En esta enseñanza quiero compartir acerca de los dones de ministerio y sus funciones dentro de la iglesia, y para poder explicar este maravilloso tema, necesito mostrarles algunas verdades que son el fundamento que todo creyente cristiano debe cimentar en el corazón de su mente.
(2 Pedro 1:20) entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, {21} porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.
Lo primero que tenemos que entender es que ninguna profecía de la escritura salió de la mente del hombre, y eso es exactamente lo que dice el versículo anterior. No fue Abraham, ni Moisés, ni Isaías, ni Amós, ni Juan, Mateo o Pablo, quienes por la gran imaginación que tenían decidieron escribir lo que escribieron. La misma Palabra de Dios nos dice cómo es que la Palabra de Dios vino a ser.
(2 Timoteo 3:16) Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, {17} a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.
La palabra “inspirada” significa “respirada” o “exhalada.” Este versículo enseña que toda la escritura fue exhalada o respirada por Dios, y cuando Dios exhaló su Palabra inspiró a sus santos hombres a escribirla, como dice en 2 Pedro 1:21. Los santos hombres de Dios, hablaron, siendo inspirados por el espíritu santo, no porque quisieron escribir sus memorias, ni sus vivencias con Jesús.
Así que lo primero que debemos entender es que ninguna profecía de la escritura se originó en la mente de aquellos que la escribieron, sino que por medio del espíritu santo Dios los inspiró a escribir su verdad, pues fue Dios mismo quien respiró su Palabra.
2 Timoteo 3:16 también nos dice que su Palabra es útil, lo que significa que es de beneficio, pues trae provecho a quienes la practican y la aplican. La Palabra de Dios es útil para enseñar, esa enseñanza es la doctrina correcta, los lineamientos que Dios establece en su Palabra. Es útil para redargüir, redargüir significa “amonestar, llamar la atención, reprender,” lo que comúnmente conocemos como “regañar.” La Palabra de Dios nos reprende cuando no estamos siguiendo la doctrina correcta, y es útil también para corregir. Nos corrige del error al no seguir la doctrina correcta y nos lleva de vuelta a los lineamientos que Dios estableció en su Palabra. Estas tres cosas juntas, la doctrina, la reprensión, y la corrección, son, instruir en justicia. La Palabra de Dios es útil para instruir en justicia por medio de la enseñanza, la reprensión y la corrección. El versículo 17 de 2 Timoteo 3, nos muestra el propósito de esa instrucción en justicia. “A fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.”
Hay algunas cosas más que debemos entender en este versículo. En primer lugar, entender que la frase “hombre de Dios,” no se refiere exclusivamente a los apóstoles y profetas que escribieron la Palabra de Dios, ni a los pastores, ministros, reverendos, o doctores en teología, que tengan un rango o una posición de liderazgo en sus iglesias. Se refiere al pueblo de Dios, a los creyentes, aquellos que leen, estudian, creen, practican y aplican la Palabra de Dios en sus vidas. Se refiere a ti y a mí, a los hijos de Dios. Todo creyente cristiano debe ser instruido en justicia por medio de la Palabra de Dios.
En segundo lugar, la palabra “perfecto,” significa “completo.” Como sabemos, cuando nacemos a este mundo, somos hombres y mujeres de dos partes, cuerpo y alma, y solo cuando renacemos del espíritu de Dios recibimos esa tercera parte que nos hace completos, para ser hombres y mujeres de cuerpo, alma, y espíritu. O sea, que, cuando aceptamos a Jesucristo como señor y salvador de nuestras vidas somos completos, y ser completos es un requisito para llevar a cabo el propósito de la Palabra de Dios en nuestras vidas, que es, estar enteramente preparados para toda buena obra.
En tercer lugar, debemos notar que 2 Timoteo 3:17 dice que debemos estar enteramente preparados para toda buena obra. Un doctor no sería doctor si no estudiara medicina, un ingeniero no lo sería si no estudiara ingeniería, un carpintero tampoco lo sería si no aprendiera el oficio de la carpintería. Me refiero a, que, para conocer y ejercer una profesión o un oficio, debemos prepararnos, debemos estudiar, ya sea asistiendo a la universidad, o siendo aprendiz en un taller, hasta llegara a tener la preparación necesaria. Para solucionar problemas en el caso del ingeniero, para sanar alguna dolencia, en el caso del doctor, o para construir un gabinete, una silla o algún mueble en el caso del carpintero. Dios no solo quiere que nosotros los creyentes cristianos, sus hijos, estemos preparados, sino enteramente preparados para toda buena obra. Por ello, debemos estudiar, debemos prepararnos para hacer lo que Dios propuso en su corazón, que nosotros, sus hijos, lleváramos a cabo. Y el siguiente versículo nos muestra cómo hacer eso.
(2 Timoteo 2:15) Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.
La frase “procura con diligencia” del griego, también pudiera traducirse como: “esfuérzate, labora, sé diligente, estudia.” La versión en Ingles dice “Estudia,” pero el interlineal griego-español dice: “Pon diligencia en ti mismo.” Cualquiera de estas traducciones en realidad funciona, porque ya sea que procuremos con diligencia, nos esforcemos, pongamos diligencia, o estudiemos, debemos usar bien la Palabra de Dios, para así, presentarnos aprobados ante él, no ante el mundo, no ante los hombres, el jefe, el vecino, los amigo, o nadie más, solo ante Dios. Y no vamos a presentarnos aprobados ante Dios si no conocemos y usamos bien su Palabra, ni estaremos enteramente preparados para toda buena obra. Solo siendo diligentes y estudiando la Palabra de Dios es que vamos a poder estar no solo preparados, sino, enteramente preparados para toda buena obra. ¿Por qué para toda buena obra? Porque Dios preparó de antemano que anduviésemos en ellas.
(Efesios 2:10) Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
Las buenas obras son algo que Dios considera importantes para nuestro andar cristiano, y nos exhorta a llevarlas a cabo en nuestro diario andar.
(Mateo 5:16) Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
Dios quiere que la luz de la Palabra de Dios que mora en nuestro interior, alumbre delante de los hombres, para que al ver nuestras buenas obras, glorifiquen a Dios que está en los cielos.
(Tito 2:7) presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad, {8}palabra sana e irreprochable, de modo que el adversario se avergüence, y no tenga nada malo que decir de vosotros.
Debemos ser ejemplos de buenas obras, enseñando la Palabra de Dios con integridad y seriedad, para que el adversario se avergüence y no tenga nada malo que decir de nosotros.
(Tito 3:8) Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles a los hombres.
Debemos ocuparnos de hacer buenas obras, cosas que son buenas y útiles para los hombres. Y estimularnos unos a otros a realizarlas con amor cada día.
(Hebreos 10:24) Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras;
¿Ven cuán importante es para Dios el hecho, de que nosotros, sus hijos, abundemos en buenas obras?
(2 Corintios 9:8) Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra;
Cuando abundamos en ellas, Dios se encargará de que tengamos siempre en todas las cosas todo lo suficiente en todo. Estas buenas obras deben realizarse dentro y fuera de la iglesia, para creyentes como para incrédulos, en todo momento, pero sobre todo para los creyentes.
(Gálatas 6:10) Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.
Más claro no puede estar, Dios quiere que hagamos bien a todos, pero mayormente a nuestra familia espiritual, a los creyentes en nuestra congregación, y a los creyentes en general. Esta es una de las razones por las que dentro de la iglesia, tenemos también, dones de ministerio. Dones que nos ayudan a perfeccionar nuestro andar, con el propósito final de edificar el cuerpo de Cristo.
Así que, 2 Pedro 1:20,21 nos dicen que lo primero que debemos entender es que ninguna profecía de la escritura es de interpretación privada, pues no fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios fueron inspirados por el espíritu santo. Porque como dice 2 Timoteo 3:16, toda la escritura es respirada de Dios, porque, fue Dios mismo quien inspiró a sus santos hombres a escribir su Palabra. En 2 Timoteo 2:15 leímos que debemos estudiar, ser diligentes al procurar presentarnos aprobados ante Dios, usando correctamente su Palabra. La palabra “usa, usar, usando” realmente no comunican en su totalidad lo que la palabra griega significa. La traducción más exacta de esa palabra Griega es: “hacer una disección, un corte exacto, o dividir correctamente.” Como alguien que corta un pastel en partes exactamente iguales. Y una de las maneras de dividir correctamente la Palabra de Dios, es saber a quién está dirigida la Palabra de Dios.
(1 Corintios 10:32) No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios;
La Biblia claramente habla de tres grupos de gentes: judíos, gentiles y la iglesia de Dios, así que debemos entender que no toda la escritura está dirigida a todo mundo. Los judíos son el pueblo escogido de Dios, tanto por linaje como por religión. Nosotros no somos judíos, ni de sangre, ni de religión, por lo tanto no debemos adoptar para nosotros lo que está escrito y dirigido a ellos, en su mayoría, todo el antiguo testamento, incluyendo los evangelios. Los gentiles eran el resto de las naciones, las masas de incrédulos, todos aquellos que no eran judíos, incluyendo a los griegos, quienes eran considerados los intelectuales de la época, y que seguían sus propias filosofías. Para Dios, ellos también eran gentiles. Nosotros éramos gentiles antes de aceptar a Jesucristo como nuestro señor y salvador. Pero después de aceptarlo, llegamos a formar parte de la iglesia de Dios, o como Dios lo establece en su Palabra, miembros de la familia de Dios, y 1 Corintios 10:31 nos exhorta a no ser tropiezo a nadie, ni a los judíos, a los gentiles, o sea, aquellos que aún no han aceptado a Jesucristo como su señor y salvador, ni a nuestros hermanos en la fe, la iglesia de Dios. No toda la Biblia está dirigida a todo mundo, aunque de todo lo que se escribió antes, podemos aprender. Así pues, es también fundamental entender a quién está dirigida la Palabra de Dios.
(Romanos 15:4) Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza.
Podemos aprender de las cosas que se escribieron antes, aunque no fueron necesariamente escritas para nosotros. Podemos aprender de la paciencia y de la consolación de las escrituras para tener esperanza, pero no vivir y actuar de acuerdo a lo que fue escrito para otros. Así que, debemos saber a quién está dirigido lo que leemos para determinar si debemos aplicarlo en nuestro andar. El Antiguo Testamento y los Evangelios contienen verdades que aplican y afectan a la humanidad entera, hay en ellos ciertas leyes inmutables que no tienen fecha de caducidad y están dirigidas a la humanidad entera, pero en su mayoría están dirigidos al pueblo judío. Las 7 epístolas a la iglesia, que prácticamente comprenden desde el libro de romanos hasta 2 Tesalonicenses, son las cartas dirigidas a la iglesia de Dios, o sea, nosotros los creyentes cristianos, los hijos de Dios.
El libro de Hechos es un libro de transición, que relata el derramamiento del espíritu santo en el día de Pentecostés, y representa el nacimiento de la iglesia cristiana. Describe los comienzos de la iglesia y el desarrollo del movimiento de la Palabra de Dios durante el primer siglo, algo que nunca se ha visto jamás en los tiempos modernos. Es en Hechos 11:26 donde leemos que en Antioquía fue donde a los creyentes se les llamó cristianos por vez primera.
(Hechos 11:26) Y se congregaron allí todo un año con la iglesia, y enseñaron a mucha gente; y a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía.
Los cristianos somos los seguidores de Cristo, los que vivimos de acuerdo a su Palabra que es la voluntad revelada de Dios, y como Cristianos, debemos leer, estudiar, creer, practicar y aplicar en nuestro andar lo que está dirigido a nosotros en las epístolas a la iglesia. Vamos al libro de Efesios donde veremos un perfecto ejemplo de cómo dividir correctamente la Palabra de Dios.
(Efesios 1:1) Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Éfeso:
Si leemos esto literalmente, entendemos que la carta fue enviada a los santos y fieles de Éfeso, pero el señor E. W. Bullinger, un gran estudioso de la Palabra de Dios dice que la palabra “Éfeso” no aparece en algunos de los manuscritos más antiguos. Y la razón de ello, según explica, es que la epístola era una encíclica, o sea, un mensaje enviado a todas las iglesias, y que el espacio donde aparece la palabra Éfeso estaba en blanco, de modo, que fuese llenado con el nombre de las varias iglesias a donde la carta se enviara. Ahora, de acuerdo al texto Griego, el versículo uno del libro de Efesios lee:
“Pablo, apóstol de Cristo Jesús mediante la voluntad de Dios, a los santos que están en Éfeso, y a los fieles en Cristo Jesús.”
Al leerlo del texto Griego, nos damos cuenta que esta carta no solo está dirigida a los santos que están en Éfeso, o en cualquiera de las iglesias a donde esta carta fuera enviada, sino también a los fieles en Cristo Jesús, ¿eres tú fiel en Cristo Jesús? Entonces también está dirigida a ti, esta epístola está dirigida en primer lugar a los santos que están en Éfeso, y en segundo lugar, a los fieles en Cristo Jesús, o sea, la iglesia de Dios. Una epístola es simplemente una carta, pero una de las características de estas cartas, era que después que era leída en la iglesia a la que se dirigía, era también compartida con otras iglesias, de tal modo que el mensaje de la Palabra de Dios se difundía y era conocido a través de toda la región, como anteriormente lo explica el señor Bullinger.
Si dividimos correctamente la Palabra de Dios sabremos con exactitud a quien realmente está dirigido lo que leemos, y el libro de Efesios, como el resto de las epístolas a la iglesia están dirigidas a la iglesia de Dios.
Vimos como es que la Palabra de Dios vino a ser, y algunos fundamentos básicos que debemos arraigar en nuestras mentes. Vimos que la doctrina es la enseñanza, por medio de la cual, de la reprensión, y la corrección, Dios quiere que todo creyente cristiano sea instruido en justicia. Que Dios quiere que nos presentemos aprobados a él solamente, siendo diligentes al estudiar y dividir correctamente su santa Palabra, con el propósito de ser hombres de Dios completos, enteramente preparados para toda buena obra. Vimos que debemos aprender a reconocer a quién están dirigidas las escrituras para poder aplicar en nuestro andar todo lo que Dios quiere que hagamos.
El libro de Efesios es un libro doctrinal, donde se encuentran los estatutos de Dios, las instrucciones a seguir para estar instruidos en justicia. El libro de Efesios se divide en dos partes, doctrina y práctica, los tres primeros capítulos de Efesios establecen la doctrina, los lineamientos a seguir para un andar recto. Los tres últimos capítulos establecen la práctica, la aplicación correcta de la doctrina enseñada en los capítulos iniciales.
En la siguiente parte continuaremos leyendo un poco más sobre el libro de Efesios, especialmente lo que se refiere a la práctica, y aprender acerca de los dones de ministerio, mientras tanto, te exhorto a que leas los tres primeros capítulos y conozcas la doctrina a la que como hijos de Dios debemos adherirnos y reconocer con gratitud, todo lo que tenemos gracias a la obra completa de nuestro señor y salvador Jesucristo, y al maravilloso plan de salvación que nuestro Dios todo poderoso, creador del cielo y de la tierra diseñó, para redimir a la humanidad liberándola de la condenación de Adán y rescatarla de las garras del adversario.
¡Dios te bendiga!
E. S. N.
José Edixon Rosales Serna
(2 Pedro 1:20) entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, {21} porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.
Lo primero que tenemos que entender es que ninguna profecía de la escritura salió de la mente del hombre, y eso es exactamente lo que dice el versículo anterior. No fue Abraham, ni Moisés, ni Isaías, ni Amós, ni Juan, Mateo o Pablo, quienes por la gran imaginación que tenían decidieron escribir lo que escribieron. La misma Palabra de Dios nos dice cómo es que la Palabra de Dios vino a ser.
(2 Timoteo 3:16) Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, {17} a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.
La palabra “inspirada” significa “respirada” o “exhalada.” Este versículo enseña que toda la escritura fue exhalada o respirada por Dios, y cuando Dios exhaló su Palabra inspiró a sus santos hombres a escribirla, como dice en 2 Pedro 1:21. Los santos hombres de Dios, hablaron, siendo inspirados por el espíritu santo, no porque quisieron escribir sus memorias, ni sus vivencias con Jesús.
Así que lo primero que debemos entender es que ninguna profecía de la escritura se originó en la mente de aquellos que la escribieron, sino que por medio del espíritu santo Dios los inspiró a escribir su verdad, pues fue Dios mismo quien respiró su Palabra.
2 Timoteo 3:16 también nos dice que su Palabra es útil, lo que significa que es de beneficio, pues trae provecho a quienes la practican y la aplican. La Palabra de Dios es útil para enseñar, esa enseñanza es la doctrina correcta, los lineamientos que Dios establece en su Palabra. Es útil para redargüir, redargüir significa “amonestar, llamar la atención, reprender,” lo que comúnmente conocemos como “regañar.” La Palabra de Dios nos reprende cuando no estamos siguiendo la doctrina correcta, y es útil también para corregir. Nos corrige del error al no seguir la doctrina correcta y nos lleva de vuelta a los lineamientos que Dios estableció en su Palabra. Estas tres cosas juntas, la doctrina, la reprensión, y la corrección, son, instruir en justicia. La Palabra de Dios es útil para instruir en justicia por medio de la enseñanza, la reprensión y la corrección. El versículo 17 de 2 Timoteo 3, nos muestra el propósito de esa instrucción en justicia. “A fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.”
Hay algunas cosas más que debemos entender en este versículo. En primer lugar, entender que la frase “hombre de Dios,” no se refiere exclusivamente a los apóstoles y profetas que escribieron la Palabra de Dios, ni a los pastores, ministros, reverendos, o doctores en teología, que tengan un rango o una posición de liderazgo en sus iglesias. Se refiere al pueblo de Dios, a los creyentes, aquellos que leen, estudian, creen, practican y aplican la Palabra de Dios en sus vidas. Se refiere a ti y a mí, a los hijos de Dios. Todo creyente cristiano debe ser instruido en justicia por medio de la Palabra de Dios.
En segundo lugar, la palabra “perfecto,” significa “completo.” Como sabemos, cuando nacemos a este mundo, somos hombres y mujeres de dos partes, cuerpo y alma, y solo cuando renacemos del espíritu de Dios recibimos esa tercera parte que nos hace completos, para ser hombres y mujeres de cuerpo, alma, y espíritu. O sea, que, cuando aceptamos a Jesucristo como señor y salvador de nuestras vidas somos completos, y ser completos es un requisito para llevar a cabo el propósito de la Palabra de Dios en nuestras vidas, que es, estar enteramente preparados para toda buena obra.
En tercer lugar, debemos notar que 2 Timoteo 3:17 dice que debemos estar enteramente preparados para toda buena obra. Un doctor no sería doctor si no estudiara medicina, un ingeniero no lo sería si no estudiara ingeniería, un carpintero tampoco lo sería si no aprendiera el oficio de la carpintería. Me refiero a, que, para conocer y ejercer una profesión o un oficio, debemos prepararnos, debemos estudiar, ya sea asistiendo a la universidad, o siendo aprendiz en un taller, hasta llegara a tener la preparación necesaria. Para solucionar problemas en el caso del ingeniero, para sanar alguna dolencia, en el caso del doctor, o para construir un gabinete, una silla o algún mueble en el caso del carpintero. Dios no solo quiere que nosotros los creyentes cristianos, sus hijos, estemos preparados, sino enteramente preparados para toda buena obra. Por ello, debemos estudiar, debemos prepararnos para hacer lo que Dios propuso en su corazón, que nosotros, sus hijos, lleváramos a cabo. Y el siguiente versículo nos muestra cómo hacer eso.
(2 Timoteo 2:15) Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.
La frase “procura con diligencia” del griego, también pudiera traducirse como: “esfuérzate, labora, sé diligente, estudia.” La versión en Ingles dice “Estudia,” pero el interlineal griego-español dice: “Pon diligencia en ti mismo.” Cualquiera de estas traducciones en realidad funciona, porque ya sea que procuremos con diligencia, nos esforcemos, pongamos diligencia, o estudiemos, debemos usar bien la Palabra de Dios, para así, presentarnos aprobados ante él, no ante el mundo, no ante los hombres, el jefe, el vecino, los amigo, o nadie más, solo ante Dios. Y no vamos a presentarnos aprobados ante Dios si no conocemos y usamos bien su Palabra, ni estaremos enteramente preparados para toda buena obra. Solo siendo diligentes y estudiando la Palabra de Dios es que vamos a poder estar no solo preparados, sino, enteramente preparados para toda buena obra. ¿Por qué para toda buena obra? Porque Dios preparó de antemano que anduviésemos en ellas.
(Efesios 2:10) Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
Las buenas obras son algo que Dios considera importantes para nuestro andar cristiano, y nos exhorta a llevarlas a cabo en nuestro diario andar.
(Mateo 5:16) Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
Dios quiere que la luz de la Palabra de Dios que mora en nuestro interior, alumbre delante de los hombres, para que al ver nuestras buenas obras, glorifiquen a Dios que está en los cielos.
(Tito 2:7) presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad, {8}palabra sana e irreprochable, de modo que el adversario se avergüence, y no tenga nada malo que decir de vosotros.
Debemos ser ejemplos de buenas obras, enseñando la Palabra de Dios con integridad y seriedad, para que el adversario se avergüence y no tenga nada malo que decir de nosotros.
(Tito 3:8) Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles a los hombres.
Debemos ocuparnos de hacer buenas obras, cosas que son buenas y útiles para los hombres. Y estimularnos unos a otros a realizarlas con amor cada día.
(Hebreos 10:24) Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras;
¿Ven cuán importante es para Dios el hecho, de que nosotros, sus hijos, abundemos en buenas obras?
(2 Corintios 9:8) Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra;
Cuando abundamos en ellas, Dios se encargará de que tengamos siempre en todas las cosas todo lo suficiente en todo. Estas buenas obras deben realizarse dentro y fuera de la iglesia, para creyentes como para incrédulos, en todo momento, pero sobre todo para los creyentes.
(Gálatas 6:10) Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.
Más claro no puede estar, Dios quiere que hagamos bien a todos, pero mayormente a nuestra familia espiritual, a los creyentes en nuestra congregación, y a los creyentes en general. Esta es una de las razones por las que dentro de la iglesia, tenemos también, dones de ministerio. Dones que nos ayudan a perfeccionar nuestro andar, con el propósito final de edificar el cuerpo de Cristo.
Así que, 2 Pedro 1:20,21 nos dicen que lo primero que debemos entender es que ninguna profecía de la escritura es de interpretación privada, pues no fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios fueron inspirados por el espíritu santo. Porque como dice 2 Timoteo 3:16, toda la escritura es respirada de Dios, porque, fue Dios mismo quien inspiró a sus santos hombres a escribir su Palabra. En 2 Timoteo 2:15 leímos que debemos estudiar, ser diligentes al procurar presentarnos aprobados ante Dios, usando correctamente su Palabra. La palabra “usa, usar, usando” realmente no comunican en su totalidad lo que la palabra griega significa. La traducción más exacta de esa palabra Griega es: “hacer una disección, un corte exacto, o dividir correctamente.” Como alguien que corta un pastel en partes exactamente iguales. Y una de las maneras de dividir correctamente la Palabra de Dios, es saber a quién está dirigida la Palabra de Dios.
(1 Corintios 10:32) No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios;
La Biblia claramente habla de tres grupos de gentes: judíos, gentiles y la iglesia de Dios, así que debemos entender que no toda la escritura está dirigida a todo mundo. Los judíos son el pueblo escogido de Dios, tanto por linaje como por religión. Nosotros no somos judíos, ni de sangre, ni de religión, por lo tanto no debemos adoptar para nosotros lo que está escrito y dirigido a ellos, en su mayoría, todo el antiguo testamento, incluyendo los evangelios. Los gentiles eran el resto de las naciones, las masas de incrédulos, todos aquellos que no eran judíos, incluyendo a los griegos, quienes eran considerados los intelectuales de la época, y que seguían sus propias filosofías. Para Dios, ellos también eran gentiles. Nosotros éramos gentiles antes de aceptar a Jesucristo como nuestro señor y salvador. Pero después de aceptarlo, llegamos a formar parte de la iglesia de Dios, o como Dios lo establece en su Palabra, miembros de la familia de Dios, y 1 Corintios 10:31 nos exhorta a no ser tropiezo a nadie, ni a los judíos, a los gentiles, o sea, aquellos que aún no han aceptado a Jesucristo como su señor y salvador, ni a nuestros hermanos en la fe, la iglesia de Dios. No toda la Biblia está dirigida a todo mundo, aunque de todo lo que se escribió antes, podemos aprender. Así pues, es también fundamental entender a quién está dirigida la Palabra de Dios.
(Romanos 15:4) Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza.
Podemos aprender de las cosas que se escribieron antes, aunque no fueron necesariamente escritas para nosotros. Podemos aprender de la paciencia y de la consolación de las escrituras para tener esperanza, pero no vivir y actuar de acuerdo a lo que fue escrito para otros. Así que, debemos saber a quién está dirigido lo que leemos para determinar si debemos aplicarlo en nuestro andar. El Antiguo Testamento y los Evangelios contienen verdades que aplican y afectan a la humanidad entera, hay en ellos ciertas leyes inmutables que no tienen fecha de caducidad y están dirigidas a la humanidad entera, pero en su mayoría están dirigidos al pueblo judío. Las 7 epístolas a la iglesia, que prácticamente comprenden desde el libro de romanos hasta 2 Tesalonicenses, son las cartas dirigidas a la iglesia de Dios, o sea, nosotros los creyentes cristianos, los hijos de Dios.
El libro de Hechos es un libro de transición, que relata el derramamiento del espíritu santo en el día de Pentecostés, y representa el nacimiento de la iglesia cristiana. Describe los comienzos de la iglesia y el desarrollo del movimiento de la Palabra de Dios durante el primer siglo, algo que nunca se ha visto jamás en los tiempos modernos. Es en Hechos 11:26 donde leemos que en Antioquía fue donde a los creyentes se les llamó cristianos por vez primera.
(Hechos 11:26) Y se congregaron allí todo un año con la iglesia, y enseñaron a mucha gente; y a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía.
Los cristianos somos los seguidores de Cristo, los que vivimos de acuerdo a su Palabra que es la voluntad revelada de Dios, y como Cristianos, debemos leer, estudiar, creer, practicar y aplicar en nuestro andar lo que está dirigido a nosotros en las epístolas a la iglesia. Vamos al libro de Efesios donde veremos un perfecto ejemplo de cómo dividir correctamente la Palabra de Dios.
(Efesios 1:1) Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Éfeso:
Si leemos esto literalmente, entendemos que la carta fue enviada a los santos y fieles de Éfeso, pero el señor E. W. Bullinger, un gran estudioso de la Palabra de Dios dice que la palabra “Éfeso” no aparece en algunos de los manuscritos más antiguos. Y la razón de ello, según explica, es que la epístola era una encíclica, o sea, un mensaje enviado a todas las iglesias, y que el espacio donde aparece la palabra Éfeso estaba en blanco, de modo, que fuese llenado con el nombre de las varias iglesias a donde la carta se enviara. Ahora, de acuerdo al texto Griego, el versículo uno del libro de Efesios lee:
“Pablo, apóstol de Cristo Jesús mediante la voluntad de Dios, a los santos que están en Éfeso, y a los fieles en Cristo Jesús.”
Al leerlo del texto Griego, nos damos cuenta que esta carta no solo está dirigida a los santos que están en Éfeso, o en cualquiera de las iglesias a donde esta carta fuera enviada, sino también a los fieles en Cristo Jesús, ¿eres tú fiel en Cristo Jesús? Entonces también está dirigida a ti, esta epístola está dirigida en primer lugar a los santos que están en Éfeso, y en segundo lugar, a los fieles en Cristo Jesús, o sea, la iglesia de Dios. Una epístola es simplemente una carta, pero una de las características de estas cartas, era que después que era leída en la iglesia a la que se dirigía, era también compartida con otras iglesias, de tal modo que el mensaje de la Palabra de Dios se difundía y era conocido a través de toda la región, como anteriormente lo explica el señor Bullinger.
Si dividimos correctamente la Palabra de Dios sabremos con exactitud a quien realmente está dirigido lo que leemos, y el libro de Efesios, como el resto de las epístolas a la iglesia están dirigidas a la iglesia de Dios.
Vimos como es que la Palabra de Dios vino a ser, y algunos fundamentos básicos que debemos arraigar en nuestras mentes. Vimos que la doctrina es la enseñanza, por medio de la cual, de la reprensión, y la corrección, Dios quiere que todo creyente cristiano sea instruido en justicia. Que Dios quiere que nos presentemos aprobados a él solamente, siendo diligentes al estudiar y dividir correctamente su santa Palabra, con el propósito de ser hombres de Dios completos, enteramente preparados para toda buena obra. Vimos que debemos aprender a reconocer a quién están dirigidas las escrituras para poder aplicar en nuestro andar todo lo que Dios quiere que hagamos.
El libro de Efesios es un libro doctrinal, donde se encuentran los estatutos de Dios, las instrucciones a seguir para estar instruidos en justicia. El libro de Efesios se divide en dos partes, doctrina y práctica, los tres primeros capítulos de Efesios establecen la doctrina, los lineamientos a seguir para un andar recto. Los tres últimos capítulos establecen la práctica, la aplicación correcta de la doctrina enseñada en los capítulos iniciales.
En la siguiente parte continuaremos leyendo un poco más sobre el libro de Efesios, especialmente lo que se refiere a la práctica, y aprender acerca de los dones de ministerio, mientras tanto, te exhorto a que leas los tres primeros capítulos y conozcas la doctrina a la que como hijos de Dios debemos adherirnos y reconocer con gratitud, todo lo que tenemos gracias a la obra completa de nuestro señor y salvador Jesucristo, y al maravilloso plan de salvación que nuestro Dios todo poderoso, creador del cielo y de la tierra diseñó, para redimir a la humanidad liberándola de la condenación de Adán y rescatarla de las garras del adversario.
¡Dios te bendiga!
E. S. N.
José Edixon Rosales Serna