová lo hacía prosperar en su mano. {4} Así halló José gracia en sus ojos, y le servía; y él le hizo mayordomo de su casa y entregó en su poder todo lo que tenía.

Muchos conocemos esta historia y lo que sucedió con José, que después de ser acusado injustamente fue enviado a la cárcel.

(Génesis 39:21) Pero Jehová estaba con José y le extendió su misericordia, y le dio gracia en los ojos del jefe de la cárcel. {22} Y el jefe de la cárcel entregó en mano de José el cuidado de todos los presos que había en aquella prisión; todo lo que se hacía allí, él lo hacía. {23} No necesitaba atender el jefe de la cárcel cosa alguna de las que estaban al cuidado de José, porque Jehová estaba con José, y lo que él hacía, Jehová lo prosperaba.

La razón por la que Jehová estaba con José, es porque José conocía, creía y confiaba en él, y Jehová le extendió su misericordia y lo favoreció a los ojos del jefe de la cárcel y lo prosperó en todo lo que hacía, al grado que llegó a ser el segundo en el poder de la nación egipcia.

(Génesis 41:38) y dijo Faraón a sus siervos: ¿Acaso hallaremos a otro hombre como éste, en quien esté el espíritu de Dios? {39} Y dijo Faraón a José: Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio como tú. {40} Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú. {41} Dijo además Faraón a José: He aquí yo te he puesto sobre toda la tierra de Egipto. {42} Entonces Faraón quitó su anillo de su mano, y lo puso en la mano de José, y lo hizo vestir de ropas de lino finísimo, y puso un collar de oro en su cuello; {43} y lo hizo subir en su segundo carro, y pregonaron delante de él: ¡Doblad la rodilla!; y lo puso sobre toda la tierra de Egipto.

¿Puedes ver la importancia de lo que faraón dijo a su pueblo? La frase “en quien esté el espíritu de Dios” debería resaltar en todo este pasaje.

Hay un par de factores importantes en todo este asunto de la prosperidad, el primero de ellos tiene que ver con conocer a Dios, el segundo, con creer y confiar en él. Abraham, Jacobo, Job y José conocían, creían y confiaban en Jehová.

Otro aspecto muy importante de la prosperidad, es lo que faraón resaltó al referirse a José, “en quien esté el espíritu de Dios.” Un creyente cristiano que ha confesado a Jesucristo como salvador y señor personal de su vida tiene en su interior el espíritu de Dios, y el hecho de haberlo confesado con su boca, y creído en su corazón que Dios le levantó de entre los muertos, significa que conoce a Dios, su Palabra, y que cree y confía en él, esos son requisitos indispensables para la prosperidad. Debo recordarte que la prosperidad no solo significa tener éxito en las finanzas, sino en todas y cada una de las actividades de la vida, Abraham le dijo a su criado que Jehová prosperaría su camino, refiriéndose a toda la jornada que llevaría a cabo para conseguirle esposa a Isaac. José fue prosperado en todo lo que hacía, y eso es lo que debemos aprender de la Palabra de Dios y creerla, confiando siempre que Dios no solo prosperará tu vida financieramente, sino todo lo que tú hagas.

Creer que la voluntad de Dios es que los cristianos sean pobres es una “vaca” que ha mantenido a muchos sujetos en la miseria, no solo material sino espiritual. ¡La pobreza no es una opción para los creyentes cristianos renacidos del espíritu de Dios! ¡La voluntad de Dios es que sus hijos sean prosperados en todo, así como el alma prospera!

¿Sabes tú cómo prospera el alma? La palabra Griega traducida como “alma” corresponde a la palabra hebrea que significa “alma” en Génesis, cuando Dios formó al hombre del polvo de la tierra, creo de su espíritu en él, y respiró en su nariz aliento de vida. En otras palabras, “alma,” significa y representa la vida, pero, ¿cómo prospera la vida? A mi humilde entender, la vida de alma comienza en la concepción, cuando un esperma fecunda un óvulo, desde ése momento lo único que hace es prosperar, y desarrollarse hasta que madura, y a menos que medios externos ajenos al proceso de la vida lo detengan, el alma prosperará hasta su extinción. Así que, así como la vida de alma prospera, Dios desea que sus hijos prosperen, no solo financieramente, sino en todas las cosas.

Veamos un versículo que corrobora la voluntad de Dios para que sus hijos no vivan en necesidad.

(Juan 10:10) El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.

¡O creemos que esta es la voluntad de Dios o no lo creemos! Jesucristo mismo dice que él vino para que tuviéramos vida en abundancia, la traducción en español no comunica realmente el grado superlativo que palabra Griega traducida como “abundancia” refleja. Lo que realmente significa es: mucho más que abundantemente, Dios no solo quiere que sus hijos tengan vida en abundancia, sino una vida mucho más que abundantemente, y quiere eso porque él es capaz de hacer que sus hijos prosperen en grado superlativo.

(Efesios 3:20) Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros,

Dios tiene esa capacidad, tanto la voluntad como el poder para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, así que con Dios no hay límites, aunque la segunda parte de este versículo es también muy importante, es lo que hace posible que recibamos o no, lo que pedimos, porque todo depende de ése poder que actúa en nosotros. El don del espíritu santo que recibimos al renacer del espíritu de Dios es lo que nos da ese poder, y depende de nosotros manifestarlo en nuestro andar, la clave está en nosotros, por eso creer y confiar en Dios son indispensables, Dios siempre está dispuesto a prosperar todo lo que hagamos a lo largo de nuestra vidas.

(2 Corintios 9:8) Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra;

Dios no quiere que sus hijos padezcan necesidad, su voluntad es que siempre tengamos toda suficiencia en todo, con el propósito de que abundemos para toda buena obra. Así que cuando un creyente cristiano dice que la voluntad de Dios es que sea pobre, no es más que una excusa por su ignorancia de la Palabra de Dios, de su incredulidad por no manifestar el poder del don del espíritu santo en su andar, y por su falta de confianza en el poder, la capacidad y la voluntad nuestro Padre celestial de hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos.

Un punto interesante que se ha compartido como una clave práctica para la prosperidad es el dar. El diezmo se ha predicado como la manera de dar financieramente en las iglesias cristianas, aunque en realidad no tenga nada que ver con el cristianismo. El principio del diezmo, aunque práctico, no es aplicable en la iglesia cristiana, los sacrificios, las ofrendas, y todo lo relacionado a lo que los sacerdotes judíos hacían antes, no tienen cabida en la iglesia de hoy. Con su muerte, resurrección y ascensión, Jesucristo nuestro señor y salvador, nos liberó de la condenación de Adán y también, de las más de 900 leyes del antiguo testamento, incluyendo el diezmo.

Dar es una clave práctica para la prosperidad, y la manera de dar financieramente en la iglesia de hoy es conocida como “compartir abundante.” El compartir abundante es: “Dar de la abundancia material de uno para el movimiento de la Palabra de Dios y para el cuidado de los santos.” Es necesario conocer y aplicar la doctrina del “compartir abundante” para saber dar correctamente, para el movimiento de la Palabra de Dios y para el cuidado de los santos; solo mencionaré lo básico acerca de esta doctrina para que aprendas a dar, como complemento a lo que ya he compartido anteriormente en esta enseñanza.

(2 Corintios 9:1) Cuanto a la ministración para los santos, es por demás que yo os escriba; {2} pues conozco vuestra buena voluntad, de la cual yo me glorío entre los de Macedonia, que Acaya está preparada desde el año pasado; y vuestro celo ha estimulado a la mayoría.

El apóstol Pablo aquí se refiere al dar financieramente para ayudar a los creyentes en necesidad, y el celo al que se refiere es al celo que los macedonios tenían para compartir de su abundancia.

(2 Corintios 9:5) Por tanto, tuve por necesario exhortar a los hermanos que fuesen primero a vosotros y preparasen primero vuestra generosidad antes prometida, para que esté lista como de generosidad, y no como de exigencia nuestra. {6} Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. {7} Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.

Estos versículos establecen la doctrina del compartir abundante. Uno da, de lo que tiene, si no tiene para dar, simplemente no da nada, y no tiene que sentirse condenado. Muchos cristianos se quejan que no tienen suficiente para dar, y nunca tienen suficiente precisamente porque no dan, o dan escasamente, y si dan escasamente, así mismo recibirán, pero si tú das generosamente, generosamente también, recibirás. No hay un porcentaje o una cantidad establecida para dar, uno da como uno se proponga en su corazón, dependiendo de cómo Dios le haya prosperado. Solo recuerda, que si un siervo del antiguo tenía que dar el diez por ciento de su ingreso, un creyente renacido del espíritu de Dios no debería dar menos que eso, pero es uno mismo quien determina cuanto dar, y cuando lo haces no se debe dar ni con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.

Quisiera terminar esta enseñanza explicándote la segunda parte de lo que dice 3 Juan 1: 2 “…y que tengas salud así como tu alma prospera.” Esto no significa que sólo los que prosperan pueden tener salud, aunque hay una relación directa entre la prosperidad y la salud, de hecho, la voluntad de Dios de que todos sus hijos prosperen incluye la sanidad no solamente física, sino mental, y también espiritual.

¿Recuerdas como prospera la vida de alma? La vida de alma, después de su inicio en la concepción, solo puede truncarse si medios externos fuera del proceso de la vida lo detienen, pero también si hay algún tipo de contaminación o corrupción en su interior. Una vida de alma contaminada no prospera. 

En 3 Juan 1:2 “salud” es la palabra Griega “hugiaino,” que significa: tener salud (refiriéndose al cuerpo físico); ser sano, (refiriéndose a la mente); ser incorruptible, o verdadero en la doctrina (refiriéndose a lo espiritual). Así que la frase “…y que tengas salud” realmente significa: ser completo, sano, e incorruptible, no sólo física, sino mental y espiritualmente. Significa no ser corrupto, y una manera de evitar la corrupción es siguiendo la doctrina de la verdad; cuando hacemos eso, el corazón de Dios se regocija.

(3 Juan 1: 3) Pues mucho me regocijé cuando vinieron los hermanos y dieron testimonio de tu verdad, de cómo andas en la verdad. {4}No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad.

Vimos que Dios ama a sus hijos con el más grande amor, y que por encima de todo, su voluntad para sus hijos, es que con su ayuda, prosperen en la todas las actividades de la vida, porque él es el Dios de la prosperidad, y porque la prosperidad es el antídoto de la pobreza, la miseria y la derrota.

Vimos que conocer a Dios, y su Palabra, creer y confiar en él, así como el operar el poder del don del espíritu santo en nuestro interior son pre requisitos indispensables de la prosperidad.

Vimos que dar de nuestra abundancia para el movimiento de la Palabra de Dios y para el cuidado de los santos, es una clave práctica para recibir lo que pedimos, y que Dios es poderoso para hacer que abunde en nosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundemos para toda buena obra.

Finalmente, vimos que la sanidad física está directamente ligada a la prosperidad que Dios provee, y que su voluntad no es que solo seamos sanos, físicamente, sino mental y espiritualmente, que seamos completos, incorruptible, y verdadero en la doctrina.

Las “vacas” de la pobreza y de la enfermedad son solo excusas para aquellos “cristianos” que han sido erróneamente enseñados, o que simplemente ignoran cual es la voluntad de Dios para sus hijos.

Abraham, Jacob, Job, José y muchos otros hombres y mujeres de Dios fueron bendecidos y prosperados por Dios nuestro Padre, porque le conocían, creyeron y confiaron en él, y anduvieron conforme a su voluntad.

Hoy al inicio de este nuevo año, yo también, como Pablo, quiero exclamar en voz alta la voluntad de Dios para ti, orando siempre para que él te prospere en todas y cada una de las actividades de tu vida, mientras das testimonio de la doctrina de la verdad en tu diario andar, no sólo este 2017, sino por siempre y para siempre.

Y debo agregar, que no es sólo mi deseo de año nuevo para ti y todo aquél lea este humilde mensaje, sino recordarte una vez más, que esa es la voluntad de Dios para sus hijos, nosotros, los creyentes cristianos renacidos del espíritu de Dios, para cada día de nuestras vidas.

 ¡Escrito está!

¡Así ha dicho el Señor!

E. S. N.

J. E. R. S.
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